miércoles, 24 de febrero de 2021

Aquella perrilla dócil

 

Siempre digo que Él es de pocas palabras, pero que lo comprendo bien, no sé si eso es cierto, a veces quizá es que yo soy demasiado fantasiosa e interpreto Sus escuetas palabras de la forma más bonita que se me ocurre:

Stripped – Depeche Mode

El látigo restalla, la fusta pica, la correa marca tu piel… Déjame ver que te desnudas ante mí, déjame ver que vuelves a ser mía, que las rodillas te pesan ante mi presencia, déjame ver la veneración en tus ojos. Déjame ver el rojo de tus mejillas tras una bofetada.

Agarro tus muñecas de nuevo, tan pequeñas entre mis manos, había olvidado lo mucho que me gusta inmovilizarte, que sientas que no puedes huir, no hay escapatoria…

Los castigos, las perversiones, las órdenes, las normas… volver a ser lo que fuimos, esos tiempos de Depeche y fiestas, de exhibirte en ropa interior, de mostrar cómo aguantabas mis azotes… que sientas mariposillas ante esta palabra de nuevo, que tus lamentos vuelvan a ser la banda sonora de nuestras noches, que vuelvas a abrir al repartidor de pizza en lencería, comérnosla juntos y agotados tras haber usado todos y cada uno de tus agujeros, de haberte colgado de la polea, de haberte hecho correrte con el Hitachi atado…

Déjame ver que sigues siendo mía, que disfrutas siéndolo, déjame ver que sigues siendo aquella perrilla dócil que lamía mis pies. No te lo exijo, no puedo obligarte ni quiero, pero también tengo derecho a desear, a anhelar, a echar de menos. Y yo echo de menos a mi zorrilla sumisa, esa que se adelantaba a mis movimientos, que no me retaba, que siempre andaba pendiente de mis deseos, que cumplía todos y cada uno de los protocolos, a la que castigaba más por despistada que por desobediente…

No importa, puedo amarte de todas formas, puedo desear tu cuerpo con sus cicatrices, puedo follarte con cuidado, puedo no tomarme a mal tus retos, te veo, te entiendo, necesitas eso… No importa, puedo amarte, podría amarte en cualquier circunstancia, puedo amarte rebelde y retadora, puedo disfrutar doblegándote, puedo hacer que te rindas, eso es lo que ahora quieres… Eres otra sumisa, y yo… yo puedo ser otro Amo.

Puedo apretar más fuerte tus muñecas, escupir más veces en tu rostro, mear más veces encima de ti ¿Aún necesitas que marque más mi territorio? Tranquila, puedo darte más veces mi semen a beber de un vaso, puedo tirar más fuerte de tu pelo, puedo abofetear más veces tu rostro… ¿Es lo que buscas? ¿Es lo que necesitas? Yo te lo daré, podemos echar de menos a aquella perrilla dócil juntos. Qué hermoso sería, ambos añorando a aquella que no se ganaba tal dureza, a aquella que no necesitaba más que un gesto para obedecer, podemos llamarla juntos a ver si vuelve, mi voz sonará a vara golpeando nalgas, la tuya a lloros y súplicas ¿Crees que conseguiremos que vuelva? Estoy seguro que sí, siempre hicimos buen equipo, nunca hubo nada que se nos resistiese…

Déjame ver que te desnudas de nuevo ante mí, que me veneras, que me llamas Amo mientras se te llena la boca de orgullo y respeto. Déjame ver que vuelve, que mi perrilla vuelve, yo estoy deseándolo, sé que tú también, pero no pasa nada, no tengo prisa, el camino hasta que vuelva parece interesante…

lunes, 22 de febrero de 2021

Sugerencias Libros BDSM

 

Me preguntaron sobre libros BDSM. En ese momento me di cuenta que hace demasiado tiempo y, sobre todo, han pasado demasiadas cosas desde que leí el último libro sobre esta temática. Así que pregunté en twitter y obtuve muchas respuestas, al final de este post os dejo todas las sugerencias. Pero antes os quiero contar un par de cosas:

