viernes, 26 de junio de 2015

Un corazón que late

Fever Ray - If I had a heart


El cavernícola arrastrándome del pelo hasta la cueva para follar a perro por instinto. El vikingo que vuelve a casa de la batalla, sudoroso, sangriento y lleno de deseo en los ojos. El caballero feudal que se cree con el derecho de desvirgar a la doncella. El marido machista de antaño, que quiere su brandy y las zapatillas listas cuando llega a casa… mi sumisión es historia. ¿ Y si fui cada una de esas mujeres y si Él fue cada uno de esos hombres y nos gustó?.
Y si somos producto de lo que fuimos, y si en vez de fantasías son recuerdos. Y si yo quería ser doncella o vikinga, y si yo me dejaba arrastrar a la caverna, Él tiraba por instinto, yo me sometía por naturaleza. Y ahora no puedo llamarle de Usted por la calle, ahora la gente me mira mal cuando le sirvo, y si fuimos un corazón que ahora nos quieren arrancar, un corazón que, nos dicen, late mal.
Pero estos latidos me llenan de sangre y vida, estos latidos son los que marcan mis días.


Cuando llegue la noche latamos juntos, Usted con Su correa, yo con mi llanto. ¿Acaso no se trata de vivir, de mantenerse vivo como sea? Pero la mierda inunda el mundo, la naturalidad está penada, nosotros señalados.
El dolor físico es una aberración, aún cuando es consensuado, pero el dolor emocional está a la orden del día, sin castigo alguno. La libertad se esconde en locales clandestinos, sale de noche a hurtadillas, visita algunas camas, llena de aire algunos pulmones. Pero llega el día y tiene que volver a huir. Nadie quiere saber tu verdad, nadie quiere ver que sometida eres feliz. Oh! Dioses! ¿De verdad hay otro infierno peor que este, peor que este mundo que señala al libre, que impone leyes, peor que este que decide sobre tu cuerpo y tu vida?.
Dicen que si enseñas tu cuerpo está mal o está bien, dicen que ser sumisa es una cosa, definen que ser Amo otra, y tú no encajas, tú solo quieres pertenecer, quieres traer al presente ese corazón sumiso del pasado. Tú solo quieres servir sin lógica, quieres ser Suya sin importar cómo. Cada minuto, cada segundo, cada latido.
Cada día soporto menos ir por la calle, gente que vive vidas infelices me rodea, gente que sacrificó su única vida por condicionamientos absurdos, gente que no va más allá… y nos miran, nos señalan, miran nuestro comportamiento, tachan los castigos de algo aberrante, sin importar que mis lágrimas salgan de unos ojos brillantes y colmados de dicha.
Dime tú que me miras, dime tú que me señalas, por qué lo haces, qué más te da si soy buena sumisa o no, qué más da si te parece bien o mal lo que hacemos. No juzguéis y no seréis juzgados, dijo una vez un pobre sabio, no un dios. Dejamos que elijan por lo que tenemos que luchar, dejamos que transformen la sabiduría en dogmas ilógicos, en fachadas en las que ocultar la verdadera maldad. Dime tú, dime tú que siembras dogmas para recoger justificaciones. Yo no necesito sentenciar para justificarme. Soy como soy, no voy a buscar más explicación, me gusta que me someta, sentirme inferior a Él, satisfacer Sus deseos, también soy una princesita, caprichosa, presumida y miedica, una niña tonta que desea cosas que luego no puede soportar, ¿Y ahora qué? Con qué me vas a atacar si ya me he desarmado.
Quizá me desnudo mucho, quizás me abro demasiado, pero la mejor coraza es la desnudez. No tengo nada que ocultar, la mejor defensa es no tener secretos. Me llamas puta, sí lo soy. Me llamas sumisa, si lo soy. Me llamas pervertida, sí lo soy, me llamas… qué, ya se han acabado tus insultos y ataques, ya no te queda nada, ya estás agotado, y yo sin embargo aquí sigo sonriendo, latiendo...

