Puuff cuántas ganas tenía de empezar a escribir esto.
Necesito volver a retomar el blog de forma regular. No me había dado cuenta de
lo mucho que me ayuda pararme a escribir y reflexionar sobre este aspecto de mi
vida. