lunes, 28 de noviembre de 2016

De sexo y laberintos

Lost on You - LP

Con la luz apagada, bajo el edredón me desnudo, no lo veo, no lo necesito, me basta Su piel, Su olor, Su calor para guiar mis besos por todo su cuerpo. Quiero hacerle el amor con todo mi ser, que no haya ni una parte de mi cuerpo que no le dé todo lo que tengo para Él. Siento Su piel en mis labios, despacio, sin prisa, tenemos toda la noche para amarnos. Comienzo a bajar suave por Su pecho, Su barriga hasta meterme bajo el edredón, pero antes coloco mi pelo para que mientras yo bajo lo vaya acariciando, quiero que mi pelo también le haga el amor, que lo acaricie como podrían hacerlo mis dedos, mi pelo soy yo también, ni uno solo de mis cabellos está falto de amor para Él. Noto mi melena por su estómago, y mi boca se encuentra con Su polla y entonces me pierdo en Él, lo lamo, lo saboreo, me entrego sintiéndome diosa, quiero darle mi magia, mi divinidad en cada lamida, quiero que Él también se pierda en mi boca, se pierda en mí, quiero lamer sus ingles, sus muslos, quiero perderme, quiero notar la suavidad de la lengua en Su piel, cada poro, cada rugosidad, cada vena, cada cicatriz, quiero perderme, lamerlo en un estado de semiinconsciencia, en ese estado que me surge cuando abandono mi mente, cuando la echo a un lado para solo sentir, para solo hacer sentir. Quiero transmitirle todo el amor que tengo, quiero hacerle llegar mi esencia, que me sienta tal y como soy, desnuda de mente y cuerpo. Vuelvo a subir lentamente, salgo de debajo del edredón y me siento como Alicia saliendo del País de las Maravillas por el agujero de la madriguera “¿Por qué? ¿Por qué me das tanto?” me pregunta con una voz profunda, y solo puedo contestarle dándole más… Le lamo el cuello, mordisqueo Su oreja mientras lo masturbo con el hueco que queda entre mi muslo y mi barriga, ningún recoveco de mí se quedará sin darle… Levanto Sus brazos y los acaricio con mis uñas suavemente, recorro Su axila con mi nariz, lo huelo, lo absorbo, transformo Su olor en pasión, me embriaga de deseo, me pierdo en sus feromonas, me pierdo en Él…


Y el momento ha llegado, quiero cabalgarlo, quiero subirme sobre Sus caderas y explotar, al fin explotar mi feminidad, mi divinidad, mi magia, quiero darle mi magia… Me penetra, en la oscuridad lo noto penetrarme, lo siento, lo acojo entre mis labios, lo saludo con mi humedad, lo complazco con la ternura de mi vientre, soy tierna por y para Él, soy laberinto pues se pierde en mí, Él es laberinto pues me pierdo en su amor… “¿Por qué me das tanto placer?”  Y qué es el placer sino una respuesta física positiva ante el amor que se recibe, no le doy placer, eso es solo el síntoma de que le llega mi amor. Y yo también lo siento, yo también echo la cabeza para atrás mientras noto Sus manos en mi cintura, mientras me mueve contundente. Me vuelco hacia delante, buscando Sus labios, Sus besos, busco que me llene la boca con Su gemido y llenarle la Suya con los míos. Vaya noche de sexo, vaya noche de laberintos bajo la Luna…


Pero el equilibrio es la base de la vida, el equilibrio es la búsqueda eterna, es la clave de la magia, yo ya le he dado mi energía suave y tierna, yo ya me he entregado como solo puedo hacerlo. La diosa dócil, templada y erótica ya ha hecho su parte, ahora el dios pide su turno, no lo pide, lo exige pues su energía es necesaria para que la magia ocurra. Me tumba, se yergue, veo su torso ancho elevarse sobre mí, lo veo entre mis piernas que separa con Sus manos firmes. Se echa sobre mí, pecho con pecho, hace el movimiento y busca una entrada más cerrada, busca perderse en mi dolor, busca equilibrar la ternura con Su brusquedad, y ese contraste me eleva, notar el dolor en mi culo después de tener mi coñito al borde del orgasmo, el contraste que me lleva al precipicio de la vida, me lleva a asomarme a mi verdad, a nuestra verdad. Me embiste y yo aguanto los quejidos, de nuevo el equilibrio, ante el gemido: la queja. Ante el flujo: la lágrima. Ante mis caricias: Sus bocados. Ante mi amor calmado que pide y entrega: su amor arrebatador que exige y da sin dilación. Y el momento de perderse definitivamente el uno en el otro se acerca, lo noto en mis entrañas, esas que se contraen locas de placer y felicidad, llenas de dolor y realidad, lo amo, me ama, y nos corremos juntos, gemimos, quejamos, apretamos los ojos, yo en el hueco de su clavícula y Él en el mío, le entrego mi orgasmo y Él me da el Suyo, es magia, es amor, es vida, es mundo, es historia, es la diosa y el dios siendo eternos y mágicos, no puedo ponerle palabras más sencillas, menos místicas, es la alquimia que convierte lo terrenal, lo carnal, en lo divino…


