domingo, 25 de octubre de 2020

Retomar, revivir

 RETOMAR; REVIVIR

¡Hola a todos! No sé si alguien me sigue leyendo pero no importa, lo que necesito es volver a mis orígenes con el blog, esos tiempos en los que compartía lo que me pasaba, lo que vivía en mi cotidianidad, cómo vamos adaptándonos a la circunstancias y qué retos se nos plantean al intentar vivir nuestra relación en esas circunstancias.

La vida es puro cambio, nosotros somos puro cambio. Confieso que hace unos años, cuando iniciamos este proceso de ser Amo y sumisa, en mi ingenuidad creí que una vez establecida la relación ya todo seguiría igual hasta el fin de los días jaja pero en la práctica he comprobado que el verdadero reto del 24/7 es integrarse en los sucesos, porque no hay ningún momento en el que separes BDSM de tu vida, sois dos personas creando un proyecto, en el que estás unido y a la vez vives tus procesos. En estos años desde que empezamos a ser Amo y sumisa nuestra vida ha ido presentándonos circunstancias como tener otra hija, una gran operación, oposiciones para ascender, un cáncer... por no hablar de las pequeñas cosas que van surgiendo en el día a día. 

Hoy quiero intentar transmitir y resumir cómo he vivido en estos últimos meses nuestra relación. Desde el punto de vista del cáncer no hay mucho que decir, Él me ama y encima es mi Amo, cuidarme ha sido su prioridad desde el principio, incluso cuando yo no quería esos cuidados, cuando yo quería que olvidase que estaba en tratamiento. Esos momentos en los que añoraba la correa, los castigos, el tener que cumplir normas... pero que Él no podía darme porque, por muchas ganas que yo tuviese, mi cuerpo no podía responder a ello. Así que no, el cáncer no ha presentado ninguna cosa extraña respecto a nuestra relación, ha sido tal y como puedes imaginar que será: ante una enfermedad el Amo priorizará cuidar y liberarte de tus responsabilidades, es lo que cabe esperar y así ha sido.

Lo realmente interesante ha sido el proceso personal que he llevado paralelamente. Para sanarme físicamente sabía que tendría que sanar en otros aspectos, que había cosas dentro de mí que tenía que cambiar y descubrir. Nada más decirme que era sospechoso me puse a ello. El resultado es que tras estos meses no soy la persona que fui. He ido adquiriendo una fortaleza que jamás había sentido, una confianza en mí y en la vida únicas. Cuando reformas una casa primero has de hacerlo en general, luego ya te pones a los detalles, a los ajustes, pues en esto igual. El "problema" del proceso que llevé es que era muy personal, tanto que dejaba fuera todo lo demás, si a eso le sumamos mi tendencia a la introspección surge el reto. Nuestra relación se vio afectada, no el amor que nos tenemos, pero sí la parte más superficial de nuestra relación. Mi fuerza llego a ser tal que mi energía sumisa quedó muy muy relegada. Al final todo es energía, ese "algo" de alguien que te hace doblegarte y ese "algo" de alguien que te hace querer dominar... pues mi "algo" no era muy perceptible y todo se volvió confuso. No quiero dar la sensación de que fue un drama, todo era muy sutil, somos muy de observarnos, de analizar, por eso nos dimos cuenta de que algo era distinto y había que enfrentarlo. Durante un tiempo estuve confusa, me di cuenta de que ya no necesitaba el BDSM como antes, ya no necesitaba entregarme, lo que debía ajustar y aprender a través de ello ya estaba hecho, pero nuestra relación funcionaba así... ¿Ya no quiero que sea mi Amo? me preguntaba y Él se preguntaba. SI es así ¿Funcionará? ¿Podremos readaptarnos?... Tenéis que imaginar el contexto: niñas, quimio, lo cotidiano... no había mucho margen para enfrentarnos a todo esto, solo seguíamos. Hubo un día que hice click, siempre suele ocurrirme, pido respuestas y en solo un instante lo comprendo todo... Ese día pasó algo, estábamos solos, se enfadó conmigo y todo derivó a una especie de "sesión". Yo obedecía, me sometía aparentemente, todo parecía ser como en los viejos tiempos hasta que de repente paró en seco "No siento que te sometas, parece que sí, pero no". (Aunque también quiero decir que de aquello hay muchas escenas que me excitan una barbaridad cuando las recuerdo jaja) No dije nada, Él se durmió y yo me puse a meditar, no me sentía bien, pero no podía dejar de ser como ahora soy... Entonces lo supe. Todos estos años decía que solo había que ser sumisa con una persona, pero lo cierto es que me sometía a muchas cosas que no quería, a personas, circunstancias... mi energía era sumisa en general. Era cierto que ya no lo era, al revés, mi energía líder y fuerte había surgido pero lo miraba dormir a mi lado y veía también a mi Amo, comprendí que una vez "reformada" mi personalidad debía hacer ajustes. Puede que ya no necesitase el BDSM pero seguía gustándome, seguía viendo a un líder en Él, ser Suya me seguía dando un "no se qué" dentro, entonces la solución era bien sencilla, tenía que hacer caso a todo lo que siempre había dicho y defendido: tenía que darle el privilegio de mi Entrega a Él y solo a Él. Mi sumisión no se había ido, simplemente estaba en pausa mientras aprendía a ser una líder para el resto del mundo y una sumisa para Él. Era una pausa necesaria, pero ya tocaba reajustar. Nunca dejé de ver al dominante en Él, sencillamente me enfrenté a si yo quería responder a esa energía. A veces las respuestas requieren de un proceso, porque es peligroso responderlas rápido, corres el riesgo de auto engañarte creyendo que quieres lo que se supone que debes querer. Con el cáncer me pasó igual, lo primero que me pregunté es si quería vivir o no. La respuesta rápida de cualquiera sería "SÍ" pero yo quería saber la verdad profunda, finalmente era "SÍ" pero si no conoces tu verdad no puedes hacer nada para cambiarla. La respuesta rápida a si quería seguir siendo Suya era "Sí" pero corría el peligro de hacerlo sencillamente porque es como hasta ahora hemos sido, porque no conozco a una Ángela sin BDSM, porque qué dirán los que nos conocen, qué pensará Él después de todos estos años... es peligroso responder rápido sin plantearnos la verdad porque puede que sencillamente tengas miedo a lo que venga tras saber la verdadera respuesta.

