Los hombros se me resintieron cuando soltó mis manos, el estar tanto rato atada había hecho mella en las articulaciones. Sentí cierto alivio, que desapareció al recordar para qué me soltaba. Agarró mi nuca con una mano, y firme, pero sin brusquedad, me llevó hasta el suelo. Cuando me tuvo a cuatro patas me quitó el antifaz, me costó un poco adaptarme al cambio de iluminación, al enfocar la vista vi que estaba ante el gran espejo que ocupa toda una pared del sótano, cuando mis padres vivían en la que ahora es nuestra casa, lo pusieron con la intención de convertir esa habitación en una sala de baile, no sabían que años más tarde sería testigo de los perversos juegos de su niñita. Cuando dejo de aturdirme con ese pensamiento me concentro en lo que está pasando, me veo en el espejo, a cuatro patas, mi Amo desnudo, de pie tras de mí, me siento vulnerable, me veo pequeña ante Él, me fijo en Su cara y tiene puesta esa sonrisilla pícara que me derrite a la vez que me asusta. Se va arrodillando lentamente, empieza a amasar mis nalgas, las aprieta fuerte… “¿Estás lista cariño? Bueno, da igual, yo sí lo estoy. Ahora vas a contar hasta cinco, despacito, que saboree cada instante” Noto como coloca la punta de Su sexo en la entrada de mi estrecho agujerito, empiezo a contar UNO… Él hace pequeños, casi imperceptibles movimientos DOS… TRES…CUATRO… cada número lo alargo más, sé qué pasara cuando llegue al maldito CINCO… Su polla me penetra sin vacilar, un dolor intenso me ataca, no lo puedo soportar, mis músculos se tensan ante tal invasión “¡Ay, Amo! No puedo, no puedo” le suplico, verdaderamente no lo puedo soportar “Ssshhh tranquila, ya ha pasado lo peor, ya esta entera dentro, relájate, no voy a sacarla…” me habla mientras me acaricia el pelo, y ya está, ya ha dicho las palabras mágicas, tiene el poder de hacer sufrir mi cuerpo mientras hipnotiza mi mente. Efectivamente el dolor agudo deja paso a uno más llevadero, aunque sigo paralizada, cualquier mínimo roce intensifica la tensión, el dolor. Él está quieto, lo que lejos de tranquilizarme, me pone nerviosa, para qué se estará preparando… Me agarra de pelo, tira hasta dejarme la cabeza alta, “mírate en el espejo, mira a esa muchacha inocente, mira como sufre, pídele perdón, discúlpate por ser tan zorra, mira sus lágrimas y dile que las derrama sólo por tu placer, solo por que quieres estar cachonda como una perra” soy sumisa pero tengo mucho orgullo, y no solo no digo nada, sino que aprieto los labios desafiante. Tira más fuerte de mi pelo, mientras la saca poco a poco de mi culito, torturándome lentamente, y es que sabe que odio esa sensación, soy orgullosa pero débil, no aguanto mucho los pulsos… Fijo la mirada en mi reflejo, “Lo siento, siento ser tan puta que necesite llorar para gozar, siento torturarte solo por mojarme, siento ser una guarra” parece una tontería, pero enfrentarte a tu imagen frente al espejo es duro, te lleva a lo más hondo, y es entonces cuando la humillación me emborracha, me nubla los sentidos y lleva mi sumisión a otro nivel.
Llevo unos días queriendo hacer una pregunta y no me atrevía, pero leí esta entrada y me pareció el sitio oportuno. ¿Alguna vez has recibido sexo anal durante dos días seguidos? Y quería saber si lo soportaste bien después o te dolió mucho. Sé que es un poco personal pero nunca lo he probado tan seguido y me gustaría saber tu opinión, si quieres dármela.
ResponderEliminarMe han encantado las tres partes de "Al techo", maravillosas.
Tú tranquila, no me suelen incomodar este tipo de preguntas :).
ResponderEliminarAlguna vez sí, pero en contadas ocasiones, creo que podría contarlas con una mano y me sobrarían dedos, ya que a Él le gusta cuidarme en ese sentido, dejar que todo vuelva a su sitio, un poco de hielo si ha sido muy duro... se preocupa mucho de que siga siendo apretadito jaja. Las veces que sí han sido seguidas las recuerdo molestas, no sé si es lo normal, quizá es que soy demasiado delicada, pero sobretodo al principio de ese segundo día me escoció y me molestó más de lo normal, aunque terminé disfrutándolo igual. También supongo que dependerá de la excitación previa, ya que no siempre he tenido las mismas sensaciones. Pero me pasa lo mismo con el sexo anal en general, depende de cómo esté de excitada, de tener la mente despejada de pensamientos ajenos, no estar tensa... Un truquito que he descubierto hace poco, que probablemente sea muy evidente o lo sepáis la mayoría jaja, es respirar profundo mientras empieza a penetrarme, la respiración profunda, esa en la que llenas la barriga antes que los pulmones, está demostrado que calma en situaciones de ansiedad, estrés e incluso es efectiva en los ataques de pánico, relaja los músculos de todo el cuerpo en un breve espacio de tiempo. Por eso me funciona en esa primera penetración que es la que más me molesta. Espero haberte ayudado ;)
Un besazo y gracias
Muchas gracias a ti!! Hay cosas personales que entiendo que no se quieran decir, pero muchas gracias por dar tu opinión y los consejos. Yo no sabía el truco de la respiración jeje! El dolor que puedas sentir me pasa como a ti, que incluso eso lo disfrutas por la entrega que supone. Sabiendo esto y tendiendo tu experiencia como dato seguro que me atrevo. Desde hace un par de meses que descubrí tu blog no me pierdo una entrada. Tanto que lo empecé desde el principio :)
ResponderEliminarGracias de nuevo y un besito!