viernes, 30 de octubre de 2015

El miedo

Ya que estas fechas son las del miedo por excelencia haré lo propio y hablaré de él.
El miedo es un sentimiento curioso, por un lado lo consideramos una de las peores sensaciones pero por otro lo buscamos. Como en todo hay niveles que nuestro simple vocabulario se encarga de ignorar. Yo puedo decir “Mi Amo no me da miedo” y “Mi Amo me da miedo” y estar diciendo dos verdades. Una de las cosas que más me sorprendió cuando descubrí la comunidad BDSM es el rechazo que se le tenía al miedo, eso me confundió bastante ya que para mí era una de las mejores partes. Cuando leo a sumisas diciendo que sus Amos no le dan miedo, que en cuanto se lo diesen todo acabaría me quedo con los ojos como platos. O son muy valientes o no son conscientes de a lo que se están exponiendo. Mi Amo es una de las tres personas en las que confío ciegamente. No es una cosa de ahora, viene ya de cuando éramos novios… pero por mucho que confíe en Él y sepa que sabe hasta dónde llegar, cuando estoy en la cama atada, veo a un hombre más grande que yo, mucho más fuerte que yo, con un montón de elementos diseñados para causar dolor a su alcance, es más, tú sabes que no es que cabe la posibilidad de que algo te duela, es que sabes seguro que eso ocurrirá y tú estás atada, inmovilizada, sin posibilidad de huir. En esas circunstancias siento algo tremendamente humano y natural llamado miedo. Tiene gracia que desde fuera me puedan juzgar por exponerme a algo así, pero hay personas que se tiran de un puente y es totalmente normal… Tenemos muy asumido que hay personas que practican deportes de riesgo por el subidón de adrenalina que les supone exponerse. La adrenalina la provoca el miedo, antes de tirarte de un avión a no se cuántos kilómetros de altura te da miedo, te tiras, pero te da miedo. Pero en BDSM no se puede tener miedo, no, te expones a torturas y humillaciones y debes de hacerlo desde un estado sobrehumano de paz y tranquilidad provocado por la supermegaconfianza en tu Amo todopoderoso… Pues os voy a contar un secreto: sólo somos humanos y tener miedo forma parte de ello.



Me resulta muy curioso que en términos generales se hable tanto del “no tener miedo” en BDSM, pero con todas las sumisas que he hablado un poco más largo y tendido, todas han contado situaciones, elementos, etc… que le daban terror. Soy una pesada recordándoos que no soy masoquista, el dolor no me gusta, lo odio, pero justo es el miedo que le tengo lo que hace que lo busque y me "guste". Las noches que sé que me va a castigar subo las escaleras hacia el dormitorio llena de miedo, llena de adrenalina por lo que sé que ocurrirá, me excita. Durante el castigo todo eso desaparece por el propio dolor y cuando termina vuelvo a disfrutar por lo que simboliza haber sido castigada. Si de mi vida quito ese miedo, el dolor dejaría de interesarme.
Como digo hay niveles de miedo, entiendo que lo que se defiende es que no se debe de temer al Amo como una esposa maltratada teme a su marido. Pero si tenemos asumido que el BDSM es todo lo contrario al maltrato, deberíamos dejar que las emociones fluyesen. Yo temo a mi Amo, a la vez que sé que es la persona que más me protege. Es una contrariedad deliciosa, adoro estar en el sillón justo antes de subir al castigo, entre sus brazos, sintiéndome más segura que en ningún sitio y que me pregunte: “¿Tienes miedo?” No, Amo “Pues deberías”.



A veces parece que nos olvidamos de qué va esto, va de estar en inferioridad de condiciones ante una persona que tiene poder sobre ti, y le temes, pues claro que le temes, al igual que temes a tu jefe en el trabajo, al regaño de tus padres cuando eres niño. ¿Estoy diciendo que el Amo es un ser que te aterroriza? NO, estoy diciendo que si entre muchas de las sensaciones que un Amo provoca (protección, cariño, placer, dolor, orgasmos, felicidad…) está el miedo, no pasa nada. Ahora, si es lo único que nos provoca, ahí sí hay un problema.
Hay que aceptar el miedo como parte de la vida, lo que sí hay que evitar SIEMPRE, en BDSM y en general, es hacer las cosas o tomar las decisiones por miedo.

miércoles, 28 de octubre de 2015

El día que azotar otro culo le gustó más

Siempre digo que no soy celosa, bueno, alto ahí, no voy a ir de doña perfecta, sí lo soy pero no en el sexo.