Quizá di un rodeo hasta descubrir la verdad, pero no me lo saltaría por nada. Me encantó ese momento en el que contemplé todo mi poder, mi fuerza, mi independencia mientras miraba al hombre que dormía a mi lado, por el que también me embargó un amor infinito y una confianza única, también pude contemplar su poder y su fuerza... y ante su energía me doblegué. No es que ahora todo sea como antes, nada podrá serlo, pero eso no conlleva que sea negativo, al revés, ese mismo día supe que juntos formábamos una pareja única, con muchas cosas que descubrir, con un futuro apasionante. Ahora es divertido a veces, extraño otras, descubrir quién soy respecto a mi Amo, quién soy respecto a todo en general. No sé ni siquiera cómo seré con pelo de nuevo... es inquietante pero muy emocionante. 

No quiero que dé la impresión de que todo giraba en torno a mí, Él también ha tenido su proceso respecto a mí y mi "no sumisión" que compartía conmigo, pero en este blog hablo de lo que yo siento, quiero respetar (dentro de que hablo de nuestra relación) lo máximo posible su intimidad.

No hay persona por la que haya sentido una admiración tan grande, no hay persona en la que vea de manera tan fuerte la conexión. Me entregué a Él hace muchos años y ahora, la Ángela que soy vuelve a hacerlo y sin ninguna duda.

Mi cáncer ya no está, no había un resultado mejor. Ahora, después de todo lo intenso que ha sido (casi podría decir que estaba en otro lugar trabajando en ello) toca volver al mundo y adaptarme, toca preguntarme muchas cosas en muchos aspectos, es el momento de revivir, resurgir y retomar.

miércoles, 15 de julio de 2020

La otra noche soñé


La otra noche soñé que tenía pelo, volvía mi melena larga y castaña. Soñé que leía un libro, uno que al abrirlo podías vivirlo de verdad. Así que me transportaba a sus escenas. Llegué a una recepción en la que una chica me inscribió en una lista y tuve que firmar un papel. No llegué allí forzada por nadie pero sí sentía esa vulnerabilidad de la que sabe que pierde voluntad. Me hizo pasar por una puerta, allí había una especie de pasillo largo y ancho, a la izquierda unas cabinas, una especie de probadores sin puertas en los que podías ver cómo los Dominantes y las Dóminas jugaban con sumisos y sumisas. Al otro lado había un banco de madera con ganchos en la pared para dejar la ropa. Llegué a la última cabina, allí estaba Él jugando con otra chica, yo no lo conocía pero supe que sería el Dom al que me entregaran, un escalofrío me recorrió, la incertidumbre y el miedecillo me erizaban la piel y me llenaban el estómago de mariposas. Ella estaba de cara a la pared con los brazos estirados sobre su cabeza, Él la agarró de la cintura para sacarle el culo un poco para afuera y le separó las piernas. La lamió y mordió por la espalda. Yo apartaba la mirada, no recuerdo todo lo que sucedía solo sé que mi excitación y sensación de vulnerabilidad aumentaban cada segundo. Lo siguiente que vi es que le introducía algo en el culo y ella se quejaba. Él tenía esa cara que me asusta y me vuelve loca. Justo en ese momento giró la cabeza y me miró directamente por primera vez desde que estaba allí plantada frente a ellos. Agaché rápidamente la cabeza, supe que sería Suya. Curiosamente no temía la dolor, pero sí al escozor. Es mi punto débil, siempre he fantaseado con torturas de cremas y supositorios que ardían pero, cuando lo he vivido, no encuentro forma mental de soportarlo mucho tiempo. Una mujer bastante “normal”, sin cueros ni aires de grandeza, con el pelo negro, largo y rizado de la que recuerdo perfectamente su cara aunque no la identifico con nadie, se acercaba a mí, me cogía de la mano y me sentaba en el banco de madera. Me hablaba con cariño pero firmeza, decía que como era nueva iba a desnudarme e inspeccionarme. Cuando ya estaba semidesnuda sentía el momento de pasar a sentir sus manos tocándome, el momento de empezar a vivir de verdad todo aquello y no podía aguantarlo, le decía que quería sentir pero que estaba siendo muy intenso y necesitaba alejarme un poco para después volver, se lo prometía. Ella con una sonrisa muy cariñosa me decía que todo esto no era más que un libro, mi libro, que podía cerrarlo cuando quisiera y volver a abrirlo cuando estuviese preparada, todo aquello estaría esperando para mí tal cual lo dejé. Me levanté, pasé por recepción y crucé la puerta que simbolizaba cerrar el libro. Estaba muy excitada, en el sueño y en la vida real.