La primera es el porqué dejé de leer esos libros. Siempre fui una soñadora con una innata sensación de que todo es posible y, no es que me equivoque, es que una cosa es cumplir un sueño y otra vivir en una fantasía. Creo que algunas de las mayores desavenencias entre nosotros como Amo y sumisa han surgido mientras yo leía un libro sobre BDSM ¿Por qué? Porque concentrar toda la esencia de la dominación en un libro me llevaba a mi fantasía de lo que yo quería vivir, pero quitándole toda la realidad. No estoy juzgando los libros, es normal que se haga eso, yo lo hago cuando escribo: te focalizas en el aspecto que quieres contar. Pero la otra persona se construye una idea global con lo que le has contado. En fin, que el problema es que yo me ponía a soñar con relaciones que no incluían trabajos, hijos, familiares etc. Que tenían como eje único la dominación lo cual, os digo tras unos poquillos años de experiencia, es imposible. Y gracias a Dios, hay otras muchas cosas de las que disfrutar mientras se vive una D/s. El caso es que cada vez que leía un libro me deprimía un poco y acababa exigiéndole que se convirtiera en un personaje “de cuento”. Digamos que esos libros sacaban mi parte más caprichosa e irracional, la menos sumisa, pues le pedía que fuese de otra manera, le decía cómo debía dominar (como lo hacía el protagonista del libro por supuesto). Llegó un momento en el que medio me ordenó, medio decidí no leer más.

Los tiempos han cambiado, yo he cambiado, nosotros hemos cambiado. No creo que ya sea tan inmadura en ese aspecto, también he comprendido que someterse a un Amo, es someterte a Él y no a lo que tu querías que fuese (al menos en los detalles). Ahora necesito despertar muchas cosas dentro que apagué por un tiempo y los libros pueden ayudarme mucho con eso. Conforme vaya leyendo os intentaré hacer alguna reseña.

Bueno, y aquí os dejo la lista de sugerencias:

-          Historia breve de Vida, Amor y Sexo de Ángela Cantero (Me vais a perdonar que me ponga en primer lugar, pero es que justo acabo de reeditarlo en papel y se lo debo. Podéis comprarla tanto en versión Kindle o papel aquí)

-          Limerencia de Salvador Murillo (El propio autor me ha regalado un ejemplar, así que en agradecimiento qué menos que hacer la primera reseña de su obra) También os dejo el blog del autor que hace reseñas de películas BDSM, me encanta. 

-         Trilogía de la Bella Durmiente de Anne Rice

       La saga de Gor de John Lange

-          Historia de O de Pauline Reage

-          La Venus de las pieles de Leopold von Sacher-Masoch

-          La Atadura de Vanessa Duries

-          La saga de Amos y Mazmorras de Lena Valenti

-          Al descubierto de Ananta Rati

-          Trilogía Venganza o Quimera de Malenka Ramos

-          Serie Masters of Shadowland

-          Ardiente Verano de Noemí Amarillo

-          50 sombras de Fer de Fernanda Tapia

-          Un Placer culpable de María Acosta

-          La sumisa insumisa de Rosa Peñasco

-          Roles de Ría Luxuria

C    Crónica de los Sentidos (Poner enlace al blog de Alicante bdsm) Os recomiendo que vayáis al blog de Lena, este link os lleva a una entrada con más sugerencias de bibliografía BDSM de autoras.

-          También os recomiendo que echéis un ojo a esta cuenta (@bdsm_info_spain) de twitter que ofrece varias obras de forma gratuita.

Iré actualizando esta lista de vez en cuando.

Como cada martes nos vemos a las 17:30 en mi canal de Twitch “angelaycafe” para hablar de BDSM y lo que surja. Para empezar os contaré qué me ha parecido “Limerencia” de Salvador Murillo ¡Os espero!

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martes, 16 de febrero de 2021

Vivir mi sumisión a flor de piel

 

    Hay veces que todo parece ir bien, que todo parece seguir el camino adecuado, pero hay un pellizquito dentro que te molesta, lo sabes, es una pregunta que no quieres hacerte…

