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lunes, 8 de agosto de 2016

Trenzas

2016-08-08 04.36.38 2


Estaba bajo Él, me estaba follando el culo como solo Él sabe hacerlo… tenía trenzas, sí trenzas, hacía años que no me las hacía, no me veía… pero esa tarde para limpiar las niñas habían perdido mis coleteros y tenía solo unas pequeñas gomitas a mano, así que las trenzas era el único peinado que se me ocurría para recogerme el pelo con ellas… lo explico porque yo ya no me hago trenzas, no me hago  coletas, no me veo con ellas, sé que tengo una cara y un cuerpo aniñado y no me gusta potenciarlo, soy muy poco little por mucho que Él a veces me trate como si lo fuese…


Me miraba al espejo y me acordaba de aquella foto del colegio, con el uniforme, mis paletas aún salidas y mis trenzas, tan niña, tan graciosa… aquella niña que era dulce por fuera y perversa por dentro, aquella niña que se excitaba, aquella niña que no podía dormir sin imaginar alguna de sus sucias historias. Sí, cerraba los ojos, y solo podía conciliar el sueño imaginando cómo un hombre me secuestraba y me sometía, cómo un hombre me compraba para ser su esclava, como un médico me examinaba de una manera sexual, cómo me hacía daño con sus instrumentos, no podía conciliar el sueño sin imaginar que un hombre irrumpía en mi dormitorio para regañarme por ser sucia, cómo me ponía en sus rodillas y me hacía aquellas cosas que me había pillado pensando…


¿Podéis imaginar lo que es inventar cada noche una historia así para dormir? Con 7 u 8 años... ¿Podéis imaginar cómo era mi mundo interior lleno de fantasías? ¿Podéis imaginar lo que era creer que todo aquello jamás se cumpliría?


Anoche estaba bajo Él, con mis trenzas, antes me había follado la boca tirando de ellas, me había follado a cuatro patas… y yo me sentía aquella niña, me miraba al espejo y veía a aquella Ángela niña. No lo sabía pero necesitaba reconciliarme con ella, necesitaba darle lo que siempre había soñado, todo lo que había fantaseado, necesitaba que viviese todo lo que quería vivir… y ahí estaba Él, encima de mí, follando mi culo mientras yo lloriqueaba, y lo vi, lo miré y fui consciente de mis trenzas, de lo mucho que aún me parezco a aquella niña y algo perversamente mágico sucedió… Su imagen invadió mi infancia, Su cara, con Su barba, con esa mirada, con lo que me cuida y me protege, con los castigo que me infringe, con el sexo que me da, Él invadió mi infancia, se convirtió en secuestrador, en médico, en el hombre que me compraba, pero lo mejor fue cuando se convirtió en el que abría la puerta de mi dormitorio rosa y me azotaba, me follaba, y le daba a aquella niña todo lo que necesitaba…


Sé que es muy raro lo que cuento, sé que puede parecer hasta aberrante correrme mientras lo imagino follándome de niña, pero así pasó y me siento genial, sentí que mi infancia se cerraba, que aquella niña se despedía ahora feliz, satisfecha, dejando de sentirse como un pequeño monstruo por inventar cada noche todas aquellas historias. Aquella niña se despedía sabiendo que los sueños se cumplen, que sí existía, que sí se podía hacer realidad.


Quién me iba a decir que unas trenzas me iban a dar tanto, quién me iba a decir que iban a darle paz a una parte de mi historia, que iban a hacerme sentir así…


Y ahora siento su presencia en todos los momentos de mi vida, porque siempre me pregunté cómo hubiese sido ser amigos de la infancia, haber crecido juntos, como hemos hecho, pero desde niños… porque la primera vez que me dijo que quería pasar la vida a mi lado, que quería casarse conmigo fue tras ver mis álbumes de niña: “Me he puesto triste al ver todos los años de tu vida que me he perdido, y no quiero perderme ni uno más”. No se ponga triste Amo, no estuvo ausente todos esos años, aunque no estuviese conmigo físicamente. Porque cada noche imaginaba una historia antes de dormir, cada noche lo pensaba a Usted.

lunes, 11 de julio de 2016

Locuras de Cabaret

Life is a Cabaret - Liza Minelli


El Cabaret siempre me ha fascinado, estoy convencida de que en otra vida fui una bonita y triste cantante de un decadente cabaret. Sería un local abarrotado de oficiales, de ricos y pervertidos personajes deseando hacer realidad sus fantasías con cualquiera de los que allí trabajábamos, chicos o chicas, cada uno tendría sus preferencias.


