lunes, 31 de agosto de 2015

Mamá, soy sumisa

Ya os he contado muchas veces que con mi madre tengo una relación muy especial, os hablé de ella en este post. Ha sido siempre la persona que me entiende, la que me da los mejores consejos y a quién me apetece llamar cuando me pasa cualquier cosa, buena o mala. Cuando comencé a vivir todo esto la eché mucho de menos, me enfrentaba a conflictos internos que sabía que sólo ella podría calmar, pero era incapaz de contárselo. Así que pasaron los años y fui acostumbrándome a vivir ciertas cosas sin ella, y me sentía realmente mal, como si la apartara de mi vida, de lo que soy. Ella nunca me ha rechazado por nada, cuando me quedé embarazada de mi primera hija, lo primero que hicimos fue contárselo a ella, yo era muy joven y tenía asumido que mi madre reaccionaría como se espera en esos casos, llevándose las manos a la cabeza. Pero ella se quedó quieta, delante de mí, y lo primero que me preguntó con una enorme sonrisa fue: “¿Pero por qué lloras, tonta?” Me montó en el coche, me llevó al hospital para asegurarnos que todo estaba bien y por el camino me quitó todos los miedos a base de ilusiones “¿Qué nombre le pondrás? - Nacerá para el verano, la mejor época para sacarla de paseo – Es normal que él esté asustado, pero seguro que será un gran padre – Que sepas que por lo menos la cuna es cosa mía - Seguro que será un bebé precioso…” Este es un ejemplo de por qué me dolía ocultárselo, si ella siempre me ha aceptado sin juzgarme.
Un día yo estaba muy triste, ella me preguntó que qué me pasaba y yo le dije que no podía decírselo, que no lo entendería. Traté de explicarle con metáforas pero fue peor, me miró muy seria y me dijo: ”Yo sé lo que te pasa, eres ninfómana ¿Verdad? Creo que lo has heredado de tu padre y no pasa nada” Me quedé a cuadros y me dio por reír “No, mamá, no soy ninfómana” Así que decidí decírselo. Es muy difícil transmitir lo que eres en dos palabras que ni siquiera te gustan, pero hay que resumirlo de alguna manera: “Soy sumisa” se quedó igual “No pasa nada, yo antes también era muy sumisa, y por eso he trabajado todo este tiempo para saber qué quiero y no decir que sí a todo…” no lo había entendido, el error de esa palabra es que también corresponde a una característica personal negativa. El problema vino cuando me di cuenta de que ni siquiera había oído hablar del tema, cuando tuve que explicarle lo que es ser sumisa, lo que es el BDSM, lo que implica… Al terminar me hizo la pregunta que sabía iba a hacer: “¿Crees que yo he hecho algo mal como madre, crees que eres así por algún error mío?” No, no se lo toméis a mal, no era en plan ¡¿Dios mío en qué me he equivocado!? Siempre se ha esforzado mucho en ser buena madre, le ha dado mil vueltas a las cosas por hacer lo mejor para mí, para convertirme en la mejor persona posible, esa pregunta es la misma que yo me hacía ¿Cuál es el origen de todo esto? Le expliqué tranquilamente que ella no tenía nada que ver, que esto no era una condición derivada de nada, y si lo es da igual, yo soy feliz así, no hay que darle más vueltas, le dije que cambiara la palabra sumisa por lesbiana ¿Crees que eso sería consecuencia de algo? “No, creo que es algo que eres y punto” Pues igual, mamá. A partir de ahí todo ha sido aceptación. Puedo hablar con ella con normalidad, evitando decir mi marido me azota o me abofetea, son términos que no veo necesario utilizar, más que nada porque ella lo admira y lo quiere como a un hijo, y no querría que eso se enturbiara. Con ella puedo hablar de la parte más profunda de todo esto, que es lo que necesito.