jueves, 18 de junio de 2015

Confesiones bajo el limonero

Elvis Presley - My way


Fuimos a casa de mi abuelo, es una finca grande llena de viñas, bueno era, ahora sólo hay tierra removida y hierbas secas. Por aquella tierra yo corría de pequeña, adoraba quedarme a dormir los sábados para amanecer con la luz del domingo entrando en aquel salón, ver a mi abuela y su eterna sonrisa con el cola-cao y el paquete de galletas príncipe en la mano. Mi abuela me quería con locura, fui la primera nieta y hasta muchos años después no tuvo otra, siempre fui su “pajarillo”, al que pacientemente daba de comer. Mi abuelo siempre estaba en aquel campo, sembrando patatas, haciendo vino, construyendo conejeras… cómo me gustaban esas conejeras, era un habitáculo con ladrillos de hormigón visto, nada bonito, a mi abuelo nunca le ha importado eso. Dentro había jaulas amplias para cada conejo y podías ver a los conejitos recién nacidos crecer. Las conejeras ya no existen, sólo hay tres paredes a medias, sin tejado, sin jaulas y sin conejos. Y allí bajo el limonero, que sí sigue en pie al lado de las ruinas, mi padre trajo dos sillas viejas para sentarnos a hablar.
Odio ir a esa casa desde que mi abuela murió esta navidad, veo su sillón y es como si todavía estuviera allí sonriéndome mientras me dice lo guapa que voy siempre, a diferencia de su marido, para ella la imagen era muy importante. La veo tocando su bandurria y canturreando canciones que saben a añejo. Por eso, cuando mi padre me dijo de salirnos al sol me alegré. Nos sentamos, las hojas de limonero matizaban la luz intensa de las 12 de la mañana. “Bueno, ¿Qué es eso tan horrible y que me va a asustar tanto?” Titubeaba, no sabía cómo empezar a contarle, a mi madre le dije que era sumisa y no lo entendió, creyó que me refería a una característica de mi personalidad, es por eso que esta palabra ha dejado de gustarme, confunde a los que no conocen su significado. Odio dar esas explicaciones, contarle a alguien que no sabe nada qué es ser sumisa, qué es el BDSM. Pero parecía tonta titubeando tanto, así que lo solté: Papá, desde pequeña he sabido lo que soy, es que yo… soy sumisa. Mi padre sonrió suave y asintió. Me confundí: ¿Sabes a lo que me refiero? ¿Sabes qué es el BDSM? él volvió a asentir. A partir de ahí la naturalidad fluyó. Lo primero que me dijo fue: “Lo único que me preocupa es si tienes claro que ser sumisa es serlo con una persona no con todo el mundo. No quiero que nadie que tú no quieras te controle o te haga sentir inferior” aluciné, no tenía nada que explicarle, no solo conocía de qué hablaba sino que hablábamos el mismo idioma. Sabía que mi padre no me rechazaría, nuestra relación es un poco atípica, yo no lo juzgo y él a mí tampoco, lo que no me esperaba es que con la persona que me iba a sentir más cómoda hablando de todo esto sería él, con la que iba a sentir que me entendía y que compartía la misma visión del D/s. Hablamos más, me preguntó cómo lo sabía desde pequeña, yo le conté que con mi vecina ya jugaba a la dominación, pero que cuando por casualidad vi Historia de O fue un bálsamo para esa niña que creía que era un bicho raro. Por asegurarme le pregunté si sabía qué película era, “Claro que lo sé, es una película preciosa” lo dijo como lo podría decir yo, me volví a sentir tremendamente confortada, una paz me invadía.
No sólo había aceptado la noticia sino que mi padre, un hombre muy vivido, estaba diciendo lo mucho que me admiraba : “Tuviste un par de ovarios, los tuviste y los tienes. Has podido normalizar algo que otros no. Fuiste capaz de confesárselo a tu pareja. Yo no, siempre he tenido pensamientos que me han hecho creer que soy un monstruo, me ayudas mucho siendo así de natural y sincera”
Hablamos mucho más, sobre la vida, sobre lo importante que es vivirla a nuestra manera, me dijo que últimamente no podía dejar de escuchar la canción de “My way” que esperaba que fuese la vida diciéndole que viviera a su manera y no que le decía que se fuese despidiendo, que no le daba miedo morir pero aún no quiere. Mi padre es joven, tiene 56 años, es alegre, vital… sigue conservando ese carisma con el que nació. Le dije que no creía que fuese a morir, pero que ya hablé de él en mi blog (“Mi padre ¿mi origen?”) diciendo que nunca había aceptado lo que era y la vida que quería vivir. Esto me hace reflexionar una vez más sobre la necesidad que tenemos algunos de que sea nuestra forma de vivir, no algo que vivimos esporádicamente. Mi padre ha sido un conquistador, ha viajado, ha estado con muchas mujeres y se ha movido en mundos en los que podía hacer lo que quisiera. Estoy segura de que habrá tenido sesiones, o al menos sexo dominando o haciendo ciertas prácticas, pero eso no lo ha satisfecho. Por lo que siento y por lo que él me dejó entrever, le hubiera gustado vivir una relación como la mía, que va más allá de todo. El no haberla conseguido lo atormenta. Me dijo que le encantaba que hubiera tenido esa confianza con él, pero que se preguntaba por qué lo había hecho, podría seguir ocultándolo y puede que él nunca lo supiera. Le di dos respuestas, primero es que quiero darle naturalidad y limpieza a mi vida, como dije en mi anterior post, no lo iré gritando pero tampoco quiero mantener un secretismo. Cuando ocultamos algo toma un cariz oscuro y turbio. Por otro lado, estamos en la era de la sobreinformación y del acceso sin restricciones a todo. Tengo un blog, tengo una cuenta en twitter y tengo otros proyectos en los que quizá también tenga que exponerme. No quiero que por casualidad las personas que de verdad me importan descubran cosas de mí por sorpresa, quiero estar tranquila en ese sentido. Imaginad por un momento que por esas casualidades de la vida algún amigo le diga a mi padre que mire mi blog, o alguna entrada, o incluso alguna foto y él me reconociera. Si no supiera nada la situación sería muy violenta, pero sabiendo todo de mí, la cosa cambia, seguiría siendo raro, pero es diferente.



