lunes, 30 de mayo de 2016

No recuerdo los cumpleaños

Twenty One Pilots - Stressed out


Hay días que estoy agobiada, angustiada, presionada… no emito ruido, no hago gestos pero Él me mira y me pregunta: “¿Qué te pasa?” y es cierto que me pasa algo, y no sé por qué, mi vida me encanta, todo lo que hay en ella me gusta, adoro las nuevas sensaciones de amor y liberación que se han desatado en mí. La perspectiva de lo que es la vida ha cambiado, todo me parece más subjetivo, todo me resulta cuestionable, lo que antes era importante ahora ya no me lo parece, todo aquello que creía necesitar ya no… he roto una barrera importante, he decidido tomarme la vida con calma, respirando y saboreando cada segundo, sin pensar en el futuro y mucho menos en el pasado, gracias a eso empiezo a meterme poco a poco en esa gran sensación que es ser feliz… pero entonces por qué sigo sintiendo una carga sobre mis hombros, por qué hay algo que me pesa y no me deja volar, si yo ya no quiero sentir eso, si yo ya quiero volar, volar alto y vivir… Estoy estresada y no sé por qué, siento que algo me atrapa a un mundo al que ya no quiero pertenecer, que unos condicionamientos que ya no quiero siguen tirando de mí, yo quiero ser libre, libre a mi manera, aunque suene raro viniendo de alguien que pertenece a otra persona. Viajábamos el viernes hacia un fin de semana en familia, los cuatro juntos, un fin de semana que prometía ser divertido, un fin de semana para nosotros… viajábamos en el coche, felices, escuchando buena música, pero mi ceño estaba fruncido. Me daba miedo haberme equivocado en la reserva, buscaba el correo que me había enviado el hotel y no lo encontraba, las dudas, la angustia me invadía… y si no era esta fecha y si, como tuvimos que modificarla, no la apuntaron bien, y si no lo confirmé, llegué a tal momento de angustia mental que incluso tuve que hacer un esfuerzo para recordar la tarde que llamé por teléfono por si quizá ni siquiera existió. Hemos pasado un fin de semana muy divertido y tranquilo, pero reconozco que he estado en continua lucha interna por estar viviéndolo, por olvidar ese estrés, ese mal humor que lleva asociado… pero por qué estoy estresada, si yo ya me sentía libre…