    Llevábamos unas semanas volviendo a nuestra “normalidad” volviendo a ser Amo y sumisa, volviendo a nuestro sexo, a tenernos muchas ganas, a tener muchas ganas. Entonces ¿Dónde estaba el problema ¿De dónde venía ese pellizco diferente, ese que me agriaba la diversión? Exactamente, era una pregunta que no quería hacerme, porque era más fácil, porque es más sencillo ignorarla, hacer como si nada hubiese pasado, como si tú no hubieses cambiado… Pero no nací para conformarme, no nacía para vivir con pellizcos dentro. Y esa incomodidad salió a borbotones una mañana cualquiera, me dejó devastada, no quería hacer nada, solo hacerme una bolita a Su lado, como si temiese que abrir la boca me alejaría de ese lugar. Y es que no es fácil, hay matices fáciles de confundir, y confío en Él y en lo mucho que me escucha, en lo mucho que trata de comprenderme, pero es que ni yo misma lo hacía…

“¿Qué te pasa? Cuéntame, sabes que no puedes ocultarme nada”

    En estos meses he cambiado mucho, en estos meses descubrí que antes vivía sobre seguro, tenía miedo, yo no me daba cuenta, pero lo tenía. En estos meses todo eso se relativizó, el miedo dejó de darme miedo y descubrí lo maravilloso que era vivir a flor de piel. ¿Cómo afectaba eso a mi sumisión? Me he dado cuenta que era muy servicial para cubrirme las espaldas, nunca fui una sumisa rebelde, claro que también es por respeto a Él, pero es que a veces no me daba ni la oportunidad de serlo. Digamos que me exponía a castigos y torturas de forma relativa, huía del riesgo. No quería “darle problemas” aunque yo estuviese rebelde o me apeteciese decirle que no a algo porque en ese momento no estuviese muy sumisa, digamos que no lo he llevado a tener que doblegarme, siempre ha salido de mí hacerlo. Y no es que ahora eso haya cambiado, pero quiero dejar de temer a mis propias fantasías, esas en las que me abofetea hasta que pido perdón, esas en las que estoy atada y expuesta y Él quiere putearme porque me lo he ganado a pulso. No es que antes esas situaciones no se dieran, es simplemente un matiz, algo sutil… Quizá si me abofeteaba pedía perdón a la quinta, aunque pudiese aguantar diez más. No quiero dejar de ser Suya, solo quiero descubrir qué pasa si vivo cada instante de mi sumisión (y de mi vida) sin miedo a nada. No quiero que parezca que lo de antes fue suavito, cada uno tiene su termómetro de intensidad y nosotros fuimos muy intensos, el problema es que lo soy aún más, y la plenitud no entiende de conformidad, o te sientes o no te sientes. Y yo evitaba mi nivel de intensidad, me hacía la que no quería dolor, cuando estoy deseosa de explorar mi límite, me hacía la débil para que creyese que pasarse de cierta línea ya era abusar, cuando no era cierto, podía aguantar y tolerar mucho más, solo es que me daba miedo. No es que hiciese esto de forma consciente, siempre me pregunté por qué cuando me susurraba que me iba reventar el culo yo suplicaba que no lo hiciera, cuando me moría de las ganas, me preguntaba qué mecanismo se activaba dentro de mí para no asumir que podía con eso y con más. Pero ahora ya no tengo miedo y quiero explorar, no quiero ser fácil para que me quieran. Y es que me he dado cuenta que esto era un patrón que llevaba a cabo en muchos aspectos de mi vida. Mi madre siempre presume de que fui una adolescente muy fácil, que no le di problemas. Había algo de esa afirmación que siempre me molestaba, no fui fácil, es que me reprimí mucho. Como si fuese lo que se esperaba de mí, como si la gente mi quisiera porque soy fácil y agradable de llevar. A esto Él dice “¿Fácil de llevar?” Jajaja porque con Él no lo he sido tanto a nivel de relación, supongo que desde esa auto represión que por algún lugar tenía que salir. Pero como sumisa sí he ido siempre por delante del Amo, siempre he tenido miedo de que se cansase o dejase de valorarme si me ponía más rebelde. Todo esto, como os digo, de forma inconsciente, ahora puedo verlo claro porque lo he trascendido. ¿No volveré a ser servicial? Probablemente sí, lo disfruto mucho, una cosa no quita la otra, simplemente es que ahora quiero explorar y descubrir esas sensaciones que me daba miedo experimentar. ¿Cuál es mi punto de inflexión? Ese entre la fortaleza, el orgullo y el doblegarse.

