lunes, 29 de agosto de 2016

El camino de la nostalgia




Ya estoy de vuelta de las vacaciones, y como me suele pasar tras recuperar fuerzas, me he puesto a hacer limpieza en todos los sentidos. Quería aclarar que esta entrada y la siguiente son dos entradas que necesito, son fruto de esa limpieza en profundidad, como cuando necesitas sacar todo lo que hay en un cajón para luego decidir qué vuelves a guardar y qué quieres tirar.



Lo que tenemos los granaínos con nuestra playa es amor-odio. Es nuestra playa pero tenemos que conducir unos 40 minutos hasta llegar a ella, eso ahora que han abierto la autovía, porque me pasé toda mi infancia chupándome curvas y carreteras de doble sentido durante una hora larga. Cuando llegas allí te encuentras con una extensión gris, llena de piedras. Pero es nuestra playa, esa que te pilla a mano para ir los fines de semana del verano, esa a la que van tus abuelos todos los años porque está cerca, esa a la que vas cuando eres adolescente con tus amigos a pasar el día pues es a la única a la que te dejan ir tus padres. Eso que son ventajas al final se acaba convirtiendo en ese odio del que hablaba, siempre vas allí, siempre te encuentras a las mismas personas, el mismo ambiente, y te va asfixiando, te va creando la sensación de que no avanzas, de que eres la que eras cuando fuiste de niña, la misma que cuando ibas de adolescente…


Ayer nos montamos en el coche temprano, sin desayunar y partimos para Almuñécar, así se llama la playa. Desde que las niñas empezaron a tener consciencia y recuerdo hemos creado una tradición, un día en el que repetimos aquellos rituales que nosotros vivimos de niños. Antes íbamos varias veces en el verano con mi familia, pero este año fuimos expresamente a hacer nuestros rituales, solos. Nos montamos en el coche y pusimos el disco recopilatorio de Juan Luis Guerra, cuando nos conocimos descubrimos que nos traía los mismos recuerdos, que tanto sus padres como los míos nos lo ponían de camino a la playa. Me gusta sacarlo de la carátula amarillenta y vieja, ponerlo y comenzar un viaje al pasado. Empieza a sonar la música y noto que mi mente y mi cuerpo se eriza, se pone en modo nostálgico, y es que el camino a la playa es el camino de la nostalgia, pues he hecho ese camino con todas las personas importantes de mi infancia…


La tapicería del Ford Orión viene a mi mente, el olor, su tacto, mis padres sentados delante, aún juntos. Íbamos al cortijito que teníamos allí, las vistas de la piscina, el banano, el olor del sillón, las literas de los dormitorios, la mini lavadora que había en el baño, la balaustrada blanca de la terraza, era una casita preciosa que yo odiaba, sentía que me ataba, que nos obligaba a ir allí cada verano, y yo quería volar, salir, alejarme por unos días de la que era en mi ciudad, ir a un sitio a ver cosas distintas, ir a playas distintas, comerme un helado distinto en una heladería distinta…


Como he dicho ahora han abierto la autovía, por lo que la carretera antigua está casi desierta, ayer, mientras contemplaba el paisaje reparé en ella, de repente las imágenes me golpearon duro, y me puse a llorar. Cuántas veces hice ese camino con mi abuelo en el coche, cuántas veces paramos en el Azud de Vélez a desayunar como a él le gustaba, cuántas veces me quedé con ellos en los apartamentos que alquilaban mientras mis padres trabajaban en setiembre, cuántas cabañas me hizo en aquellas piedras, cuántos de sus “rollos” me contó. Cuántas veces fuimos toda la familia junta a pasar el día, éramos de esos que ponen cuatro sombrillas y llevan la tortilla, la carne empanada y la sandía de postre, con dos neveras llenas de refrescos, de broma decíamos que era una “Jaima” pues poníamos sábanas enganchadas para dar más sombra. Y allí pasábamos el día todos mis tíos y mis primos, quizá cuando era más niña sí disfrutaba de ello, pero ya de mayor empezó a no gustarme, aparentemente disfrutaba, pero miraba a otras personas a nuestro alrededor, miraba al mar y algo dentro me dolía, me sentía atrapada, ya no me valía la carne empanada ni la tortilla, la jaima era para mí una jaula, ahora lo veo, ahora que en estos últimos años he analizado mi relación con mi familia me doy cuenta de que mi madre y yo no pertenecíamos a ese mundo, a esa forma de hacer las cosas, pero hay veces que cuando naces haciendo lo mismo una y otra vez haces las cosas por inercia porque el placer que produce la costumbre disfraza tu verdadera necesidad, lo que de verdad quieres. Todo esto se acentuó cuando murió mi abuelo, porque él tenía la virtud de hacer mágico y especial todo. La última vez que fuimos todos juntos a la playa mi hija pequeña tenía dos años, tiene una foto con la sandía que era casi más grande que ella, aquella vez estar allí me pesó demasiado, definitivamente lo que me ataba a ese mundo había muerto hacía varios años y debía aceptarlo.