Se vence sobre mí, Su peso me devuelve a la realidad, me hace recordar que es humano, que somos carne y huesos. Me hace perder lo etéreo y es justo en ese momento, cuando mi cuerpo vuelve a sentir su límite, cuando se rompe, cuando de la boca del estómago sale un llanto inconsolable, un llanto que en el momento de máximo dolor no hacía ni el amago de asomar, pero ahora se derrama por esos ojos que vuelven a ver. Es un llanto que me vuelve mujer, que se despide de la diosa, que la guarda de nuevo en el cofre del tesoro, pues el mundo no está preparado para verla, pues por ahora sólo Él es digno de contemplarla en su totalidad.


Sale de mí y me prometo en silencio guardar su semen dentro el máximo tiempo posible, como si guardara un trocito de esas sensaciones mágicas, como si aguantándolo alargara la magia, como si guardando su esencia dentro me mantuviese perdida en Él…


Pero los laberintos no son eternos, al final encuentras la salida, al final te encuentras, y es que es eso, eso lo resume todo: perdiéndome en Él, me encuentro.


 

lunes, 21 de noviembre de 2016

El libro

"Mamá ¿Cuándo y cómo decidiste escribir un libro? ¿Por qué?"


En unos años imagino a mis hijas, ya mayores, haciéndome esas preguntas, quizá nunca lo hagan, pero no puedo evitar pensarlo. Por si acaso esto es lo que dejo escrito para ellas:


Un día decidí seguir lo que mi alma me marcaba, decidí escribir. Tenía un blog, cada semana me propuse publicar una entrada. Me costó mucho aceptar cuál era mi vocación, así que cuando lo hice me propuse hacer de ello parte fundamental en mi vida, darle el lugar que siempre le correspondió ¿Y sabéis qué pasa cuando decides escuchar a tu alma con todo lo que conlleva? Que obtienes recompensas. Un día estaba sentada frente a mi ordenador, sonó una canción y de repente mis dedos se pusieron a teclear, eso no era raro, pero lo que escribía sí, salía de un sitio distinto, las lágrimas brotaban sin entender el motivo. Cuando terminé ese texto lo leí como unas diez veces, qué era eso, me parecía realmente triste y hermoso, pero lo que me llamaba la atención es que no me servía como entrada de blog y no quería dejarlo olvidado en mi ordenador. Entonces comprendí que acababa de escribir el primer capítulo de un libro que yo no sabía que iba a escribir. Ese día empecé un camino extraño, de textos que salían aleatorios, textos en lo que me reconocía, no era mi vida, yo no era la protagonista pero ponía un poquito de esa Ángela, que era en ese momento, en cada palabra. Escribir ese libro fue una terapia, fue algo que necesitaba más que algo que quería hacer. Y un día lo terminé, porque toda historia tiene que tener un final y, cuando llega, te enfrenta al siguiente paso, te enfrenta a la certeza de que debes tomar una decisión, que sentarte frente a la chimenea a escribir sola, es fácil, sólo tú lees, solo tú te lees. Y tuve miedo, vuestra madre tuvo mucho miedo, aquello era una etapa, era algo que cuando leyese al tiempo ya no me diría tanto, ya no me resultaría tan sanador, porque escribir ese libro ya había sanado lo que tenía que sanar en mí. Solo por eso le debía sacarlo a la luz, no podía dejarlo morir en el olvido. Decidí publicarlo. Sabía que sería difícil, ese libro mostraba partes de mí que muchas personas no conocían, tenía miedo a mostrarme, tenía miedo a que me juzgaran. Tenía miedo pero siempre fui valiente por narices, no puedo hacer algo distinto a lo que tengo la determinación de hacer. Para superarlo di el libro a las dos personas ante las que más me preocupaba sincerarme y a la vez más necesitaba que me apoyasen: se lo di a mi madre y se lo di a mi padre… cuando ambos me llamaron llorando, emocionados, me sentí fuerte y afortunada, supe que cuando eres valiente y sigues tu camino todo se pone de tu parte.


