Para empezar, hablo desde el punto de vista de las mujeres porque yo lo soy, pero se puede aplicar a los hombres también. Entended que es para mí más fácil hablar desde mi papel como sumisa. Me ha surgido este post pensando en las personas que han leído 50 sombras de Grey, que han sentido algo y no saben muy bien cómo llamarlo, pero al igual que antes, se aplica a cualquier persona que me lea. Es imposible ignorar el tema de moda jaja.
¿Te imaginas sometida, atada y azotada? ¿Imaginas a tu pareja con una fusta en la mano y te excitas? ¿Durante el sexo te gusta la violencia, tal como una bofetada, insultos o inmovilización? y analizando lo que sientes te surge una duda ¿Soy sumisa? Yo no tengo la respuesta, sólo puedo darte mi visión de este tema, pero sí creo que es importante saber qué somos. No hay nada que atormente más que intentar ser lo que no eres o negar lo que sí.
Creo que hay tres conceptos que pueden ayudarnos a definirnos:
- Las fantasías: Desde que tengo uso de razón las fantasías han formado parte de mí. He fantaseado con todo tipo de cosas, en mi caso, relacionadas con la sumisión. Pero creo que es algo que todas tenemos, y si no es así, es bueno intentar buscarlas, son importantes para conocernos y disfrutar. Que nos guste fantasear con algo no significa que queramos vivirlo en la realidad, yo he fantaseado con violaciones, pero no quiero que me violen. Sin embargo es divertido y satisfactorio jugar a reproducir esas fantasías. Si fantaseáis con ser sometidas no significa que seáis sumisas, quizá sólo os guste jugar un rato a servir. Una mujer me contó que fantaseaba con que su marido era un rudo leñador que volvía a casa sudado y con ganas de sexo, ella no quería un marido leñador, quería que él lo fuese durante un rato. El juego es muy importante en una pareja, despersonalizarse un rato, ser un personaje que no tiene que ver con nosotros es liberador y divertido. Mi Amo y yo, cuando éramos una pareja vainilla, jugamos a todo tipo de cosas. Recuerdo un cumpleaños que, por sorpresa, aparecí disfrazada de sirvienta, con uniforme y cofia. Él me lo devolvió con una bata de médico. O también recuerdo con especial cariño cuando jugamos a que nos conocíamos desde niños y que, ya creciditos, investigábamos el sexo juntos. Fantasear y jugar, en mi opinión, son indispensables en la vida sexual de uno mismo y de una pareja.
- Sexo duro: Estás follando, te gusta pero quieres más, qué raro esto que siento, necesito intensidad, sorpresa... necesito violencia. ¿Pero esto es normal?¿Soy rara?¿Qué me dirá si se lo pido? Así me he sentido en muchas ocasiones. El placer y el dolor son sensaciones muy parecidas, las separa una línea muy fina. En lo que lo veo más palpable es en un orgasmo, después de un rato de gran placer, tengo un orgasmo intenso que me mata de gusto, me muevo alargando el momento lo máximo posible y de repente, el placer es tanto que se convierte en una hipersensibilidad dolorosa. Pues al revés igual, el dolor puede excitarnos, la violencia, los insultos... ¿Significa eso que queremos que nos traten así siempre? No, puede que ni siquiera queramos ese tipo de sexo siempre, sólo en determinados momentos, buscando sensaciones intensas, liberarnos un rato a través del sexo duro. Este tipo de sexualidad no está ligado a la sumisión, que te guste sentirte dominada, dolorida o humillada en determinados momentos no significa que quieras llevarlo más allá de un rato en la cama.
- La sumisión: La sumisión, para mí, es una condición. ¿Qué quiero decir con eso? Yo siempre me he sentido identificada con las personas homsexuales. Hace poco mi prima me confesó que era lesbiana, me lo dijo entre lágrimas, creyendo que la rechazaría por ser así. En ese momento supe que a mí me pasaba lo mismo, mi condición sexual y de vida me creaban miedo al rechazo, esa sensación de que la sociedad e incluso tu familia no te comprenderán. La sumisión atañe a muchos aspectos de tu vida, no sólo al sexual. Ssiguiendo con la comparación, a mí me puede gustar tener sexo con una mujer, pero no soy lesbiana, no quiero a otra mujer como pareja, ir al cine juntas, tener momentos románticos, sentimientos de amor, comprometerme con ella, vivir juntas... no me gusta lo que conlleva ser lesbiana, ya que no es sólo sexo. Pues igual pasa con la sumisión, no me gusta someterme en exclusiva en la cama, quiero llevar esa entrega a mi vida en pareja, adoro esa confianza depositada en Él, esa seguridad de saber que está ahí para protegerme y cuidarme. En cuanto a mi parte como sumisa, evidentemente tengo que hacer sacrificios, puede incluso parecer que no soy libre, y es cierto que a nivel práctico tengo que obedecer, pedir permiso para cosas que los demás no tienen que hacerlo, pero no me importa, a otro nivel más alto, decidí libremente perder esa autonomía, porque es lo que me hace feliz. De qué me serviría hacer siempre lo que me de la gana si eso no me satisface. Es cierto que hay muchos tipos de sumisión, tantos como personas o parejas, ya que cada uno es libre de vivirlo a su manera, pero explicar esos tipos no es el objetivo de este post. Lo único que es cierto y que es común a todos los tipos de sumisión, es el sacrificio. Si no estás dispuesta a hacer sacrificios la sumisión no es para ti. Y no pasa nada, no tiene nada de malo fantasear con serlo, disfrutar del sexo duro y no ser sumisa, es perfectamente aceptable.
Espero haber diferenciado un poco estos conceptos, quería hacerlo con el fin de que seáis capaces de ir matizando vuestros gustos y sexualidad. Y no olvidéis que el objetivo siempre es ser felices. Si haces algo que no acaba de gustarte déjalo, si crees que algo se te queda corto, lucha por esa situación que te daría la felicidad. Puede que este camino de autodescubrimiento sea duro, pero las recompensas son increíbles.