Poco a poco hemos ido construyendo nuestro mundo, hemos ido encontrando la manera de hacer las cosas, me encanta ir a la playa con la sombrilla, los esterillos y una mochila negra, nada más. Me gusta ir con la sensación de que puedo irme cuando quiera, que mi equipaje pesa tan poco que puedo moverlo fácilmente.


Ayer pusimos a Juan Luis Guerra en el coche y supe que este año me iba a costar enfrentarme a la nostalgia. Recorrimos el camino y verlo canturrear mientras conduce me lo hizo más ameno, vi aquella vieja carretera y un nudo se me agarró, lloré en silencio para que no se diera cuenta de que lo hacía, no quería. Fuimos a desayunar buñuelos con chocolate como manda la tradición, fuimos a la playa un rato, frente al Vizcaya, donde siempre nos hemos puesto, vi a las familias con sus sandias, con sus “jaimas”, me llené las manos del polvo de las piedras haciendo casitas con mis hijas, siempre me ha dado dentera hacerlo, comimos en el chiringuito con sus aparatosas e incómodas sillas de anea de toda la vida, comimos migas y pescado frito, Él se pidió el espeto de sardinas hecho en la vieja barca de siempre. Después las niñas se montaron un rato en unos columpios mientras nosotros las mirábamos sentados en un banco del paseo. El día se nubló y yo con él. Recordé a mi abuelo, imaginé qué pensaría de que ya no nos reuniésemos como cuando él estaba, con lo que luchó por vernos a todos juntos… entonces acepté que él ya no existía como tal, que él ya no puede decir nada porque ya no está, porque cuando alguien muere, muere, y los que se quedan no pueden seguir haciendo las cosas por su recuerdo, porque eso es vivir esclavos de algo inexistente. Mi abuelo ya no existe como persona, ya estará en otra vida viviendo otras cosas, y debe hacerlo a su manera, al igual que yo. “¿Qué hacemos?” La nostalgia ya me había afectado demasiado, esta vez me había ganado la partida y no quería seguir con el resto de rituales, ya no quería helado en “la isla de Capri” ni quería cenar en la pizzería “Pinocho”… No quería pasar delante del hotel “Helios” ni ver el balcón del apartamento que mi abuelo bautizó como “Villa Toldos”. No quería andar por el paseo hasta el mercadillo nocturno, no quería cruzarme con todas las personas que harían lo mismo aquella noche. No quería pasar por la calle en la que le dije que necesitaba que me dominase, no quería entrar en “Loro Sexy” a ver los pájaros…


Y a pesar de que este año la nostalgia haya podido conmigo no quiero dejar de ir cada año, porque todos deberíamos hacer nuestro camino a la nostalgia de vez en cuando, para recordar, para evaluar cómo hemos cambiado, cómo nos sentimos frente a aquello que fuimos, frente a todo lo que vivimos, para ver qué queda de eso en nosotros, para que nunca olvidemos de dónde venimos y valoremos dónde hemos llegado, para rendir homenaje a nuestro pasado mientras nos desprendemos de él. Porque por muy bonitas que sean algunas de las cosas que vivimos ya no existen y eso hay que aceptarlo, los objetos bonitos también pesan, y no olvidemos que la clave es viajar livianos.


Al viajar a mi pasado me doy cuenta de que en la infancia las personas que nos quieren y nos cuidan nos hacen formar parte de sus mundos, nos hacen partícipes de ellos y eso nos aporta, pero conforme vamos creciendo hay que crear el nuestro propio pues vivir en el de los demás no es vivir.


Al terminar de escribir esto voy a poner Juan Luis Guerra a tope porque tengo presión en la cabeza y necesito llorar nostalgia.

lunes, 22 de agosto de 2016

Te vi, te amé y no dije nada

2016-08-08 05.49.13 1


Creep - Radiohead


Te he visto crecer, te vi de niña, jugando en el jardín, manchando tus rodillas de verdor, con tu pelo alborotado… y te amé. Te amé en silencio, observándote callado, te vi dar vueltas sobre ti misma, descalza, y te amé. Te vi reír a carcajadas y ya noté la tristeza de tu mirada, una pena honda que ni tu cabello rubio, resplandeciente, podía ocultar. Te vi, te amé y no dije nada.


 Te vi crecer, el pelo aún más largo, te vi leer tus libros tan cerca de mí, a mi sombra, te sentí tan cerca. Vi cómo llorabas desconsolada, te vi, te amé y no dije nada. No podía, espero que lo entiendas. No te dije nada, pero te comprendí, supe que te sentías fuera de tu mundo, que todo te parecía extraño y aterrador, supe que no te comprendían, que nadie podía entenderte. Yo sí, yo si te comprendí, pero no dije nada, espero que lo entiendas, es que no podía…


Te vi hecha toda una mujer, con la belleza rebosando, con las pecas en su pleno esplendor y la mirada en su plena tristeza. Te vi, te amé y no dije nada, no podía, mi amor, no podía.


Y yo te entiendo, entiendo cómo te alivia el dolor al autolesionarte, sí, he visto tus brazos y piernas llenas de heridas. Y te entiendo porque es el mismo alivio que siento cuando cortan mis ramas, cuando la savia corre por mis heridas, en ese momento te siento cerca, imagino que compartimos la misma sensación, al menos eso. Y entiendo que odies tu hermoso cuerpo, al igual que yo odio mi fuerte y ancestral tronco, como odio mis raíces que me mantienen vivo pero anclado al suelo, que no me dejan ir a jugar contigo, que no me dejan ir a consolarte. Te apoyas en mí, siento tu espalda, la saboreo y agradezco al viento que mueva mis largas hojas, que me hacen creer que son dedos con los que acariciarte. Porque me siento atrapado en la magia de mi especie, esa impasible al tiempo, esa que me hace sobrevivirte, esa que me hace quieto, callado y robusto. Esa que hace que sea sólo un Sauce, un Sauce que llora porque no es de este mundo, porque no se siente árbol, porque no puede emitir sonido, que no puede comunicarse con aquella a la que ama, con aquella con la que comparte sufrimiento. Porque no hay amor más puro que el de un Sauce Llorón y un hada triste, no hay unión más mágica e imposible.


Quiero gritarte, la savia me hierve al no poder gritarte que te amo, que quiero que te quedes a vivir entre mis ramas, que quiero que juegues cada día con mis hojas, que te dejes acariciar por ellas, que bebas mi savia y te rasguñes con mi corteza. Sí mi amor, quédate a mi lado, yo seré tu refugio, yo escucharé tu canto, yo seré tu soporte. Quiero ser suficiente para ti, quiero que anides en mi madera, que enredes tu pelo en mis nudos… Ámame, ámame te lo suplico, sé el hada que habita en este viejo sauce llorón…


 

Y te vi venir aquella noche, te vi venir con tu paso lánguido y tu camisón blanco, te vi quitártelo ante mí. Quise gritar, quise darte lo que necesitabas, grité y grité pero no me oíste. La cuerda en mi rama dolió más que cualquier poda. Deseé que me hubiesen cortado tiempo atrás, deseé que aquella helada hubiese acabado conmigo en mi juventud, cuando no era más que un palo endeble, deseé que aquella semilla que fui jamás hubiese florecido. Porque ahora tengo que ver tu cuerpo colgando inerte de mí, tengo que ver tu cuello roto y tu mirada vacía, y tu mirada que ya no es triste, que ya no es mirada. Deseé no haber existido por no vivir eternamente con el recuerdo de tu balanceo, por no tener que cargar ahora con mi pena y la tuya.


Y lo peor es que tengo mucho tiempo para pensar en si pude hacer algo, en si pude rogar más fuerte a la Madre Naturaleza para que me diese voz. En si pude suplicarle más fuerte que mi rama fuese menos fuerte, que hubiese estado más seca para no soportar el peso de tu liviano cuerpo, para que se hubiese partido ella para no ver partido ahora mi corazón.


