domingo, 28 de enero de 2018

Feliz cumpleaños AMOr

Esta entrada seguramente tenga erratas, he comenzado a escribirla con ganas de terminarla, como alguien que hace algo que no debe pero tiene que hacer. Y es que puse muy seria conmigo misma, decidí que era el momento de descubrir cuál es mi propósito en la vida, eso a lo que me tengo que dedicar... para ello el primer, y más importante, paso es apagar mi mente y confíar en la vida, en mi Ser interior, dejarlo salir y hablarme. Para ello dejé de hacer cualquier cosa que pudiese estar haciendo en cualquier dirección, la más significativa: escribir. No es que no sea esa la respuesta, es solo que necesito fluir y escuchar lo que la vida tiene que decirme. Pero claro, una hace planes y las circunstancias también. Hoy es Su cumpleaños y necesitaba dedicarle unas palabras:


Es mejor caminar - Revólver

Esta entrada es una máquina del tiempo que he creado solo para nosotros, un viaje a otro tiempo, a esos momentos que forman parte de nuestra historia, esos primeros momentos en los que sí éramos los que somos ahora, no esos enturbiados que vinieron después.


Recuerdo el primer viernes que su padre le dejó el coche, solo había un casete, lo puso y Revolver sonó de camino a Cumbres Verdes. ¿Cuántas veces hicimos el amor en esos asientos traseros? El viernes era sin duda mi día favorito de la semana. Verlo jugar al fútbol me encanta… recuerdo observarlo fijamente, recuerdo la primera vez que sentí esa admiración por verlo hacer algo que yo no sé hacer, por ver en aquel muchacho a un niño de tardes de placeta y pelota que yo no conocí. He de confesarle que Revolver no me gustaba mucho y Depeche Mode tampoco, pero cómo no adorarlos si ellos fueron la banda sonora de aquellas noches. No sé qué día fue, pero recuerdo como si fuese ayer estar sentada, aún delante, contemplando el cielo lleno de estrellas y las luces pequeñitas de la ciudad debajo. Miré ese cielo y me sentí terriblemente afortunada, y digo terriblemente porque por primera vez sentí lo doloroso que podría llegar a ser amar tanto a alguien, por primera vez sentí el miedo a no volver a estar en esos instantes antes de que me besase, de no volver a sentir el calor de su piel, el miedo a no volver a estar a horcajadas sobre usted. Pero ese miedo fue fugaz, acabó cuando su mano agarró tiernamente mi nuca para acercarse y besarme con amor y deseo.


Por aquel entonces no se lo dije, aunque creo que ya lo sabe, pero aquellas noches fueron mucho más para mí que las primeras veces de una relación, esas noches, su manera de follarme, rompían mil prejuicios, mil creencias que había adquirido sobre tener sexo con un hombre. Usted limpió mi cuerpo, mi mente y mi alma de las manos sucias, del sexo sucio que me habían manchado. A Su lado empecé a disfrutar, empecer a comprender que una pareja era unión.


Y es que puedo volar con mi mente a esos momentos, a Revolver sonando y a Sus labios en mis pezones, a la primera vez que sentí lo mucho que me excita que me los toquen, puedo recordar la primera vez que me fijé en que se muerde fuerte el labio de abajo cuando está muy excitado, la primera vez que percibí que Sus ojos se vuelven más oscuros aún mientras me folla. Ahora me dice que cabalgo mejor que nadie y no sabe que fue usted el que me enseñó en aquel coche, el que me descubrió y liberó, el que hizo que empezara a permitirme sacar ese animalillo salvaje que era, que soy. Esas noches empezamos a descubrir que éramos igual de pervertidos y sexuales…


Siempre decimos que estamos hechos el uno para el otro, que nos hicieron a molde, que mi hombro encaja bajo Su axila, que mi nariz encaja en el hueco de Su clavícula, que usted sabe por instinto que me vuelve loca, y yo sé por instinto qué lugares tocarle. ¿Recuerda el día que me retó a que encontrara algún lugar en el que tuviese cosquillas? Se creía invencible, ni siquiera usted lo sabía… y yo fui a darle bocaitos chiquititos en el hueso de la cadera haciendo que comenzara a reírse inevitablemente. Me pide que esté con usted siempre, que no lo deje, pero no lo exige, lo dice como no queriendo decirle, para darle salida a un miedo, asustado de que ese pajarillo libre que sabe que soy un día no regrese… ¿Cómo voy a irme? Esta vida es nuestra, esta vida es para saborearnos como no pudimos en otras… a usted le asusta que no esté a Su lado en esta, y a mí me asusta cuántas pasarán hasta volver a vernos.


¿Sabe? Desde el primer momento en que lo vi, ese en el que supe que era el hombre de mi vida, me empezó a ayudar a crecer. Esas semanas que pasaron antes de saber que iba a volver a verlo siquiera, esas en las que, como si fuese tonta, decía que usted era mi novio solo por haber bailado una vez juntos… esas semanas también estuve cerrando círculos, empecé a limpiarme, a intentar cambiar esas cosas que no me gustaban de mí… y es que desde que lo vi por primera vez, en cuanto vi Su sonrisa limpia y sincera supe que teníamos que estar juntos pero que me tocaría luchar mucho, crecer mucho, para ser merecedora del privilegio de estar a Su lado.


¿Se puede ser más feliz? Hace unos años hubiese sentenciado con un no, pero hoy puedo asegurar que sí, pues cada día aprendo nuevas sensaciones, nuevas emociones, descubro un nuevo matiz en nuestro amor, cada noche Sus brazos me parecen aún más confortables que la noche anterior.


Los mejores recuerdos que tengo de nuestra relación sucedieron en lugares sencillos, haciendo cosas sencillas. En la playa, en mi toalla de foca en una noche de Luna llena, en el banco de un parque, en el asiento trasero de un Citroën, en una manta en mitad del campo ¿Recuerda cuando tenía tantas ganas de usted que me daba igual estar desnuda en mitad del campo, incluso cuando pasaban ciclistas?, en nuestro dormitorio, en una habitación cutre de un motel de Madrid, en un concierto clavándome la barra de metal en la barriga por tenerlo a usted detrás abrazándome y cantando, en una casita rural en Asturias escanciando sidra en la bañera… Ay, me estoy poniendo tonta, ya sabe, somos unos “sentíos”. Han sido tantos los momentos a Su lado, son tantos, serán tantos…


¿Recuerda el primer regalo de cumpleaños que le hice? Yo recuerdo que vino esa mañana a mi casa y se lo di en la cocina, el papel de regalo quedó sobre la mecedora. Recuerdo Su cara, esa de no esperárselo para nada, cara que me prometí volverle a sacar todos los cumpleaños que pudiera. Casi siempre lo he conseguido (sin duda la del regalo de su segundo cumpleaños a mi lado se lleva el premio, usted ya sabe ;) jaja) y seguiré intentándolo cada año. El primer regalo que le hice fue un mp3, usted amaba la música, amor que también me enseñó, no fue fácil para mí comprarlo, ahora tener un mp3 o similar es muy habitual, pero en aquella época era algo especial. Cuidó y usó ese mp3 tanto… aún está por casa rondando, soy incapaz de tirarlo. Lo llenó de canciones que hoy en día son la banda sonora de nuestra vida: Depeche Mode, Oasis, Revolver…


Y bueno, no me enrollo más, mi intención con esta entrada era sacarle una sonrisa en Su día especial y decirle que cuando vuelva a casa mire en Su lado de la cama, habrá algo que espera sacarle aquella cara del primer cumpleaños.


Feliz cumpleaños, Amo. Prometo no faltar a ninguno de los muchos que le quedan por vivir.

miércoles, 10 de enero de 2018

No renaceré, seguiré siendo

Hace unas semanas estaba un poco agobiada, no sabía qué escribir, sobre qué hablar, me sentía de nuevo en ese bloqueo que me viene cada cierto tiempo... Como si tuviese mil historias que quieren salir pero el miedo las atasca. Esta vez abrí la carpeta donde guardo todo lo que escribo. En ella hay mil textos empezados, relatos que en su momento no publiqué, frases, párrafos perdidos etc. Abrí el primero que pillé, no tenía ni idea de lo que era... y allí estaba este texto que me dio la vida, que me emocionó muchísimo, sabía que lo había escrito yo pero no lo percibí así en aquel momento, casi podría decir que lo escribí para leerlo en el futuro, como si fuese dos personas y me hubiese dejado un regalo de cumpleaños preparado... Me parece el cuento perfecto para iniciar el 2018 en el blog, un año en el que quiero avanzar con este proyecto, cambiar al fin esas cosas que llevo mucho queriendo cambiar, una de ellas escribir y publicar sin ningún miedo ¿Lo conseguiré al fin? Esta entrada es un pasito, en su día no la publiqué este porque tuve miedo... Justo hoy me quitan un bulto en el labio con el que llevo varios años, ya me lo extirparon pero me volvió a salir. Os cuento esto porque siempre he creído que mis problemas físicos son reflejo de lo que tengo por dentro. Ese bulto lo tengo desde que empecé a escribir de forma pública, es un bulto que me incomoda cuando me expreso, que creo que miran todos cuando hablo, me hace sentir observada, me recuerda constantemente que lo que digo se escucha con el consecuente miedo a qué pensará el receptor de lo que digo. Hoy me quito ese bulto y voy a trabajar duro para que no vuelva a salir, voy extirparme también el miedo que simboliza.


Renaissance - Paolo Buonvino & Skin

La anciana estaba tumbada en el suelo sobre unas pieles. Medio incorporada miraba el fuego. Aquella noche la tribu estaba callada, no retumbaban los tambores, no sonaban las flautas, nadie cantaba… Todos estaban paralizados mirando a la vieja. Ella miraba el fuego, sabía que esa noche era la noche, todos lo sabían. Era el momento de pasar el testigo, sus vaticinios, sus consejos, sus cánticos ya se habían agotado. Miraba el fuego sin miedo, sin pensar en nada más, solo miraba el fuego hasta que las llamas se transformaron en imágenes, se contorneaban como una mujer, una mujer que entraba lentamente en un lago, desnuda, con su largo y moreno pelo cubriéndole los pechos. La noche hacía que el agua fuese negra, tan solo el reflejo de una enorme luna llena flotaba en la superficie. Y allí se dirigía la mujer, nadando despacio, lento para no mover las aguas y emborronar el reflejo del astro. La vio cerrar los ojos y dejarse flotar con los brazos y piernas extendidos, la sintió unirse con la luz de esa luna, la sintió salirse de su propio cuerpo al igual que hacía la anciana en ese momento, la sintió viajar por los siglos. La sintió cuando se convirtió en una chica menuda, de pelo castaño que cabalgaba sobre las caderas de un hombre, en una cama, una noche de luna llena. También sintió a aquella muchacha, la sintió cuando la sensación de ser un trozo de luz de luna la invadió, la notó sentirse mágica y plena, notó cuando esa chica comprendió que era pura luz de luna, tan grande y potente. Tan poderosa que su misión era darse, notó cómo la chica comprendió lo que estaba dando a aquel hombre, cuando comprendió de qué forma estaban conectados ambos, cuando entendió el equilibrio entre dar y recibir, cuando comprendió su entrega, su sumisión, cuando entendió que para liberar su poder, para llevarlo a su máxima expresión debía darse, debía liberarse de su propio cuerpo, entregárselo a otra persona, a una persona que supiera qué tesoro estaba cuidando, que tuviese mano dura cuando lo humano la presionara, mano dura para quitarle todo aquello que la alejaba de su origen, de su magia. Tenía que dejar que otra persona la llevase, le quitase la carga humana, esa de ser lo que has encarnado ser. La anciana sintió cómo aquella chica lejana en los tiempos se empoderaba con todo el camino ya recorrido, cuando era capaz de comprender quién y qué era. Esa anciana notó cómo aquella chica que cabalgaba sobre las caderas de un hombre en la oscuridad de la noche se sentía con el cabello más oscuro, con las caderas más anchas, cómo no se sentía en una cama sino en un bosque, cómo se percibía con unos ojos más grandes, con una fuerza y carácter distintos, sintió cómo se contorneaba de una forma diferente, cómo la guiaba una fuerza más salvaje… La anciana vio cómo aquella que flotaba en el lago sentía a la muchacha que cabalgaba y cómo flotando en el lago se sintió más vieja, cómo le brotaban de los labios unos cánticos que jamás había oído, cómo escuchaba tambores que no estaban en aquel silencioso bosque, sino en ella.


La anciana salió del trance, volvió a ver solo llamas en la hoguera. Miró a su pueblo: no os apenéis por mí, no me voy, la muerte no es el fin de nada, soy una anciana que muere, pero también soy una mujer que flota, una chica que cabalga... No voy a renacer, solo seguiré siendo. Estoy sobre estas pieles y en mil lugares más. Hay una mujer que flota que escucha tambores, hay una chica que cabalga que desde niña se sintió vieja. Todas somos la misma, no renaceré, solo seguiré siendo…


La sabia anciana cayó sobre las suaves pieles, su cuerpo quedó allí vacío, ese disfraz ya no aguantaba más remiendos.