lunes, 24 de agosto de 2015

24/7 y machismo

He leído un tweet que asociaba el 24/7 al machismo. De primeras me ofendió, pero eso en twitter es muy común, la gente opina sin fitro ni consideración. Pero este fue algo diferente, ya que, a parte de la ofensa, me pareció una asociación peligrosa, más en estos tiempos en que la sensibilidad con la violencia de género está a flor de piel. Realmente me di por aludida ya que ¿Significa que me creo una esclava y en verdad soy una mujer maltratada? Creo que desde sus orígenes el BDSM ha tratado de trazar una gran diferencia entre maltrato y él. Y si todos vemos claro, que no es lo mismo una bofetada de un marido a su mujer sin su consentimiento, a la de un Amo a su sumisa en la cama ¿Por qué no vemos que es diferente que un marido le exija a su mujer que le sirva la comida, por obligación, a que un Amo se lo ordene a su sumisa? Es exactamente lo mismo, la diferencia entre una situación y otra es la misma, solo cambia el escenario. Ahora bien, se me podría argumentar que una sumisa de sesiones, en cuanto sale de la sesión es más libre que yo, que conserva más libertad que yo. Para empezar, yo he dado pie a ello, nadie me ha obligado a ser esclava de nadie, al revés, y para continuar, que no lo entendáis no significa que esté mal. SERVIR 24 HORAS A UN HOMBRE NO ES SINÓNIMO DE MACHISMO ¿Por qué? Para que lo entendáis me iré a la definición de machismo: 1. m. Actitud de prepotencia de los varones respecto de las mujeres. Mi Amo no se siente superior a mí por ser un hombre, se siente superior porque es mi Amo. No va por la vida diciendo que las mujeres son inferiores, no va dando órdenes a toda la que pilla. Lo que ocurre en mi casa no es machismo es BDSM.
Si queréis más ejemplos pondré algunos que forman parte de mi vida. Empezaré puntualizando, de nuevo, que mi Amo y yo fuimos pareja vainilla varios años antes de ser Amo y sumisa. En esos años no vi ni un atisbo de machismo, al revés, para Él fue difícil sacar su parte dominante porque le parecía mal verme y tratarme como inferior, hasta que que asimiló que no lo hacía por el hecho de ser mujer, sino por el hecho de que era Suya y yo, LIBREMENTE, me había entregado. Entonces... ¿Se le apareció el fantasma de las navidades de 1950 y de repente se convirtió al machismo? Más bien comenzó a ser Amo, cosa completamente distinta. Y también hablaré de trabajo, creo que si mi Amo fuese un hombre machista en vez de un Amo, con el nivel de posesión que tiene sobre mí, habría muchas cosas que no me dejaría hacer, trabajar por ejemplo. Mi trabajo se basa en gran parte en la imagen y las relaciones públicas. Siempre voy arreglada, guapa e incluso sexy, no voy a negar que atraigo a algunos hombres ¿De verdad creéis que un marido machista me dejaría ir a trabajar así, o siquiera ir a trabajar? No, pero es que otra diferencia entre un hombre machista y un Amo, es que al primero le da exactamente igual que su mujer se desarrolle o no, sea feliz o no. El segundo quiere que su sumisa llegue a realizarse, llegue a ser la mejor versión de sí misma de Su mano.
Repito, mi casa no es una casa machista, tengo dos hijas y como padres, LOS DOS, no queremos educarlas así, queremos que sean mujeres fuertes, libres y alejadas lo máximo posible del machismo. Si me ven fregar los platos luego ven a su padre planchar, si yo las llevo al cole, Él las ayuda con los deberes… El 24/7 no se trata de azotar todo el día, ni siquiera se trata de que Él se mueva lo menos posible, no se trata de que esté dándome órdenes cada minuto, se trata de que cuando me da una orden la cumplo al instante, de que he de seguir una serie de protocolos, es más pedir permiso que poner prohibiciones porque sí, se trata de que noto su dominio en cada decisión que tengo que tomar, en cada pensamiento, me siento inferior ante el poder de UNA PERSONA CONCRETA, NO DE UN HOMBRE CUALQUIERA. El 24/7 es suave, cotidiano, constante y muy profundo.
En resumidas cuentas ¿Por qué someter a una sumisa en la cama no es machista y ordenarle que te traiga unos zapatos en el sofá sí? Es lo mismo, el mismo sentimiento, la misma profundidad, el mismo dominio, solo que más alargado en el tiempo. Otra cosa importante, Él me infunde respeto, pero no le tengo miedo.
Y una última observación, si el 24/7 no es BDSM sino machismo ¿Dónde metemos a los hombres, a los gays y lesbianas que también quieren vivirlo o que ya lo viven?