Ver cómo mi Amo está con otra mujer, aunque sea sumisa, no me pone celosa, entiendo que el sexo no es exclusivo para mí. Pero ¿Y en lo cotidiano?
Tiendo a pensar que ya lo sé todo ¡Vaya engreída! pero simplemente es que cuando resuelvo todos mis conflictos internos y me siento en calma, soy tan tonta que no pienso que lo que he hecho es resolver cuestiones que me han surgido hasta ahora pero, que no vea otras, no significa que no existan. Me creía con la vida resuelta, el Amo perfecto que me quiere con locura, que además es mi marido, con el que vivo, es el padre de mis hijas… todo esto me da una sensación de seguridad impresionante, me siento especial para Él, única. Un día tras azotar otro culo le regunté: ¿Le ha gustado más azotar su culo, Amo? "Sí, tiene un culo mejor que el tuyo para azotar". Esa frase no me dolió, ni me puso celosa, soy consciente de que cada uno tiene unas características y sería como enfadarme porque una chica tiene los ojos azules y yo marrones. Simplemente es que esa frase resuena en tu cabeza y, más tarde, de alguna manera extraña, se relaciona con otra conversación y ya tienes nuevos sentimientos que aceptar.
Por la noche conversábamos, hablábamos de ilusiones comunes, de fantasías que probablemente nunca se cumplan… decíamos cómo sería convivir un tiempo con otra sumisa, hablábamos de lo divertido que sería, de las situaciones comunes, lo mucho que nos querríamos los tres… ese hablar por hablar. Al imaginar esa situación comprendí que a lo que me aferro es a la cotidianidad. Él puede tener sexo con otra, pero el beso al llegar del trabajo es mío. Lo imaginé teniendo esos gestos con otra y aparecieron los celos. Esos celos me llevaron a otro sentimiento: el sentimiento de que puede que lo que siente por mí algún día termine, o que algún día yo deje de ser la especial. Qué duro ¿Verdad? Yo le dije que estaría bien un tiempo, sabiendo que ella después se iría, que tendría que vivir su vida, pero Él dijo la frase que me hizo ampliar un poco más mi visión: “Para mí sería muy duro, es algo así como dejar marchar a un hijo” Esa frase me hizo quererlo un poco más, me corroboró que ve esto con la misma profundidad que yo, que distingue muy bien entre jugar y ser Amo, pero también me imaginé viviendo con otra sumisa. Al principio yo sería la especial, la veterana, pero poco a poco puede que el sentimiento hacía ella aumentara, lógicamente: la convivencia, el roce, el cariño… llegaría un momento que los sentimientos hacia las dos se igualaran, yo ya no tendría ventaja. Puede que los tres juntos fuésemos felices, pero puede que yo echara de menos ser la única, y entonces qué ¿Y si dándole a elegir, el sentimiento por la otra fuese más fuerte? Todo habría acabado para mí. Es fácil decirle, echarle en cara que eso no es lo que acordamos, que la deje porque yo estaba primero, que el pacto fue conmigo… pero los sentimientos no se pactan, no se acuerdan, no se pueden preveer.
Evidentemente todo esto es elucubrar, puede parecer una tortura gratuita, pero no. No me siento mal hacia estas nuevas sensaciones que he tenido, al revés, he comprendido un poco más lo importante que es trabajarse y madurar. No se pueden hacer las cosas a la ligera, no se pueden tomar las decisiones sin meditar, simplemente por “lo divertido que será” tienes que tomar las decisiones siendo muy consciente de las posibles consecuencias, sabiendo que algunas pueden no gustarte o cambiarte la vida para siempre. Eso no quiere decir que no las tomes, es solo que evalúes si estarías preparada para asumirlas, si es así, adelante, disfruta. Si no, espera a estar preparada o no lo hagas, luego no valen las recriminaciones, no vale hacer culpables a los demás de las decisiones que tú tomaste, de cómo se desarrolla la vida.
También me gusta la sensación de "miedo" ante la posibilidad de perderlo. El miedo, bien llevado, no es algo negativo, es una sensación que nos mantiene alerta, que nos prepara para que suframos lo menos posible. No voy a pasarlo mal por pensar que esto puede acabar, pero sí, si algún día ocurre, estaré algo más preparada, o al menos no me pillará por sorpresa. Disfrutaré el momento, sin asustarme por el futuro, pero lo disfrutaré con consciencia y con la mayor madurez posible.


