Estaba bajo Él, me estaba follando el culo como solo Él sabe hacerlo… tenía trenzas, sí trenzas, hacía años que no me las hacía, no me veía… pero esa tarde para limpiar las niñas habían perdido mis coleteros y tenía solo unas pequeñas gomitas a mano, así que las trenzas era el único peinado que se me ocurría para recogerme el pelo con ellas… lo explico porque yo ya no me hago trenzas, no me hago coletas, no me veo con ellas, sé que tengo una cara y un cuerpo aniñado y no me gusta potenciarlo, soy muy poco little por mucho que Él a veces me trate como si lo fuese…
Me miraba al espejo y me acordaba de aquella foto del colegio, con el uniforme, mis paletas aún salidas y mis trenzas, tan niña, tan graciosa… aquella niña que era dulce por fuera y perversa por dentro, aquella niña que se excitaba, aquella niña que no podía dormir sin imaginar alguna de sus sucias historias. Sí, cerraba los ojos, y solo podía conciliar el sueño imaginando cómo un hombre me secuestraba y me sometía, cómo un hombre me compraba para ser su esclava, como un médico me examinaba de una manera sexual, cómo me hacía daño con sus instrumentos, no podía conciliar el sueño sin imaginar que un hombre irrumpía en mi dormitorio para regañarme por ser sucia, cómo me ponía en sus rodillas y me hacía aquellas cosas que me había pillado pensando…
¿Podéis imaginar lo que es inventar cada noche una historia así para dormir? Con 7 u 8 años... ¿Podéis imaginar cómo era mi mundo interior lleno de fantasías? ¿Podéis imaginar lo que era creer que todo aquello jamás se cumpliría?
Anoche estaba bajo Él, con mis trenzas, antes me había follado la boca tirando de ellas, me había follado a cuatro patas… y yo me sentía aquella niña, me miraba al espejo y veía a aquella Ángela niña. No lo sabía pero necesitaba reconciliarme con ella, necesitaba darle lo que siempre había soñado, todo lo que había fantaseado, necesitaba que viviese todo lo que quería vivir… y ahí estaba Él, encima de mí, follando mi culo mientras yo lloriqueaba, y lo vi, lo miré y fui consciente de mis trenzas, de lo mucho que aún me parezco a aquella niña y algo perversamente mágico sucedió… Su imagen invadió mi infancia, Su cara, con Su barba, con esa mirada, con lo que me cuida y me protege, con los castigo que me infringe, con el sexo que me da, Él invadió mi infancia, se convirtió en secuestrador, en médico, en el hombre que me compraba, pero lo mejor fue cuando se convirtió en el que abría la puerta de mi dormitorio rosa y me azotaba, me follaba, y le daba a aquella niña todo lo que necesitaba…
Sé que es muy raro lo que cuento, sé que puede parecer hasta aberrante correrme mientras lo imagino follándome de niña, pero así pasó y me siento genial, sentí que mi infancia se cerraba, que aquella niña se despedía ahora feliz, satisfecha, dejando de sentirse como un pequeño monstruo por inventar cada noche todas aquellas historias. Aquella niña se despedía sabiendo que los sueños se cumplen, que sí existía, que sí se podía hacer realidad.
Quién me iba a decir que unas trenzas me iban a dar tanto, quién me iba a decir que iban a darle paz a una parte de mi historia, que iban a hacerme sentir así…
Y ahora siento su presencia en todos los momentos de mi vida, porque siempre me pregunté cómo hubiese sido ser amigos de la infancia, haber crecido juntos, como hemos hecho, pero desde niños… porque la primera vez que me dijo que quería pasar la vida a mi lado, que quería casarse conmigo fue tras ver mis álbumes de niña: “Me he puesto triste al ver todos los años de tu vida que me he perdido, y no quiero perderme ni uno más”. No se ponga triste Amo, no estuvo ausente todos esos años, aunque no estuviese conmigo físicamente. Porque cada noche imaginaba una historia antes de dormir, cada noche lo pensaba a Usted.
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