No hagamos asociaciones simplistas, si el 24/7 fuese machismo, mi Amo sería un maltratador y yo una mujer maltratada, y no estoy dispuesta a que, con los tiempos que corren, con lo mucho que he trabajado mi personalidad, con lo mucho que hemos trabajado nuestra relación, se nos acuse de tal cosa.

miércoles, 19 de agosto de 2015

Otro pequeño gran paso (2ªParte)

A la noche siguiente de recibir el castigo (post 1ªparte) nos pusimos a ver una serie como hacemos muchas veces, pero esta vez le bajé las pinzas y el Hitachi. No sé por qué lo hice, me gusta que la iniciativa sea Suya, no me parece de "señorita digna" ofrecérselo yo pero, como os dije, quería cambiar, quería conocerme a fondo, aceptarme de verdad. Sonrió al ver los elementos, me colocó las pinzas de madera alrededor de los pezones y nos pusimos a ver la serie abrazados. De vez en cuando me las movía y acariciaba para torturarme un poco más. Terminó la serie y me puso de rodillas en el sofá, con las manos atrás y los ojos cerrados. Estaba completamente encogida con los hombros en tensión, esperando el primer manotazo. Llegó y fue horrible, como esperaba. Pero entonces pensé que quizá ahí estaba el problema, estaba aceptando que el dolor no me gustaría, que el dolor es una sensación espantosa y fea, pero… ¿Y si me relajaba e intentaba sentirlo en vez de tenerle miedo? Relajé los hombros, respiré profundo y me dispuse a sentir el dolor como sensación, sin esperar nada bueno o malo, solo sentirlo. El dolor llegó, pero esa resistencia mental ya no estaba, e incluso sentí cómo me excitaba. En todo este tiempo mi Amo me tocaba al azotarme y me preguntaba que si no me gustaba por qué me mojaba tanto. Yo realmente no lo entendía, no había sentido nada de placer, pero ahora creo que estaba tan centrada en la mente, en los pensamientos, en racionalizar el dolor, en repetir tanto que no me gustaba que estaba ignorando las señales de mi cuerpo. Así que lo sentí. Las pinzas fueron cayendo y fui entrando en una vorágine mental, una ensoñación. Lloraba, pero no de dolor o súplica, era desahogo. Cogió el Hitachi y lo pasó por mis pezones doloridos y sensibles. Me abofeteaba mientras tenía los ojos cerrados, al principio me encogía pero, igual que con las pinzas, me dejé llevar. Eran sólo bofetadas, nada podía pasarme, Él me quiere y no me pondría en peligro. El miedo fue desapareciendo, me tumbó, presionó mi cuello mientras me aplicaba la vibración en el clítoris. Alternaba bofetadas, ahogo, pellizcos… unos pensamientos distintos me vinieron esta vez. Me repetía a mí misma que era una guarra, que mirara lo que me dejaba hacer por un orgasmo, que mirara lo que me dejaba hacer por un hombre, que nadie me había forzado a estar ahí, que yo solita lo había escogido. Creo que todo este tiempo he fantaseado tanto con que acababa sometida a la fuerza porque no había aceptado del todo que yo me sometía por mi propia voluntad. Me he dado cuenta de que desde niña he utilizado mis fantasías para no ver la realidad, supongo que para mi mente infantil era difícil sentir todo aquello, así que desarrollé una especie de mecanismo mental, una forma de vivir lo que quería sin afrontar que era por mi propio deseo. Ese día, mientras mi Amo me hacía todo aquello, conseguí relajarme, conseguí desactivar ese mecanismo y aceptar que no me compró en ningún sitio, que nadie me ha secuestrado y forzado a ser así, por primera vez en mi vida acepté realmente que me someto voluntariamente, que yo solita me entregué a un hombre.
Lo miraba, estaba tan guapo ahogándome, lo veía disfrutar de las bofetadas, y me repetía a mí misma que me gustaba ser el motivo de esa cara y que además no sufría por ello, sino que me encantaba. Me apretó el cuello y el hitachi y, mientras pensaba en lo que era capaz de hacer por sentir, me corrí como nunca me he corrido, sin contención, lento e intenso, sin apretar ningún músculo de mi cuerpo, noté un líquido caliente saliendo de mí, chorreando, me había hecho pis o no sé qué leches había hecho, pero era la primera vez en la vida que me pasaba. Cuando terminé un llanto sentido se apoderó de mí, Él me cogió y me abrazó: “Tranquila, estoy aquí, contigo”. Lloré un rato, lloré por haber sido mi propia enemiga, por haber vivido toda la vida bajo el yugo del miedo, del “es mejor contenerse que sufrir”, he vivido reprimida creyendo que no lo estaba.
Por otro lado, he establecido una nueva relación con el dolor, no es que de repente me guste, simplemente he conseguido que mi mente lo acepte un poco más. Antes estaba predispuesta a aguantar esa sensación, ahora lo acepto como un sacrificio por Él, es algo que forma parte de estar sometida, que es lo que me excita. Por ello, cuanto mayor sea el sacrificio, la sensación de estar sometida es mayor y mayor la excitación. Aunque no cantaré victoria aún, de los azotes no he conseguido obtener placer todavía…


