jueves, 10 de mayo de 2018

Normas que no pone

Hace un tiempo empecé a notar unas leves molestias en un riñón, esto me hizo observar que no bebo nada de agua, a veces comiendo un vaso, pero otras ni eso. Sé lo malo que es para mí, pero me cuesta horrores coger el hábito de beber.

Hoy en el gimnasio, mientras me obligaba a dar un sorbo de la botella, pensaba en lo fácil que sería si Él me forzara a beber, en lo fácil que sería para mí cumplir Su norma. Pero por otro lado veía tan claro que no somos así, sobretodo que Él no es así. Es cierto que desde Su postura podría ayudarme de una forma fácil poniendo normas a todo aquello que me cuesta y que es bueno para mí, pero Él nunca ha sido de ir a lo fácil. Para Él ese tipo de cosas debo conseguirlas por mí misma, porque cada uno debe ser responsable de sí mismo. Antes tenía un problema importante de falta de fuerza de voluntad y yo me enfadaba porque quería que Él me dijese qué tenía que hacer, veía tan clara que esa era la solución que no veía que eso no solucionaba nada. El motivo por el que hacemos las cosas es TAN importante. Si bebo agua por obedecer, lo hago por Él, y lo hago porque obedecer me es fácil y me gusta, pero qué hay de mi cuerpo, de lo poco que lo valoro, de hacer las cosas para cambiar algo de mí que hay que cambiar, qué hay de quererse y comprender que esta es nuestra vida y solo nosotros podemos salvarnos, que no podemos pedir a nadie que lo haga por nosotros.

Esto me parece tan importante, en una relación como la nuestra o en cualquiera, me parece la mejor manera de alejarse de la toxicidad, de cargar a los demás con nuestra responsabilidad, de huir de victimizarnos con el “Ay, oblígame tú que pobrecita de mí yo sola no puedo”.

Observo mis normas y todas son para hacer cosas “extra” que a Él le gusta que haga, para divertirnos, basadas en el respeto, en el protocolo… pero ninguna en sustituir mi incapacidad para hacer ciertas cosas con un mandato.

Y no es que pase de mí, no es que le dé igual lo que me pase, por supuesto que me “regaña”, igual que yo puedo hacerlo con Él o con mis hijas cuando veo que hacen cosas que no son buenas para ellos, pero en esta familia somos muy conscientes de que la vida es únicamente de cada uno y cuidarnos es cosa nuestra, los demás solo podemos ser apoyo, no sostén.

Y que lo admiro es cosa ya muy escuchada, pero es que cada vez que llego a la conclusión de Su tremenda inteligencia, tan natural y sencilla, que comprende las cosas de una forma tan clara, que las hace sin más, que consigue que nuestra relación sea tan sana, tan grande… no puedo evitar que me invada ese calor en el pecho, que los ojos se me llenen de admiración.

A veces me hace mucha gracia sentirme como una niña que no comprende muy bien las cosas de mayores y un día de repente dice: ¡Aaaaah! ¡Que eso lo hacía por esto!

jueves, 3 de mayo de 2018

Olvidando que no sabemos bailar

Nothing´s gonna hurt you baby - Cigarettes After Sex

Te susurro guarradas al oído. Haces que rompa mi vergüenza, haces que la palabra “coñito” se me quede corta, haces que tenga ganas de decir las palabras más obscenas con el único fin de sacarte esa mirada perversa, que vengas a casa con ganas de agarrarme del cuello y empujarme sobre la cama, con ganas de arrancarme la ropa y follarme como si fuese la primera y última vez que follamos.

 

Me imagino esta luz gris de lluvia primaveral en nuestro dormitorio ahora mismo, me imagino nuestros cuerpos desnudos, imagino que apareces ahora mismo para cumplir esa imagen, esa de estar los dos pegados bailando esta canción mirándonos a los ojos, bailando lento y con movimientos extraños, olvidando que no sabemos bailar, olvidando que bailar sin saber puede ser ridículo, olvidando que el tiempo existe, olvidando que acabaremos follando… no hay prisa por muy excitados que estemos, solo queremos bailar. Y aquí me tienes mi vida, intentando escribir una sensación, intentando transformarla en una imagen… Visualizo cómo me echas sobre la cama, cómo deslizas tu lengua por mi barriga hasta llegar a mis pezones para devorarlos, para estirarlos y hacerme sufrir. Qué estremecimiento tan divino, qué diabólico. Sigues subiendo por el cuello, mordiendo y lamiendo. Me agarras fuerte del pelo y tiras hacia atrás, nuestras mejillas se juntan fuerte, con rabia, una rabia fruto de la impotencia de no poder transmitir todo lo que sientes y comienzas a decir: “tus pies son míos, tus rodillas y pantorrillas, tus muslos y ese coño que huele a magia y a puta son míos. Tu ombligo, tu vientre, tus órganos, tus tetas y esos pezoncillos sensibles, el cuello, las orejas, tu sonrisa y tu lengua son mías, tus ojos oscuros, tu nariz, tus mejillas y esas pecas que las manchan. Eres tan mía, cariño, eres tan mía…”

 

Cómo odio ahora mismo estos pocos kilómetros que nos separan, qué celos más locos de ese ordenador que estarás tocando… qué lentos pasan las horas que quedan hasta que vuelvas a besarme.

 

Bailemos, como si esta fuese la mejor canción del mundo, como si el bailarla fuese lo mejor que se puede hacer en la vida.

 

Yo prometo no contenerme, prometo no guardarme ninguna mirada, ni un solo gesto, prometo no guardarme ni una sola barbaridad dentro, y si ves atisbo de vergüenza en mi mirada, abofetéame, ahuyéntala, no me deja vivir en paz y no la quiero. Prometo soltarme entre tus brazos, prometo derretirme por cada “Mía”, prometo volverme río sobre tus caderas, prometo no contener la saliva, ni las lágrimas. Prometo…

 

Te escribo obscenidades, sacas esa parte de mí que me libera, que me revoluciona por dentro, que me llena de deseo y pecado, que eriza todo mi cuerpo.

 

Ven, vamos a bailar desnudos, olvidando que no sabemos bailar, quiero sentir tu polla aún flácida en mi piel, quiero notar cómo se va endureciendo conforme mis tetas rozan tu pecho con esta canción de fondo y con la ciudad mirándonos tras la ventana…

 

Ven, ven este día gris de primavera, bailemos desnudos, ven y hagamos que esto no acabe nunca…