Puede parecer un sueño absurdo pero hacía mucho que no soñaba con algo sexual con tanta intensidad, como seguro que os ha pasado, no era lo que sucedía sino todas esas sensaciones que me provocaba y que soy incapaz de escribir. Adoro que ocurra, hace que me dure una leve sensación de placer incluso varios días, como si el sueño siguiese activo e, incluso, haciéndose realidad en algún lugar de mí. Supongo que mi pelo y mi vida sexual en todo su apogeo volverán tal cual los dejé, o incluso mucho mejor. Cada vez está más cerca. Lo noto, lo sueño.

domingo, 10 de mayo de 2020

Un Amo rapando a su sumisa


En mis días de incertidumbre, esos en los que solo era “sospechosa” de tener cáncer de mama, había dos cosas que me angustiaban sobre el resto. Os parecerán absurdas pero era la realidad: la gente y el pelo. La gente porque siempre odié el paternalismo, esa manía humana de creer saber por lo que está pasando alguien y no reconocer lo que de verdad está viviendo. Me refiero a que se supone que yo debería sufrir mucho en todo este proceso, estar angustiada y asustada, pero la realidad es que eso en dos meses solo lo he sentido en minutos, horas si me apuras. Pero habrá quien a pesar de que yo se lo diga soltará la típica frase: pobre, con tres niñas, por lo que estará pasando. Bueno, pero este es otro tema, hoy vamos a centrarnos en el pelo.

Es curioso cómo este tipo de cosas te cambian la perspectiva y te enfrentan a la más mínima sospecha. ¿Es que no me ha demostrado una y mil veces que me ama por encima de todo? Que la única condición que pone a mi cuerpo es que siga vivo… claro que sí, pero durante mis ratitos oscuros la duda se colaba, porque las personas no funcionamos de forma matemática. Es como casarte con alguien, que se enamore de otra persona, y enfadarte porque prometió solo amarte a ti… Puede prometer permanecer contigo, pero no puede saber qué ocurrirá respecto a sus sentimientos. Pues a pequeña escala le daba vueltas. Me podía decir mil veces que seguiría atrayéndole, que seguiría viéndome guapa, deseándome… por mucho empeño que pusiera en prometérmelo, yo asentía pero me juraba hacer oídos sordos a Sus promesas, para jamás echarle nada en cara si verme sin pelo cambiase su forma de verme, de desearme. Quizá alguien piense que soy superficial, yo os digo que no hay niveles en cuanto al miedo. Morir no me asusta así que enfrentarme a ello no tendría ninguna relevancia, el miedo es miedo, sin más. Mi miedo era dejar de sentirme hermosa y lo proyectaba en Él, la realidad es que Él era mi espejo, ahora sé que lo que me asustaba no es que Él no me viese atractiva, era verme fea y que Él no estuviese ahí para sacarme del error.