El domingo por la mañana nada más levantarme en una cabañita preciosa de piedra y madera con unas vistas maravillosas, con el olor a naturaleza a mi alrededor, con mi Amo, con mis hijas durmiendo plácidamente, el domingo por la mañana nada más levantarme tenía un mensaje en el móvil, era el mensaje de una amiga que me decía lo triste que estaba porque el día anterior había sido su cumpleaños y yo no la había felicitado. Llevo dándole vueltas a lo que eso me provocó todo el día, y me alegro de que esto haya pasado porque me ha dado la clave de eso que me seguía atando. Son esos pequeños condicionamientos los que aún me afectan,  son tan pequeños que no me doy cuenta de que están ahí, en mi cabeza, dando vueltas, es información en mi cerebro, información que me provoca cosas… tendría que haberme sentido mal por no haberla felicitado, me tendría que haber sentido mala amiga, pero no fue así, me puse de mal humor, me excusé pero no me sentí bien haciéndolo porque a mí no me pareció tan grave. No os confundáis, soy una persona tremendamente detallista, muy mala para las fechas también, pero esto me ha hecho plantearme muchas cosas. Tenemos demasiadas costumbres a las que damos demasiada importancia. Me considero una buena amiga a mi manera ¿Por qué a mi manera? Porque no soy de salir de fiesta, no soy de ir a tomar muchos cafés, ni siquiera de interesarme cada dos por tres por cómo te va la vida, soy muy independiente, me gusta que me dejen mi espacio y por eso yo también les dejo el suyo a los demás, si queréis una amiga de estar hablando todos los días por teléfono yo no soy vuestro tipo, pero en los momentos duros, en los momentos angustiosos ahí estoy, empatizando, quebrándome la cabeza por intentar dar el mejor consejo, teniendo detalles para hacer el camino más ameno, no recuerdo tu cumpleaños pero soy incondicional, sé comprender, sé perdonar, sé hacer reír, sé ayudarte a romper barreras, sé ayudar a andar, sé hacer muchas cosas como amiga, pero a mi manera. A cambio sólo pido que me dejen mi espacio, que me intenten comprender y no me exijan, esto es lo más importante, que nunca me exijan. Hace unos años mi padre se olvidó de mi cumpleaños, yo no era como soy ahora pero recuerdo cómo me sentí, a una parte de mí no le importaba, yo sé que mi padre me quiere, pero a otra parte superficial le enfadó, porque lo “lógico” era enfadarse, porque nos han enseñado que el día de tu cumpleaños tienes que soplar una vela, en San Valentín recibir flores y bombones, y pobre de tu pareja como no recuerde el aniversario. Pero a la parte que ganó, esa que ahora reina en mí se pregunta qué importancia tienen esas cosas si nos sentimos queridos el resto del año, si esas personas están ahí siempre… pero aún hay una pequeña parte de mi cerebro que no para de darle vueltas a esas cosas que se supone que debería tener controladas, esas pequeñas cosas del día a día que parecen ser importantes y urgentes: no olvides felicitar a fulanita, no olvides comprar el disfraz de la niña para el cole, no olvides felicitar a tu madre el día de las madres, no olvides preguntar a menganita por su visita al médico, no olvides comprar los materiales para la manualidad del cole de la otra niña, qué nos ponemos para ir a la comunión, contesta “a no sé quién” que te escribió para quedar… y si a eso le sumamos los sentimientos que, no ser capaz de recordar tantas cosas, provoca: soy un despiste, no hago nada bien, soy un desastre, soy mala amiga, soy mala hija, soy mala madre, soy mala ama de casa etc… si juntáis todo eso os dará de resultado a una mujer feliz yendo de viaje tranquilamente hacia un gran fin de semana, estresada, con el ceño fruncido… Odio los condicionamientos, odio que la gente me diga lo que está bien o mal aunque sea en esos detalles. Odio tomar decisiones con esas vocecillas rondando mi cabeza, odio que me exijan, que esperen comportamientos por mi parte…


Vivimos estresados, creí que al quitarme los grandes pesos de mi vida eso desaparecería, pero es un trabajo más fino el que hay que hacer… vivimos estresados por cosas superficiales, por estereotipos, vivimos estresados por millones de tonterías que recaen sobre nuestros hombros… Soy feliz en mi casa, sola por las mañanas, escribiendo, trabajando en mis proyectos, pintando paredes, cambiando muebles, soy feliz cuando recojo a mis hijas, soy feliz cuando Él está en casa, cuando hacemos cosas los cuatro solos… soy feliz en mi mundo, viviendo las situaciones que quiero vivir, cuando las quiero vivir y con quien las quiero vivir… ¿De verdad es tan horrible?¿De verdad tengo que pasar por el aro de los condicionamientos para que me acepten, o para que las personas se sientan queridas por mí?¿No vale todo lo demás?¿No vale mi forma de querer?


Ultimamente empecé a trabajarme el dar abrazos, creeréis que es una tontería, pero no me gusta que invadan mi espacio personal, no me gusta que me toquen, no me gusta que las personas me hablen muy cerca, y los abrazos me cuesta horrores darlos. Evidentemente con mi Amo y mis hijas esto no cuenta. Es cierto que en ocasiones con personas muy concretas sí me apetece pero me cuesta por la costumbre de no darlos. Decidí empezar a trabajarme eso porque en cierta manera siempre me sentí mal por ello, mi madre misma me dijo que quería que le diese más abrazos, y me dio coraje, otra vez el coraje. Y ahora mismo me acabo de plantar en el “proyecto abrazo fuerte” no me gusta dar abrazos siempre que los demás quieran que los dé, no quiero sentir que mi manera de querer no es suficiente por no ser cariñosa, por no tocar, por no abrazar… Ahora mismo hay dos personas dándose por aludidas, dos personas muy especiales para mí, las dos me han abrazado, pero ellas no deben darse por aludidas, ellas me abrazan aceptándome tal y como soy, valorando mi forma de quererlas, mi forma de relacionarme… y por ello yo las quiero, las valoro y acepto que ellas sí abracen, y las abrazo.


Estamos estresados, estoy estresada, he sido consciente de los resquicios que quedan en mí de ese estrés, de esa infelicidad anterior, y voy a erradicarlo, con todas las consecuencias…

lunes, 23 de mayo de 2016

El que avisa no es traidor

Me veo reflejada en la pantalla del ordenador, dos gotas de rimmel negro dibujan mis mejillas, las dejo resbalar, rodar, porque ahora hay una parte de mí en crisis, es una parte mía y solo mía, nada tiene que ver con algo externo. Y es una crisis porque he de avanzar, he de seguir soltando lastre.


Llevo semanas que me siento frente al ordenador y las palabras no me fluyen como antes, los que me leéis estáis en mi mente cada vez que pulso una tecla y hoy sé que es porque a una parte de mí le importa lo que penséis, lo que queréis leer, y yo no sé escribir para los demás, porque no tengo técnica ni vocabulario para ello. Y si algo me queda bonito no es mérito de mi cerebro, ni de mi educación porque yo no sé escribir. Cuando aporreo las teclas lo hago de forma automática, es mi manera de traducir los miles de pensamientos y sensaciones que me rondan continuamente, es una manera de no volverme más loca de lo que estoy. No escribo, yo solo traduzco lo que me dicta una voz dentro de mí, pero es una voz tan personal que en el momento en que escribo para otros mi “don” desaparece, porque son palabras pensadas y meditadas, y yo no sé escribir. Sé aporrear teclas, sé llorar en un papel, sé sacar lo que siento, plasmar mis miedos, mis angustias, mis alegrías, mi forma de entender la vida, pero no sé escribir, os juro que no sé.


Llevo semanas en crisis, es una crisis preciosa  pues no es triste, no es una crisis de verlo todo negro, no es una crisis de angustia en el pecho, es una crisis de necesidad, es una sensación en la boca del estómago, como si algo dentro de mí me suplicara crecer, mutar, metamorfosear una vez más… esto nunca me había pasado, todas mis crisis fueron duras y feas, todas mis crisis fueron un crecimiento obligado, era la vida empujándome a crecer pues yo no estaba dispuesta a ello. Pero ahora soy yo, ahora es como si algo se hubiese soltado en mí, como si hubiese dejado de ser aquella niña tonta que se resistía a crecer, que se resistía a dejar de ser pequeña, como si ser una mujer no fuese maravilloso. Ahora soy la niña que quiere crecer porque sabe que es el momento.


Llevo en crisis de letras varias semanas, no me sale escribir sobre BDSM, no me sale escribir como sumisa, por ahora no, pues aunque sigo entregada esas palabras ya no me salen de dentro, ya nada me las dicta. Quizá algún día me vuelvan a salir, pero por ahora la Entrega se traduce en mis dedos de otra manera, para mí ahora ser Suya es tan grande que no puedo, ni sé, plasmarlo. Algo impide a mis dedos escuchar a esa voz hablando de lo que siento ahora mismo en esa parte de mi vida, y es miedo, me lo acaba de decir la voz, me da miedo que no me entiendan, me da miedo lo que piensen, nunca he negado que la opinión de los demás me afecta, pero debo superarlo, debo avanzar y romper esos miedos, esas angustias que me frenan, porque si no nunca creceré de verdad.


