jueves, 5 de mayo de 2016

Carne y vísceras

A veces me gustaría despedazar mi cuerpo, dejarlo hecho un amasijo de carne y vísceras. Y es que ya no se me ocurren más maneras de explicar que da igual ser carne y hueso, es que ya no se me ocurren más maneras de explicar que me doy entera. Quizá si destrozase mi cuerpo en pedazos podría mostrar que aún sin él sigo dándome, podría demostrar que mis venas, mis músculos, mis órganos son lo de menos. Y qué más da que me folle la boca, qué más da que me penetre salvaje, qué más da que me sodomice sin piedad, eso no es nada, migajas comparado con lo que tengo para dar.


Bailar bajo la piel, bailar con eso que dota todo de vida, eso que hace que las esposas, los azotes y lo físico sea mera circunstancia. Qué más me dan a mí la carne y las vísceras sabiendo que sin ellas puedo bailar entregada cada minuto de mi vida, que sin ellas puede guiarme igual o mejor, que mi cuerpo es solo parte de mi, no mi todo, ni siquiera mi cerebro lo es. Bailemos y abrámonos los cráneos, arranquemos nuestra masa cerebral, dejemos nuestra cabeza hueca, porque ni eso importa ya, da igual lo que aprendimos, aquello que creemos, aquello que pensamos, dan igual los recuerdos y los sueños si se baila a corazón abierto, aunque el corazón ensangrentado ya no lata.


Le pertenezco de un modo que empiezo a descubrir ahora, de un modo lejos de tripas y pulmones. Apriéteme el cuello todo lo que pueda, quíteme el aire si es Su deseo, ya sé que no me sirve nada más que para respirar como circunstancia. Ya sé que si me aprieta el cuello es para demostrarme que hasta si decidiese quitarme la vida seguiría siendo Suya, mágica y Suya. La vida como circunstancia es corta y barata, la vida como magia es gratis, libre de miedos y angustias.


Habrá personas que creerán que me he vuelto loca del todo, me da igual, simplemente no me entienden, simplemente no saben de qué hablo. Y es que ahora entiendo aquellas bacanales que acaban en orgías llenas de sexo y cuerpos despedazados. La muestra de que esta vida importa poco y que la Vida es grande, única e inamovible. Y qué más me da dejar de existir en esta si siempre existimos en la que importa. Y ya no temo a que nuestros “para siempre” acaben en la muerte, porque puedo arrancar la carne de mi cuerpo, convertirme en un amasijo de vísceras y sangre que jamás desaparecerá esto que vivimos.


Me da igual bailar como dos locos devorándonos la piel, me da igual que me encierren en un manicomio pues lo hará quien no entienda la magia, quien no entienda que azotar mi culo es solo una circunstancia, es solo la forma elegida, es solo el físico rindiéndose a la evidencia de la necesidad, la evidencia de ser un alma necesitada, perdida y aturdida, un alma que ahora empieza a encontrar su fuerza, un alma que solo esclava podía comprender. Para mí darme es crecer, para mi darme es magia, pues mi alma sin circunstancias no era alma, y las circunstancias sin alma no eran nada.


Voy a bailar toda la noche, desnuda, arañando mi carne, dejando que muerda y arranque pedacitos de mí para ver si así al menos alguien comprende que el cuerpo es carne, que mi cuerpo sólo sufre las consecuencias de algo más grande, que el sacrificio del dolor responde a una entrega más profunda, una entrega que no pertenece al mundo de la sangre y las vísceras. Y eso es lo que me aterraba de niña, eso es lo que me asustaba, no encontrarle y cruzarme una y otra vez con hombres que se conformaran con poseer mi cuerpo, incluso con hombres que se conformaran con poseer mi mente. Con hombres que me guiaran por los designios del dolor hasta provocarme éxtasis increíbles entre llantos, pero sin entender qué necesitaba yo de verdad…


Pero Él apareció, y no se conformó con poseer mi cuerpo a su antojo, ni siquiera se detuvo cuando tuvo mi mente… porque todo su dominio es magia, pues usa este mundo y sus sensaciones para descubrirme uno más allá de ellas.


Voy a destrozar mi cuerpo hasta dejarlo hecho un amasijo de carne y vísceras y aún así mi corazón seguirá latiendo aunque ensangrentado ya no lata.

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