Los días pasaron, de repente el pelo dejó de ser tan importante, entre asumir tratamientos, pruebas y demás, lo del pelo quedaba muy lejano. Además yo iba cambiando, a veces olvidamos que cuando tememos a un momento futuro no seremos nosotros los que nos enfrentaremos a él, sino el “Tú” de ese instante futuro. Primero me corté melenita y decidí no planear cuándo dar el siguiente paso. Efectivamente el momento llegó solo, esa mañana fue intensa, el día anterior había decidido que no quería ver un mechón grande desprenderse, así que me raparía. No sabía cómo quería que fuese, a mi madre la rapé yo y fue un momento precioso, pero yo no sentía igual, no tenía claro si prefería hacerlo yo sola o que lo hiciese Él. La realidad es que quería hacerlo yo pero me aterrorizaba el momento de abrir la puerta del baño y que Él me viese por primera vez. Dormí pidiendo que fuese como tuviera que ser. Por la mañana lo planeamos, dejaríamos a la peque con las hermanas por la tarde porque por la mañana tenían “cole”. Pero estas cosas no van de planear… La pequeña me agarró un mechón de pelo y tiró. Vi justo lo que no quería ver. Me enfadé muchísimo, me bloqueé y entonces Él ejerció: “Vamos arriba, vamos a hacerlo ya”. Subí dando grandes pisotones, lloraba enfadada. Luego respiré y comenzaron las lágrimas de tristeza e impotencia, era inminente. Me senté en el baño, Él acercaba la maquinilla a mi cabeza pero no pude, no soportaba esa sensación de dejar que ocurriese “sin mí”. Entonces lo vi claro, le pedí que pusiese esta canción en bucle, me planté frente al espejo y empecé a pasar la maquina por la nuca. Él estaba a mi derecha mirándome llorar, me dijo: “¿Por qué pones esta canción? Me emociona mucho, me dan muchas ganas de llorar al verte con ella de fondo” Lo miré sonriendo entre lágrimas, vi “Su llorar” que no es más que unas lágrimas asomando en unos ojos rojos, “Lo sé, pero es que es esto, todo cambia, no hay más” le dije cortando cada palabra para no desbordarme. Necesitaba esa canción para ayudarme a transmutar. No sé expresar lo maravilloso de cada segundo que viví. Con Su emoción me mostraba que esto no solo era algo mío, que raparme era algo nuestro porque estamos conectados, porque si yo noto que cambio, Él también. En Sus ojos vidriosos pude ver al mejor compañero del mundo, ese que es capaz de mirarte sin paternalismos, comprendiendo y respetando. Contagiándose de tu sentir sin transformarlo en pena. Conforme iba dejando la cabeza al aire las sensaciones cambiaban, para mi sorpresa, conforme era más evidente más plena y feliz me sentía. Sin darme cuenta las lágrimas dejaron paso a una sonrisa que no podía quitarme de la cara. La risa tonta del que descubre que todo ese horrible montaje escondía una sorpresa maravillosa. Y ¿Y Él? Él se contagió, creo que ambos nos sorprendíamos siendo uno en esa situación, sintiendo lo mismo sin necesidad de explicárnoslo. Creo que yo me sorprendí viendo belleza en lo que creí no lo tendría, y creo que Él se alegró de comprobar que podía acompañar sus promesas con realidad.

Y entonces llegó el disfrute, me volví a sentar en el baño para que Él me rapase bien. Me sentía fuerte por todo lo anterior pero se entremezcló con la vulnerabilidad de sentirme pequeña allí sentada mientras mi Amo me pasaba la maquina por la cabeza. Me daba placer sentir Sus manos por mi cabeza, la vibración por mi cuero cabelludo. Estaréis de acuerdo conmigo en que la imagen de una sumisa siendo rapada por su Amo es muy potente. Me encantó ser capaz de olvidar todo y vivir ese instante, en el que no importaba el Porqué de todo aquello, solo importaba lo que sentía. Comprendí que mi belleza, mi atractivo, siempre seré Yo, independientemente de mi imagen. Que en un primer lugar pude enamorarlo con mis preciosas tetas adolescentes, que tras tres hijas ya no existen, y ahora le excitan precisamente por ser eso, porque si yo he cambiado ellas también, mi imagen solo representa mi historia. Que puede que le guste ponerme como norma mantener el pelo largo, porque le excita así, pero que rapada puedo excitarle igual porque mi esencia no está en mi pelo, está en mí, solo se manifiesta en lo exterior. Que si le gusta verlo caer mientras me folla, agarrarlo, ahora le gusta sentir mi cabecita redonda, acariciarla y ver el atractivo de lo vulnerable. Y es que, mientras me rapaba Él solo podía saber cómo me sentía yo, quizá yo me excitaba y Él estaba indiferente… pero al terminar me levanté para mirarme en el espejo pero me agarró antes por la cintura para comenzar a besarme apasionadamente “me pones cachondo”, dijo para seguir besándome mientras me apretaba contra Él. La magia de la conexión volvía a darse… o quizá es que irradiamos lo que sentimos, quizá sea eso el tan manido “si tú no te amas no puedes esperar que los demás te amen”…

No sé qué sucedió aquella mañana, solo sé que mis miedos resultaron ser completamente infundados, un adelantarme estúpido. No podemos saber qué sentiremos hasta que no lo sentimos. Por dentro me siento fuerte, poderosa… Luego llega Él, me abraza mientras me llama “Su pequeño Buda” y me siento pequeñita, llega Él y me acaricia la cabeza tumbados en el jardín y me siento un animalillo al que le falta ronronear de puro gozo. También temí que a la hora de hacer el amor le diese “cosa”, pero cómo me folló anoche disipa todas mis dudas…

Todo cambia, y qué maravilloso es que así sea, qué maravilloso haber sentido mi pelo largo, qué maravilloso haber sentido Su mano en la nuca con melenita, qué genial sentir la vulnerabilidad de la cabeza al aire. Todo cambia, nosotros hemos cambiado, vamos cambiando, pero lo que no cambia es lo agradecida que, desde que lo conocí, he estado. No podía soñar un compañero mejor, un Amo mejor al que entregarme.

