lunes, 9 de marzo de 2020

La trascendencia y el sexo anal


1.    Empezar a ser conocida [una cosa que estaba oculta].

2.    Hacer sentir sus efectos o tener consecuencias [una cosa] en lugar o medio distinto de aquel en que se produce.

Esto es lo que dice el diccionario, pero en realidad es un término mucho más profundo. La trascendencia es algo complejo, es como llegar a algo superior, es como ser capaz de alcanzar un nivel desde el que ver con perspectiva, abandonar un poco tu cuerpo, es ir más allá… No sé describirlo, solo sé que cuando trasciendes lo sabes porque, permitidme el atrevimiento de decir que la trascendencia es la evolución del orgasmo, lo que hay tras él si no lo “cortamos”, si nos atrevemos a ir más allá de él. Yo he tenido varios momentos de ese tipo, me enfada que ha sido en los momentos más difíciles, y me enfada porque si fuese capaz de llevar eso a toda mi vida sería la leche. Pero lo cierto es que en los momentos duros me “voy” fácilmente, soy capaz de ver con perspectiva, comprender lo que es formar parte de un todo, la sensación oceánica creo que lo llaman, lo que sería ser solo una gota pero ser consciente de que formas parte del inmenso océano.
Este sábado vi perfectamente esto hecho metáfora en el sexo. Siempre he dicho que el sexo anal me maravilla, no es que me guste a nivel físico, me duele pero me lleva a sensaciones únicas. He aquí la metáfora: cuando me dejo llevar, cuando no me resisto al dolor, cuando lo acepto es como si una parte de mí surgiera, una parte capaz de elevarse un poco y comprender que el dolor está en un plano, pero en otro plano superior te está dando algo maravilloso y es entonces cuando el dolor deja de ser insoportable para ser el conductor de un orgasmo increíble. Este sábado fui incluso más allá. Una de mis tareas es dejar de ser controladora, cuando estás atada y te están azotando ¿Qué control puedes tener? Pues mucho, no controlas las circunstancias pero cómo las gestionas es todo cosa tuya. Hasta ahora si me azotaba y me ponía el Hitachi a la vez era incapaz de sentir placer, no sentía absolutamente nada pues estaba intentando racionalizar el dolor, quería controlar las sensaciones y no podía llevar dos a la vez. Pero los frutos de mi trabajo interior se vieron reflejados cuando me dejé llevar, no intenté resistirme al dolor… todo fue mucho mejor. Y entonces llegó el sexo anal, llegó ese dolor, llegó también el Hitachi… no sé cómo expresarlo, solo sé que en un momento concreto dejé de sentir dolor y placer y me corrí en un “lugar” en el que ambas cosas daban un resultado aún mejor que cualquier orgasmo. Trascendí esa situación. Gemí como no había gemido en mi vida, era una explosión sin ser nada físico, o al menos sin ser consciente de lo que sucedía a nivel físico. Cuando “pasó” rompí a llorar, no de dolor, ni de agotamiento… era puro desahogo, la intensidad, la emoción me invadía, lloraba solo por haber sentido la vida, por haber llegado a ese lugar, por saber que aún nos quedan miles de cosas que explorar, que somos distintos a los que fuimos y por ello puedes repetir exactamente las mismas cosas y que el resultado sea completamente diferente. Eso es tan apasionante.
Me quedo con la primera definición del diccionario, porque cada vez que he sentido esa trascendencia ha sido toda una revelación, un descubrimiento que ha modificado mi vida, da igual si ha sido motivada por algo sexual, por un diagnóstico médico, por un mal momento… cada vez que trasciendes descubres algo importante que afecta a cada parte de ti. ¿Cómo se consigue? No lo sé, si lo intentase responder desde mi experiencia diría que lo necesario para trascender es buscar la profundidad de todo, es ser muy consciente de que todo en nosotros es importante, especial, no menospreciar ninguna parte de nuestra vida porque todo esta totalmente conectado. La clave puede ser estar abiertos y dejarse llevar… Sé que me falta mucho camino por recorrer pero si está lleno de momentos como los del sábado qué bien que aún me quede tanto.


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