Siempre digo que Él es de pocas palabras, pero que lo
comprendo bien, no sé si eso es cierto, a veces quizá es que yo soy demasiado
fantasiosa e interpreto Sus escuetas palabras de la forma más bonita que se me
ocurre:
El látigo restalla, la fusta
pica, la correa marca tu piel… Déjame ver que te desnudas ante mí, déjame ver
que vuelves a ser mía, que las rodillas te pesan ante mi presencia, déjame ver
la veneración en tus ojos. Déjame ver el rojo de tus mejillas tras una
bofetada.
Agarro tus muñecas de nuevo, tan pequeñas entre mis manos,
había olvidado lo mucho que me gusta inmovilizarte, que sientas que no puedes
huir, no hay escapatoria…
Los castigos, las perversiones, las órdenes, las normas…
volver a ser lo que fuimos, esos tiempos de Depeche y fiestas, de exhibirte en
ropa interior, de mostrar cómo aguantabas mis azotes… que sientas mariposillas ante
esta palabra de nuevo, que tus lamentos vuelvan a ser la banda sonora de
nuestras noches, que vuelvas a abrir al repartidor de pizza en lencería, comérnosla
juntos y agotados tras haber usado todos y cada uno de tus agujeros, de haberte
colgado de la polea, de haberte hecho correrte con el Hitachi atado…
Déjame ver que sigues siendo mía, que disfrutas siéndolo, déjame
ver que sigues siendo aquella perrilla dócil que lamía mis pies. No te lo
exijo, no puedo obligarte ni quiero, pero también tengo derecho a desear, a
anhelar, a echar de menos. Y yo echo de menos a mi zorrilla sumisa, esa que se
adelantaba a mis movimientos, que no me retaba, que siempre andaba pendiente de
mis deseos, que cumplía todos y cada uno de los protocolos, a la que castigaba
más por despistada que por desobediente…
No importa, puedo amarte de todas formas, puedo desear tu
cuerpo con sus cicatrices, puedo follarte con cuidado, puedo no tomarme a mal
tus retos, te veo, te entiendo, necesitas eso… No importa, puedo amarte, podría
amarte en cualquier circunstancia, puedo amarte rebelde y retadora, puedo disfrutar
doblegándote, puedo hacer que te rindas, eso es lo que ahora quieres… Eres otra
sumisa, y yo… yo puedo ser otro Amo.
Puedo apretar más fuerte tus muñecas, escupir más veces en
tu rostro, mear más veces encima de ti ¿Aún necesitas que marque más mi
territorio? Tranquila, puedo darte más veces mi semen a beber de un vaso, puedo
tirar más fuerte de tu pelo, puedo abofetear más veces tu rostro… ¿Es lo que buscas?
¿Es lo que necesitas? Yo te lo daré, podemos echar de menos a aquella perrilla
dócil juntos. Qué hermoso sería, ambos añorando a aquella que no se ganaba tal
dureza, a aquella que no necesitaba más que un gesto para obedecer, podemos
llamarla juntos a ver si vuelve, mi voz sonará a vara golpeando nalgas, la tuya
a lloros y súplicas ¿Crees que conseguiremos que vuelva? Estoy seguro que sí,
siempre hicimos buen equipo, nunca hubo nada que se nos resistiese…
Déjame ver que te desnudas de nuevo ante mí, que me veneras,
que me llamas Amo mientras se te llena la boca de orgullo y respeto. Déjame ver
que vuelve, que mi perrilla vuelve, yo estoy deseándolo, sé que tú también,
pero no pasa nada, no tengo prisa, el camino hasta que vuelva parece
interesante…
Amo profundamente esta entrada. Tu escritura tan sutil y poética. Gracias por la letras.
ResponderEliminarGracias, también es una de mis favoritas. Aunque la escribí intentando traducir una tristeza, sienta bien haberla convertido en algo bonito
EliminarÁngela, se siente la tristeza en lo que has escrito y eso lo convierte en algo bonito, que como todo lo escribes toca el alma.
ResponderEliminarQué bonito, muchas gracias
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