Todo esto son cosas que me planteo yo, en mi relación. Es cierto que soy una esclava y debería acatar lo que mi Amo dijese, y en general lo hago, pero nuestra relación tampoco es la de un Amo y una esclava normal. Es mi marido, convivo con Él, tenemos hijas... así que en este punto los dos tenemos claro que introducir a una tercera persona ha de ser una decisión conjunta, ya que no sólo afectaría a nuestra pareja, afectaría a nuestro mundo.

lunes, 19 de octubre de 2015

La sumisión es una putada

La vida es bonita pero dura, ser feliz es sencillo y a la vez tremendamente difícil. Me encanta mi vida, adoro la relación que tengo, pero no es fácil. Y no, no hablo de la dureza de los azotes, de las lágrimas por esa pinza que no sale por más fustazos que dé, hablo de que, de los siete años que llevamos como Amo y sumisa, cinco nos los pasamos hablando, asentando las bases de una relación bastante compleja y delicada. Y aún así aún salen angustias y conversaciones complicadas, aún hay ajustes que hacer, cosas en las que terminar de encajar. Ha sido duro para los dos, cada uno ha tenido y tiene sus miedos y tristezas. Cuando hablo con alguien que me dice que le gustaría tener una relación como la nuestra yo siempre le advierto que será muy complicado y que a veces lo pasará mal, al margen del dolor, siempre hablo al margen del dolor. En ese momento, cuando están idealizando mi relación relativizan ese sufrimiento, no será tan malo cuando a ella le gusta. Pero un día esa angustia se les manifiesta y les parece algo espantoso. Tú les dices, a eso me refería, no pasa nada, es parte del proceso, estos eran los momentos duros de los que hablaba… esto no va de aguantar 100 azotes y no aguantar ni una sola hostia a nuestro ego.



Digamos que en mis 28 años de vida he vivido mi sumisión desde los 7 años hasta los 15 y de los 21 a los 28. En esos años he tenido momentos muy duros, no es algo que vaya con tener Amo, es algo que forma parte de mi tipo de sumisión, una sumisión de alma, pero en los años en que la ignoré no había momentos de tanta dureza porque la tristeza era suave y constante, era una depresión. ¿Tan importante es la sumisión como para deprimirte por no sentirla? No, lo que sí es importante es ignorar quién eres. Confesaré que las personas que creen que esto es un juego me enfadan, no es algo personal, no es juzgarlos, simplemente es que me enfada que no valoren que hay otros que no tenemos más remedio, que llevamos esto dentro como si fuese uno de nuestros brazos. Puedes dejar de usar tu brazo, puedes incluso amputártelo pero siempre lo notarás, por mucho que aprendas a vivir sin él, la pena de que ya no está te acompañará siempre. Siempre me ha gustado compararme con los homosexuales, son lo que son, no es un juego, no es un teatro, es un sentimiento. Yo no puedo dejar de sentir mi sumisión, aunque realmente creo que si algún día lo nuestro acabase no querría volver a ser sumisa. Sería demasiado duro, demasiado difícil volver a pasar por todo lo que hemos pasado para conseguir la magia que tenemos. Creo que preferiría estar sola. En la vida hay opciones, siempre hay opciones y somos totalmente libres de escoger la que queramos, no hay opciones correctas o incorrectas, solo opciones. Si esto terminase creo que mi opción sería no entregarme a nadie más, mi opción sería cortarme el brazo y sentir su triste presencia invisible.