Y aunque el dolor es horrible, algún consuelo me queda, el consuelo de que al menos ahora habitas en mí, al menos siento tu pena correr por mi madera, al menos al fin el hada de este viejo Sauce lo habita. Porque no sé dónde habrás ido pero yo te siento aquí conmigo, y es una presencia que duele, que asusta, una presencia que algunas noches visualizo rondándome, que a veces visualizo saltando entre mis ramas feliz, feliz como nunca fuiste…


Y yo solo soy un viejo y estúpido Sauce Llorón, un estúpido que creyó que podía luchar por ser lo que no es, contra su propia naturaleza, que creyó que el amor podría con la evidencia, que creyó que podía salvarte, que podía salvarse…


Pero nadie nos entiende, nadie nos entendió, ni siquiera nosotros mismos… y por eso nos marchitamos, porque soy un Sauce Llorón, sí, esa especie de Sauce que debe su nombre a las lágrimas que derrama aunque nadie pueda verlo, porque nací para ser tristemente habitado por un hada triste… y encima he de sentirme afortunado porque este dolor es lo que más se acerca a la humanidad, esa que deseé cuando aún estabas viva: Deseé unos brazos, no ramas, unos brazos con los que abrazarte, con los que llenarte de vida, deseé unos labios para besar tu frente gacha, deseé una lengua para susurrarte que te amo, y sí, deseé una polla con la que meterme entre tus piernas, con la que llevarte al éxtasis, ese éxtasis de renacimiento, que te hiciese suspirar como si al fin entrase aire en tus pulmones…


Pero esa transformación no se dio por mucho que oré, y he de aceptarlo, sí, he de hacerlo: Sólo soy un triste Sauce Llorón que ya no tiene otra cosa que hacer que llorar, que llorarte…

lunes, 15 de agosto de 2016

Gracias

2016-08-08 05.03.26 1


Hace mucho que quiero escribir esta entrada, pero sinceramente no conseguía inspirarme.  Pero hoy he recibido un mail que me ha llenado de ganas de deciros  lo que quiero decir, y es que es algo tan sencillo y complejo a la vez…


GRACIAS, gracias a todos los que estáis ahí, al otro lado de la pantalla, gracias a todos los que me leéis, no sabéis lo que me habéis hecho crecer, cómo me habéis ayudado a superar mi pereza, mi falta de motivación a largo plazo…


Abro el blog con la esperanza de encontrar alguno de vuestros comentarios, esos que me dicen que hay personas que me valoran sin haberme visto nunca, personas que me decís cosas preciosas sin ningún tipo de interés, simplemente porque me apreciáis solo de leerme. Y me dais las gracias a mí, eso es algo que aún no sé llevar bien, lo reconozco, pues para mí es al revés, para mí sois vosotros los que me dais a mí, me dais magia, me dais motivos, me dais ánimo, fuerza y mucho cariño. Me dais alas para creer que puedo cumplir mis sueños, me dais la sensación de que lo que pienso es importante. Que todo aquello que siempre pensé que era negativo en mí, no lo era, era mi manera de entender el mundo, y el miedo a que no me aceptaran era solo un fantasma, pues ahí estáis vosotros diciendo que me leeréis, que seguiréis ahí, porque os gusta mi voz, mis palabras…


Hoy he abierto el mail, tenía un mensaje de una chica que me decía que mi anterior correo, que mis palabras y consejo le habían dado el último empujoncito para vivir su vida como quería, y he notado el tono distinto de sus palabras, la he notado mucho más fuerte, más segura… y no he podido más que llorar, llorar de emoción, pues solo soy una muchachita de 1,50, debilucha y llorica, y he ayudado a que alguien saque esa fuerza, si yo lo único que hago es contar mi lucha por ser feliz, y animar a los demás a hacerlo. Ver que me escucháis, que doy algo, ese algo que me agradecéis, ese algo que sois capaces de ver aunque a mí aún me cueste…


Y cómo no daros las gracias, si cuando escribí mi primera entrada yo era una sombra, yo no era nada, era gris, triste… cómo no daros las gracias si habéis acompañado mi lucha por salir adelante, si no me he sentido sola, si os habéis emocionado con mi emoción ya fuese triste o alegre, cómo no daros las gracias si no me exigís, si no me pedís nada, por eso yo os lo doy, aunque sea una o dos veces por semana. Tengo poco que ofrecer, mis palabras, mi desnudez, la desnudez de una chica menuda y temblona, que da pasos firmes pero aterrada…


Cómo no daros las gracias si me siento arropada, si me habéis demostrado que existe el respeto incluso en la opinión contraria, si me habéis demostrado que hay personas dispuestas a escuchar, aunque lo que diga sean cosas duras, o fáciles de juzgar.