Fue un día especial, sabía que había mucho de mi padre en mí, siempre lo he sabido, pero no creí que fuese tanto. Una calma se ha instaurado en mí, se han sosegado muchos de mis fantasmas, ahora entiendo muchas de las cosas que hizo, el por qué no podía seguir con mi madre, el por qué aunque la amaba con locura tuvo que separarse e irse. Ahora entiendo su búsqueda, su insatisfacción… yo también me sentí así, aunque por suerte tomé la decisión adecuada mucho antes.
Esa conversación fue un sueño bajo el limonero, fue un bálsamo que he buscado toda mi vida. “No tengas miedo, eres única. Solo te digo que te comas el mundo, haz lo que quieras, sigue siendo como eres y cómete el mundo. Estoy seguro de que lo harás, ya lo estás haciendo” terminó.



Escucho esta canción, miro a mi alrededor, me miro al espejo: soy una madre joven que iba a clase con la barriga gorda y los prejuicios encima, una emprendedora apostando por sueños que parecían imposibles y que voy cumpliendo poco a poco, soy Suya por completo, cada día y cada hora… pues sí, miro mi recorrido y puedo decir que, para bien o para mal, estoy viviendo la vida a mi manera.

martes, 16 de junio de 2015

Mi conflicto con la intimidad

El secretismo y el exceso de intimidad son un escudo, son una herramienta de esta sociedad que castiga a las víctimas asumiendo que los culpables nunca cambiarán. Así me siento, quiero gritar al mundo lo que soy, sobretodo quiero gritarle al mundo quién soy. ¿Por qué tengo esa necesidad? Porque me siento a gusto conmigo misma, no creo que haga nada malo, al igual que un homosexual necesita salir del armario, yo necesito salir de esta jaula que no elegí. En estos años he pasado del tabú más absoluto a la convicción de que la naturalidad es la clave. Pelusilla no es el nombre de un personaje, es el nombre de una parte de mí que debo ocultar. Llevo ya un tiempo dándole vueltas a la necesidad de luchar por la normalización del BDSM al igual que los homosexuales lucharon porque se aceptara su condición como algo normal. Así me siento yo, una incomprendida, esto no es un deseo sexual, no es que me guste jugar a determinados juegos, es mi forma de vida, es algo que soy, no algo que elegí ser.
Poco a poco he ido contando a mis allegados todo esto. Empecé con mi mejor amiga, continué con el resto de mis amigas y mi madre fue un paso fundamental. He tenido la suerte de que, aunque algunas no terminan de entenderlo, al menos me respetan y me preguntan dudas con normalidad. Este sábado cenamos todas mis amigas juntas, somos 6 chicas que estamos juntas desde el colegio. Llevábamos 6 meses sin vernos así que cada una por turnos contaba lo que le había acontecido. Llegó mi turno y decidí ser natural, aunque ya les había dicho mis sentimientos nunca había hablado sin miedo con ellas. No es lo mismo decirle a alguien “Soy sumisa” a decirle “Soy sumisa, siento esto, vivo aquello e implica todo esto”. Me daba miedo al rechazo, alguna vez hablé con un poquito más de libertad y sus caras fueron un cuadro, lo que me hizo sentir mal. Esta vez fue diferente, sus caras seguían siendo un cuadro, pero yo estaba tranquila, es normal que pongan esas caras, ellas no lo comprenden, no lo sienten, no lo viven. Lo que importa es que están ahí tratando de entenderte, escuchándote e intentando no juzgarlo. No puedo pretender que la gente entienda de primeras lo feliz que soy asi, y yo tampoco puedo juzgarlos por ello.
Lo que más me gustó fueron sus preguntas. Hubo algunas que me hicieron reflexionar especialmente. Yo les contaba que siempre tengo la libertad de dejarlo todo si no quiero entregarme tanto como me pide. Una de ellas, a la que llamaré E, decía que eso era una decisión muy dura, que era una falsa libertad, que estaba demasiado condicionada por todo lo que podía perder, así que no era una decisión libre. Yo le dije que es mucho más sencillo que eso. Nosotros no podemos vivir juntos de otra manera, cada uno ha encontrado lo que necesita, Él mi entrega, yo Su dominio, si alguno de los dos deja de darle al otro eso tendríamos que separarnos. Cuando Él me pide un poco más de entrega, no es una presión, en verdad lo que me dice es : Necesito esto ¿Vas a seguir siendo mía?. Vuelvo a compararme con la homosexualidad, si descubro que me gustan las mujeres yo le preguntaré “¿Puedes ser una mujer?”, evidentemente no, así que lo dejaríamos. Pues lo mismo como Amo y sumisa. No tomo mis decisiones desde el miedo, no decido acatar Sus peticiones por miedo a perderlo, por miedo a estar sola, por miedo a lo que viene tras una separación. Soy hija de padres separados y sé que no es el fin del mundo, es sólo un cierre de etapa. Tomo mis decisiones en base a mis sentimientos y emociones, las tomo desde el corazón. Lo quiero y me gusta lo que siento a Su lado, eso por ahora pesa más que cualquier cosa. No quiero que parezca que es un ogro que me pone entre la espada y la pared, en estos años yo le he hecho esa pregunta a la inversa muchísimas veces, por mucho que lo amara si no sentía que quería ser mi Amo, no quería estar con Él, no quería aguantarme y dentro de unos años culparlo de mi insatisfacción.
A veces siento que vivo en otro mundo, que veo las cosas de una forma diferente, y no lo digo como una ventaja o como desventaja. Simplemente las veo así y quiero decirlo, quiero expresar cómo vivo mi vida, evidentemente no voy a salir con una bocina a gritarlo a la calle, es solo no tener que esconderlo. Pero tienes que protegerte del simplismo de la gente que no se molesta en entender algo, de esa gente que al decir cómo soy me tachará de puta (en un sentido despectivo) y a Él de maltratador. Así que tengo que protegerme de los defectos de los demás, de su infelicidad. Siempre he defendido que una persona plena, completa, satisfecha, rara vez juzgará la vida de los demás, no tendrá tiempo, ganas ni necesidad.
Mi sexualidad y cómo vivo en pareja forman parte de mí, no quiero sentirme obligada a ocultarlo por ese legado histórico de que el sexo es sucio y malo. No quiero sentirme presionada por esta sociedad que quiere clones en vez de personas distintas. Esto es solo una reflexión, no es la determinación de hacer algo por dejar de ocultarme, por desgracia. Pero voy dando mis pasitos poco a poco.