No, no empecé en el BDSM porque fuese divertido, porque hiciera mi vida más emocionante… entré obligada por mi condición, me entregué porque escogí la opción de ser feliz. Y ser feliz no es vivir dentro de un anuncio de galletas, todos sonrientes y contentos todo el día, ser feliz es ser consecuente, es crecer, es disfrutar de lo bueno y también de lo malo.
Siempre he defendido que en términos, el BDSM se ha quedado obsoleto, no me identifico con el BDSM que ahora se practica, no creo que represente el sentimiento que hay en mí, no es una comunidad que valore lo que eres. Aquí valen las agujas que te claves, los azotes que soportes, las agujas que claves, los azotes que des, da igual si al día siguiente puedes acabar con todo y seguir tu vida como si nada hubiese pasado. No hay comparación, lo siento, pero no la hay. Esto es mi vida, no permitiré que se me compare con otras, no permitiré que se nos compare con los estereotipos que hay de un Amo y una sumisa. Me da igual todo, no es lo mismo, y estoy harta de hacer como si nada me afectase, de ver como aquí se cambia de sumisa como el que se cambia de calzoncillos, como se cambia de Amo como de bragas. No lo entiendo, lo intento, pero no lo entiendo. Queráis verlo o no, el BDSM se basa en compromiso, puntualizo, en un compromiso muy exigente. Esto no es que a la primera que os tocan el ego os replanteéis todo. Esto va de sentimientos, los rollos de discoteca aquí no valen. Y no lo juzgo, entiendo las necesidades físicas, pero sabiendo lo que haces, si tienes un “rollo de discoteca” tenlo consciente de lo que es, no lo disfraces de sentimientos, no vendas la moto de que es entrega o auténtica dominación, es saciar superficialmente una necesidad interna.
Estoy harta del todo vale, pues no, lo siento pero todo no vale. Me vale todo menos la falta de compromiso, si no hay sentimiento no me vale. ¿No lo entendéis? Esto es lo que soy y estoy cansada de que gente que no lo entiende cree escuela. Muchos estáis haciendo el papelón de vuestra vida cuando, si dejaseis de pertenecer a algo simplemente por sentiros especiales, todo sería más sencillo. ¿Os sentís especiales por ser un Amo o una sumisa? Pues enhorabuena, porque la sensación que suelo tener es que es una putada como un demonio, y no lo digo por los castigos, el dolor… eso es lo superficial, a nivel interno es una putada. Ver la vida de otra manera, querer vivirla a tu manera, encontrar a la persona adecuada para ello, ser consciente de que muchos no te comprenderán, que tienes sentimientos que jamás podrás explicar es una putada como un castillo. Así que estoy harta de frases que hacen que esto parezca el país de la piruleta, estoy cansada de leer prácticas que ignoran sentimientos, estoy harta de que se mida tu sumisión por lo lejos que hayas llegado soportando el dolor… estoy harta de frases y debates intelectuales, os perdéis en el ego y la palabrería y os olvidáis de sentir, de ser sinceros con vosotros mismos. Quien quiera vivir una preciosa escena de novela, adelante, pero la vida es más sencilla, dura pero sencilla.
Somos especiales por lo que realmente somos, no por lo que queremos ser… Yo sé lo que soy ¿Alguien más?

martes, 13 de octubre de 2015

Volviendo al origen

Ultimamente reconozco que el blog me estaba agobiando un poco: ¿De qué hablo? ¿Qué podrá interesarles a los demás? ¿Les ayudará si hablo de esto, o pensarán que es una chorrada? ¿Les gustará cómo me explico? ¿Les pareceré una sumisa blanda o demasiado dura? ¿Estaré a la altura?... Tiendo a subir mi nivel de exigencia sin darme cuenta, tiendo a borrar los puntos de partida de mi recuerdo. El otro día me dio por meterme en mi primer blog, con su fondo más oscuro, aquel rincón en el que escribí por primera vez para desahogarme. No sé explicar la sensación… allí me sentía segura, el que nadie me leyera me daba una libertad única. No todo fue bueno, empecé ese blog para ayudarme, me sentía tremendamente perdida y aturrullada. Mi problema de autoestima estaba en su punto álgido y necesitaba un lugar en el que desahogar esa parte de mi vida que nunca he entendido, mi sumisión.