Me imagino bailando y cantando con un vestido que deja poco lugar a la imaginación, con flecos y plumas, me imagino maquillándome frente al espejo para hacerme más apetecible, sabiendo que al final de la noche esas pinturas no serán más que churretes, pues ¿Acaso el cabaret no iba de eso? De pintar de arte y belleza algo tan duro como es la prostitución. Y me pregunto si no fue en esa vida donde se instauró en mí esa sensación de que lo triste es hermoso, en esa vida en la que disfrutaría cantando pero lloraría follando. ¿Azotaría el culo de algún militar? ¿Recibiría alguna paliza de otro? ¿Acabaría las noches refugiada en la cama de alguna compañera? Esa cama en la que nos daríamos el amor que no recibimos de nadie más esa noche. Sí, estoy segura de que busqué besos y caricias femeninas pues solo alguien que sufre como tú puede darte el consuelo apropiado, sin paternalismos ni juicios. Seguro que nos entendíamos, casi puedo recordar sus labios carnosos sobre los míos…


Quizá esto que escribo es una locura, pero a mí me salva y me eleva, me gusta crear recuerdos para dar explicación a muchas de mis actitudes. Y claro que podéis tacharme de loca, pero qué importa, me gusta recordar a mi compañera, me gusta imaginarme llorando mientras me sodomiza alguien que ha pagado por ello, me gusta imaginarme bailando y cantando feliz sobre un escenario cutre, cantando sobre las verdades de la vida, cantando que soy feliz en el fondo porque la vida es un cabaret, que te da la pena y te devuelve la felicidad sobre las tablas, que al acabar la noche te hace pensar que no puedes más, pero al despertar por la mañana estás deseando calzarte de nuevo los zapatos de actuar, para sentirte grande y hermosa mientras cantas y seduces a aquellos que luego aborrecerás. Pero… ¿Acaso esa magia no lo vale? Sentir la emoción del aplauso, sentir tus pulmones vaciarse en una canción, divertirte bailando y contoneándote ¿Acaso el consuelo después del llanto no es amor? ¿Acaso los labios de una compañera que sufre lo mismo no sería magia suficiente? ¿Acaso no nos querríamos con locura? Pues ambas sabríamos nuestro más oscuro secreto, ambas lo compartiríamos: nos valía la pena, sí, sentirnos poderosas sobre el escenario, valía la pena sentirnos así siendo folladas, pues el que nos contrataba solo mordía el anzuelo que le habíamos puesto delante. Sentir ese poder valía la miseria y las lágrimas, pues estas serían secundarias, sentir ese poder lo valdría todo…


Sí, yo fui una bonita y triste chica de cabaret, estoy segura de que bailando sobre las chirriantes tablas, cantando a pleno pulmón solo cantaría la verdad: Era poderosa, soy poderosa y ninguna circunstancia, ni ninguna vida cambia eso.

viernes, 2 de octubre de 2015

Historias ajenas: Semen y champú

Hoy os traigo algo distinto y es que, llevo tanto tiempo viviendo con mis propias vivencias y fantasías, que a veces me desmotiva hablar y contar sólo cosas de mí. Por ello esta idea me encantó cuando mi amiga me la propuso. Ella me contaba algo que le pasó, y yo le daba forma. En "Contacto" tenéis mi correo por si queréis proponerme alguna historia que contar ¡Animáos! ¡Será divertido!