Y deseo de corazón que algún día pueda contaros sin miedo quién es Ángela y a los que conocen a Ángela contarles sin miedo quién es Pelusilla. Contarles a todos quién soy.

martes, 9 de junio de 2015

Era, soy y seré una puta

“Qué puta eres” ”¿Por qué eres tan puta?” ”Cómo me gusta que seas así de puta” son frases que en lo que va de año se han vuelto muy constantes en mi vida. Creeréis que para mí es ofensivo o que es un insulto que tolero porque es mi Amo, pero no, es mucho más que eso, me siento liberada y aceptada. Soy una puta, siempre lo he sido, sólo que ahora no tengo por qué ocultarlo.
Puff… vaya presentación. A ver, para tratar de explicar a qué me refiero primero habría que definir un poco el término “puta” ya que si nos ceñimos a su significado es una mujer que cobra por sus servicios sexuales. No, no me refiero a esto, no soy ese tipo de puta, aunque haya fantaseado mucho con ello. Hace un tiempo hubo un debate en twitter sobre si eso era aceptable o no, que no era legal, pero si miramos el BDSM desde el prisma de la legalidad apaga y vámonos. Mi Amo no me prostituye, no porque no sea legal, ni porque sea denigrante para mí ni historias de esas, no lo hace porque perdería el control, el dinero crea en la mente de las personas la ilusión de que tienen derecho a algo, a eso es a lo que no quiere enfrentarse. Bueno, hecho este inciso continúo, la sociedad le ha atribuido a la palabra muchos significados que se entremezclan unos con otros hasta tal punto que dos personas pueden estar diciendo “Soy una puta” y cada una referirse a cosas completamente distintas. Puta puede ser una mujer que ha estado con muchos hombres (sí, lo que en versión masculina es un triunfador, follador, vividor). También puede referirse a una mujer que le gusta el sexo, atractiva y provocadora… aunque esta definición me guste, y pueda sentirme un poco así, no es a esto a lo que me refiero cuando digo que soy una puta. La definición que voy a dar de puta, es mía personal, puede que nadie lo vea así, simplemente le atribuyo esa palabra por poner una, y porque siento que me encaja bien. Me considero una puta porque deseo y he deseado toda la vida satisfacer a los hombres, ese ha sido y es mi fuente de placer.
Desde pequeña me he sentido atraída por los hombres, la sexualidad y la sumisión, pero una sumisión general. Siempre me he sentido inferior a los hombres y a algunas mujeres, decidme que eso está fatal que os diré que lleváis razón, pero es lo que sentía. Eso es algo que no he vivido de manera negativa, me sentía inferior a ellos y me encantaba. Lo que me gusta es saber que estoy satisfaciendo sus deseos, aunque no obtenga placer físico con ello. No me excita hacer una mamada, no me excita nada de nada, pero me gusta porque sé que estoy haciendo disfrutar. Siempre he tenido la imaginación muy activa, recuerdo ser niña, ir andando por la calle e ir imaginando lo que esos hombres que me cruzaba querían hacerme, he llegado a desear que me violaran de verdad, solo quería satisfacer. Esto que cuento es duro, siempre he pensado que estaba un poco loca, y puede que sea cierto. Si pienso en mi adolescencia y recuerdo las situaciones con los chicos, creo que muchos abusaron de mí, yo no sabía decir no, no sé si quería decirlo, me gustaba sentirme así en el momento, aunque después me quedaba muy mal emocionalmente y no sabía por qué. Recuerdo uno concretamente que sí dije que no quería, pero él insistió, me presionó, y cedí, cedí porque en el fondo yo pensaba que llevaba razón, que mi obligación era satisfacerlo. Poco a poco me fui creando una imagen ante mí misma muy oscura, quería eso, pero no lo quería así… Cuando llegó Él fue un soplo de aire fresco, sentí que quería estar con un único hombre. Mis “amigos” me dijeron que no duraríamos, que yo no servía para tener novio. Yo estaba segura de que se equivocaban, que simplemente nadie me había dado la oportunidad de ver que podía satisfacer no sólo un rato, sino toda la vida a un hombre.