Y el día llegó, ojalá pudiera decir que fui rápida, que lo hice sin inseguridades, pero no. Queridas hijas, si algún día leéis esto quiero que sepáis que pensé mucho en vosotras, en si había alguna posibilidad de que publicarlo os afectase pero, a pesar de esa angustia, quise dar ejemplo, quise predicar con mis actos. Pensé en vosotras de mayores, persiguiendo vuestros sueños, pensé en la de veces que os repetiría que lo hicieseis fuera el que fuese…


Queridas hijas, la historia de aquel libro fue la historia de una deuda con unas palabras, la historia de un sueño que no sabía que tenía, de un deseo que apareció y estaba obligada a cumplir. Y es que creemos que sabemos cuáles son nuestros sueños, creemos que lo sabemos todo de nosotros, y la realidad es que somos una auténtica sorpresa para nosotros mismos. Los sueños hay que dejarlos salir, no hay que buscarlos, si fluimos salen solos.


Estuve llena de incertidumbre ¿Qué pasaría después? ¿Quién lo leería? ¿Me criticarían? ¿Me juzgarían? ¿Sería positivo o negativo? ¿Escribiría después alguno más? Queridas hijas, si algún día leéis esto ya sabréis la respuesta a esas preguntas, yo aún no. El 13 de diciembre empezaré a salir de dudas…

lunes, 14 de noviembre de 2016

Recuerdos

Ride - Lana del Rey


Es curioso cómo es la mente, cuando echas la vista atrás idealizas todo lo que viviste, incluso cuando recuerdas que no estabas bien… Hoy me he puesto a Lana del Rey y he recordado cuando escribía con ella de fondo, cuando mi vida era bonita pero no dejaba de tener ese trasfondo triste que Lana da a sus canciones.


Cuando escribía con ella de fondo me sentía sumisa a secas, en aquella época aún no había descubierto el mundo que ahora he descubierto, aún no le había dado explicación a todo lo que le doy ahora. Cuando escribía con Lana de fondo, éramos solo un Amo y su sumisa. Ahora sigo entregada, pero hemos evolucionado, porque de eso va la vida, de eso se trata, de evolucionar siempre, por mucho que te guste algo debes seguir avanzando, y al avanzar esa sensación desaparece tal y como la sentías. Yo he avanzado, y ahora no siento como sentía cuando escribía con Lana de fondo, ahora percibo cosas más profundas, ahora los sentimientos se han matizado. La entrega es entrega pero no es igual a como fue, porque cuando avanzas todo se transforma inevitablemente. Y aunque ahora siento cosas más bonitas, aunque ahora la magia es más magia, no puedo olvidar todo lo que sentí por el camino, no puedo no añorar las diferentes etapas del camino. Añoro esos tiempos, como de aquí a nada añoraré estos…


Y hay que conducir, conducir adelante pues para atrás no se puede, es estancarse o avanzar, esas son las opciones. Quedarse paralizado, extasiado por lo maravilloso de este momento o crecer con la fuerza de esa maravillosa sensación.