My Least Favorite Life - Lera Lynn


Sábado por la mañana, resacoso y soñoliento… estoy en una casa que no es la mía, en alguna calle perdida de Madrid. Sola, todos se han ido hoy. Me acerco al gran ventanal, cientos de personas desconocidas habitan las ventanas y las calles. Mi ropa va cayendo, quiero mostrarme desnuda, eso me excita, imagino esos ojos ajenos mirando mi cuerpo, mirando mis tetas, mis pezones… la excitación recorre mis venas, podría masturbarme ante la ciudad, en este gran ventanal.
Abro el grifo de la ducha, he intentado calmar mis ganas de tocarme con distracciones tontas, pero sé que sólo la ducha enfriará mi piel. Abro el grifo de esa inmensa ducha de hidromasaje, el agua cae, pero no sale lo suficientemente templada como para calmar mi ansia. Quema, aviva mi excitación, me miro en el espejo, veo mi cuerpo, mi cara pegada al cristal y sé que sólo un orgasmo acallará esas ganas.
Dejo que el agua corra, mi cuerpo se aclimata y ya no noto quemazón, me vuelvo a mirar en el espejo, con la espada arqueada, el culo ligeramente salido y las piernas abiertas. Y sale, mi puta interior sale.
Cierro los ojos, toca sentir. Noto como el agua cae en mi cabeza y baja lentamente recorriendo mi columna mientras pasa por mi culo y baja por mis piernas hasta perderse en el sumidero.
Puede que esté sola en ese baño, pero en mi cabeza no, en mi cabeza imagino que Él vendrá, me agarrará por detrás, me dará esas duras embestidas, esas embestidas que me hacen gemir como una loca, y su voz, esa voz en mi oído que me susurra por detrás: “¿Vas a callarte pequeña o voy a tener que follarte más fuerte?”.
Mi mente volaba y seguía notándole en la ducha conmigo, cada vez sentía más el calor de mi piel y menos el ruido de fuera, así que le seguía teniendo en mi oído.
"Arrodíllate, quiero lavar tu pelo".
Sus manos lavando mi pelo, Su polla delante de mi boca, las ganas de comérsela en mi garganta. Estoy inmóvil, deseo chupársela desesperadamente, pero no me muevo, sé que no debo hacerlo. Me quedo quieta, conteniendo mis deseos, esperando una orden que no llega. Vuelve a poner Su boca en mi oído : "¿Vas a ser buena y me vas a dejar follarte la boca mientras lavo tu pelo verdad?"
Joder como iba a negarme, era Él, jamás le diría que no a nada, asentí con la cabeza mientras no dejaba de mirarle a los ojos, esos ojos que me tenían tan absorta del mundo.
“Buena chica”.
Notaba la espuma cayendo por mi cara, el pecho y la espalda, mis ojos cerrados no sabían que se acercaba aquella polla que tanto deseaba comer. Su voz de nuevo en mi oído, me sobresaltó: "Shhhh mi niña, abre la boquita, quiero darte todo lo que te mereces".
Comenzó a follar mi boca lento y profundo, tan profundo como podía, pero no era suficiente, creo que nunca lo es, agarró mi pelo lleno de espuma y empujó, una y otra vez, más rápido. Mi mente era un torbellino de agobio y deseo, sí esa voz que te grita que pares esto, que te ahogas y la otra que le contesta: eres una puta quejica, sé agradecida y aguanta. Esas voces que me hacen ser lo que soy, Tuya.
¿Por qué Su recuerdo estaba allí tan real? ¿Por qué si yo seguía sola en esa enorme ducha? Si lo que recorría mi cuerpo no eran babas y espuma, solo agua ardiendo que me llevaba al orgasmo, a Su recuerdo...
Otra pregunta me metió de nuevo en mis recuerdos “¿La perrita quiere su leche?” esa pregunta que mi boca nunca contestó, pero mi cuerpo gritó: lo que quería todo de Él.
Abrí bien la boca, saqué la lengua esperando Su semen, pero decidió echarlo en mi cara… Noté como caía por mis mejillas, mi cuello y mis tetas. No esperé una orden para hacer lo que hice, no esperé que me lo pidiese, era tal la necesidad de untar mi piel con Él, con aquél líquido que me recordaba que era una sucia puta en la que correrse. Restregué Su leche por mi cuerpo, necesitaba embadurnarme con Su esencia.
El agua caía en aquella ducha del pasado mientras Él me besaba con uno de esos besos que musitaban: “Eres la mejor puta que jamás tendré a mi lado” y yo sólo podía estar agradecida a aquel hombre que me cuidaba y me excitaba.
El agua caía en aquella enorme ducha del presente, un orgasmo sacudía mi cuerpo, el agua en mi clítoris y los recuerdos en mi mente. Salí limpia y satisfecha.
Con una toalla enrollada al cuerpo me puse ante aquel ventanal, el sol parecía distinto, los desconocidos ya no me parecían tan excitantes, quizá porque preferimos a los conocidos del pasado por mucho que nos duela recordarlos. Me vestí, me pinté los labios de burdeos y miré a Madrid con una sonrisa de oreja a oreja, ya me has visto desnuda, ahora voy a desnudarte yo a ti, querida Madrid…

viernes, 8 de mayo de 2015

Él, ella y yo

Esta es una canción que me encanta, en cuanto la oigo me dan ganas de bailarla desnuda mientras me mira. Ultimamente estoy muy fantasiosa, así que hoy os cuento una pequeña historia que he imaginado...