Esto que estoy contando es algo que me avergonzaba y me avergüenza aún, pero al fin puedo aceptarlo, Él me ha ayudado a hacerlo. Tanto me avergonzaba que nunca se lo dije, incluso cuando le dije que deseaba someterme, no dije que sentía esa necesidad de satisfacer a los hombres en general, que aún seguía imaginando lo que los hombres querían hacer conmigo. Pero es un hombre inteligente y me conoce más que yo misma. A principios de este año todo cambió. Se había dado cuenta de que no había entregado todo de mí, que no era sincera del todo con Él, y quería tenerme entera: O te entregas de verdad o se acabó todo, en eso se resume lo que me planteó. Fue duro, todos esos años sentía que lo traicionaba, pero tenía mucho miedo, cómo contarle lo puta que era, lo mala persona que me consideraba, no me entendería ¡¿Quién entendería una cosa así?!... Para no variar me equivocaba. Se lo dije, se lo confesé todo, le dije el tipo de mente que tenía, cómo me sentía, me quité el mayor peso que me he quitado nunca, me quedé abatida, no sabía qué iba a pasar, quizá me dejaría para siempre, me repudiaría y no volvería a ser Suya… pero me dio otra opción, entregarme del todo, ser su esclava física, mental y emocional. Todo estaría bajo Su control, mi mente y mis pensamientos lo primero. Por eso llevo mi libreta, para apuntar cualquier pensamiento que tenga, si veo a un hombre y me siento inferior, o si me viene a la cabeza qué me haría, o si tengo un deseo… todo tiene que saberlo. Cuando eso pasa me castiga, me dice que soy una puta, pero a mí esa palabra no me suena a insulto, me suena a aceptación. Es algo que no me gusta de mí pero que está ahí, lo he puesto en Sus manos, para que Él haga conmigo lo que quiera. Que me castigue cuando lo crea necesario, que me abofetee mientras me dice que yo valgo más que todos con los que me he sentido inferior juntos. Él es la cura a mi enfermedad. Sabe que soy Suya, que Él me ha domado, que jamás obedeceré a otro hombre, que aunque las situaciones me pongan cachonda, nunca las realizaré si no es por orden Suya.
Es curioso, porque yo aún no lo he superado, aún no me siento bien con esa parte de mí, no me gusta tener esos pensamientos o sensaciones, pero Él sí, quizá porque es el motivo perfecto para castigarme, o quizá por la satisfacción que le produce haber sometido a la bestia, o porque sabe que, al ser así, podrá hacer conmigo lo que desee, pero solo Él y quien Él ordene.
Como siempre digo, no intentéis verme a través del BDSM, quizá lo que aquí he descrito no tiene nada que ver con lo que es una sumisa en BDSM, pero ya dije que nunca busqué pertenecer a este mundo, simplemente tengo un sentimiento parecido. Pero no soy sumisa, cuando descubrí el BDSM sí lo creí, ahora no, ahora soy Suya, simplemente. Quizá no entendáis por qué, pero por mucho que cuente hay cosas que callo. Mi vida le pertenece a Él, no a un Amo, no a un dominante que quería una sumisa, mi vida le pertenece exclusivamente a Él, es Suya porque se la ha ganado.

viernes, 5 de junio de 2015

Un día cualquiera

Cuando escucho esta canción imagino esas películas mudas y aceleradas, y así podría describir  mi vida, acelerada, divertida y a veces en blanco y negro...