Me dice que en estos días me volverá a pasar la maquinilla para dejármelo más corto aún antes de que se caiga del todo. Y yo le sonrío. Me encanta que siga siendo el dueño de mi pelo y, no os engañaré, me excita muchísimo imaginarme estar de nuevo en esa situación. Es lo bueno de ser unos viciosos que, como Él dice, “A los viciosos nos excita todo”.

martes, 17 de marzo de 2020

Es entrega no rendición

Esta entrada la encontré por casualidad en Borradores. La escribí hace varios años pero no la publiqué. Al leerla de nuevo me gustó y no sé por qué en su día la dejé descartada. Me surgió a raíz de una fiesta en la que no nos sentimos bien, de hecho aquella fiesta marcó un antes y un después en nuestras ganas de sociabilizar en el BDSM. Es cierto que la mayoría de los invitados nos hicieron sentir genial, pero en esta ocasión ganó lo malo. Creo que hay mucha gente que va a las fiestas a pasarlo bien, nosotros vamos para divertirnos, jugar, es como un aporte a nuestra pareja. Sin embargo he observado que otras personas las usan para validarse, para demostrar lo que son, eso no es malo, siempre y cuando en ese empeño no cuestiones al resto. Quién nos conozca sabrá que no nos gustan los alardes, el dominio se ejerce en casa. Mi Amo no usa las fiestas para demostrar lo bien que me domina, eso es cosa nuestra y de nuestra intimidad. Si surge juguetear un poco, azotarme o acualquier cosa es el primero que participa por el gusto de divertirse, no por demostrar nada. Aún estoy enfadada con aquellas circunstancias, con cómo nos hicieron sentir y con la conclusión que se instauró en nosotros: tenemos tres hijas, para ir a un evento tenemos que hacer el pino con las orejas, para ir y tener que cruzarnos con gente irespetuosa, mejor nos vamos los dos solos por ahí. Dicho esto, tras varios años sin ir a nada, el año pasado fuimos a otro encuentro y nada de eso ocurrió, pasamos un buen rato charlando, conociendo gente y eso hizo que ya no estemos cerrados al cien por cien. Así que a todos los que vais a fiestas, seguid haciéndolo pero siempre respetando por favor.


La coge del pelo, ejerce la fuerza justa para hacer que se arrodille, echa su peso sobre ella y sin soltarle la cabellera con una mano, mete la otra en sus pantalones, la saca húmeda y triunfante dice un: “Hay que conseguir que se rindan, esto es lo que les pone”. Yo miro la escena con las manos atadas entre dos columnas, desnuda. Están frente a mí, mi Amo allí mirando la lección que le quieren dar. “La azotas muy duro, antes  hay que calentar la zona para que se acostumbren” “ La azotas muy suave se te aburre” qué sabrán ellos de mí. Yo miro la escena, veo como a mi Amo la lección le entra por un oído y le sale por el otro. Miro la escena y pienso que aquello no tiene que ver con nosotros, qué más me da a mí la rendición, qué más me dan a mí una bragas mojadas. Con un suave susurro consigue inundar mi ropa interior, con una caricia por mi espalda me lleva al borde del éxtasis, para qué tirar de azote para provocarme lo que hace con un suspiro, no es ese nuestro modo ni objetivo, yo necesito que el azote me arranque llanto y dolor, que me arranque la mugre de una carga pesada. El azote me enseña, no me excita. La entrega para mí es necesidad no placer.

La entrega se da no se arranca, la entrega se ofrece no se suplica. No vale el placer como moneda de cambio, el placer es recompensa, una recompensa sagrada y natural, el premio de dar sin esperar nada a cambio, el premio de confiar ciegamente en tu Guía. Qué más me da a mí aburrirme o divertirme superficialmente mientras mi espíritu se eleva por encima de los tejados y los árboles, qué más me da a mí aburrirme o divertirme si mi espíritu escarba en lo más profundo de mí para sacar mierdas muy ancladas, qué más da si, al volver del hondo núcleo de mí misma, mis bragas están mojadas o no.

Áteme si así lo desea mi Señor, áteme si así la visión de mi cuerpo temblón le es más grata, con cuerdas o sin ellas me dejaré llevar por paraísos e infiernos, me da igual si todo esto acaba en orgasmo o no, sé que sabe que son mi droga, que el orgasmo es mi manera de conectar con lo que realmente soy, el opio que me eleva, pero por Usted soy capaz de pasar sin ella el tiempo que desee.

