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viernes, 20 de marzo de 2015

La historia de la reina de los mares y el niño bueno

Esta canción me encanta, me translada a otra época...


Sixteen Tons - Tennessee Ernie Ford


Nació una mañana con el sol en lo alto, las nubes viajando suaves por el cielo azul, fue una niña preciosa, de ojos negros y bien abiertos. Estaba destinada a ser feliz, a que la mimaran, a que su madre le cuidara la piel con fresca crema hidratante. No se cayó mucho, sus rodillas no estaban marcadas, no había cicatrices en su descafeinada piel, ninguna aguja la había profanado, nunca un llanto por el castigo. Sus padres sólo la tenían a ella, así que decidieron ensalzarla y protegerla de todo daño. Ella sonreía con sus dientes grandes y su pelo aturullado, una chiquilla simple, alegre, fantasiosa y normal.


Él nació otra fría mañana de Enero, otra mañana bonita, su madre lo sostenía sonriendo, jurando que haría lo que fuese por él. Por las mañanas iba alegre al colegio, con su mochila llena de deberes bien hechos, la mente de exámenes bien aprendidos. Le gustaba llegar a casa, encontrar la comida hecha, y a su abuela preguntándole qué nuevo capricho quería. Llenaba de orgullo a las mujeres de su vida, sus primas, sus tías, su abuela, su madre… Mujeres a las que demostraba amor, a las que se sentía unido, vinculado, mujeres a las que proteger, a las que hacer sonreír con su buen carácter, con su buena cabeza, con su preciosa risa. Jugaba en la placeta del barrio con los chiquillos, era un niño muy querido, del que era fácil ser amigo. Él sonreía con sus paletillas un poco montadas, con sus hoyuelos a cada lado. Un chiquillo simple, alegre, inteligente y normal.


Aquí os traigo la historia de dos personas a las que les dijeron que nacieron, una para no ser dañada y otra para no dañar. Pero el mundo no es así, ella no quería sentir finos ungüentos sobre su piel, quería sentir la fuerza de un cinturón, quería que alguien la tratara sin sobreprotección, quería sentir el poder sobre ella, quería que la humillaran, que la bajaran del pedestal en el que nació. Y él, él no quería ser complaciente, no quería dejarse llevar por los demás, quería tomar el control de la vida, de una mujer, poseerla, hacerle sentir lo que duele el cuero sobre la piel y acariciar las heridas después, por calmarla o por sentir lo que era capaz de hacer con una tierna mujer. Sentir el poder en su mano, sentirse duro y dominante. Y es que da igual el día que nazcas, en qué familia lo hagas, el alma no entiende de sol si quiere oscuridad, no entiende de seda si quiere cuero, el alma no entiende de dominación cuando quiere ser sumisa, ni entiende de sumisión cuando quiere ser dominante. Esta es la historia de dos personas que se conocieron cuando ella se creía la reina de los mares y él creía que debía aguantar por hacerla feliz. Es la historia de dos almas que se encontraron e ignoraron a las personas. Y dice la historia que la reina de los mares acabo lamiendo la suela de los zapatos del Amo, acabó azotada y sometida, entre lágrimas y sonrisas. Cuenta la historia que él dejó de aguantarse las bofetadas que quería darle, por caprichosa e insolente. Él dejó de aguantarse por hacerla feliz. Cuenta la historia que el que escucha bien lo que la vida le dice puede acabar con la suave piel escocida, y con la tierna mano convertida en puño de hierro. Cuenta esta historia que si olvidamos lo que nos dicen el día que nacemos podremos, al fin, vivir.

viernes, 6 de marzo de 2015

Un viernes, un vino y un vestido que me siente genial

Os traigo una de mis canciones preferidas, llevo muchos años escuchándola, cantándola a voz en cuello, y siempre me llena de optimismo y energia. Os dejo una de mis joyas. Ya sabéis: Play y a leer...