Como ya me pasó a principios de año y que os conté en este post, mi visión del mundo se ha abierto un poquito más y todo gracias a Él, a que no se ha rendido nunca conmigo, a que es capaz de ser paciente y severo, a que me dice las cosas como son, a que hace lo posible por verme feliz, aunque duela.
Llevo toda la vida sabiendo lo que soy, llevamos 7 años como pareja D/s, pero me queda mucho que aprender, y sobretodo, muchas barreras mentales que destruir. Estoy muy ilusionada, creo que al fin he cogido el camino adecuado para dejarme llevar y dejarme disfrutar.

miércoles, 12 de agosto de 2015

Otro pequeño gran paso (1ª parte)

Para empezar diré que hay veces que me he sentido un fraude como esclava. Creo en el equilibrio, creo que sin él nada funciona. En mi caso la emoción y el físico no están equilibrados. Emocionalmente soy fuerte, o al menos me es más fácil avanzar, no me menosprecio, sé que eso es difícil, pero a mí me atormenta ya que sé que ese es mi punto fuerte, qué merito tengo si sólo avanzo en lo que me es sencillo… Me habréis escuchado muchas veces decir que no soy masoquista, que sufro mucho con el dolor, pero no es eso, es que no lo asumo bien, lo rechazo, no lo quiero en mi cuerpo. Es cierto que en estos años he avanzado en este aspecto, Él me ha ido entrenando, ahora mi tolerancia al dolor es más alta. Esto es otra cosa que me parece curiosa, desde pequeña los médicos me han dicho que tengo una tolerancia a dolor muy alta, con 7 años me rompí la tibia y el peroné, yo estaba empeñada en que no era nada, para demostrarles a mis padres que solo era hinchazón por el golpe fui andando al baño apoyando los dos pies, pasé una noche con los dos huesos completamente fracturados, al día siguiente me llevaron al hospital, me los había encajado. Dos médicos tuvieron que agarrarme, uno de los hombros y otro del pie para tirar y volver a ponerlos en su sitio. Me advirtieron que dolería mucho, que podía gritar, que hasta los adultos lo hacían e incluso se desmayaban. Tiraron, apreté un poco lo labios y nada más. Claro que dolió, pero no me pareció suficiente como para gritar. Ejemplos como ese tengo varios, una matrona me dijo que siempre se acordará de mí por lo bien que llevé las contracciones del parto. Esto me torturaba, por qué si mi tolerancia en general es tan alta, me dan cuatro azotes y ya no puedo más, por qué ese dolor no lo asimilo igual, por qué no lo quiero.
El lunes volvimos de nuestra escapada a Madrid, siempre que voy vuelvo llorando, lo paso tan bien allí que me duele separarme de todo lo que esa ciudad significa para mí. Mi Amo conducía y me preguntaba que en qué pensaba, yo se lo decía, a pesar de saber lo mucho que se iba a enfadar. No por la pena de irme de Madrid, sino porque hace mucho que un pensamiento me atormenta, un pensamiento que lo estropea todo. Le dije que otra vez tenía ese pensamiento, lo noté en Su gesto y Su tono, si hubiera podido, hubiera parado el coche en mitad de la autovía y me hubiera reventado. Lo único que me dijo fue: “Eres una puta caprichosa, estoy harto de esa parte de ti. Pero no te preocupes que te voy a ayudar a que desaparezca, verás como esa Ángela caprichosa echa a correr y no vuelve más” temblé y me alivié. Toda la vida he notado esa dualidad en mí, una Ángela madura, razonable, feliz y consecuente y otra Ángela superficial, caprichosa, inconformista y exigente. Llevo 28 años luchando contra ella, le llevo mucho ganado, pero ya hay restos que no puedo, lo intento, pero sola no puedo, ya conoce mis métodos y es resistente a ellos. Pasamos el resto del viaje en silencio, 400 km dándole vueltas, notando Su decepción, notando Su enfado, fue el peor viaje de mi vida. Llegamos a casa de noche, descargamos el coche y subimos al dormitorio. Desnuda me ató manos y pies, me inmovilizó con el culo bien expuesto, me puso la mordaza. Sabía