Charlestone


Suena el despertador, lo apago y me giro para abrazarlo un minutito mas, por favor, quédese un minutito más, pero es demasiado responsable, nunca le gusta llegar tarde, se levanta para desayunar, yo me quedo quince minutos más. Lo oigo subir las escaleras y un “¡Pelusilla, la ropa!” suena. Mientras Él termina de asearse le preparo la ropa. ¿Puedo meterme ya en la cama Amo? “Sí, ya puedes meterte en la cama” Me meto con las sábanas aún tibias, adoro dormir, adoro la cama. Se acerca ya vestido, oliendo a frescor y erotismo. Me da un beso, lo quiero mucho Amo, le digo mientras sale por la puerta del dormitorio un “Y yo a ti” se oye por el pasillo. Ya no me duermo, remoloneo en la cama mirando el móvil o pensando en mis cosas, unos pasitos se escuchan subiendo las escaleras “Mamá ¿Puedo meterme un ratito?” al poco llega la peque también, nos adormilamos diez minutitos hasta que llega la hora de ir a vestirse. Les preparo la ropa, bajo a hacer el desayuno, me visto, siempre llevo lencería, las braguitas de algodón sólo para contadas ocasiones. Como voy sin Él debo llevar pantalones, si fuese a Su lado siempre falda o vestido. Me lavo la cara, me medio peino, las ayudo a terminar de arreglarse, comen y nos vamos al cole. Aparco siempre en el mismo sitio, vamos andando con otra madre que y me dice que acaba de poner una lavadora, yo pienso en mi montaña de ropa por lavar, planchar y colocar… Llego a casa, pongo una lavadora porque me ha hecho sentir culpable. Cojo la botella de yogur líquido, o un tazón de muesli y me subo al estudio. Hago repaso de correos, de la web, publico si tengo que hacerlo, hago las tareas que tengo programadas. Le escribo por el móvil: Hola Amo, ¿Cómo va la mañana? Puedo salir a comprar, o a una reunión, o lo que sea que tenga que hacer fuera de casa “Sí puedes” Gracias Amo. Me pinto los labios y me peino más en condiciones, cojo el bolso y no me olvido de mi libretita, hace tiempo el Amo me enseñó: “¿Sales a la calle sin zapatos? Pues no salgas de casa sin la libretita” bueno, el Amo y los castigos. Me monto en el coche y me dirijo a donde tenga que ir, pongamos que el centro comercial… me paso por el supermercado, siempre intento ponerme en una caja atendida por chicas, pero solo hay una abierta, y es un hombre. Es muy alto, feote, la cara un poco picada, las manos muy grandes, lo noto al darle la tarjeta, al comparar las mías con las suyas noto la desproporción que hay entre los dos. Mi mente calenturienta ya tiene para imaginar, imagino lo indefensa que estaría con él.
Llego a casa, suelto las bolsas, tuiteo alguna chorrada de las mías y me voy a por las niñas al cole. Llegamos a casa, caliento la comida, les doy de comer a ellas y yo espero a que venga mi Amo. Escucho la moto llegar, adoro ese sonido, lo miro entrar mientras friego los platos, qué sexy es, el polo le queda perfecto, sus manos agarrando el manillar, el brazo… Se abre la puerta de la entrada, las niñas corren “¡Papi!”, entra, me agarra de la cintura y nos besamos. Comemos mientras hablamos de cómo nos ha ido la mañana, estamos solos así que le hablo de Usted, termino las respuestas y las preguntas con un Amo, le retiro el plato ¿Qué quiere de postre Amo? Es de esas personas que se toma una fruta o el yogur que está a punto de caducar, y me mira un poco regañón cuando yo me cojo lo más dulce que haya en el frigorífico y un trozo de chocolate. Nos vamos con las niñas al sillón a descansar un poco o nos echamos una “siesta” el sexo de después de comer es el mejor, el que más me gusta. La tarde transcurre normal, con las tareas que tenga cada uno, Él estudiar y ayudar a las niñas con los deberes, yo limpiar o trabajar. Lo veo en su mesa metido en esos apuntes, me gusta pasarme de vez en cuando y besarle la nuca, lamerle un poco la oreja e irme, pero antes de salir de la habitación pongo mi mano en Su brazo y Él me la toca, es nuestra forma secreta de pedir permiso para salir de la habitación, un protocolo que seguir sin problema delante de los demás. Llega la hora de que las peques se vayan a la cama, les damos los besos mágicos, todo un ritual que me inventé para que no tuvieran miedo a tener pesadillas: “Muacks, requetemuacks, que esta niña no tenga pesadillas más”. Me gusta verlo desde el marco de la puerta, las niñas lo adoran y Él a ellas. Mi padre nunca estaba para darme las buenas noches y me alegro que mis hijas sí puedan disfrutar de ese momento.
