domingo, 29 de septiembre de 2013

Al techo 3ªparte

“Muy bien tesoro, así me gusta, que me obedezcas” aunque su polla me penetraba completamente, ante esa situación noto como la presión aumenta, se está excitando aún más y noto sus espasmos de placer dentro de mí. Empieza a entrar y salir un poco, intenta habituar mi culo a sus movimientos, quiere controlarse, pero la situación puede con Él y comienza a dejarse llevar. Se dobla sobre mi espalda, para agarrarme los pezones, sabe que ante eso mi cadera se moverá sin que pueda controlarla. El dolor sigue presente, pero a mi cabeza ya no le importa. De repente para, la saca, y con un gesto rápido me tumba sobre la alfombra boca arriba, agarra mis piernas estiradas con una mano y con la otra se ayuda para volver a penetrar mi culito. Una vez dentro, me abre, se tumba sobre mí y me presiona con el peso de Su cuerpo, se mueve rápido, duele, le pido que pare… “Perdóname pelusilla, no voy a parar, lo siento, pero no puedo” me dice mientras me enviste rápido y profundo, pero lejos de no gustarme, mis manos se han deslizado hasta sus nalgas, agarrándolas con desesperación para que me llegue mas profundo, acompañando su movimiento cuando sale y entra… entre jadeos y cara de dolor le pregunto “¿Amo, puedo correrme?” asiente. Lo agarro aún más fuerte y le incito a que haga los movimientos más largos... ya no puedo resistirlo, me siento tan Suya, sufriendo por Su placer, disfrutando con algo que otros tachan de tabú, con el clítoris tan inflamado y palpitante que me corro sin remedio, un orgasmo intenso y salvaje, que me hace gemir fuerte, morderme el labio y apretar fuerte los ojos. Los abro lentamente, cuando pasa la sacudida, veo Su cara, otra vez esa sonrisilla, no, no puede ser “tu te has corrido, pero a mí aun me queda un rato” la desesperación me invade, soy consciente de mis límites, y sé que tras un orgasmo, cualquier atisbo de placer desaparece, por lo menos por unos minutos, los justos que Él necesita para llegar, sé que ahora sí voy a sufrir.


Sigue embistiéndome, sólo siento angustia y dolor, quiero que acabe ya, pero también sé, por experiencia, que si Él quisiera podría aguantar horas, tengo que andarme con cuidado, como las quejas y las malas caras no darán resultado decido usar mis armas… me llevo dos dedos a la boca, los lamo lento, paso mi lengua entre los dos, lo miro provocativa y los deslizo hasta mis pezones, jugueteo con ellos. Pellizcando y acariciándolos consigo que se le ponga más dura, que en sus ojos la excitación sea más palpable, pero no es suficiente. Pongo una mano a cada lado de Su cara, lo acerco a la mía y comienzo a darle un beso húmedo y profundo, lo beso con desesperación, llenado Su boca con mi saliva , me separo un poco, le giro la cabeza para susurrarle “ Sí Amo, fóllele el culo a Su putita, hágame sufrir, que es lo que me merezco, lléneme de leche, quiero sentirla dentro de mí, marque Su territorio con ella, derrámese mientras lloro de dolor” los espasmos comienzan, me embiste con más fuerza, aguanto sin quejarme, sé que ya queda poco. Cierra los ojos, gime y pone ese gesto de placer que solo le sale cuando tiene un orgasmo gracias a mi culito, da las últimas sacudidas y se desploma sobre mí.
Me besa toda la cara con besos cortos y suaves, me mima como a un tesoro, está satisfecho y orgulloso de mí.
Yo, cansada, hipersensible y dolorida, pero llena de felicidad, llena de Él.