    “¿Y ya crees que estás recuperada como para subir a ese nivel?” Me preguntó tras expresarle todo esto, estando frente a mí. No os negaré que es tremendamente cómodo seguir “convaleciente”, seguir dejando que me cuide y que se controle cuando incumplo alguna norma. Y la antigua Ángela hubiese dicho un tibio “no lo sé” reprimiendo gritar que sí, que ya estoy más que lista y me siento con fuerzas de aguantar cualquier tormento. Pero la nueva Ángela quiere ser lo más auténtica que pueda llegar a ser, por mucho que eso duela o conlleve. Así que lo he mirado y con la risa nerviosa, esa que me sale cuando sé que la bofetada está próxima, he dicho “Sí, Amo” Él no ha hecho ningún gesto, pero yo me he llevado las manos a la cara para protegerme y le he dicho “Ay, no me pegue” Él se ha partido de risa mientras “forcejeaba” un poco conmigo para dejarme las mejillas expuestas “Cómo las hueles, no he hecho ni dicho nada pero sabías la que te iba a caer”. Ha sido un momento muy divertido. Me ha gustado volver a comprobar que puedo comunicarme con Él, que me escucha y me entiende (aunque a veces hay que esforzarse para hacerlo). Que comprende que no estoy diciendo que no quiera ser sumisa o Suya, que no es que quiera faltarle al respeto, es que necesito saldar una cuenta pendiente conmigo misma y permitirme ser como me apetezca ser en cada momento, sin importar las consecuencias.

    Evidentemente he acabado atada al cabecero de la cama (que por cierto hemos estrenado perversamente hablando), abofeteada, mordida, follada, ahogada, llorosa… Me he dejado gritar cuando los dientes se clavaban, me he permitido gemir cuando el dolor me daba placer y he suplicado cuando realmente no podía con él. Ha habido un momento muy simbólico que marca esta nueva etapa: Yo suplicaba “No, por favor. ¡Carlos! ¡Carlos!...” a lo que Él ha contestado “¿Carlos? ¿Quién es Carlos?” automáticamente lo he cambiado por “Amo”, y es que en estos meses ha sido más “Carlos”, mi compañero, mi cuidador, mi amigo… pero era hora de que el Amo tomara más peso. Me va a costar un poco, “Carlos” mola también tanto…

    Ha sido muy interesante analizar todo esto, probablemente no se entienda bien, hay “clicks” internos que para los demás son casi imperceptibles, pero para ti son un cambio abismal. Sí, la vida a veces duele, a veces te enfrenta a sensaciones angustiosas, pero no te mata, nunca te mata más que no vivir en plenitud. Me siento liberada, y es que erróneamente asociamos tanto la felicidad a la alegría, que evitamos cualquier tipo de sensación que juzgamos negativa por ser opuesta. Sin embargo el gozo de vivir está en el no juicio de las emociones y sensaciones. La felicidad no es más que la ausencia de miedo. Así que no hay evitar esa pregunta, ese dichoso “¿Es esto lo que deseo? ¿Estoy viviendo en plenitud, tal y como imagino que es mi ideal?” No hay que temer al “No” por temer al camino que habrá hasta transformarlo en un sí. A mí me dolerá, me escocerá, lloraré… pero lo disfrutaré y llegaré a ese maravilloso Orgasmo de Vivir.

Y ¿Qué os parece si esta tarde nos vemos en Twitch y charlamos un ratito de esto, de BDSM o de lo que os apetezca? Os espero a las 17:30 en mi canal "azoteycafé" 

 

jueves, 4 de febrero de 2021

Nuestra intimidad

 Fields Of Gold - Sting


Últimamente me pasa que llega el final de la noche, ese en el que todas las niñas duermen y no hay nada más que hacer que estar los dos solos, juntos y tranquilos y no quiero que acabe. Vemos una serie y si nos apetece hacemos el amor. Ahora por las mañanas estamos solos, así que es mejor momento para el sexo. Pero es que hay noches que tengo una sensación dentro, unas ganas acumuladas… Busco tener sexo simplemente porque no quiero dormir, no quiero, no quiero que acabe la noche, no quiero dejar de estar con Él… “¿Vamos a dormir?” Me preguntó “No quiero, Amo. Quiero estar con Usted” “Ya estás y, aunque durmamos, estamos” “Lo sé, pero no es eso. Quiero estar con Usted”. No sabía explicarlo, no sabía cómo traducir esas ganas de convertir una noche cualquiera en una noche especial. Cómo hacerlo cuando es lo que deseo hacer cada noche…