Esto que escribo es solo una manera de tranquilizarme, una manera de sentirme segura, porque os estoy avisando, y el que avisa no es traidor, de que ya no soy la que era, que ya no hablo las cosas como las hablaba, os estoy avisando de que no sé sobre qué escribiré a partir de ahora, unas veces será de entrega, otras de amor, otras de odio, otras de cómo vivo algo que me esté ocurriendo… esto es un aviso, pues quiero ser honesta, no puedo seguir pensando que no estoy escribiendo lo que queréis leer, que pensaréis que a qué cojones viene este post, o el otro…


Y al final en estas crisis con el blog siempre vuelvo a mis orígenes, a cuando escribí mi primera entrada en el “Rincón de Pelusilla” simplemente por la necesidad de sacar cosas fuera, pero a modo de terapia, a modo de sacar lastre, con un objetivo claro y egoísta: escribir para mí.


Aviso, y el que avisa no es traidor, aún no he conseguido sacar mi auténtica voz, limpiarme de todos esos miedos que hacen que no pueda escribir letra a letra todo lo que me dice, sin ningún tipo de filtro, pero es mi objetivo principal ahora y estoy trabajando en ello. Aviso, y el que avisa no es traidor, voy a sacar mi Voz y no sé qué pasará cuando lo haga.


Dicho todo esto quiero ser agradecida, agradecida a los que me leéis, es increíble despertar ciertas emociones en las personas, es indescriptible lo que me provocáis los que os atrevéis a poneros en contacto conmigo, vosotros sois los que me habéis ayudado a ver que no he terminado de identificarme con mi Voz, pues cuando me decís lo que os provoco me parece que habláis de otra, que no soy yo quién ha escrito eso que os ha gustado o ayudado. No quiero que eso siga siendo así, no es bueno para mí. Quiero sentirme responsable de mis palabras para lo bueno y lo malo, y eso solo se consigue sacando mi voz, rompiendo miedos y quitando filtros.


Aviso, y el que avisa no es traidor, durante un tiempo escribiré y no sé qué saldrá, probablemente escritos raros, destartalados y poco coherentes, pero es que la lucha interna es así y ahora es lo que me toca vivir, esa batalla entre mis miedos y mi esencia, pero tranquilos que sé el desenlace, la guerra la ganaré yo.

martes, 17 de mayo de 2016

Perder la conciencia

Conciencia: Conocimiento que el ser humano tiene de su propia existencia, de sus estados y de sus actos.


Hoy me veo como una persona que se da un golpe y pierde la conciencia, porque ya no confío en el conocimiento que tuve de mi propia existencia, de mis  estados y mis actos, creí que era una cosa y soy otra, en ocasiones me trataron como a una persona madura y responsable, en ocasiones como una inmadura impulsiva y creí que era eso, y lo soy pero al revés, era madura cuando los demás creían que estaba haciendo las cosas con inmadurez y era inmadura cuando hacía las cosas que los demás esperaban que hiciera. EN mis impulsos he sido más feliz que con cualquier decisión tomada desde la responsabilidad negativa de no querer decepcionar, de querer dar la talla, ese compromiso que creía tener con mis padres, con mi abuelo… Qué se espera de mí me preguntaba constantemente y, lo más peligroso, actuaba en consecuencia. Pero ahora me tatuo, pertenezco a un hombre, tengo sexo con otros hombres y mujeres, me quedé embarazada con 20 años… nada de eso era propio de mí, pero sí, sí era propio de mí porque es lo que me hace feliz, eso es lo único propio del ser humano.