Siempre, desde niña, quise ser escritora, sueño que las profesoras de mi colegio se encargaron de aplastar: sí sí escribes cosas muy buenas pero has sacado un 7 en vez de un 10 ene l examen de memorizar como papagayos. Como véis me metieron que da igual lo "bonita" que seas, lo único que vale es ser perfecta. Ya en bechiller, en otro instituto, mi maestra de lengua me animó escribir, a seguir por ese camino. Pero ya era demasiado tarde, el sentimiento de que no lo conseguiría, de que requería un nivel que yo no tenía, la sensación de que no era apta para cumplir mis sueños se había instaurado en mí. Me tiré muchos años sin escribir nada, olvidé lo beneficioso que era. Y un día sola en casa, angustiada con sentimientos y palabras en el cerebro, decidí abrir un blog. Cuando publiqué mi primera entrada fue algo indescriptible, la nostalgia de mis relatos de infancia, la sensación de desahogo y lo bonito de la escritura volvió a mí. Nunca he sido una intelectual, soy inteligente pero demasiado impaciente como para controlar expresiones, como para seguir unas reglas al escribir… solo quiero plasmar mis emociones, nada más. Mis primeras entradas están llenas de comas, de acentos de más y de menos, de palabras que se repiten, de letras que faltan. Pero me daba igual, yo solo quería transmitir mis angustias, mis recuerdos y mis vivencias de la cabeza al teclado. Nadie me leía, no quería llegar a ningún sitio con ello. Pero llegó el día en que mi problema interno mejoró, empecé a valorarme, empecé a ganar la seguridad suficiente como para salir de mi rincón… y llegó "Azote y café". Para entonces yo ya estaba exigiéndome a otro nivel, ya sabía que me leían, la responsabilidad se posó sobre mis hombros haciendo que me costara mucho más escribir, tenía miedo a decepcionar…



Pero volví al rincón, por una noche volví al rincón, sentí de nuevo la intimidad, el resguardo, la protección… y lo supe, supe que tengo que rescatar esas sensaciones, volver a escribir única y exclusivamente para mí, es algo que me debo. Salí de una depresión, salí de una falta enorme de confianza, salí de una oscuridad horrible que me acompañaba desde muy pequeña… ahora en la luz no puedo ponerme unos listones que me hagan volver a recaer. Cuando volví al rincón me dieron ganas de quedarme allí, de acabar con todo esto, recluirme de nuevo. Y me dio miedo, es cierto que esos relatos me recuerdan cosas buenas pero también están llenos de inseguridades y angustias que hoy en día no tengo. Así que después de estos días dándole vueltas he entendido que la clave no es volver atrás, la clave es pensar en mí, seguir trabajándome, no perder de vista el porqué hago las cosas, no perder de vista qué me hace feliz, disfrutar de cada cosa que vivo y escribo sin listones ni metas. Un día estaba muy angustiada por si no conseguía mis objetivos, Él se dio cuenta y me preguntó: "Amo, sé que puedo llegar lejos, todos me decís que valgo mucho, que tengo lo que hay que tener para cumplir mis sueños, pero... ¿Y si no llego?¿Y si no es cierto? Me sentiría tremendamente mal y muy frustrada". Él muy serio me regañó, con uno de Sus regaños que no lo parecen, simplemente conduce tranquilo mientras te habla, mientras te dice lo injusta que eres con la vida, por no disfrutar de lo que ya te ha brindado. Una de Sus lecciones, que en el momento te angustian más que ayudar, porque no es lo que querías oír, porque te hacen ver que se te pasa la vida corriendo detrás de un galgo que ya tienes cogido por la correa, corriendo detrás de una felicidad que ya te rodea. Eso fue a finales de Agosto, desde entonces mucho en mí ha cambiado. No me presiono tanto, no me exijo ni me angustio por lo que aún no tengo y saboreo cada cosa que sí. Estoy adaptándome a la vida lenta y tranquila. Y eso lo pienso aplicar al blog también, cuando abrí “Azote y café” tenía muchas expectativas, muchas cosas que quería abarcar… pero olvidé mi origen.



Me váis a perdonar pero por un tiempo escribiré única y exclusivamente para mí.