La entrega se da, no se arrebata. Nunca fui de excesivos gestos, nunca de aspavientos y mi entrega es igual. Y es una entrega llena de amor y consciencia, si a la orilla del profundo mar mi Amo dice que este es amarillo, miraré las olas romper, mis ojos percibirán los tonos azules, verdosos y grises, ni mi cerebro ni mi vista están atrofiados o acaso pensáis que soy estúpida, acaso pensáis que estoy tan ciega de amor que no percibo el azul marino… Lo veo y con una sonrisa llena de amor incondicional le digo que el agua tiene un precioso tono amarillo hoy. Para qué luchar, para qué enfrentarme y rivalizar por quién de los dos lleva razón, por qué intentar contrariarlo en algo tan simple y evidente como el color del mar. No me asusta llevarle la contraria, es un hombre de razón, no me castigaría por decir lo evidente, pero ¿Acaso no prefiero verle los ojos llenos de orgullo al saber que una mujer inteligente y fuerte lo complace sin enfrentamiento ni lucha? ¿Que una mujer con todas sus capacidades se entrega con suavidad y sin oposición? Le da su amor diciéndole lo amarillo que está hoy el mar.

Nunca fue Amo de excesivos gestos, nunca de aspavientos y así con Su suave dominio fue ganándose mi entrega, fue sacándola poco a poco de lo más profundo de mí. Podría decirse que se quedó quieto mirándome, sin hacer nada más que amarme, solo esperando a que me entregase, aunque no negaré que el amor a veces duele. Si se pide deja de ser entrega, si se exige desaparece.

Mi entrega es amor, es entrega no rendición. No me rendí pues lo nuestro nunca fue una guerra, Él nunca intentó que me rindiese pues nunca me consideró Su enemiga.

lunes, 9 de marzo de 2020

La trascendencia y el sexo anal


1.    Empezar a ser conocida [una cosa que estaba oculta].

2.    Hacer sentir sus efectos o tener consecuencias [una cosa] en lugar o medio distinto de aquel en que se produce.

Esto es lo que dice el diccionario, pero en realidad es un término mucho más profundo. La trascendencia es algo complejo, es como llegar a algo superior, es como ser capaz de alcanzar un nivel desde el que ver con perspectiva, abandonar un poco tu cuerpo, es ir más allá… No sé describirlo, solo sé que cuando trasciendes lo sabes porque, permitidme el atrevimiento de decir que la trascendencia es la evolución del orgasmo, lo que hay tras él si no lo “cortamos”, si nos atrevemos a ir más allá de él. Yo he tenido varios momentos de ese tipo, me enfada que ha sido en los momentos más difíciles, y me enfada porque si fuese capaz de llevar eso a toda mi vida sería la leche. Pero lo cierto es que en los momentos duros me “voy” fácilmente, soy capaz de ver con perspectiva, comprender lo que es formar parte de un todo, la sensación oceánica creo que lo llaman, lo que sería ser solo una gota pero ser consciente de que formas parte del inmenso océano.
Este sábado vi perfectamente esto hecho metáfora en el sexo. Siempre he dicho que el sexo anal me maravilla, no es que me guste a nivel físico, me duele pero me lleva a sensaciones únicas. He aquí la metáfora: cuando me dejo llevar, cuando no me resisto al dolor, cuando lo acepto es como si una parte de mí surgiera, una parte capaz de elevarse un poco y comprender que el dolor está en un plano, pero en otro plano superior te está dando algo maravilloso y es entonces cuando el dolor deja de ser insoportable para ser el conductor de un orgasmo increíble. Este sábado fui incluso más allá. Una de mis tareas es dejar de ser controladora, cuando estás atada y te están azotando ¿Qué control puedes tener? Pues mucho, no controlas las circunstancias pero cómo las gestionas es todo cosa tuya. Hasta ahora si me azotaba y me ponía el Hitachi a la vez era incapaz de sentir placer, no sentía absolutamente nada pues estaba intentando racionalizar el dolor, quería controlar las sensaciones y no podía llevar dos a la vez. Pero los frutos de mi trabajo interior se vieron reflejados cuando me dejé llevar, no intenté resistirme al dolor… todo fue mucho mejor. Y entonces llegó el sexo anal, llegó ese dolor, llegó también el Hitachi… no sé cómo expresarlo, solo sé que en un momento concreto dejé de sentir dolor y placer y me corrí en un “lugar” en el que ambas cosas daban un resultado aún mejor que cualquier orgasmo. Trascendí esa situación. Gemí como no había gemido en mi vida, era una explosión sin ser nada físico, o al menos sin ser consciente de lo que sucedía a nivel físico. Cuando “pasó” rompí a llorar, no de dolor, ni de agotamiento… era puro desahogo, la intensidad, la emoción me invadía, lloraba solo por haber sentido la vida, por haber llegado a ese lugar, por saber que aún nos quedan miles de cosas que explorar, que somos distintos a los que fuimos y por ello puedes repetir exactamente las mismas cosas y que el resultado sea completamente diferente. Eso es tan apasionante.
Me quedo con la primera definición del diccionario, porque cada vez que he sentido esa trascendencia ha sido toda una revelación, un descubrimiento que ha modificado mi vida, da igual si ha sido motivada por algo sexual, por un diagnóstico médico, por un mal momento… cada vez que trasciendes descubres algo importante que afecta a cada parte de ti. ¿Cómo se consigue? No lo sé, si lo intentase responder desde mi experiencia diría que lo necesario para trascender es buscar la profundidad de todo, es ser muy consciente de que todo en nosotros es importante, especial, no menospreciar ninguna parte de nuestra vida porque todo esta totalmente conectado. La clave puede ser estar abiertos y dejarse llevar… Sé que me falta mucho camino por recorrer pero si está lleno de momentos como los del sábado qué bien que aún me quede tanto.