Este viernes hace 8 años que me di un golpe en la cabeza, ese golpe simbólico que fue parir a mi hija, a mi salvadora. Desde el momento en que se engendró empezó a salvarme, desde el momento en que la vi siendo una criatura de 10 centímetros dando saltos en mi útero. Me salvó porque fue mi golpe, ese que me hizo darme cuenta de que necesitaba romper esa conciencia de lo que soy, de lo que creía ser y vivir, vivir por fin. Porque cada uno somos lo que somos y los actos no cambian eso. Quedarme embarazada joven no fue una irresponsabilidad, porque como madre demuestro día a día que lo soy, tatuarme no me hace menos buena porque es solo un dibujo en la piel, acostarme con otras personas no hace que lo ame menos a Él, al revés, nos une de una manera increíble. Que no tenga un trabajo estable en una oficina no me hace menos trabajadora, haber suspendido mil veces filosofía no significa que no me encante, eso son solo circunstancias… Hay capas, siempre hay capas, a nivel superficial esas cosas pueden importar pero en las capas más profundas eso no importa, en las capas más profundas eso importa una auténtica mierda. ¿Acaso vinimos a esta vida a angustiarnos por no sacar un 10 en un exámen? A eso vinimos? Para eso estuve gestando durante 9 meses a mi hija, acaso para eso la naturaleza hace esa magia que es crear una personita perfecta dentro de mi? Para que ahora le diga que un 8 no es suficiente, para que su profesora me diga que un 8 y 9 están bien pero ella puede llegar a un 10, claro que puede, soy su madre, lo sé, pero ese número de diferencia lo significa todo, ese paso del 8, del 9 al 10, lo significa todo. Esa cifra de diferencia a mí me dice que es una niña feliz, que es una niña que tiene tiempo de bailar, de reír, de ver la serie que le gusta, de reírse a carcajadas con su abuela, que tiene un rato para elegir con su padre la música que quiere en su mp3, que juega y hace tonterías con su hermana. Claro que sé que podría esforzarse más en los estudios, soy su madre, si en vez de leerse la lección dos veces se la leyera 5 sacaría un 10, pero no ella por ser mi hija, sino cualquier persona, pero yo no quiero eso para ella. A mí me llena de orgullo esa inteligencia emocional apabullante que tiene, esas conclusiones de vida que saca, esas preguntas sobre el amor que me hace, su ilusión, su inocencia, esa autoestima fuerte que posee: “Mamá, no sé si ser pastelera, bailarina, profesora… es que es un problema tener un don para todo” y no es que tiene un don para todo, es que no tiene límite para nada, ella sabe que puede ser lo que quiera, porque extrapolará su magia a todo lo que haga, igual que podemos hacer todos. Creeréis que estoy loca pero no me gustan los 10, no me gustan ni siquiera los 9, en verdad con un 5 me conformo, lo justo para hacer el paripé en este mundo condicionado, precisamente para que ese mundo no le corte las alas. Pero ella es tan grande que no pueden evaluarlo en el colegio, ella y todos lo somos, y no lo sabemos pero que que nos pongan números en en el colegio nos destroza. La magia no se mide y todos somos magia, lo creáis o no, no hace falta creerlo para serlo.


Quiero romper todas las expectativas que tengo en mis hijas, porque mi hija hace 8 años rompió todos mis esquemas, rompió esas cuerdas que me ataban a lo superficial, se lo debo, ella fue la primera que me hizo darme cuenta de mi necesidad de volar, así que haré todo lo que pueda por dejar libres sus alas para que nadie tenga que venir a desatárselas.


Esta entrada no sé ni lo que significa, quizá no significa nada, ni siquiera está bien escrita, ni corregida, y eso no es propio de mí, por eso quiero que se así, porque cada día tengo menos conciencia de lo que soy, de mis estados, de mis actos… y quiero seguir luchando por esta libertad que asoma.