Guardo mis recuerdos como tesoros en el corazón y a veces los saco para contemplarlos: el día que me regaló el collar, el sentirlo en mi cuello con los ojos cerrados, abrirlos y verme tan guapa en el espejo, aquellas bodegas, aquel vino, aquel cumpleaños, aquella noche, aquella pinza de madera que se resistía, aquel abrazo, mirarlo reflejado en un espejo mientras me tatuaban su nombre, aquel viaje a Bilbao, nuestro viaje de novios, aquel concierto, aquella sonrisa, aquellas palabras, aquellos azotes, aquel polvo, aquel, aquel… aquellos tiempos. Soy una melancólica, no lo puedo evitar, mis recuerdos componen mi vida. No puedo vivirlos y olvidarlos sin más, las sensaciones crean una red de emociones en mi interior, una red de seguridad, una red que no me deja caer, es la red que me protege mientras ando por esta cuerda de equilibrista que es mi vida. Y a veces cuando me  desequilibro, caigo sobre ellos y me paso unos días rememorando, obligándome a sentirme como me sentía, y dando las gracias, las gracias por todos y cada uno de esos recuerdos, gracias por saber que ahora construyo nuevos, aunque ahora no me parecen tan maravillosos como me parecen los más antiguos. Porque la mente es así, no podríamos cargar con todo lo que cada momento conlleva y nos deja solo lo bueno, incluso de los peores momentos, me deja una sensación de dolor pero dolor lejano, un dolor que también aporta. Porque de aquel vino solo recuerdas su sabor, tu sonrisa mientras lo bebías pero no recuerdas que en tu cabeza aún había un montón de preocupaciones absurdas porque no habías aprendido a vivir el presente, pero recuerdas solo el vino y la sonrisa… Cualquier tiempo pasado fue mejor siempre se ha dicho, y no creo que sea cierto, nuestros recuerdos están ahí para hacernos sentir como si tuviésemos dentro un cajón lleno de lucecitas de colores, de chispitas que utilizar cuando necesitemos sentir cosquillitas en el estómago, para recordarnos que lo que ahora vivimos pronto será un recuerdo, una chispita, así que hay que saborearlo, no menospreciarlo nunca.


Cuando escribía con Lana de fondo yo era mucho más triste, aún estaba muy perdida, ahora sigo perdida pero mucho menos y de otra manera, ahora tengo mucho más asentado. Y si hablo respecto a mi relación estoy totalmente encontrada, al fin he dado la vuelta que debía dar respecto a mi entrega, respecto a mi sumisión. Cuando escribía con Lana de fondo estaba en el proceso de renacimiento, de ajustes, estaba aprendiendo lo que era la entrega real. Por eso lo recuerdo con tanta nostalgia, porque eran sensaciones completamente nuevas, eran sensaciones duras pero maravillosas. Y ahora solo recuerdo lo bonito, pero debo repetirme que fue también duro, para comprender el momento en el que estoy ahora, que aunque es en otro aspecto de mí, es lo mismo. Estoy renaciendo, estoy descubriendo todas esas sensaciones nuevas, y aunque ahora me parezca duro, pronto reforzará esa red de seguridad que son mis recuerdos. Y es así como estos nos ayudan, no podemos olvidarlos ni tampoco vivir aferrados a ellos, los recuerdos deben enseñarnos en qué se convertirá esto que vivimos, nos ayudarán a superar los malos momentos, si sabemos usarlos, nos llenarán la vida de chispitas…


Ahora estoy frente a la chimenea, escribiendo con Lana del Rey de fondo, recordando, este es un momento sencillo, tranquilo, pero lleno de matices, un momento en el que me doy cuenta de qué quiero recuperar de aquellos días para aportar al ahora, y qué cosas, por muy bonitas que fueron, es mejor que queden en el pasado, en el recuerdo.

lunes, 7 de noviembre de 2016

Entrega ciega y entrega absoluta

En twitter empecé a seguir a una chica que está muy triste, contaba su historia de cómo entregarse la había dañado, cómo había acabado rota por entregarse. Eso me hizo reflexionar y al fin comprendí por qué muchos se llevan las manos a la cabeza cuando digo que mi entrega es absoluta. El problema es que confunden entrega ciega con entrega absoluta.