lunes, 2 de marzo de 2020

Compañera, asustada y sumisa


Puuff cuántas ganas tenía de empezar a escribir esto. Necesito volver a retomar el blog de forma regular. No me había dado cuenta de lo mucho que me ayuda pararme a escribir y reflexionar sobre este aspecto de mi vida. Mi intención es volver a esa maravillosa época en la que publicaba una vez a la semana, ojalá lo consiga, no solo por los que me leéis, sino por mí.
Hoy tengo la necesidad imperiosa de reflexionar sobre estos últimos meses, más bien, este último año. El 9 de marzo nuestra tercera hija cumple un año y ha sido un año maravilloso aunque intenso como pocos.

Hoy me ha venido la idea de que en este año no he sido la mejor de las sumisas, nunca he olvidado que Él es mi Amo, eso siempre estuvo ahí, pero las circunstancias han hecho que sacase otras partes de mí de forma inconsciente. Hace aproximadamente un mes lo operaron de  un tumor benigno en el hígado, ahora puedo hablar de ello porque todo ha pasado, pero fue una operación grande y larga, con sus riesgos... Mi intuición en todo momento me decía que estuviese tranquila, que todo saldría bien, pero podéis imaginar que incluso siendo yo de las que confían con fuerza en esa voz, el miedo era real. Podríamos decir que la operación era la cima de esta situación, pero el camino hasta ella fue lo más difícil. Aún recuerdo el día en que le hicieron la ecografía, solo sabíamos que tenía un tumor enorme en el hígado, no sabíamos qué era. Resultó ser benigno, pero qué intensidad de emociones. Aquel día la piel me hormigueaba, esa voz me decía: confía, no será nada. Y supe que debía ser la mejor compañera que pudiese ser. No sé si lo fui, el caso es que ahora que hace un mes de la operación me doy cuenta de que puedo empezar a bajar la guardia, me está costando mucho. No puedo obviar que estando embarazada mi madre estuvo luchando contra el cáncer, lucha que ganó y que, cuando parecía que podía bajar la guardia, en plena ola hormonal post parto tras dar a luz, comenzó todo esto. Necesito recordármelo para no castigarme cuando ahora me asaltan los miedos, para no castigarme por seguir en alerta. Recuerdo estar con mi bebé de dos semanas en la cama, Él en la habitación de al lado estudiando a muerte para ascender y además con la preocupación de notarse un bulto enorme. Recuerdo tener ese escalofrío que te da el miedo, ese que te hace creer que el mundo se va a derrumbar, recuerdo respirar hondo, abrazarme a la paz de mi bebé y decirme: “Tranquila Ángela, ahora estás aquí, Él está vivo, solo tienes miedo y es normal, no pasa nada” Debo recordarme eso para comprenderme, para comprender que ahora necesito un tiempo de transición, en el que es normal tener resquicios de miedo, sentir amenaza en mis células hasta que estas comprendan que todo está bien.
Ya hablaré sobre qué sentí cuando temía perder a mi Amo, todo lo que me planteé sobre si yo seguiría siendo sumisa si Él ya no estaba, sobre si eres sumisa en general o lo eres porque naciste para entregarte a una persona en concreto. Pero hoy quiero marcar un nuevo inicio. Somos una pareja real, nos amamos con locura y cuando la situación se puso más complicada hubo que dar prioridad a unos sentimientos antes que a otros. Como he dicho antes creo que ser sumisa dejó de ser mi prioridad para convertirme en la mejor compañera, aunque mientras escribo esto me pregunto si eso no es entregarse también. Es cierto que dejé un poco de lado mis obligaciones como sumisa, pero a cambio hice todo lo que estuvo en mi mano para ayudarlo a sanar, a transitar por esa situación, me entregué de otras formas, hice toda la magia que sé hacer por Él… Sea como sea hoy siento algo distinto en el pecho, algo me dice que todo ha de volver a su cauce, que es hora de volver a agachar la cabeza de la forma más evidente, con ese aire más protocolario. Es hora de guardar los ojos de compañera para volver a dar prioridad a los de sumisa.

Últimamente me pregunto cómo encajamos nosotros en ese mundo más protocolario, en ese BDSM de comunidad (Ya sabréis que no es un debate interno nuevo para mí) y a pesar de todos los años que llevo dándole vueltas aún lo desconozco. Lo único que sé es que somos personas reales, tenemos una relación real, con hijas y circunstancias que se van presentando. No he sido la mejor de las sumisas, pero es que en esos momentos no me parecía tan importante, no sé si eso es bueno o malo, solo es lo que ocurrió, la forma natural que me salió para llevar las circunstancias. Aunque también es cierto que justo en esos momentos he visto con claridad lo Suya que soy.
Todo esto me ha surgido porque hoy me sentía tremendamente sumisa, volvía a verlo desde esa “lejanía” que me da sentirme por debajo, volvía a sentir esas cosquillas en el estómago al verlo dominante, esas cosquillas que me dan la vida. Lo curioso es que mi actitud de hoy no es precisamente buena, no es fácil volver a agacharte, me resisto a la paz, a estar tranquila, aún me da miedo bajar la guardia, volver a sentir lo genial que es tenerlo como Amo por si esa maravillosa realidad desaparece. Pero por otro lado la necesidad de someterme al cien por cien de nuevo es cada vez más fuerte.