lunes, 9 de mayo de 2016

Intensidad

Somewhere I Belong - Linkin Park


Me levanté de la cama, tenía mil pesadillas, monstruos amarillos y naranjas me amenazaban. Me levanté de la cama y puse el pie en el suelo, el dolor recorrió todo mi cuerpo, pero me dije a mí misma que exageraba, di un paso y luego otro, dolía pero no quería oírme, no me pasa nada, me repetía. No solté ni una sola lágrima, entré en el baño e hice pipí. Volví a apoyar el pie y otro calambre recorrió todo mi cuerpo, exageras Ángela, no te pasa nada. Volví a mi cama. Intenté dormirme, aunque los monstruos no me dejaron sola en ningún momento. Por la mañana mi padre me destapó y vio mi pie completamente deformado por la hinchazón, amoratada y azul. Aunque yo no quería me llevaron al hospital. Tenía la tibia y el peroné rotos, al ir andando al baño me los había encajado. Me tumbaron en una camilla, un médico a mis pies y otro jovencillo con gafas me sujetaba los hombros “Puedes gritar si lo necesitas”. El que estaba a los pies de la camilla me agarró el pie deformado, dio un tirón fuerte y me encajó los huesos. No emití ningún sonido, solo apreté los labios y cerré los ojos. El médico de las gafas no daba crédito “Hemos visto a adultos gritar y llorar ante ese dolor” les dijo a mis padres. No recuerdo el dolor, os juro que no lo recuerdo, solo la satisfacción al oír esas palabras, hasta hace poco esas palabras eran uno de los mejores recuerdos de mi vida. Ahora me abofetearía por haberme sentido bien por cómo me comporté.


Me negué el dolor, tengo una cabeza tan poderosa que si me digo que no duele no duele, creeréis que es positivo y yo os digo que es el peor de los defectos. Desde niña me negué tanto…  me negué la libertad, fui prisionera de mí misma. Fui creando un mundo oscuro, un mundo que no era el mío, era el de mi carcelera. Si veía algo especial lo tachaba de anécdota, me he negado tantos sentimientos que realmente creí que no existían, que no los merecía. Y ahora me pongo con el culo en pompa en la cama, la rama cae incesante y dolorosamente y me retuerzo, chillo y lloro. Me repito que no duele, me repito que el siguiente no va a doler, pero es peor que el anterior. En qué momento me volví una blanda. Al principio no me dolía tanto, los primeros correazos no me ardieron como me arden estos, algunos cayeron en la espalda, fuertes , duros y no perdía mi posición, no gritaba, no suplicaba y ahora 20 azotes en las nalgas me parecen 100 y ahora cuando voy por el 18 me parece una tortura recibir los dos últimos. En qué momento perdí mi dureza, en qué momento dejé de ser inmune al dolor… y ahora lo sé, fue en el momento en que dejé de negarme, en que dejé de condicionarme y empecé a vivir. El dolor me duele desde que soy libre. Y es que aquel día con la pierna rota tendría que haber llorado, tendría que haber vivido el dolor, tendría que haberme dejado levar por la situación, fue una noche horrible no puedo engañarme más. Y tenía que vivirla, tenía que vivir el dolor, para eso me caí, tenía que vivir el miedo de no saber qué me pasaba, tendría que haber vivido el momento tal y como era, sin negarlo, sin negar que me dolía, que dolía tanto que quería llorar. Y en aquella camilla tendría que haber gritado, tendría que haber sentido el dolor de encajar mis huesos completamente rotos pues eran consecuencia de mis actos, fue una lección que no aprendí. Tendría que haber chillado y haber dejado que los mayores me consolaran. Se supone que aquel fue un dolor intenso y no lo recuerdo porque no lo viví, no viví el momento con la intensidad que merecía. Y es que eso es lo que estoy aprendiendo, que lo importante no es lo que se viva es que lo hagas intensamente, sintiendo en cada momento lo que debes sentir: dolor, pena, alegría, emoción… Y es que de qué me sirve a mí recordar lo sorprendido que estaba el médico, lo orgullosa que me sentí, sino había vivido, había dejado que se esfumara una sensación importante, dejé de vivir mi cuerpo, por tanto dejé de vivirme yo.