sábado, 28 de septiembre de 2013

Al techo 2ªparte

Los hombros se me resintieron cuando soltó mis manos, el estar tanto rato atada había hecho mella en las articulaciones. Sentí cierto alivio, que desapareció al recordar para qué me soltaba. Agarró mi nuca con una mano, y firme, pero sin brusquedad, me llevó hasta el suelo. Cuando me tuvo a cuatro patas me quitó el antifaz, me costó un poco adaptarme al cambio de iluminación, al enfocar la vista vi que estaba ante el gran espejo que ocupa toda una pared del sótano, cuando mis padres vivían en la que ahora es nuestra casa, lo pusieron con la intención de convertir esa habitación en una sala de baile, no sabían que años más tarde sería testigo de los perversos juegos de su niñita. Cuando dejo de aturdirme con ese pensamiento me concentro en lo que está pasando, me veo en el espejo, a cuatro patas, mi Amo desnudo, de pie tras de mí, me siento vulnerable, me veo pequeña ante Él, me fijo en Su cara y tiene puesta esa sonrisilla pícara que me derrite a la vez que me asusta. Se va arrodillando lentamente, empieza a amasar mis nalgas, las aprieta fuerte… “¿Estás lista cariño? Bueno, da igual, yo sí lo estoy. Ahora vas a contar hasta cinco, despacito, que saboree cada instante” Noto como coloca la punta de Su sexo en la entrada de mi estrecho agujerito, empiezo a contar UNO… Él hace pequeños, casi imperceptibles movimientos DOS… TRES…CUATRO… cada número lo alargo más, sé qué pasara cuando llegue al maldito CINCO… Su polla me penetra sin vacilar, un dolor intenso me ataca, no lo puedo soportar, mis músculos se tensan ante tal invasión “¡Ay, Amo! No puedo, no puedo” le suplico, verdaderamente no lo puedo soportar “Ssshhh tranquila, ya ha pasado lo peor, ya esta entera dentro, relájate, no voy a sacarla…” me habla mientras me acaricia el pelo, y ya está, ya ha dicho las palabras mágicas, tiene el poder de hacer sufrir mi cuerpo mientras hipnotiza mi mente. Efectivamente el dolor agudo deja paso a uno más llevadero, aunque sigo paralizada, cualquier mínimo roce intensifica la tensión, el dolor. Él está quieto, lo que lejos de tranquilizarme, me pone nerviosa, para qué se estará preparando… Me agarra de pelo, tira hasta dejarme la cabeza alta, “mírate en el espejo, mira a esa muchacha inocente, mira como sufre, pídele perdón, discúlpate por ser tan zorra, mira sus lágrimas y dile que las derrama sólo por tu placer, solo por que quieres estar cachonda como una perra” soy sumisa pero tengo mucho orgullo, y no solo no digo nada, sino que aprieto los labios desafiante. Tira más fuerte de mi pelo, mientras la saca poco a poco de mi culito, torturándome lentamente, y es que sabe que odio esa sensación, soy orgullosa pero débil, no aguanto mucho los pulsos… Fijo la mirada en mi reflejo, “Lo siento, siento ser tan puta que necesite llorar para gozar, siento torturarte solo por mojarme, siento ser una guarra” parece una tontería, pero enfrentarte a tu imagen frente al espejo es duro, te lleva a lo más hondo, y es entonces cuando la humillación me emborracha, me nubla los sentidos y lleva mi sumisión a otro nivel.

