Hay veces que todo parece ir bien, que todo parece seguir el
camino adecuado, pero hay un pellizquito dentro que te molesta, lo sabes, es
una pregunta que no quieres hacerte…
Llevábamos unas semanas volviendo a nuestra “normalidad” volviendo
a ser Amo y sumisa, volviendo a nuestro sexo, a tenernos muchas ganas, a tener
muchas ganas. Entonces ¿Dónde estaba el problema ¿De dónde venía ese pellizco
diferente, ese que me agriaba la diversión? Exactamente, era una pregunta que
no quería hacerme, porque era más fácil, porque es más sencillo ignorarla,
hacer como si nada hubiese pasado, como si tú no hubieses cambiado… Pero no nací
para conformarme, no nacía para vivir con pellizcos dentro. Y esa incomodidad
salió a borbotones una mañana cualquiera, me dejó devastada, no quería hacer
nada, solo hacerme una bolita a Su lado, como si temiese que abrir la boca me
alejaría de ese lugar. Y es que no es fácil, hay matices fáciles de confundir,
y confío en Él y en lo mucho que me escucha, en lo mucho que trata de comprenderme,
pero es que ni yo misma lo hacía…
“¿Qué te pasa? Cuéntame, sabes que no puedes ocultarme nada”
En estos meses he cambiado mucho, en estos meses descubrí
que antes vivía sobre seguro, tenía miedo, yo no me daba cuenta, pero lo tenía.
En estos meses todo eso se relativizó, el miedo dejó de darme miedo y descubrí
lo maravilloso que era vivir a flor de piel. ¿Cómo afectaba eso a mi sumisión?
Me he dado cuenta que era muy servicial para cubrirme las espaldas, nunca fui
una sumisa rebelde, claro que también es por respeto a Él, pero es que a veces
no me daba ni la oportunidad de serlo. Digamos que me exponía a castigos y
torturas de forma relativa, huía del riesgo. No quería “darle problemas” aunque
yo estuviese rebelde o me apeteciese decirle que no a algo porque en ese momento
no estuviese muy sumisa, digamos que no lo he llevado a tener que doblegarme,
siempre ha salido de mí hacerlo. Y no es que ahora eso haya cambiado, pero
quiero dejar de temer a mis propias fantasías, esas en las que me abofetea
hasta que pido perdón, esas en las que estoy atada y expuesta y Él quiere
putearme porque me lo he ganado a pulso. No es que antes esas situaciones no se
dieran, es simplemente un matiz, algo sutil… Quizá si me abofeteaba pedía
perdón a la quinta, aunque pudiese aguantar diez más. No quiero dejar de ser
Suya, solo quiero descubrir qué pasa si vivo cada instante de mi sumisión (y de
mi vida) sin miedo a nada. No quiero que parezca que lo de antes fue suavito,
cada uno tiene su termómetro de intensidad y nosotros fuimos muy intensos, el
problema es que lo soy aún más, y la plenitud no entiende de conformidad, o te
sientes o no te sientes. Y yo evitaba mi nivel de intensidad, me hacía la que
no quería dolor, cuando estoy deseosa de explorar mi límite, me hacía la débil
para que creyese que pasarse de cierta línea ya era abusar, cuando no era
cierto, podía aguantar y tolerar mucho más, solo es que me daba miedo. No es
que hiciese esto de forma consciente, siempre me pregunté por qué cuando me
susurraba que me iba reventar el culo yo suplicaba que no lo hiciera, cuando me
moría de las ganas, me preguntaba qué mecanismo se activaba dentro de mí para
no asumir que podía con eso y con más. Pero ahora ya no tengo miedo y quiero
explorar, no quiero ser fácil para que me quieran. Y es que me he dado cuenta
que esto era un patrón que llevaba a cabo en muchos aspectos de mi vida. Mi
madre siempre presume de que fui una adolescente muy fácil, que no le di
problemas. Había algo de esa afirmación que siempre me molestaba, no fui fácil,
es que me reprimí mucho. Como si fuese lo que se esperaba de mí, como si la
gente mi quisiera porque soy fácil y agradable de llevar. A esto Él dice “¿Fácil
de llevar?” Jajaja porque con Él no lo he sido tanto a nivel de relación, supongo
que desde esa auto represión que por algún lugar tenía que salir. Pero como
sumisa sí he ido siempre por delante del Amo, siempre he tenido miedo de que se
cansase o dejase de valorarme si me ponía más rebelde. Todo esto, como os digo,
de forma inconsciente, ahora puedo verlo claro porque lo he trascendido. ¿No
volveré a ser servicial? Probablemente sí, lo disfruto mucho, una cosa no quita
la otra, simplemente es que ahora quiero explorar y descubrir esas sensaciones
que me daba miedo experimentar. ¿Cuál es mi punto de inflexión? Ese entre la
fortaleza, el orgullo y el doblegarse.