Y ahora follo como si cada polvo fuese el mejor, lloro como si ese momento fuese el más triste, y al vivirlo de manera intensa y completa desaparece, porque quizá a las 6 de la tarde esté viviendo el momento más triste, pero a las seis y un minuto estoy viviendo el más bonito y así llenamos nuestras vidas, así nos enriquecemos, vivimos el momento, eso es vivirlo. No vivo la agonía de pasar de puntillas, de llenar la cabeza de imágenes sin apenas sensaciones, y es que antes de Él no recuerdo el dolor, antes de Él no recuerdo la felicidad, antes de romper mi cárcel, antes de matar a mi carcelera no recuerdo ninguno de mis sentimientos, no recuerdo la verdad de cada momento vivido, no recuerdo la intensidad.

jueves, 5 de mayo de 2016

Carne y vísceras

A veces me gustaría despedazar mi cuerpo, dejarlo hecho un amasijo de carne y vísceras. Y es que ya no se me ocurren más maneras de explicar que da igual ser carne y hueso, es que ya no se me ocurren más maneras de explicar que me doy entera. Quizá si destrozase mi cuerpo en pedazos podría mostrar que aún sin él sigo dándome, podría demostrar que mis venas, mis músculos, mis órganos son lo de menos. Y qué más da que me folle la boca, qué más da que me penetre salvaje, qué más da que me sodomice sin piedad, eso no es nada, migajas comparado con lo que tengo para dar.


Bailar bajo la piel, bailar con eso que dota todo de vida, eso que hace que las esposas, los azotes y lo físico sea mera circunstancia. Qué más me dan a mí la carne y las vísceras sabiendo que sin ellas puedo bailar entregada cada minuto de mi vida, que sin ellas puede guiarme igual o mejor, que mi cuerpo es solo parte de mi, no mi todo, ni siquiera mi cerebro lo es. Bailemos y abrámonos los cráneos, arranquemos nuestra masa cerebral, dejemos nuestra cabeza hueca, porque ni eso importa ya, da igual lo que aprendimos, aquello que creemos, aquello que pensamos, dan igual los recuerdos y los sueños si se baila a corazón abierto, aunque el corazón ensangrentado ya no lata.


Le pertenezco de un modo que empiezo a descubrir ahora, de un modo lejos de tripas y pulmones. Apriéteme el cuello todo lo que pueda, quíteme el aire si es Su deseo, ya sé que no me sirve nada más que para respirar como circunstancia. Ya sé que si me aprieta el cuello es para demostrarme que hasta si decidiese quitarme la vida seguiría siendo Suya, mágica y Suya. La vida como circunstancia es corta y barata, la vida como magia es gratis, libre de miedos y angustias.


Habrá personas que creerán que me he vuelto loca del todo, me da igual, simplemente no me entienden, simplemente no saben de qué hablo. Y es que ahora entiendo aquellas bacanales que acaban en orgías llenas de sexo y cuerpos despedazados. La muestra de que esta vida importa poco y que la Vida es grande, única e inamovible. Y qué más me da dejar de existir en esta si siempre existimos en la que importa. Y ya no temo a que nuestros “para siempre” acaben en la muerte, porque puedo arrancar la carne de mi cuerpo, convertirme en un amasijo de vísceras y sangre que jamás desaparecerá esto que vivimos.


Me da igual bailar como dos locos devorándonos la piel, me da igual que me encierren en un manicomio pues lo hará quien no entienda la magia, quien no entienda que azotar mi culo es solo una circunstancia, es solo la forma elegida, es solo el físico rindiéndose a la evidencia de la necesidad, la evidencia de ser un alma necesitada, perdida y aturdida, un alma que ahora empieza a encontrar su fuerza, un alma que solo esclava podía comprender. Para mí darme es crecer, para mi darme es magia, pues mi alma sin circunstancias no era alma, y las circunstancias sin alma no eran nada.


Voy a bailar toda la noche, desnuda, arañando mi carne, dejando que muerda y arranque pedacitos de mí para ver si así al menos alguien comprende que el cuerpo es carne, que mi cuerpo sólo sufre las consecuencias de algo más grande, que el sacrificio del dolor responde a una entrega más profunda, una entrega que no pertenece al mundo de la sangre y las vísceras. Y eso es lo que me aterraba de niña, eso es lo que me asustaba, no encontrarle y cruzarme una y otra vez con hombres que se conformaran con poseer mi cuerpo, incluso con hombres que se conformaran con poseer mi mente. Con hombres que me guiaran por los designios del dolor hasta provocarme éxtasis increíbles entre llantos, pero sin entender qué necesitaba yo de verdad…


Pero Él apareció, y no se conformó con poseer mi cuerpo a su antojo, ni siquiera se detuvo cuando tuvo mi mente… porque todo su dominio es magia, pues usa este mundo y sus sensaciones para descubrirme uno más allá de ellas.