Feeling good - Michael Bublé


Me despierto por la mañana, el sol entra por la ventana, los pajarillos cantan, respiro profundo, huele a domingo y sexo. Estoy abrazada a Él que duerme desnudo, en paz, ajeno a mis miradas. Levanto un poco la cabeza y la veo al otro lado de la cama, abrazada a Él también, tiene una cara dulce y satisfecha, sonrío al verla y me siento bien. Qué noche loca, nos besamos, nos amamos los tres, sin vergüenzas, ni tabús. Los cuerpos se entremezclaron, vi cómo la azotaba, vi como ella gemía, vi como ella se estremecía entre sus dedos al igual que he hecho yo todo este tiempo. Sé cómo lo mira, llena de deseo y respeto, veo que quiere que se la folle por dónde cojones quiera Él. Desde mi rincón observo Su polla entrando en su boquita, me gusta ver las lágrimas saltadas por las arcadas asomar por sus grandes ojos. Me dice que me tumbe boca arriba en la cama, ella se coloca a cuatro patas sobre mí, la azota fuerte, ella gime y yo ahogo sus gemidos a besos, echa su cabeza en mí, busca cobijo entre mis brazos, yo la consuelo mientras Él se ensaña. Hace unos segundos que no se oyen azotes, se ha bajado los pantalones y la penetra despacio pero sin descanso. La veo apretar los párpados, echa su mejilla sobre la mía, que le abra el culo le duele demasiado. Le agarro la cara con las dos manos, tú solo mírame a mí preciosa, sé lo que sientes, te entiendo, pero es por Él, sabes que lo desea y sabes que quieres complacerlo, sé lo que sientes, sé que ahora mismo harías lo que fuese para Él… Recuerdo la sensación de estar sobre la cama, las dos con el culo en pompa, ladrando humilladas para no merecer el azote, “La que ladre mejor se salva”. Sí, fue una noche memorable, hubo cuerdas, bofetadas y mordazas. Dolor, humillación y sexo, buen sexo. Caímos los tres exhaustos colmados de placer con la respiración acelerada.
Los noto desperezarse, Él me mira primero, me sonríe y me acaricia un poco la cabeza. Se gira para mirarla, ella que intenta no hacer ruido, no sabe muy bien cómo reaccionar. Le acaricia la mejilla “No te escondas preciosa, no seas tímida, ven aquí conmigo” estamos las dos apoyadas en su amplio pecho, la una frente a la otra, sonreímos y Él cierra los ojos orgulloso de sentirnos. Se levanta al baño, nos deja solas. Me pego a ella y la abrazo con ternura, ella me da un beso corto y entusiasmado, suelta una risilla nerviosa, entiendo el juego… yo le busco los labios y le planto otro beso rápido que ella me quiere devolver pero que yo intento evitar, nos revolvemos en la cama como niñas traviesas, nos reímos nerviosas mientras los besos caen por todo nuestro cuerpo y, de repente, paramos. Él está a los pies de la cama mirándonos “Veo que os habéis levantado juguetonas. Venid aquí perritas, venid a solucionar esta erección que me habéis provocado” nos miramos divertidas y avanzamos a cuatro patas hasta Su polla. La lamemos, nuestras lenguas se tocan, ella se mete la punta en la boca y yo humedezco el resto. Nos agarra las cabezas para que nos besemos apasionadas. La coge para tumbarla boca arriba. Se pone encima y la penetra mirándola fijamente, con esa mirada que solo Él tiene. Sus caras están muy cerca pero no se besan, solo se observan. Yo me siento con la espalda pegando al cabecero, los veo y sonrío, la ternura me invade. Se me ocurre una gran idea, mientras termina de follársela, bajaré a la cocina a hacer tortitas y zumo de naranja.
Aparecen por la puerta de la cocina, Él delante, tirando de la mano de ella, le separa una silla para que se siente a la mesa, se acerca a mí, me retira el pelo, me abraza por detrás, me besa el cuello y me susurra un “Qué buena perra eres, cómo te quiero”. Empezamos a desayunar, los miro comer, me gusta que estemos los tres juntos, el sol entra por la ventana, las tortitas huelen de maravilla y yo me siento bien…