Nos tumbamos en el sofá, Él tras de mí abrazándome fuerte, nos ponemos a ver alguna serie, Mad Men por ejemplo. Su mano se pasea por mis tetas, la mete entre mis piernas para luego olerse los dedos, noto en mi culo lo que eso le provoca, me aprieta un poco más fuerte y suspira. Cuando termina “¿Has apuntado algo en la libretita?” Sí, Amo, le cuento lo del cajero. “Pon la cara y retírate el pelo” me da una fuerte bofetada “Vamos a la cama” Subimos, antes me asomo a ver que las niñas estén bien. Al entrar en el dormitorio Él está de pie junto a la cama “ Quítate la ropa y ponte” me coloco encima de la cama a cuatro patas, oigo la puerta del armario abrirse tras de mí, no sé cómo de enfadado está, no sé qué instrumento usará, así que el primer azote es el que más temo, no sé a qué tipo de dolor me enfrentaré… cae el primero y el dolor es horrible, como me temía ha cogido la rama, la rama no te da descanso, el dolor del golpe se transforma en otro tipo de dolor pero también muy duro, no notas que se disipa cuando cae el segundo, y la punta, esa pequeña punta que hace herida al primer contacto, es pequeña pero muy punzante. “Mira lo que le pasa a las putas que van pensando esas guarrerías por la calle, me vas a obligar a encerrarte en casa” me dice mientras me acaricia un poco antes de la segunda tanda de azotes. Oigo la puerta del armario cerrarse y respiro aliviada, Él viene y me abraza, nos tumbamos en la cama mientras me tranquiliza “ Ya está, ya pasó. Ahora me vas a tocar la polla mientras me cuantas con detalle qué has imaginado que pasaba con ese hombre” Yo le cuento una de mis historias, sé que le encantan mis fantasías, así que le cuento cómo Él me lleva a casa de ese hombre para cederme, para verme sufrir en manos de un hombre tan desproporcionado, ver cómo me ahoga con una polla gigantesca en mi pequeña boca… está excitado, me abre de piernas y me folla, con esa mirada, me escupe en las tetas y en la cara “¡Qué zorra eres!” pero no suena a insulto o humillación, suena a gemido y placer, le gusta como soy, le gusta mi mente calenturienta, sobretodo ahora que la controla. “Sigue hablando, sigue contándome lo puta que eres” Se corre con mi historia de fondo. Yo estoy excitada, pero no estoy en posición de pedir un orgasmo, hoy toca darse la vuelta y dormir con las ganas entre las piernas. Me abraza, me relajo entre Sus brazos “Cómo me gusta que seas mía”, no sé describir ese momento, sólo puedo decir que vivo por estar ahí cada noche, por sentirlo dormirse abrazándome. Sí, soy Suya las 24 horas 7 días a la semana, no hay ningún momento del día en el que no tenga que responder ante Él. Da igual de lo que se trate, no le levanto la voz nunca, no tengo autonomía, por Él tienen que pasar todas mis obligaciones y decisiones. ¿Puedo quedar con mis amigas para tomar café, Amo?¿Puedo ir con mi madre a dar un paseo, Amo?¿Le gusta este vestido, Amo? Tengo que reunirme con tal persona ¿Puedo? ¿Puedo comprarme esto que me gusta?... ¡Qué locura! ¿Verdad? Pues es la locura que me hace feliz. Para mí esto no es un juego, es mi manera de ser, es la única forma de sentirme plena. Y vuelvo a repetir que no soy una persona sumisa en general, no soy retraída o callada, adoro debatir y rebelarme contra lo que no considero justo. Pero con Él es diferente, y no es que me aguante las ganas de contradecirlo por miedo o por reprimirme, es una forma de actuar, yo puedo decirle lo que quiera pero siempre desde el respeto, es más, una de Sus normas es que debo ser 100% sincera.
No hay interruptor, no puedo apagar y encender la sumisión, quiero pertenecer sólo a un hombre, que mis días pasen bajo Su dominación.
Y así transcurre un día normal en esta casa, puede que me haya saltado cuando me acaricia la cabeza, o cuando me agarra por detrás en la cocina mientras hago la cena, que siempre me da un azotito en el culo cuando voy andando delante de Él… son detalles cotidianos, gestos que me llenan aunque olvide enumerarlos. Trabajamos, somos padres, debemos llevar una rutina como todo el mundo, así que las sesiones, perversiones y humillaciones son para el fin de semana.