martes, 6 de octubre de 2015

La elección

Puedes elegir, puedes elegir, una y otra vez hay frases que me recuerdan que puedo elegir, que puedo marcharme cuando quiera. Pero yo no quiero, no quiero vivir ese tipo de relación, quiero pertenecer a mi Amo igual que las esclavas en la antigüedad pertenecían, sin elección.
Me duele pensar que en el fondo muy fondo, tengo elección, me duele pensar que algún día algo no me guste y pueda dejarlo e irme. Aunque lo que más me duele es que sea Él el que crea que eso puede pasar. Para mí la situación ideal sería ser una esclava, sin poder decidir si irme o quedarme, tener que acatar cómo es mi Amo aunque algo no me guste. Las esclavas no elegían a sus Amos, no elegían si eran guapos o feos, si eran cariñosos o fríos… supongo que hablo así porque estoy enamorada de Él, porque es bueno conmigo, pero tenemos nuestras diferencias, diferencias que a veces me cuesta aceptar, que a veces se me hacen muy difíciles, sobretodo porque es complicado saber que eres tú la que, si no se llega a un acuerdo, tendrá que ceder.
Somos personas muy distintas, a veces nuestras personalidades llegan a una encrucijada, no es que alguno esté haciendo nada malo, no es que alguno de los dos esté siendo egoísta, simplemente son aspectos de nuestra personalidad que no son compatibles… y llega el dilema ¿Qué hacemos? Ese es el dilema aparentemente, pero en mí es un estallido de dudas y angustias. Si esto no se soluciona ¿Podré renunciar a esa parte de mí?¿Podré vivir sin esas situaciones en las que me siento bien? Y llega la elección, esa que odio, ese pensamiento de que si no me gusta puedo abandonar, puedo marcharme y hacer lo que me dé la gana. Es una charla conmigo misma, Él no está enfadado, solo me mira esperando a que mi conversación interior acabe y tome una decisión  Y no quiero, no quiero poder decidir, quiero acatar, quiero sentir que me entregué sin condiciones porque eso es lo que realmente me hace feliz, quiero esa realidad, dura, pero realidad. De pequeña no me sacrifiqué por nada, si algo no me gustaba lo dejaba a la primera, si algo me incomodaba abandonaba sin más, y ahora anhelo ese sacrificio, esa sensación de esfuerzo de entrega a algo, en este caso a alguien. El comportamiento que tenía no me llevó a nada, me gusta bailar pero por no sacrificarme no sé bailar, es esa sensación del sufrimiento por el bien mayor lo que busco en mi vida. Ahora cuando mi Amo me prohíbe hacer algo que me apetece mucho siento un poco de pena, pero una emoción se me coge en el estómago, me siento orgullosa de controlar mis demonios, de aguantar un momento malo por sentirme muy bien siempre, por sentirme Suya.
Quizá pueda parecer una loca, un zombie que acata sin más, que sigue al Amo sin cuestionar nada, pero no, cuestiono cada paso que doy, uso la razón, pero es que mi razón siempre llega a la conclusión del corazón. Puedo soportar las tempestades de la mente pero soy incapaz de sobrellevar la angustia del corazón. Y mi corazón sólo quiere pertenecer, es un corazón esclavo, por mucho que la mente dé vueltas a lo politicamente correcto. Ojo, no hablo del sentimiento hacia Él, no es que esté tan ciega de amor que no puede alejarme de Él. No, mi corazón siempre ha sido sumiso y esclavo, antes de Él, antes de todo, y ahora simplemente ha encontrado a una persona maravillosa a la que pertenecer.


Todo esto no es BDSM, no me cansaré de repetir que no me hagáis caso, lo que en este blog escribo es sólo una apreciación y un sentimiento muy personal, es sólo mi camino... si de mí queréis aprender algo, hacedlo de mi lucha incansable por ser la mejor versión de mí misma, mirando a la cara a mis demonios y diciendo alto y claro lo que siento, por muy locura que sea, por muy mal que os parezca. No tener elección es una barbaridad alejada de cualquier consenso, pero si es como me siento lo contaré ¿Acaso ocultándolo desaparecería?

viernes, 2 de octubre de 2015

Historias ajenas: Semen y champú

Hoy os traigo algo distinto y es que, llevo tanto tiempo viviendo con mis propias vivencias y fantasías, que a veces me desmotiva hablar y contar sólo cosas de mí. Por ello esta idea me encantó cuando mi amiga me la propuso. Ella me contaba algo que le pasó, y yo le daba forma. En "Contacto" tenéis mi correo por si queréis proponerme alguna historia que contar ¡Animáos! ¡Será divertido!