Chicken Fried - Zac Brown Band


Me maquillo en mi viejo tocador, perfilo mis labios de rojo y lo veo pasar. Sin camiseta, con los pantalones y el cinturón desabrochados, dejando ver parte de los boxers. Está guapo, fresco, atractivo, lleno de magia. Dicen que la sumisión es un camino difícil, yo sé que lo es, pero verlo pasar distraído y sexy, metido en la rutina de vestirse para ir al trabajo, ver a ese hombre de espalda ancha y cintura estrecha, de sonrisa con hoyuelos y ojos intensos, saber que le pertenezco es algo que lo vale todo. Y es que la vida tendría que ser un viernes, un vino, un vestido que me siente genial y Su sonrisa mirándome. Eso es para mí la sumisión, mirar a una persona y sentir orgullo, tranquilidad, paz y encima mojarte al pensar que harías cualquier cosa por Él, por buscar Su felicidad, con la certeza de que Él quiere lo mismo para ti.
Lo que me gusta de la sumisión son los detalles de la rutina, poner mi mano en Su brazo y que Él me acaricie cada vez que salgo de una habitación en la que está, es preguntar cada noche si entro en la cama desnuda o vestida, es que me obligue a ir al médico y me tranquilice con cariño y comprensión en la sala de espera cuando estoy asustada. Lo que me gusta de la sumisión es un viernes, un vino, un vestido que me quede genial y Su sonrisa mirándome sabiendo que debajo llevo las medias que le gustan, que voy sin bragas porque es Su deseo, que llevo dos pulseritas en los tobillos porque le gusta sentirme atada, que mi culo está ligeramente escocido por las marcas de la noche anterior, no, no unas grandes marcas, no unas marcas de sesión, las marcas de corregirme por una falta leve. Sí, lo que me gusta de la sumisión es no necesitar grandes sesiones para sentir lo que soy, me gusta que cada noche me castigue por las faltas del día, y tener sexo, mucho sexo, pero no el sexo de un matrimonio vainilla, ni el de una sesión, me gusta el sexo rutinario de un Amo y una sumisa, ese que el lunes puede ser que me folle atada, el martes que me use sin dejar que me corra, el miércoles que sí me deje mientras me abofetea sin parar, el jueves sea comérsela como si no hubiese un mañana terminando lamiendo Su semen de un plato, el viernes desnudándome mientras bailo, el sábado… el sábado quizá sólo nos quedemos dormidos viendo NBA en el sillón y no pasa nada, tenemos el domingo, y de nuevo el lunes y el martes y el resto de nuestra vida para follar y amarnos. Las sesiones, las fiestas, las cruces, las jaulas y los potros me encantan, no voy a decir lo contrario, e incluso lo necesito… pero como un complemento, eso no es lo que me gusta de la sumisión. Lo que me gusta es un viernes, un vino, un vestido que me quede genial y Su sonrisa mirándome, sabiendo que es mi Amo las 24 horas del día los 7 días de la semana, que vivimos en una sesión continua, en la que no sé cuándo me abofeteará, me azotará, me acariciará o me dirá lo mucho que me quiere mientras me sodomiza sin piedad. La vida es nuestra sesión, la rutina nuestra forma de vida, el D/s nuestro sentimiento. Adoro verlo pasar sin camiseta mientras me maquillo, verlo comer, conducir, descansar en el sillón en pijama, verlo cotidiano y natural, esa es Su magia, eso es lo que me vuelve loca, saber que Él ha decidido compartir Su rutina conmigo, que me ha incorporado como sumisa a ella.
Cada uno necesita cosas distintas, tanto en la vida como en el BDSM, y yo necesito un viernes, un vino, un vestido que me siente genial, Su sonrisa mirándome y saberme Suya en ese momento tan sencillo.

viernes, 27 de febrero de 2015

Volviendo a casa

Play y a leer:


I´m coming home - Skylar Grey


Sola, desnuda, la lluvia mojando cada trozo de mi piel, el pelo mojado pegado a mi cara, el asfalto arañando mis pies, la naturaleza limpiando mi suciedad. Pienso en ese tiempo oscuro, perdida, buscando a tientas por las calles de mis miserias. Desorientada, las dudas atormentando mi cerebro, los fantasmas del pasado asustando a esa niña que tiembla en un rincón, sintiéndose una mísera gotita sucia en el océano. Mareada, vomitando mis angustias, pellizcando mi piel, tirándome del pelo para sentir algo, aunque sea dolor y pena, pero sentir. Mi alma adormecida, atrapada en una maleta que nadie quiere llevar, como un tesoro maldito que nadie quiere cargar. Y si sonrío, y si una tímida sonrisa asoma es por poder seguir adelante, por luchar vagamente contra una enfermedad que me vuelve loca poco a poco, una enfermedad que marchita el cuerpo y el espíritu.
Sola, desnuda, ante la puerta de una casa, la lluvia mojando cada trozo de mi piel, limpiando el sudor pegajoso y maloliente de un camino lleno de problemas inventados, imaginaciones de mi mente retorcida… Miro al cielo, grito hasta agotar el aire de mis pulmones, hasta que no son más que dos globos desinflados dentro de ese cuerpo que tanto he rechazado. Grito de rabia, de fuerza, de impotencia, implorando ayuda, grito agradecida a esa lluvia que se lleva la porquería con la que cargaba. Absorta, poseída con vehemencia, en trance por la falta de oxígeno y las ganas de que todo cambie, llenándome de lluvia, de naturaleza… Un sonido me trae de vuelta a esa calle, a ese asfalto clavado en mis pies. El ruido de la cerradura, la puerta se abre y ante mí aparece un hombre, un hombre de pequeños y profundo ojos negros, que me miran fijamente. El hombre se acerca, me abraza con fuerza, una mano aprieta mi cabeza contra su fuerte pecho, y lloro. Lloro de alivio y desahogo, sé que todo ha pasado. Me rodea con el brazo y me lleva dentro… “Pasa, el camino seguirá siendo duro, el cuerpo y el alma te dolerán a ratos, pero ya nunca más estarás sola ni perdida. Te lo prometo” Entro, la lluvia está cesando, las gotas grandes e intensas ya no son más que pequeñas chispillas casi imperceptibles. Me detengo, lo miro, me devuelve la mirada y muestra una sonrisa limpia, fresca y sincera “Ven”.
Sonrío, lo entiendo todo, donde esté Él está mi hogar. Decidle a todos, no, mejor gritadle al mundo que he vuelto a casa, a Su casa.

jueves, 19 de febrero de 2015

Jugando a videojuegos

Ya sabéis que me encanta poner una canción y escribir automaticamente ¡Dadle al play y a leer!


Lana del Rey – Video Games
Lo miro jugando a video juegos, bebiendo cerveza y riendo con sus amigos, parece un tipo normal, nadie imagina el temblor que recorre su cuerpo cuando hago algo que no le gusta. “ ES QUE NO SABES QUE ERES MÍA, ES QUE NO SABES QUE ESO ME MOLESTA, MIRA LO QUE CONSIGUES, MIRA LO QUE ME OBLIGAS A HACER” me dice mientras me azota esposada a la cama. Estoy atada a Él, a Su amor y Su dolor. Da igual las cosas que imaginé, ahora está aquí, tras de mí con una fusta en la mano, el dolor es real e intenso. Sus caricias me enamoran, necesito acurrucarme en Él, sentir el olor y el calor que emana su piel, veo la ternura en sus ojos. Pero ahora me mira frío y distante, la decepción y el enfado se reflejan en su gesto. Por qué, por qué, por qué… me repito una y otra vez, por qué nací con la sumisión en la sangre y la insatisfacción en la mente. Me mira al otro lado de la cama, las lágrimas, la saliva y el rimmel manchan mi cara, me duelen los brazos y las nalgas, pero ya todo me da igual, solo quiero que me desate y correr a acurrucarme a su lado.
Me siento tan dolorida y tan viva, las emociones me erizan la piel. Cuántas mujeres estarán en esa situación esta noche en esta ciudad, me siento triste y afortunada. Es un Amo fuerte y orgulloso, las esposas en mis muñecas me recuerdan que he de ser cuidadosa, cautelosa. Es Su casa y respondo ante Su ley.


Estoy agotada y dolorida pero veo la belleza de la imagen: Él desnudo, medio tumbado sobre la almohada mirándome fijamente, yo con las manos esposadas a los pies de la cama, desnuda de rodillas, el pelo alborotado y la cara sucia, incapaz de mirarlo directamente. Es tarde, mañana hay que madrugar, pero da igual, el tiempo se detiene en la habitación, la entrega me desborda y la devoción me inunda ¿Todo esto es por mí o por Él? Perdí el control hace mucho.
Lo miro jugando a video juegos, bebiendo cerveza y riendo con sus amigos, parece un tipo normal pero anoche me dejó el culo, las muñecas y el vientre doloridos. Lo noté, lo sentí, la impotencia me lo gritó, eso no se finge, parece un tipo normal, pero no lo es.