Por mi cumpleaños a principios de Enero fuimos de escapada los dos solos. Me puso el collar cuando hacía tanto que no me lo ponía que ni recuerdo. Me ató, me azotó… fue genial. Pero una parte de mí no quería someterse, no quería aceptar que todo aquello era tan importante para mí porque el pellizco en el estómago aparecía: “Cuanto más disfrutes de este instante más doloroso será si se convierte en recuerdo, si se convierte en la última vez que te puso el collar”. Suena muy dramático, no es que lo viviese así al cien por cien, como he comentado mi actitud de base era confiar y saber que todo iría bien, pero el miedo se colaba a veces por las rendijas.
No está siendo un post bonito, ni siquiera sabía por dónde iría todo esto. En estos meses he sido compañera mientras intentaba protegerme, mientras lidiaba con el miedo como buenamente podía, aunque fuese de manera inconsciente. Pero ya ha pasado, perdonadme que no pare de repetirlo, necesito escucharlo.

 La otra noche tuve un sueño precioso, Él era un dómine romano y yo una esclava. Me agaché para besarle los pies llena de amor y entrega, Él sonreía lleno de orgullo y me llevaba a otro lugar para hacerme el amor. No es el sueño en sí, es cómo me sentía en él… Sabía que era importante al despertar aunque no terminaba de comprenderlo. Ahora lo veo, ya toca.

miércoles, 22 de enero de 2020

Divagando por un "Te quiero"

Ayer íbamos en el coche de vuelta a casa, Él iba un poco regular de ánimo y yo solo buscaba la manera de reconfortarlo, de hacerle ver que aquí estoy para Él, para ser Su refugio, para hacer magia por Él... Al final todo se resumía en un deseo inmenso de sentarme a horcajadas sobre Él, mirarle directamente a los ojos y decirle "Te quiero". Entonces vino a mí un conflicto, yo no puedo decirle "Te quiero" sí recordáis ya escribí un post sobre esto, "Lo quiero" no tiene la misma fuerza, de ahí mi necesidad de hablarle de tú a tú para darle el mensaje con contundencia. Evidentemente podría hacerlo, no se enfadaría por ello, siendo algo muy puntual no es tan grave, simplemente a mí ya no me sale. Comencé a divagar sobre este asunto, imaginé volver a hablarle de "tú", cómo sería, por qué me costaría tanto si ya lo hice durante mucho tiemp... ¡Ah! Ahí llegué a una circunstancia en la que no había caído. Siempre nos he visto como una pareja "normal", que se tiró mucho tiempo siendo "normal" y luego se puso a intentar vivir su relación en D/s. Esta forma de verlo me condicionaba como si hubiese estado 11 años viéndolo como mi novio y 4 como mi Amo, como si siguiésemos en transición. Ayer llegué a la conclusión más tonta y evidente: es al revés. Lleva 11 años siendo mi Amo, ya no puedo verlo de otra manera. No sé explicar cómo me hace sentir eso... Puedo unirlo con otra sensación que tuve ayer mismo por la mañana al ver una de nuestras primeras fotos de novios. Lo miré y aquel muchacho me resultó más lejano que nunca, pero no desde lo malo, simplemente era un recuerdo. Últimamente la vida me quiere enseñar el tan manido "deja el pasado atrás", a veces nos encasillamos en algo que ya pasó, algo que fuimos, y no nos deja avanzar, aunque sea de forma sutil... Él ya no es mi novio, ya no somos una pareja vainilla, de hecho empiezo a sentir que nunca lo fuimos, que aquellos fueron solo unos años de ajustes, de vergüenza por mostrarnos, de un juego previo necesario para conocernos y coger confianza. No puedo volver a hablarle de "tú" porque ni siquiera cuando lo hacía estaba cómoda sintiéndome en "igualdad".
Soy una pesada llegando una y otra vez a las mismas conclusiones, pero es que hay distintas profundidades en las que comprender una misma idea. Él siempre ha sido mi Amo, incluso cuando aún no nos conocíamos en persona. No puedo hablarle de "tú" porque  el tiempo que lo hice fue un tiempo de excepción, era necesario para el proceso.

Siempre fui lenta, al final siempre alcanzóLA comprensión de forma profunda, pero me ha llevado 11 años comprender que para mí nunca fue un "de tú a tú".

Si no puedo decir "te quiero" es que tengo que buscar la forma de transmitirlo con otras palabras,  o quizá sin ellas...