“¿Y ya crees que estás recuperada como para subir a ese
nivel?” Me preguntó tras expresarle todo esto, estando frente a mí. No os
negaré que es tremendamente cómodo seguir “convaleciente”, seguir dejando que
me cuide y que se controle cuando incumplo alguna norma. Y la antigua Ángela
hubiese dicho un tibio “no lo sé” reprimiendo gritar que sí, que ya estoy más
que lista y me siento con fuerzas de aguantar cualquier tormento. Pero la nueva
Ángela quiere ser lo más auténtica que pueda llegar a ser, por mucho que eso
duela o conlleve. Así que lo he mirado y con la risa nerviosa, esa que me sale
cuando sé que la bofetada está próxima, he dicho “Sí, Amo” Él no ha hecho
ningún gesto, pero yo me he llevado las manos a la cara para protegerme y le he
dicho “Ay, no me pegue” Él se ha partido de risa mientras “forcejeaba” un poco
conmigo para dejarme las mejillas expuestas “Cómo las hueles, no he hecho ni
dicho nada pero sabías la que te iba a caer”. Ha sido un momento muy divertido.
Me ha gustado volver a comprobar que puedo comunicarme con Él, que me escucha y
me entiende (aunque a veces hay que esforzarse para hacerlo). Que comprende que
no estoy diciendo que no quiera ser sumisa o Suya, que no es que quiera
faltarle al respeto, es que necesito saldar una cuenta pendiente conmigo misma
y permitirme ser como me apetezca ser en cada momento, sin importar las
consecuencias.
Evidentemente he acabado atada al cabecero de la cama (que
por cierto hemos estrenado perversamente hablando), abofeteada, mordida,
follada, ahogada, llorosa… Me he dejado gritar cuando los dientes se clavaban,
me he permitido gemir cuando el dolor me daba placer y he suplicado cuando realmente
no podía con él. Ha habido un momento muy simbólico que marca esta nueva etapa:
Yo suplicaba “No, por favor. ¡Carlos! ¡Carlos!...” a lo que Él ha contestado “¿Carlos?
¿Quién es Carlos?” automáticamente lo he cambiado por “Amo”, y es que en estos
meses ha sido más “Carlos”, mi compañero, mi cuidador, mi amigo… pero era hora
de que el Amo tomara más peso. Me va a costar un poco, “Carlos” mola también
tanto…
Ha sido muy interesante analizar todo esto, probablemente no
se entienda bien, hay “clicks” internos que para los demás son casi
imperceptibles, pero para ti son un cambio abismal. Sí, la vida a veces duele,
a veces te enfrenta a sensaciones angustiosas, pero no te mata, nunca te mata
más que no vivir en plenitud. Me siento liberada, y es que erróneamente asociamos
tanto la felicidad a la alegría, que evitamos cualquier tipo de sensación que
juzgamos negativa por ser opuesta. Sin embargo el gozo de vivir está en el no
juicio de las emociones y sensaciones. La felicidad no es más que la ausencia
de miedo. Así que no hay evitar esa pregunta, ese dichoso “¿Es esto lo que
deseo? ¿Estoy viviendo en plenitud, tal y como imagino que es mi ideal?” No hay
que temer al “No” por temer al camino que habrá hasta transformarlo en un sí. A
mí me dolerá, me escocerá, lloraré… pero lo disfrutaré y llegaré a ese maravilloso
Orgasmo de Vivir.
Y ¿Qué os parece si esta tarde nos vemos en Twitch y charlamos un ratito de esto, de BDSM o de lo que os apetezca? Os espero a las 17:30 en mi canal "azoteycafé"
TE QUERIA RESPONDER A TU PREGUNTA SOBRE "Y a ti como te gusta el café???
ResponderEliminarMI RESPUESTA: "Me gusta acompañado"