Comencé a besarlo, suave y despacio. Llena de ternura, llena del más puro amor. ¿Cómo se traduce eso? Cómo sin llegar al sexo. ¿Cómo plasmar la entrega en un instante sin llegar al sexo, sin llegar al dolor, a las órdenes? ¿Cómo satisfacer esa necesidad que se me acumulaba en el pecho? Por inercia puse mi mano en Su cara mientras lo besaba. Separé mis labios de los suyos y supe claramente lo que quería. Mi mano comenzó a acariciar cada recoveco de Su rostro mientras lo miraba extasiada en la penumbra de la noche. Lo siento, no puedo transmitir lo intenso y suave que fue, no sé transmitir lo plena que me sentí. Tan lejos de Él como para ser consciente de que era una persona ajena a mí, un hombre que había escogido ese rincón, esa cama, junto a mí, para pasar cada noche. Podía percibir todo lo que desconocía de Él, todos los años que pasó sin saber de mi existencia, pude alejarme tanto que llegué a ver en su rostro al niño que fue. Pero también pude estar tan cerca como para sentir que las yemas de mis dedos se fundían con sus párpados. Nunca había tocado nada de forma tan delicada como lo hice aquella noche, nunca había sentido tanto con un gesto tan sencillo. “Me está dando sueño” dijo advirtiéndome, creyendo quizá que yo buscaba terminar haciendo el amor “Duerma tranquilo, Amo. Yo solo quiero estar aquí, acariciándolo, viendo cómo se duerme tranquilo”.  Y es que realmente no había sexo que pudiese mejorar aquello, no había placer más grande que el que yo sentía en aquel instante acariciándolo, venerando cada milímetro de Su piel, perteneciendo a cada lunar, a cada pestaña, a cada pelo de Su barba… No quería sexo, claro que no. No quería salir de aquel extraño y delicado éxtasis.

Y, mientras a los pocos minutos, yo también me dejaba vencer por el sueño, comprendía que había una dimensión nueva que descubrir, una intimidad que no había saboreado. No es que nunca la hubiese vivido, no es que no lo hubiese acariciado nunca, no es que nunca hubiese servido sin sexo de por medio, simplemente nunca lo había considerado más allá de un preámbulo, de un “placer menor”, qué idiota, como si las formas de amar tuviesen categoría…  Había pasado de puntillas por un tipo de intimidad que aquella noche me había fascinado. Pensé en las sesiones, en esos grandes ratos de correa, de humillación, de lágrimas y sexo duro, doloroso y maravilloso y supe que siempre había creído que solo ahí estaba manifestándose la entrega en su pleno apogeo, que solo esos momentos eran el culmen del BDSM… Y allí estaba yo, tras meses de incertidumbre respecto a mi sumisión, tras meses en los que esos momentos no podían ocurrir, tras meses sin probar el tacto de la correa y el trance del dolor, sintiendo de nuevo la sumisión nítida y profundamente en la delicadeza de una caricia. Allí estaba yo adorando de nuevo, haciendo que esa pequeña bomba de pasión que se gestaba en mi pecho explotase llenándolo todo de magia.

Pienso en las fiestas a las que asistimos, las personas con las que jugamos. No me importó desnudarme, no dudé en ponerme de rodillas y en las rodillas de quién se me ordenó, no me avergonzó que viesen cómo me azotaba, cómo lloriqueaba y gemía de dolor… Pero por nada del mundo querría que nadie estuviese presente cuando le acariciase como la otra noche. Y yo me pregunto: Si eso es así ¿Cuál es realmente nuestra intimidad? ¿Dónde esta la esencia de mi sumisión, esa que solo puedo mostrar ante Él? Quizá ahora que la creí perdida es cuando vaya a descubrirla…

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- Al margen de esta entrada quería contaros que he vuelto a publicar mi libro "Historia Breve de Vida, Amor y Sexo" esta vez también en papel. La semana que viene es la semana del lanzamiento oficial y quiero convertirla en una semana especial, sortearé varios ejemplares, lo pondré a un precio especial y los directos en Twitch (si aún no me sigues por allí, hazlo y no te los pierdas, son martes y jueves a las 17:30 búscame como "angelaycafe" ;) ) estarán relacionados con el libro, con lectura de mis fragmentos favoritos.