Y cómo no, para variar, en estas palabras tengo el mismo miedo que en todas, el miedo a no poder expresar las sensaciones bien, a no poder explicar la emoción que me da saber que hay personas que me leen, que hay personas que me escriben, que desean hablar conmigo, confesarme sus miedos, sus alegrías, sus deseos, que hay personas que sienten esa confianza conmigo sin haberme visto nunca…


Pues gracias a todas y a todos, me llenáis de fuerza para seguir esto que ahora es mi proyecto, esto que me ha ayudado a aceptar que yo siempre quise escribir, que es mi forma de comunicar, de vivir… Han pasado cuatro años ya desde aquella primera entrada, y aunque parece ya mucho tiempo os anuncio que esto es solo el principio, que estoy ante un mundo de posibilidades, y vosotros sois muy culpables de ello… Esto es solo el principio, aún nos quedan muchos ratos que pasar juntos, muchos cafés que tomarnos, aunque sea en la distancia…


Gracias, me habéis dado mucho más de lo que seguro pensáis, me habéis dado la energía necesaria para ir saliendo poco a poco de mi escondite, de mi rincón…


Gracias por estar al otro lado, gracias por leerme, por venir a visitarme.

Gracias por estar ahí

lunes, 8 de agosto de 2016

Trenzas

2016-08-08 04.36.38 2


Estaba bajo Él, me estaba follando el culo como solo Él sabe hacerlo… tenía trenzas, sí trenzas, hacía años que no me las hacía, no me veía… pero esa tarde para limpiar las niñas habían perdido mis coleteros y tenía solo unas pequeñas gomitas a mano, así que las trenzas era el único peinado que se me ocurría para recogerme el pelo con ellas… lo explico porque yo ya no me hago trenzas, no me hago  coletas, no me veo con ellas, sé que tengo una cara y un cuerpo aniñado y no me gusta potenciarlo, soy muy poco little por mucho que Él a veces me trate como si lo fuese…


Me miraba al espejo y me acordaba de aquella foto del colegio, con el uniforme, mis paletas aún salidas y mis trenzas, tan niña, tan graciosa… aquella niña que era dulce por fuera y perversa por dentro, aquella niña que se excitaba, aquella niña que no podía dormir sin imaginar alguna de sus sucias historias. Sí, cerraba los ojos, y solo podía conciliar el sueño imaginando cómo un hombre me secuestraba y me sometía, cómo un hombre me compraba para ser su esclava, como un médico me examinaba de una manera sexual, cómo me hacía daño con sus instrumentos, no podía conciliar el sueño sin imaginar que un hombre irrumpía en mi dormitorio para regañarme por ser sucia, cómo me ponía en sus rodillas y me hacía aquellas cosas que me había pillado pensando…


¿Podéis imaginar lo que es inventar cada noche una historia así para dormir? Con 7 u 8 años... ¿Podéis imaginar cómo era mi mundo interior lleno de fantasías? ¿Podéis imaginar lo que era creer que todo aquello jamás se cumpliría?


Anoche estaba bajo Él, con mis trenzas, antes me había follado la boca tirando de ellas, me había follado a cuatro patas… y yo me sentía aquella niña, me miraba al espejo y veía a aquella Ángela niña. No lo sabía pero necesitaba reconciliarme con ella, necesitaba darle lo que siempre había soñado, todo lo que había fantaseado, necesitaba que viviese todo lo que quería vivir… y ahí estaba Él, encima de mí, follando mi culo mientras yo lloriqueaba, y lo vi, lo miré y fui consciente de mis trenzas, de lo mucho que aún me parezco a aquella niña y algo perversamente mágico sucedió… Su imagen invadió mi infancia, Su cara, con Su barba, con esa mirada, con lo que me cuida y me protege, con los castigo que me infringe, con el sexo que me da, Él invadió mi infancia, se convirtió en secuestrador, en médico, en el hombre que me compraba, pero lo mejor fue cuando se convirtió en el que abría la puerta de mi dormitorio rosa y me azotaba, me follaba, y le daba a aquella niña todo lo que necesitaba…


Sé que es muy raro lo que cuento, sé que puede parecer hasta aberrante correrme mientras lo imagino follándome de niña, pero así pasó y me siento genial, sentí que mi infancia se cerraba, que aquella niña se despedía ahora feliz, satisfecha, dejando de sentirse como un pequeño monstruo por inventar cada noche todas aquellas historias. Aquella niña se despedía sabiendo que los sueños se cumplen, que sí existía, que sí se podía hacer realidad.