viernes, 27 de septiembre de 2013

Al techo 1ªparte

De pie, atada a un gancho del techo, con un antifaz que me impide ver… lo noto moverse a mi alrededor, observando cada pequeño movimiento de mi cuerpo expuesto, lo oigo juguetear con la correa, la espera se me hace eterna, en qué momento y en qué lugar caerá el primer golpe. Tiemblo, emito pequeños gemidos de nerviosismo… quiero parar esa tortura, no me gusta el dolor de los azotes, sé que suena extraño pero odio el dolor, no me gusta sufrir, aunque adoro lo que este provoca en mi mente. En esos momentos me gustaría que todo parara y salir corriendo llorando, aunque no me muevo, algo me lo impide: saber que en cuanto acabe y Él me abrace para secar mis lágrimas, todo cobrará sentido. Hay que pasar por el infierno para llegar al cielo, Su cielo.
El primer golpe cae en mi espalda, pica, escuece, por unos segundos creo que no lo soportaré, pero pronto cesa, hasta que cae el segundo un poco más abajo, me quejo “Cállate, no quiero oír tus lloriqueos” aprieto los labios y cae el tercero, en mi culo, intento relajarme, respiro profundo, sé que con los músculos tensos es más doloroso. Poco a poco va cogiendo ritmo, intercalando la fuerza del golpe, me va asestando duros correazos, en el veinte pierdo la cuenta… oigo como el cinturón cae al suelo, abraza mi cuerpo tembloroso, húmedo por el sudor frío de soportar el dolor “Ya mi vida, ya pasó” acaricia mi pelo con ternura, se coloca en mi espalda, pasa su dedo suavemente por las marcas que me acaba de infligir, las admira… se arrodilla ante mi culo, se acerca poco a poco, noto su aliento cada vez más cerca, una sensación intensa me invade cuando noto sus dientes clavados en la nalga, aprieta y aprieta, incluso pienso si seguirá hasta arrancarme la carne, me suelta “Mmm cómo me gustaría devorarte, comerme ese culo que tienes, quizá lo haga, quizá te apriete tan fuerte que pueda probar el sabor de tu sangre” me agito, si decidiera hacerlo no podría evitarlo de ninguna forma, mis manos están fuertemente sujetas, bueno, quizá si podría evitarlo, pero... no es Él el que me da miedo, soy yo, si decidiera hacerlo ¿Querría parar? ¿Querría romper la cadena de sensaciones que se desatan en mi interior? o soportaría tal dolor por seguir sintiendo, torturaría mi cuerpo en pro de mi deseo… Un pellizco en el pezón me saca de ese pensamiento, ahora juguetea con mis pechos, lame uno mientras pellizca el otro, una corriente recorre mi cuerpo hasta el clítoris, no puedo evitar que mi cadera haga movimientos buscando algún contacto “Eres una auténtica zorrita, mira como me buscas, quieres que le de alivio a tu coñito, eso es lo que hacen las guarras” me habla mientras desliza dos dedos suaves en mi interior, los deja dentro sin moverlos, y vuelve a estimular mis pezones. Sus dedos quietos junto a esas ganas de que me folle es una tortura “Venga, se una buena putita y dile a tu Amo lo que quieres” quizá mi cuerpo actúe sin tabúes, quizá se mueva sin represión, pero mi boca está llena de barreras, mi cadera puede gritar con sus movimientos que quiere Su polla, pero mi boca no puede ni susurrarlo “no voy a hacerte eso que tanto te gusta hasta que no me lo pidas” mis pechos no pueden más, siento como mi flujo recorre el inicio de los muslos y lo necesito “ Amo, quiero que me folle con Sus dedos, fuerte y profundo, como solo Usted sabe hacerlo” sigue quieto, el poner mis mejillas ardiendo de vergüenza no ha sido suficiente “No eres una niña educada, ¿Cómo se piden las cosas?” Lo grito ”Por favor Amo” Sus dedos empiezan a moverse dentro de mí, en el ángulo perfecto, a la profundidad ideal y con la velocidad que me hace enloquecer, gimo, gimo fuerte, aprieto los dientes, agito la cabeza de un lado a otro, y para. Me quedo relajada y jadeante, se acerca a mi oído y me susurra “¿Crees que tu culito estará abierto y lubricado de tanto placer? Reza porque así sea… ahora voy a soltarte, te pondré a cuatro patas como la perra que eres y te lo follaré sin piedad” la piel se me eriza, intento quejarme, pero mi boca traicionera lo único que emite son gemidos de placer, a quién voy a engañar, lo deseo fuerte…