Mi entrega es total y absoluta, como ya sabéis los que me leéis, pero jamás ha sido ciega. La diferencia creo que salta nada más poner los dos títulos juntos. Yo conocía muy bien a quién me entregaba, pero conocer con lo bueno y lo malo. Para mí el Amo puede ser un dios pero no lo idolatro, no es un ser perfecto sin defecto ninguno, es un hombre, al que venero al completo, siendo consciente de todo lo que Él engloba, lo bueno y lo malo. Una vez que conoces a una persona en profundidad es cuando te planteas si en conjunto te da la confianza como para darte entera. Para mí sus puntos débiles no son importantes, no me ponen en peligro, ni me hacen tener miedo a que me destruya a ningún nivel. La entrega no ha de ser ciega en ningún sentido, tienes que mirarlo a Él en todo momento pero debes mirarte a ti también. Entregarte no te exime de la responsabilidad de crecer, de hacerte fuerte, de encontrar tu poder, no es un poder que amenaza al Amo pues no pretende entrar en una lucha de dominio, ya que tú conscientemente y conociendo toda tu fuerza te entregas a esa persona. Y eso no significa que renuncies a ella, simplemente en ese caso y sólo con esa persona, pones tu poder a su servicio. La entrega ciega es la que no se hace preguntas, la que no investiga por qué cada uno hace lo que hace. Imaginemos que nos da un ataque de celos, la entrega ciega no se pregunta por qué nos da, simplemente lo pasamos mal el rato que sea, y cuando estamos más calmados nos volvemos a poner bien hasta que llegue el próximo mal rato y así. Ante un ataque de celos habría que preguntarse ¿Por qué me estoy sintiendo así?¿Acaso hay algo que me haga sentir insegura?¿Ese algo tiene que ver con Él o conmigo?¿Él hace algo que me haga desconfiar o es que yo aún no estoy lo suficientemente segura de mí misma?... El mal rato es el mismo, o peor, os lo advierto, pero el resultado es lo importante.


La entrega ciega no solo nos hace daño a los que nos entregamos, también se lo hace a quién domina, imaginad la carga que debe ser para alguien que lo sigan ciegamente, la carga de que te consideren perfecto, que le eches la responsabilidad total de todo lo que pasa contigo, por dentro y por fuera, volvemos a una de mis comparaciones favoritas: guiar o tirar, de la que ya hablé aquí. Somos compañeros de viaje, cada uno lleva su camino, no dejo que Él ande el mío, solo me guía, Él en su camino domina y yo en el mío me someto, pero tengo que tener los ojos bien abiertos porque tengo que mirar por dónde piso, disfrutar de las vistas del trayecto, sentir cada paso que doy, porque es mi camino, mi vida. La entrega absoluta se hace muchas preguntas aunque al final la conclusión sea: tiro por donde Él me dice. Pero eso es una conclusión no un juicio ciego y vacío. Porque, en mi opinión, la entrega ciega es una entrega vacía, una entrega autómata que acaba aburriendo, o incluso destruyendo, a ambos, no hay preguntas, no hay crecimiento. Y ojo, yo no digo que cada orden se cuestione, no digo que le haga mil preguntas, es un proceso interno, es un trabajo personal, es un trabajo de escucharnos a nosotros mismos, a veces la pregunta o la conversación conmigo misma sencillamente es: ¿Lo hago o no lo hago? Es el Amo, yo soy Suya, lo hago. Otras es: Me ha dado tal orden y algo dentro de mí se resiste ¿Por qué me resisto? ¿Es porque creo que la orden me puede hacer daño o es porque mi soberbia se está revolviendo? Etc… en mi caso acabo obedeciendo porque sé que estoy con la persona que tengo que estar y que sabe bien qué estoy preparada para afrontar, y porque tengo claro que quiero dar los pasos que Él me dice que dé, pero eso no significa que yo sea consciente de que me costó dar ese paso y del porqué me costó darlo.


Yo lo venero, pero no estoy ciega, sé cómo es, qué cosas me encantan de Él y qué cosas podría mejorar, es una persona como lo somos todos. Y sabiendo la persona que es decido entregarme de forma absoluta, jamás ciega.


Hace poco en twitter se generó otro debate, hablar de los defectos del Amo sí o no. En mi caso no voy a negar que me esté costando escribir ciertas expresiones en público, porque aunque yo lo conozca en todos sus aspectos no significa que tenga que airearlos, pero como defendían algunas personas, hay una especie de teatralidad en la entrega y el dominio, una teatralidad que hace que parezcamos actores de peli romántica todos guapos y perfectos. Eso hace daño a todos, le arrebata lo real a la entrega y al dominio, lo relega a fantasía y lo destierra de ser una forma de vida, porque nadie puede cumplir expectativas fantasiosas las 24 horas 7 días a la semana. No voy a hablar específicamente de nada, pero creo que sí es necesario escribir esto, recalcar que somos humanos y que ser Suya también pasa por cuidarlo a Él, aconsejarlo cuando me lo pide, ayudarlo cuando algo le cuesta, decirle con mi actitud: no tiene que ser perfecto, yo me entrego y lo amo tal y como es.