My Least Favorite Life - Lera Lynn


Sábado por la mañana, resacoso y soñoliento… estoy en una casa que no es la mía, en alguna calle perdida de Madrid. Sola, todos se han ido hoy. Me acerco al gran ventanal, cientos de personas desconocidas habitan las ventanas y las calles. Mi ropa va cayendo, quiero mostrarme desnuda, eso me excita, imagino esos ojos ajenos mirando mi cuerpo, mirando mis tetas, mis pezones… la excitación recorre mis venas, podría masturbarme ante la ciudad, en este gran ventanal.
Abro el grifo de la ducha, he intentado calmar mis ganas de tocarme con distracciones tontas, pero sé que sólo la ducha enfriará mi piel. Abro el grifo de esa inmensa ducha de hidromasaje, el agua cae, pero no sale lo suficientemente templada como para calmar mi ansia. Quema, aviva mi excitación, me miro en el espejo, veo mi cuerpo, mi cara pegada al cristal y sé que sólo un orgasmo acallará esas ganas.
Dejo que el agua corra, mi cuerpo se aclimata y ya no noto quemazón, me vuelvo a mirar en el espejo, con la espada arqueada, el culo ligeramente salido y las piernas abiertas. Y sale, mi puta interior sale.
Cierro los ojos, toca sentir. Noto como el agua cae en mi cabeza y baja lentamente recorriendo mi columna mientras pasa por mi culo y baja por mis piernas hasta perderse en el sumidero.
Puede que esté sola en ese baño, pero en mi cabeza no, en mi cabeza imagino que Él vendrá, me agarrará por detrás, me dará esas duras embestidas, esas embestidas que me hacen gemir como una loca, y su voz, esa voz en mi oído que me susurra por detrás: “¿Vas a callarte pequeña o voy a tener que follarte más fuerte?”.
Mi mente volaba y seguía notándole en la ducha conmigo, cada vez sentía más el calor de mi piel y menos el ruido de fuera, así que le seguía teniendo en mi oído.
"Arrodíllate, quiero lavar tu pelo".
Sus manos lavando mi pelo, Su polla delante de mi boca, las ganas de comérsela en mi garganta. Estoy inmóvil, deseo chupársela desesperadamente, pero no me muevo, sé que no debo hacerlo. Me quedo quieta, conteniendo mis deseos, esperando una orden que no llega. Vuelve a poner Su boca en mi oído : "¿Vas a ser buena y me vas a dejar follarte la boca mientras lavo tu pelo verdad?"
Joder como iba a negarme, era Él, jamás le diría que no a nada, asentí con la cabeza mientras no dejaba de mirarle a los ojos, esos ojos que me tenían tan absorta del mundo.
“Buena chica”.
Notaba la espuma cayendo por mi cara, el pecho y la espalda, mis ojos cerrados no sabían que se acercaba aquella polla que tanto deseaba comer. Su voz de nuevo en mi oído, me sobresaltó: "Shhhh mi niña, abre la boquita, quiero darte todo lo que te mereces".
Comenzó a follar mi boca lento y profundo, tan profundo como podía, pero no era suficiente, creo que nunca lo es, agarró mi pelo lleno de espuma y empujó, una y otra vez, más rápido. Mi mente era un torbellino de agobio y deseo, sí esa voz que te grita que pares esto, que te ahogas y la otra que le contesta: eres una puta quejica, sé agradecida y aguanta. Esas voces que me hacen ser lo que soy, Tuya.
¿Por qué Su recuerdo estaba allí tan real? ¿Por qué si yo seguía sola en esa enorme ducha? Si lo que recorría mi cuerpo no eran babas y espuma, solo agua ardiendo que me llevaba al orgasmo, a Su recuerdo...
Otra pregunta me metió de nuevo en mis recuerdos “¿La perrita quiere su leche?” esa pregunta que mi boca nunca contestó, pero mi cuerpo gritó: lo que quería todo de Él.
Abrí bien la boca, saqué la lengua esperando Su semen, pero decidió echarlo en mi cara… Noté como caía por mis mejillas, mi cuello y mis tetas. No esperé una orden para hacer lo que hice, no esperé que me lo pidiese, era tal la necesidad de untar mi piel con Él, con aquél líquido que me recordaba que era una sucia puta en la que correrse. Restregué Su leche por mi cuerpo, necesitaba embadurnarme con Su esencia.
El agua caía en aquella ducha del pasado mientras Él me besaba con uno de esos besos que musitaban: “Eres la mejor puta que jamás tendré a mi lado” y yo sólo podía estar agradecida a aquel hombre que me cuidaba y me excitaba.
El agua caía en aquella enorme ducha del presente, un orgasmo sacudía mi cuerpo, el agua en mi clítoris y los recuerdos en mi mente. Salí limpia y satisfecha.
Con una toalla enrollada al cuerpo me puse ante aquel ventanal, el sol parecía distinto, los desconocidos ya no me parecían tan excitantes, quizá porque preferimos a los conocidos del pasado por mucho que nos duela recordarlos. Me vestí, me pinté los labios de burdeos y miré a Madrid con una sonrisa de oreja a oreja, ya me has visto desnuda, ahora voy a desnudarte yo a ti, querida Madrid…