viernes, 5 de junio de 2015

Un día cualquiera

Cuando escucho esta canción imagino esas películas mudas y aceleradas, y así podría describir  mi vida, acelerada, divertida y a veces en blanco y negro...


Charlestone


Suena el despertador, lo apago y me giro para abrazarlo un minutito mas, por favor, quédese un minutito más, pero es demasiado responsable, nunca le gusta llegar tarde, se levanta para desayunar, yo me quedo quince minutos más. Lo oigo subir las escaleras y un “¡Pelusilla, la ropa!” suena. Mientras Él termina de asearse le preparo la ropa. ¿Puedo meterme ya en la cama Amo? “Sí, ya puedes meterte en la cama” Me meto con las sábanas aún tibias, adoro dormir, adoro la cama. Se acerca ya vestido, oliendo a frescor y erotismo. Me da un beso, lo quiero mucho Amo, le digo mientras sale por la puerta del dormitorio un “Y yo a ti” se oye por el pasillo. Ya no me duermo, remoloneo en la cama mirando el móvil o pensando en mis cosas, unos pasitos se escuchan subiendo las escaleras “Mamá ¿Puedo meterme un ratito?” al poco llega la peque también, nos adormilamos diez minutitos hasta que llega la hora de ir a vestirse. Les preparo la ropa, bajo a hacer el desayuno, me visto, siempre llevo lencería, las braguitas de algodón sólo para contadas ocasiones. Como voy sin Él debo llevar pantalones, si fuese a Su lado siempre falda o vestido. Me lavo la cara, me medio peino, las ayudo a terminar de arreglarse, comen y nos vamos al cole. Aparco siempre en el mismo sitio, vamos andando con otra madre que y me dice que acaba de poner una lavadora, yo pienso en mi montaña de ropa por lavar, planchar y colocar… Llego a casa, pongo una lavadora porque me ha hecho sentir culpable. Cojo la botella de yogur líquido, o un tazón de muesli y me subo al estudio. Hago repaso de correos, de la web, publico si tengo que hacerlo, hago las tareas que tengo programadas. Le escribo por el móvil: Hola Amo, ¿Cómo va la mañana? Puedo salir a comprar, o a una reunión, o lo que sea que tenga que hacer fuera de casa “Sí puedes” Gracias Amo. Me pinto los labios y me peino más en condiciones, cojo el bolso y no me olvido de mi libretita, hace tiempo el Amo me enseñó: “¿Sales a la calle sin zapatos? Pues no salgas de casa sin la libretita” bueno, el Amo y los castigos. Me monto en el coche y me dirijo a donde tenga que ir, pongamos que el centro comercial… me paso por el supermercado, siempre intento ponerme en una caja atendida por chicas, pero solo hay una abierta, y es un hombre. Es muy alto, feote, la cara un poco picada, las manos muy grandes, lo noto al darle la tarjeta, al comparar las mías con las suyas noto la desproporción que hay entre los dos. Mi mente calenturienta ya tiene para imaginar, imagino lo indefensa que estaría con él.
Llego a casa, suelto las bolsas, tuiteo alguna chorrada de las mías y me voy a por las niñas al cole. Llegamos a casa, caliento la comida, les doy de comer a ellas y yo espero a que venga mi Amo. Escucho la moto llegar, adoro ese sonido, lo miro entrar mientras friego los platos, qué sexy es, el polo le queda perfecto, sus manos agarrando el manillar, el brazo… Se abre la puerta de la entrada, las niñas corren “¡Papi!”, entra, me agarra de la cintura y nos besamos. Comemos mientras hablamos de cómo nos ha ido la mañana, estamos solos así que le hablo de Usted, termino las respuestas y las preguntas con un Amo, le retiro el plato ¿Qué quiere de postre Amo? Es de esas personas que se toma una fruta o el yogur que está a punto de caducar, y me mira un poco regañón cuando yo me cojo lo más dulce que haya en el frigorífico y un trozo de chocolate. Nos vamos con las niñas al sillón a descansar un poco o nos echamos una “siesta” el sexo de después de comer es el mejor, el que más me gusta. La tarde transcurre normal, con las tareas que tenga cada uno, Él estudiar y ayudar a las niñas con los deberes, yo limpiar o trabajar. Lo veo en su mesa metido en esos apuntes, me gusta pasarme de vez en cuando y besarle la nuca, lamerle un poco la oreja e irme, pero antes de salir de la habitación pongo mi mano en Su brazo y Él me la toca, es nuestra forma secreta de pedir permiso para salir de la habitación, un protocolo que seguir sin problema delante de los demás. Llega la hora de que las peques se vayan a la cama, les damos los besos mágicos, todo un ritual que me inventé para que no tuvieran miedo a tener pesadillas: “Muacks, requetemuacks, que esta niña no tenga pesadillas más”. Me gusta verlo desde el marco de la puerta, las niñas lo adoran y Él a ellas. Mi padre nunca estaba para darme las buenas noches y me alegro que mis hijas sí puedan disfrutar de ese momento.