martes, 15 de octubre de 2013

Sexo

Sexo, sexo, sexo... quiero sexo, del sucio, salvaje, animal, del de darse besos fuertes, tan descontrolados, que los dientes se chocan. El sexo de las guarradas al oído y gritadas. Sexo de sentir el cielo teniendo el infierno en la entrepierna. Sexo de estar quieta mientras juega con mis pezones mirándome lascivo, del que recorre mi cuerpo con Sus manos mientras decide por dónde me folla. Quiero nuestro sexo intenso, del que a la bofetada le sigue una lengua invadiendo mi boca. Obsceno y vulgar, pero que juntos lo elevamos a obra de arte. Sexo del de follar como perros, a cuatro patas, tirándome del pelo. Sexo de humedades, salivas y flujos, del de olores fuertes a sudor y excitación. Del que gusta hasta hacerte llorar. Esa magia de combinar movimientos lentos y profundos, con cortos y fuertes. Ese sexo en el que me siento vulnerable y una diosa, a partes iguales. Sexo de "Amo no puedo más, no puedo más, lo siento lo siento" y correrme sin remedio, viendo como Él se retuerce derramándose dentro de mí, con tanto placer acumulado, que sufre a la vez que disfruta. Sexo del que tienes que ducharte con agua fría para limpiarte y calmar la inflamación, el ardor del cuerpo. Ese sexo del que al terminar sólo te deja balbucear palabras, no puedes decir ni un "Buenas noches". Del que te duermes sintiéndote la persona más afortunada del mundo. Ese sexo...

viernes, 4 de octubre de 2013

El adiós a mis fantasías

Las fantasías siempre me han fascinado, he tenido millones de ellas. Desde pequeña, por las noches me quedaba dormida fantaseando, secuestros, colegios de niñas internas, una enfermera severa… Siempre han formado parte de mí, pero hace mas o menos un año comenzaron a disminuir, lentamente se han ido extinguiendo y ahora sólo quedan restos de ellas… sinceramente es algo que me preocupaba, disfrutaba mucho con ellas, con esas situaciones imposibles que me excitaban. Desde hace un año, me siento mal cuando fantaseo, siento que traiciono a mi Amo con “otros/as”. No comprendía bien este fenómeno, me angustiaba, pero ayer lo comprendí… Aunque llevamos cinco años intentando hacer del D/s nuestra forma de vida, fue hace un año cuando algo cambió, hasta ese momento habían sido intentos, ajustes, mi Amo no era Él, era el Amo que yo deseaba y que intentaba amoldar a esa imagen de mi cabeza… pero hace un año, Él empezó a definirse, ya no era “mi Amo soñado” era un Amo, con sus gustos, formas y caprichos, y era yo la que me tenía que adaptar a eso, por algo era la sumisa. Y aquí es cuando empezaron los grandes momentos, empecé a sentir la incomodidad de la verdadera sumisión, la que te obliga a hacer cosas que no te apetecen en un momento que no es el adecuado para ti.
Mi Amo comenzó a meterse en mi mente, sin darme cuenta la conquistó, tanto, que si fantaseo con otras situaciones de secuestradores, enfermeras y demás, soy consciente de que no son mi Amo, que si fantaseo con mi Amo haciéndome determinadas cosas, sé que no es real, porque a Él quizá no le gusten. Todo esto puede parecer algo malo, negativo, pero hoy lo veo claro, simplemente es un cambio, en la vida hay que madurar y avanzar, aunque lo anterior nos gustara no podemos aferrarnos a ello. Mis fantasías se están volviendo más maduras y realistas, tanto, que me da miedo imaginarlas, tendría que contárselas a Él y probablemente se cumplirían, y me asusta… me asusta porque otra cosa que he descubierto de las fantasías es que en la cabeza son mucho más llevaderas que en la realidad.
Así que ahora no fantaseo tanto, mezclo deseos con recuerdos, recuerdos de las que ya he cumplido, recuerdos de las que mi Amo ha cumplido conmigo. Y me doy cuenta de que todas las fantasías que me han acompañado desde pequeña eran una manera de dar salida a mi sumisión, darle forma para no estallar, para no sufrir de más, eran un reflejo de lo que anhelaba… por eso se están marchando, o están cambiando, porque la sumisión ya es mi forma de vida, ya no tengo que desearla, sólo vivirla.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Una edad difícil