lo que me esperaba, sabía que cogería la rama y azotaría fuerte. El primer golpe llegó, la rama tiene varios nuditos que abren herida a la primera, es un dolor continuo, no es como el escozor de la fusta que se disipa un poco antes del siguiente golpe, la rama solo suma golpes y dolor. Otra vez ese pensamiento en mi cabeza “No quiero esto”, pero ¿Por qué sigo aquí entonces?, una parte profunda de mí pedía más castigo, quería que acallara a esa voz que pide sometimiento pero que solo quiere la parte bonita. Y sí, es que así soy en la vida, veo lo que quiero, aquello que me haría feliz, pero cuando la cosa se pone un poco dura quiero abandonar, solo quiero la parte fácil. Necesitaba sufrir y aguantar. De repente paró “Te voy a dar un descansito” me dio miedo, lo conozco bien, estaba demasiado enfadado para mostrar esa compasión repentina ¿Qué tendría pensado? Me soltó los pies, me enganchó la correa al collar y me llevó al jardín. Me ató a la columna, me tapó los ojos y me dejó sola, a oscuras, con la mordaza y las manos atadas. Al principio no me pareció nada muy malo, hacía una temperatura agradable, el silencio me calmaba, me pareció cien veces mejor que la rama. Pero los minutos pasaron, la mente comenzó a torturarme, los sonidos empezaron a no ser tan amigables, le daba una y mil vueltas a todo: ¿Por qué soy así?¿Qué me pasa?¿Por qué no soy capaz de dejarme llevar?¿Por qué no puedo controlar esa parte caprichosa?... El estómago se me revolvió, no quería estar más allí, no quería escuchar más a mi cabeza. No sé cuánto tiempo pasó, pero a mí me pareció una eternidad. De repente Su voz en mi oído, no había oído pasos ni ruido, Él había estado allí todo el rato, aunque yo me había creído sola. Me pareció una metáfora de la confianza preciosa, aunque yo no la había superado. Algunos de mis pensamientos eran de indefensión y abandono, ¿Qué pasaría si me pasa algo?¿Y si la saliva se me va por otro lado y me ahogo?¿Cómo me podría soltar para quitarme la mordaza?... No confié en que Él estaba controlando la situación, me sentí la peor esclava, sumisa, esposa, o lo que sea que soy, del mundo. Al oído me propuso una elección, una hora más allí o 10 azotes con la rama, pero azotes mucho más fuertes de lo que me los había dado hasta ahora. Aunque me pregunté que si los “más suaves” eran una tortura cómo serían estos, no dudé ni un segundo, no quería seguir allí, no quería pensar más, estoy harta de darle vueltas a todo, me sirve hasta cierto punto, pero hay cosas que necesitan terapias más contundentes. Me subió a la cama de nuevo, no me ató “Si en algún momento te arrepientes, me lo dices, paro y te llevo de nuevo a la columna”. El primer azote me cortó el alma, era un dolor horrible. Al segundo en mi interior rogaba clemencia, quería que se apiadara de mí y no me diera los 8 restantes, al tercero en mi interior suplicaba que no se apiadara, sabía que si lo hacía esa Ángela caprichosa no se iría, al revés, tomaría más fuerza. Al cuarto dejé de pensar, sólo lloraba y respiraba. Al décimo estaba exhausta, dolorida y muy agradecida. Me abrazó “No me gusta azotarte así ¿Crees que no me daban ganas de parar al ver las heridas que te hacía?¿Qué no me duele verte llorar así? Esto es duro también para mí, pero sé que lo necesitas”
En ese momento una necesidad de cambio se instauró en mí, Él me había hecho ver de nuevo mis debilidades y lo importante que es cambiarlas, no por Él sino por mí. Pienso en otras sumisas y esclavas y las veo vivir esto intensamente, dejándose llevar, y no es que yo no lo haga, pero aún hay, bueno, había una parte de mí, que no cedía el control del todo, no confiaba ciegamente.


Y este fue el preámbulo de un nuevo descubrimiento, de un nuevo pequeño gran paso. Esto fue lo que hizo que al día siguiente aceptara algo que soy pero que sin darme cuenta llevo toda la vida rechazando...