Nos tumbamos en el sofá, Él tras de mí abrazándome fuerte, nos ponemos a ver alguna serie, Mad Men por ejemplo. Su mano se pasea por mis tetas, la mete entre mis piernas para luego olerse los dedos, noto en mi culo lo que eso le provoca, me aprieta un poco más fuerte y suspira. Cuando termina “¿Has apuntado algo en la libretita?” Sí, Amo, le cuento lo del cajero. “Pon la cara y retírate el pelo” me da una fuerte bofetada “Vamos a la cama” Subimos, antes me asomo a ver que las niñas estén bien. Al entrar en el dormitorio Él está de pie junto a la cama “ Quítate la ropa y ponte” me coloco encima de la cama a cuatro patas, oigo la puerta del armario abrirse tras de mí, no sé cómo de enfadado está, no sé qué instrumento usará, así que el primer azote es el que más temo, no sé a qué tipo de dolor me enfrentaré… cae el primero y el dolor es horrible, como me temía ha cogido la rama, la rama no te da descanso, el dolor del golpe se transforma en otro tipo de dolor pero también muy duro, no notas que se disipa cuando cae el segundo, y la punta, esa pequeña punta que hace herida al primer contacto, es pequeña pero muy punzante. “Mira lo que le pasa a las putas que van pensando esas guarrerías por la calle, me vas a obligar a encerrarte en casa” me dice mientras me acaricia un poco antes de la segunda tanda de azotes. Oigo la puerta del armario cerrarse y respiro aliviada, Él viene y me abraza, nos tumbamos en la cama mientras me tranquiliza “ Ya está, ya pasó. Ahora me vas a tocar la polla mientras me cuantas con detalle qué has imaginado que pasaba con ese hombre” Yo le cuento una de mis historias, sé que le encantan mis fantasías, así que le cuento cómo Él me lleva a casa de ese hombre para cederme, para verme sufrir en manos de un hombre tan desproporcionado, ver cómo me ahoga con una polla gigantesca en mi pequeña boca… está excitado, me abre de piernas y me folla, con esa mirada, me escupe en las tetas y en la cara “¡Qué zorra eres!” pero no suena a insulto o humillación, suena a gemido y placer, le gusta como soy, le gusta mi mente calenturienta, sobretodo ahora que la controla. “Sigue hablando, sigue contándome lo puta que eres” Se corre con mi historia de fondo. Yo estoy excitada, pero no estoy en posición de pedir un orgasmo, hoy toca darse la vuelta y dormir con las ganas entre las piernas. Me abraza, me relajo entre Sus brazos “Cómo me gusta que seas mía”, no sé describir ese momento, sólo puedo decir que vivo por estar ahí cada noche, por sentirlo dormirse abrazándome. Sí, soy Suya las 24 horas 7 días a la semana, no hay ningún momento del día en el que no tenga que responder ante Él. Da igual de lo que se trate, no le levanto la voz nunca, no tengo autonomía, por Él tienen que pasar todas mis obligaciones y decisiones. ¿Puedo quedar con mis amigas para tomar café, Amo?¿Puedo ir con mi madre a dar un paseo, Amo?¿Le gusta este vestido, Amo? Tengo que reunirme con tal persona ¿Puedo? ¿Puedo comprarme esto que me gusta?... ¡Qué locura! ¿Verdad? Pues es la locura que me hace feliz. Para mí esto no es un juego, es mi manera de ser, es la única forma de sentirme plena. Y vuelvo a repetir que no soy una persona sumisa en general, no soy retraída o callada, adoro debatir y rebelarme contra lo que no considero justo. Pero con Él es diferente, y no es que me aguante las ganas de contradecirlo por miedo o por reprimirme, es una forma de actuar, yo puedo decirle lo que quiera pero siempre desde el respeto, es más, una de Sus normas es que debo ser 100% sincera.
No hay interruptor, no puedo apagar y encender la sumisión, quiero pertenecer sólo a un hombre, que mis días pasen bajo Su dominación.
Y así transcurre un día normal en esta casa, puede que me haya saltado cuando me acaricia la cabeza, o cuando me agarra por detrás en la cocina mientras hago la cena, que siempre me da un azotito en el culo cuando voy andando delante de Él… son detalles cotidianos, gestos que me llenan aunque olvide enumerarlos. Trabajamos, somos padres, debemos llevar una rutina como todo el mundo, así que las sesiones, perversiones y humillaciones son para el fin de semana.

3 comentarios:

  1. Justamente algo así es lo que me imagino si pudiera vivir un 24/7 con Él...lo que siempre he soñado...y aunque siempre he pensado (y lo sigo haciendo) que sería duro y que me costaría acostumbrarme, ver que es posible y tan natural, me da fuerzas para seguir luchando por conseguirlo...porque soñar es gratis y no duele si tienes los pies en el suelo.
    Una vez más gracias por compartir tu vida y pensamientos ^_^

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  2. De seguro que hay muchos momentos muy duros, seguro, pero lo haces ver tan perfecto <3

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