Las fantasías rebosaban en mi cerebro, el suelo del baño estaba frío, mi entrepierna ardía, me tocaba con los ojos cerrados, imaginando que no eran mis manos las que lo hacían, que no eran unas delgadas y temblorosas manos adolescentes las que me daban placer, sino unos dedos rudos, fuertes y masculinos los que acariciaban mi coñito… Un sentimiento profundo y amargo me embargaba, fantasear era delicioso y traicionero, siempre me gustó conseguir lo que me proponía y ese deseo, en ese momento, me parecía imposible de cumplir. Me incorporé sudorosa, sentada en el suelo miré a mi alrededor, qué podía hacer… Y lo supe, luchaba contra lo que sentía y necesitaba, la lógica no encontraba sentido a todo aquello, pero el instinto me gritaba, me empujaba histérico… Con el inodoro cerrado, apoyé mi estómago en la tapa, el frescor de la misma erizó mi piel y pezones, lo que no ayudó a sofocar mi excitación. Me imaginaba en las rodillas de un hombre, agarraba mis nalgas fuerte, me las pellizcaba, clavaba las uñas en la carne, me dolía, pero no podía parar… Necesitaba ese dolor para calmarme, estaba enfadada conmigo misma por someterme a todo aquello, necesitaba inflingirme castigo por toda aquella extraña lujuria, no entendía porqué yo era distinta a mis amigas de 14 años, porqué yo sentía esas cosas, el estar en un colegio de monjas no ayudaba mucho, sentía el pecado corriendo por mis venas, envenenándome con pensamientos que me atormentaban pero que me liberaban… Y entonces rompí a llorar, lloré por el daño en mis nalgas, lloré por lo ridícula que me veía encima del water, por lo ridícula que era mi lata de nesquik donde guardaba objetos cotidianos a los que yo le daba un uso más perverso, y sobretodo lloré por que necesitaba que la puerta de mi baño se abriera de repente, y ese hombre de mi cabeza se manifestara, me agarrara del pelo y me reprendiera por ser una niña sucia, necesitaba que ese hombre al que le pertenecía en mis fantasías fuera real, rogué con el sabor de las lágrimas en mis labios, recé porque sucediera un milagro oscuro y perverso, lo necesitaba tanto… la puerta no se abrió, la realidad me abofeteó todo lo fuerte que pudo, ese hombre no existía...


Mi cuerpo se relajó, dejé mis brazos colgando, estaba abatida, triste, con una amargura poco propia de una niña de mi edad. Sin ganas de nada recogí el baño, me di una ducha y me vestí, mi madre pronto llegaría a casa y yo tenía que volver a ser la niña “normal". Con mi oscuro secreto guardado bajo llave.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Al techo 3ªparte

“Muy bien tesoro, así me gusta, que me obedezcas” aunque su polla me penetraba completamente, ante esa situación noto como la presión aumenta, se está excitando aún más y noto sus espasmos de placer dentro de mí. Empieza a entrar y salir un poco, intenta habituar mi culo a sus movimientos, quiere controlarse, pero la situación puede con Él y comienza a dejarse llevar. Se dobla sobre mi espalda, para agarrarme los pezones, sabe que ante eso mi cadera se moverá sin que pueda controlarla. El dolor sigue presente, pero a mi cabeza ya no le importa. De repente para, la saca, y con un gesto rápido me tumba sobre la alfombra boca arriba, agarra mis piernas estiradas con una mano y con la otra se ayuda para volver a penetrar mi culito. Una vez dentro, me abre, se tumba sobre mí y me presiona con el peso de Su cuerpo, se mueve rápido, duele, le pido que pare… “Perdóname pelusilla, no voy a parar, lo siento, pero no puedo” me dice mientras me enviste rápido y profundo, pero lejos de no gustarme, mis manos se han deslizado hasta sus nalgas, agarrándolas con desesperación para que me llegue mas profundo, acompañando su movimiento cuando sale y entra… entre jadeos y cara de dolor le pregunto “¿Amo, puedo correrme?” asiente. Lo agarro aún más fuerte y le incito a que haga los movimientos más largos... ya no puedo resistirlo, me siento tan Suya, sufriendo por Su placer, disfrutando con algo que otros tachan de tabú, con el clítoris tan inflamado y palpitante que me corro sin remedio, un orgasmo intenso y salvaje, que me hace gemir fuerte, morderme el labio y apretar fuerte los ojos. Los abro lentamente, cuando pasa la sacudida, veo Su cara, otra vez esa sonrisilla, no, no puede ser “tu te has corrido, pero a mí aun me queda un rato” la desesperación me invade, soy consciente de mis límites, y sé que tras un orgasmo, cualquier atisbo de placer desaparece, por lo menos por unos minutos, los justos que Él necesita para llegar, sé que ahora sí voy a sufrir.