Voy a destrozar mi cuerpo hasta dejarlo hecho un amasijo de carne y vísceras y aún así mi corazón seguirá latiendo aunque ensangrentado ya no lata.

lunes, 2 de mayo de 2016

No existen los héroes

Hero - Family Of The Year


Duele saber que los demás no tienen la solución a nuestros problemas, que por mucho que llores las cosas no van a cambiar, duele y mucho. Nacemos solos y morimos solos, y aún en nuestra soledad estamos rodeados de ayuda. No es la ayuda que esperamos, pues creemos que la solución al problema es que la pena se vaya, pero no, ojalá fuese tan fácil. Y es que nadie puede ser tu héroe, nadie puede ser quien tire de ti.


Hay grandes personas con las que nos cruzamos, personas dispuestas a ayudarnos, pero no de la forma que creemos, pues el pan para hoy siempre fue hambre para mañana.


He pasado momentos muy duros, y los pasé sola, lloré las mañanas enteras a causa de mis propios errores, nadie apareció para secar mis lágrimas, para darme golpecitos en la espalda y decirme que no pasa nada que todo está bien. Él, Él en esos momentos no me consoló, Él se mostró serio y dolido, Él me enseñó que todo tiene solución, pero que la paciencia es fundamental, me enseñó que lo mejor que podía hacer era esperar llorando serena, que el dolor no dejaría de doler en el momento, pero que la esperanza de que saldríamos adelante, la esperanza de que las cosas fuesen mucho mejor que antes era lo único que me podía ofrecer en el momento. Y ahora puedo decir cien por cien segura que la angustia parece que ahoga, pero solo aprieta. Que aquella lejana esperanza que me dio, que aquel trato enfrentándome a mis propias consecuencias es lo más bonito que ha hecho nadie para ayudarme.


Queremos héroes que nos salven, queremos grandes hombres que tiren de nosotros, pero eso sólo existe en las películas. La vida real es muy distinta, en la vida real si alguien está tirando de ti está viéndose afectado, si alguien es tu héroe significa que automáticamente te has convertido en su villano. Y al final ser el villano te hace más daño que cualquier cosa porque no has solucionado tus problemas originales y has sumado algo más. Y ten por seguro que ese “héroe” algún día se dará cuenta de que no lo es, de que es un humano más y que no es nadie para salvar a nadie. Nadie tiene superpoderes, ya que nadie tiene más poder del que tenemos todos. Por eso si necesitamos salvación debemos buscar en nosotros.


Él me ha guiado como no lo ha hecho nadie, me ha ayudado como no lo ha hecho nadie, pero ha sido sin tirar de mí, ha sido haciendo que me enfrente a mis mierdas. Y sé la diferencia porque en nuestros primeros años sí tiró, si quiso ser mi superhéroe, y lo único que conseguí fue hundirlo y enturbiar todo ese amor que lo había llevado a querer salvarme.


Seamos conscientes de que duele saber que nadie puede solucionar nuestros problemas por nosotros, nadie puede darnos el poder que creemos que no hay en nosotros. Entendamos también que a veces la mejor manera de ayudarnos es llevarnos a lo más hondo para obligarnos a sacar esa fuerza que sí tenemos.


No existen superhéroes, no existen grandes hombres que aparezcan y con un guiño seductor vuelvan la vida de color de rosa. Somos humanos que luchamos solos, pero unos al lado de los otros, observar esa lucha ajena nos puede ayudar, pero sin la nuestra propia no lo conseguiremos nunca.