Quién me iba a decir que unas trenzas me iban a dar tanto, quién me iba a decir que iban a darle paz a una parte de mi historia, que iban a hacerme sentir así…


Y ahora siento su presencia en todos los momentos de mi vida, porque siempre me pregunté cómo hubiese sido ser amigos de la infancia, haber crecido juntos, como hemos hecho, pero desde niños… porque la primera vez que me dijo que quería pasar la vida a mi lado, que quería casarse conmigo fue tras ver mis álbumes de niña: “Me he puesto triste al ver todos los años de tu vida que me he perdido, y no quiero perderme ni uno más”. No se ponga triste Amo, no estuvo ausente todos esos años, aunque no estuviese conmigo físicamente. Porque cada noche imaginaba una historia antes de dormir, cada noche lo pensaba a Usted.

lunes, 1 de agosto de 2016

Quédese Amo

Stay - Rihanna ft Mikky Ekko


quedese


Podría empezar este texto alabándolo, pues hoy me apetece, podría empezarlo diciendo mil cosas bonitas de Usted, pero no, hoy quiero decirle de una manera alta y clara que se quede, que se quede a mi lado para siempre. Han pasado años y han pasado todo tipo de cosas, y ahora me siento dura, me siento lo más libre que me sentí jamás, me siento una de las mujeres más fuertes del planeta, aunque aún me queda mucho camino que recorrer, aún me quedan muchos fantasmas que asustar. Pero ahora sé que puedo, sé incluso que si me dejase sola podría, me costaría el doble pero podría. Y no es por eso por lo que le pido que se quede, se lo pido por que a Su lado el sol es más sol, porque a Su lado el mundo es más mundo, porque a Su lado siento el alma a flor de piel. Le pido que se quede porque lo he visto amándola, porque lo he visto dándole tanto, porque he visto desde fuera esa mirada, esa cara que nos vuelve locas…


Lo he visto dándonos tanto, que servirle es un regalo para mí, algo que no quiero dejar nunca de hacer, pues qué es entregarse a cambio de esa magia que despierta en mí. Que despierta en ella. Y es que Usted es una llave, es la llave que abre mis misterios, que desentierra secretos, es capaz de llamar certezas mientras folla, es capaz de descubrirnos los misterios del universo con Su mirada oscura y profunda, esa que le sale cuando nos sodomiza, esa mirada que es un imán para los viejos recuerdos, esa que habla de pactos antiguos y sobrenaturales.


Por eso Amo quédese para siempre a mi lado, quiero ver cuántos tesoros encuentra en mí, en ella, en otras si están por venir, quiero estar presente desde mi rincón, mirarlo y ver Su poder. Quédese Amo por favor, puedo seguir sola pero no quiero, me ha hecho fuerte, me ha reconstruido de unas ruinas que no había por donde coger, y lo ha hecho sabiendo que descubriría mi fuerza, que llegaría un momento en el que sabría que sola puedo vivir, pero qué vida sería, qué vida sería la mía sin Sus manos, sin Su boca, sin Sus dientes que expanden mi cuerpo al morderme.


Quédese en mis vidas para siempre,  quédese en el sofá tras de mí contándome al oído que no puedo huir de Usted, que me buscaría por todos los rincones del planeta hasta dar conmigo, que me agarraría del pelo y me arrastraría hasta Su cama para azotarme y amarme. Como si yo me hubiese siquiera planteado dar un paso huyendo de Usted…


Lo miro y es tan maravilloso que no puedo evitar susurrar: quédese, aunque jamás haya amenazado con irse, incluso en los peores momentos se quedó sin vacilar, aunque “quédese” suene a estupidez, pues Usted nunca quiso irse, cuando es Usted el que me dice que el día que muera quiere hacerlo entre mis brazos. Pero ya me conoce Amo, ya sabe que soy tontita y me asusta que no sepa que quiero que se quede en mis vidas para siempre, en todas y cada una de ellas. Prométamelo, aunque ya lo haya hecho muchas veces, pero quiero oírlo una vez más, repítame una última vez que se quedará a hacer mi vida más vida, a hacer de un destello un haz de luz, a liberarme de la suciedad arrastrada, a arrancarme la piel muerta a tiras, quédese Amo y no deje de follarme mirándome a los ojos, tiene la clave de la vida atrapada en ellos.


Quédese Amo, quédese en mis vidas para siempre.