Sigue embistiéndome, sólo siento angustia y dolor, quiero que acabe ya, pero también sé, por experiencia, que si Él quisiera podría aguantar horas, tengo que andarme con cuidado, como las quejas y las malas caras no darán resultado decido usar mis armas… me llevo dos dedos a la boca, los lamo lento, paso mi lengua entre los dos, lo miro provocativa y los deslizo hasta mis pezones, jugueteo con ellos. Pellizcando y acariciándolos consigo que se le ponga más dura, que en sus ojos la excitación sea más palpable, pero no es suficiente. Pongo una mano a cada lado de Su cara, lo acerco a la mía y comienzo a darle un beso húmedo y profundo, lo beso con desesperación, llenado Su boca con mi saliva , me separo un poco, le giro la cabeza para susurrarle “ Sí Amo, fóllele el culo a Su putita, hágame sufrir, que es lo que me merezco, lléneme de leche, quiero sentirla dentro de mí, marque Su territorio con ella, derrámese mientras lloro de dolor” los espasmos comienzan, me embiste con más fuerza, aguanto sin quejarme, sé que ya queda poco. Cierra los ojos, gime y pone ese gesto de placer que solo le sale cuando tiene un orgasmo gracias a mi culito, da las últimas sacudidas y se desploma sobre mí.
Me besa toda la cara con besos cortos y suaves, me mima como a un tesoro, está satisfecho y orgulloso de mí.
Yo, cansada, hipersensible y dolorida, pero llena de felicidad, llena de Él.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Al techo 2ªparte

Los hombros se me resintieron cuando soltó mis manos, el estar tanto rato atada había hecho mella en las articulaciones. Sentí cierto alivio, que desapareció al recordar para qué me soltaba. Agarró mi nuca con una mano, y firme, pero sin brusquedad, me llevó hasta el suelo. Cuando me tuvo a cuatro patas me quitó el antifaz, me costó un poco adaptarme al cambio de iluminación, al enfocar la vista vi que estaba ante el gran espejo que ocupa toda una pared del sótano, cuando mis padres vivían en la que ahora es nuestra casa, lo pusieron con la intención de convertir esa habitación en una sala de baile, no sabían que años más tarde sería testigo de los perversos juegos de su niñita. Cuando dejo de aturdirme con ese pensamiento me concentro en lo que está pasando, me veo en el espejo, a cuatro patas, mi Amo desnudo, de pie tras de mí, me siento vulnerable, me veo pequeña ante Él, me fijo en Su cara y tiene puesta esa sonrisilla pícara que me derrite a la vez que me asusta. Se va arrodillando lentamente, empieza a amasar mis nalgas, las aprieta fuerte… “¿Estás lista cariño? Bueno, da igual, yo sí lo estoy. Ahora vas a contar hasta cinco, despacito, que saboree cada instante” Noto como coloca la punta de Su sexo en la entrada de mi estrecho agujerito, empiezo a contar UNO… Él hace pequeños, casi imperceptibles movimientos DOS… TRES…CUATRO… cada número lo alargo más, sé qué pasara cuando llegue al maldito CINCO… Su polla me penetra sin vacilar, un dolor intenso me ataca, no lo puedo soportar, mis músculos se tensan ante tal invasión “¡Ay, Amo! No puedo, no puedo” le suplico, verdaderamente no lo puedo soportar “Ssshhh tranquila, ya ha pasado lo peor, ya esta entera dentro, relájate, no voy a sacarla…” me habla mientras me acaricia el pelo, y ya está, ya ha dicho las palabras mágicas, tiene el poder de hacer sufrir mi cuerpo mientras hipnotiza mi mente. Efectivamente el dolor agudo deja paso a uno más llevadero, aunque sigo paralizada, cualquier mínimo roce intensifica la tensión, el dolor. Él está quieto, lo que lejos de tranquilizarme, me pone nerviosa, para qué se estará preparando… Me agarra de pelo, tira hasta dejarme la cabeza alta, “mírate en el espejo, mira a esa muchacha inocente, mira como sufre, pídele perdón, discúlpate por ser tan zorra, mira sus lágrimas y dile que las derrama sólo por tu placer, solo por que quieres estar cachonda como una perra” soy sumisa pero tengo mucho orgullo, y no solo no digo nada, sino que aprieto los labios desafiante. Tira más fuerte de mi pelo, mientras la saca poco a poco de mi culito, torturándome lentamente, y es que sabe que odio esa sensación, soy orgullosa pero débil, no aguanto mucho los pulsos… Fijo la mirada en mi reflejo, “Lo siento, siento ser tan puta que necesite llorar para gozar, siento torturarte solo por mojarme, siento ser una guarra” parece una tontería, pero enfrentarte a tu imagen frente al espejo es duro, te lleva a lo más hondo, y es entonces cuando la humillación me emborracha, me nubla los sentidos y lleva mi sumisión a otro nivel.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Al techo 1ªparte