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Aniversario

Hoy hace tres años de uno de los mejores días de mi vida, el día de nuestra boda. Sé que es lo que se suele decir, pero no sólo fue el vestido, las sorpresas que teníamos preparadas y las que nos dieron a nosotros, no sólo fue la magia que envuelve cualquier boda... eran nuestras miradas de complicidad, era saber que estaríamos juntos para siempre, y es que hoy en día existen los divorcios, una boda se puede anular fácilmente, pero nosotros sabíamos que ese día nos uniríamos de otra manera. A las seis de la tarde nos dimos el "sí quiero" en la iglesia, el papeleo normal, la celebración con los amigos y familia... y esa noche, a solas, en nuestra suite, en una cama con un precioso dosel, firmamos el papel que verdaderamente importaba, el que nos ataba
. Era un papel, con simples palabras, frágil y rompible, pero el compromiso con el que lo firmamos era diferente, algo que sólo nosotros comprendemos, yo me entregaba a Él, en cuerpo y alma, ciega de amor, con Sus condiciones, sin separación de bienes, entera Suya. Y Él se convertía en mi Amo para siempre.

Confesión

Volvíamos de un paseo, le dije de ir por un camino, Él me llevó por otro... nos perdimos. Una ira irracional me inundó, el coraje corría por mis venas, lo recriminaba como si hubiese cometido el peor de los pecados... intentó calmarme pero yo seguí, monté una de mis discusiones sin sentido en las que, aunque me diera la razón, mi enfado no cesaba. Ya llevábamos muchos años juntos, años duros, muy duros, por mi comportamiento y forma de ser... acabábamos de tener una hija y aquella discusión parecía poner en evidencia que no había cambiado nada... Desesperado por la absurda situación preguntó "¿Qué quieres?¿Qué te pasa?" Y lo comprendí, no podía seguir así, tenía que dar un paso o no sobreviviríamos como pareja, por mucho que nos quisiésemos. Entonces se lo dije, me lancé al vacío con unas palabras que jamás imaginé pronunciar: " Cuando me pongo así no puedo parar, sé que me pongo insoportable, pero es como si un diablillo me poseyera y no me dejara volver a estar bien... y yo... lo que necesito es...-respiré para coger impulso- necesito que me ordenes que pare, necesito que me des una bofetada, necesito sentir que me dominas"
Así comencé a mostrarle, al que entonces era mi novio, lo que llevaba años manteniendo en secreto, lo que hasta ese momento creí que no podría expresar nunca, lo tenía asumido como una parte de mí oculta, que permanecería en secreto para siempre.
No sabía que ese comentario, que pareció en aquel momento no tener mucha trascendencia, desencadenaría en lo que hoy es mi felicidad, que la mirada que puso ese muchacho, desconcertado y un poco asustado, por lo que su novia le pedía, se convertiría poco a poco en una mirada autoritaria y severa que hoy en día me hace temblar.

martes, 24 de septiembre de 2013

Mi comienzo

Allí estaba, pegada a las puertas de mi armario empotrado, imaginando que estaba atada a una cruz… mi vecina, mi carcelera, me miraba contándome las cosas que me iba a hacer, la sensación de un placer extraño me invadía, me gustaba el juego… sí, era imaginario, pero qué se puede esperar del juego de unas niñas de 6 o 7 años.
Ese es uno de mis primeros recuerdos como sumisa, por aquel entonces yo no sabía qué era lo que me ocurría, ni sabía a qué respondían esa clase de comportamientos, solo sé que me encantaban nuestros juegos, y es que teníamos una amplia variedad de situaciones, unas veces era mi carcelera que me ataba, otras un padre severo que me ponía en sus rodillas, otras el médico y sus revisiones… Nuestro papel estaba claro, ella mandaba, yo me sometía… No sé muy bien quién influenció a quién, si ella tenía tendencia dominante y forjó la personalidad infantil de su amiga, o yo la moldeé a mi sumisión natural… quizá fue el destino que juntó a esas niñas para que disfrutaran inocentemente de unos juegos que no lo eran tanto; por eso de que de adultos no es tan fácil realizar fantasías ni encontrar con quién disfrutarlas.
Quizá ella hoy sea un Ama, no sé nada de ella desde que cumplimos 14 años, quizá olvidó nuestros juegos o los quiso olvidar, quizá la atormenten, no lo sé, sólo puedo hablar por mí, yo no los olvidé, los recuerdo con cariño, son la base de lo que soy, me demuestran que nací así, nací sumisa.

Esta soy yo