martes, 2 de junio de 2015

La sumisa anulada no es sumisa

¿Una mujer se anula por ser sumisa?¿Acepta porque sí el "todo vale"? No y no, un NO rotundo y como la copa de un pino. Aunque hablo desde mi situación en 24/7 creo que es algo extendible a todas las sumisas, ya cada cual que lo aplique a su situación.
Muchas veces me debato entre lo que siento y lo que debería de sentir, soy muy exigente conmigo misma, me planteo cómo quiero ser y me comparo con lo que soy, normalmente no me gusta lo que veo. Esto aplicado a la sumisión sería: cómo creo que debería ser, sentirme y como soy y me siento. Me gustaría poder acatar, que mis sentimientos se correspondieran con el pensamiento de “Es el Amo, puede hacer lo que quiera, nunca se equivoca, y si lo hace qué mas da, es el Amo”. Pero la realidad es otra, la realidad es que, aunque muy pocas veces, me enfado con Él. Y entonces llega mi conflicto interno, sé que llevo razón, pero no quiero sentirme así, no quiero que me de coraje nada de lo que hace, pero es inevitable. Tengo que decir en mi favor que creo haber encontrado un buen punto, la sinceridad, pero una sinceridad sin carga. Es decir, puedo contarle lo que me ha hecho sentir mal y por qué, en un tono suave y respetuoso, sin (casi) recriminar o echar en cara, lo que viene siendo ser asertiva. Creo que lo tengo bastante controlado, pero aún hay un diablillo dentro que me pica y me chincha y me dice que no es suficiente, que estoy enfadada y punto. El otro día me pasó, me enfadé, se lo dije asertiva, Él me escuchó y me dio la razón, todo pacíficamente y en armonía, pero ese diablillo no estaba tranquilo, seguía enfadada. Hay algo que no me deja cortar la situación, si ya me ha escuchado, si ya me ha dado la razón ¡¿Qué más quiero?! Lo peor de todo es que sé que necesito una bofetada, necesito que me baje de nuevo a mi sitio, porque en cuanto le veo una debilidad me crezco, me subo y me aprovecho de ese mínimo poder que me da el que Él se haya equivocado. Tras hablar, cariñosamente me pidió que se la chupara. Yo empecé a hacerlo pero por dentro estaba encorajinada, seguía enfadada, y no quería comérsela ¡Encima de todo!¡¿No acaba de decir que sabe que lo ha hecho mal, que ha cometido un error?! ¡Y se pone a pedirme que se la coma! Cuando debería de estar mimándome para que se me olvide todo… Sí, me da igual lo que penséis, eso es lo que sentía y me gusta ser sincera, sólo así conseguiré cambiar aquello que no me gusta de mí. En definitiva, quería que se arrastrara por mi perdón, seguir manteniendo mi momento de poder y comérsela no era precisamente parte de ello. Tenía una guerra dentro de mí, sentía eso, pero por otro lado pensaba que era el Amo, que era de alabar que sepa ver Sus errores, que me escuche e incluso me dé la razón, pero no debo olvidar que soy Suya y que, una vez dicho todo eso, mi sitio es de nuevo a Sus pies, que debo seguir obedeciendo sin más. Lo miraba, estaba enfadado, confundido, se la comía con toda la desgana del mundo. Por un lado deseaba que me dijera que parase, que no había hecho bien con pedírmelo, pero otra voz le gritaba que me agarrara del pelo, me abofeteara y me recordara que pase lo que pase mi deber es obedecer “Si te digo que me la comas, me la comes con todas las ganas del mundo y punto” esa frase es la que necesitaba. Me da miedo esa facilidad que tengo de sentirme poderosa, no me gusta nada, porque no tengo la misma facilidad para volver a mi sitio. Todo esto no lo cuento como algo malo, a ver, en ese momento lo es y no me gusta, quiero cambiarlo, pero no creo que no sea sumisa por ello. Una vez mi psicóloga me dijo que me enfrentaba a esos conflictos porque no soy una persona sumisa, al revés, pero que con Él sí deseaba serlo. Por eso se me mezclan a veces los sentimientos. Cada aspecto de mi vida me da un placer distinto, eso es algo maravilloso, pero tiene el riesgo de que a veces mezcle unas cosas con otras. En el aspecto laboral me ha costado mucho trabajo aceptar que me gusta ser la jefa, la que manda. Cuando estuve trabajando organizando unas exposiciones de arte con japoneses, yo tenía un puesto importante, era la encargada, la mano derecha de mi jefa, pero los demás japoneses, hombres machistas, no me trataban así, me trataban como a una mujer inferior a la que mandar a por cualquier tontería. Esa experiencia me marcó mucho, yo allí tenía poder, pero ante su actitud me volví sumisa, pequeña, cosa que me hacía sentir tremendamente mal. Si os dáis cuenta es lo mismo que me pasó con mi Amo pero al revés.
Todo eso no es algo que me preocupa, al revés, me demuestra que ser sumisa no es anularse como persona y dejar que hagan contigo lo que quieran. Es elegir a la persona adecuada con la que dejar tu poder a un lado y entregarte. Pero única y exclusivamente con Él. Hace un tiempo me preocupaba que si me gustaba sentir poder, que si tener el mando me daba placer, es que quizá no era sumisa. Pero ahora sé que no, que lo que me gusta es ese contraste, que eso es lo que hace la vida divertida, tener que dar ese cambio tan drástico al cruzar la puerta de casa.
Creo que no hay nada extraño en mi comportamiento, no debo preocuparme más de lo necesario, simplemente son ajustes. No soy perfecta, pero matizar sentimientos y querer seguir en el camino por mucho que cueste me acerca un poquito más. Y lo más importante, si me sigo analizando como persona, enfrentándome a mis propios retos es que sigo siendo yo, no estoy anulada, en contra de lo que muchos creen, eso sí que sería no ser sumisa.



Conclusión de todo este rollo, es normal y bueno enfrentarnos a sentimientos encontrados, una sumisa no es un trozo de carne que ni siente ni padece, es alguien que mira sus sentimientos a la cara y decide qué hacer con ellos, aunque sea someterlos a los deseos de otro.