De pie, atada a un gancho del techo, con un antifaz que me impide ver… lo noto moverse a mi alrededor, observando cada pequeño movimiento de mi cuerpo expuesto, lo oigo juguetear con la correa, la espera se me hace eterna, en qué momento y en qué lugar caerá el primer golpe. Tiemblo, emito pequeños gemidos de nerviosismo… quiero parar esa tortura, no me gusta el dolor de los azotes, sé que suena extraño pero odio el dolor, no me gusta sufrir, aunque adoro lo que este provoca en mi mente. En esos momentos me gustaría que todo parara y salir corriendo llorando, aunque no me muevo, algo me lo impide: saber que en cuanto acabe y Él me abrace para secar mis lágrimas, todo cobrará sentido. Hay que pasar por el infierno para llegar al cielo, Su cielo.
El primer golpe cae en mi espalda, pica, escuece, por unos segundos creo que no lo soportaré, pero pronto cesa, hasta que cae el segundo un poco más abajo, me quejo “Cállate, no quiero oír tus lloriqueos” aprieto los labios y cae el tercero, en mi culo, intento relajarme, respiro profundo, sé que con los músculos tensos es más doloroso. Poco a poco va cogiendo ritmo, intercalando la fuerza del golpe, me va asestando duros correazos, en el veinte pierdo la cuenta… oigo como el cinturón cae al suelo, abraza mi cuerpo tembloroso, húmedo por el sudor frío de soportar el dolor “Ya mi vida, ya pasó” acaricia mi pelo con ternura, se coloca en mi espalda, pasa su dedo suavemente por las marcas que me acaba de infligir, las admira… se arrodilla ante mi culo, se acerca poco a poco, noto su aliento cada vez más cerca, una sensación intensa me invade cuando noto sus dientes clavados en la nalga, aprieta y aprieta, incluso pienso si seguirá hasta arrancarme la carne, me suelta “Mmm cómo me gustaría devorarte, comerme ese culo que tienes, quizá lo haga, quizá te apriete tan fuerte que pueda probar el sabor de tu sangre” me agito, si decidiera hacerlo no podría evitarlo de ninguna forma, mis manos están fuertemente sujetas, bueno, quizá si podría evitarlo, pero... no es Él el que me da miedo, soy yo, si decidiera hacerlo ¿Querría parar? ¿Querría romper la cadena de sensaciones que se desatan en mi interior? o soportaría tal dolor por seguir sintiendo, torturaría mi cuerpo en pro de mi deseo… Un pellizco en el pezón me saca de ese pensamiento, ahora juguetea con mis pechos, lame uno mientras pellizca el otro, una corriente recorre mi cuerpo hasta el clítoris, no puedo evitar que mi cadera haga movimientos buscando algún contacto “Eres una auténtica zorrita, mira como me buscas, quieres que le de alivio a tu coñito, eso es lo que hacen las guarras” me habla mientras desliza dos dedos suaves en mi interior, los deja dentro sin moverlos, y vuelve a estimular mis pezones. Sus dedos quietos junto a esas ganas de que me folle es una tortura “Venga, se una buena putita y dile a tu Amo lo que quieres” quizá mi cuerpo actúe sin tabúes, quizá se mueva sin represión, pero mi boca está llena de barreras, mi cadera puede gritar con sus movimientos que quiere Su polla, pero mi boca no puede ni susurrarlo “no voy a hacerte eso que tanto te gusta hasta que no me lo pidas” mis pechos no pueden más, siento como mi flujo recorre el inicio de los muslos y lo necesito “ Amo, quiero que me folle con Sus dedos, fuerte y profundo, como solo Usted sabe hacerlo” sigue quieto, el poner mis mejillas ardiendo de vergüenza no ha sido suficiente “No eres una niña educada, ¿Cómo se piden las cosas?” Lo grito ”Por favor Amo” Sus dedos empiezan a moverse dentro de mí, en el ángulo perfecto, a la profundidad ideal y con la velocidad que me hace enloquecer, gimo, gimo fuerte, aprieto los dientes, agito la cabeza de un lado a otro, y para. Me quedo relajada y jadeante, se acerca a mi oído y me susurra “¿Crees que tu culito estará abierto y lubricado de tanto placer? Reza porque así sea… ahora voy a soltarte, te pondré a cuatro patas como la perra que eres y te lo follaré sin piedad” la piel se me eriza, intento quejarme, pero mi boca traicionera lo único que emite son gemidos de placer, a quién voy a engañar, lo deseo fuerte…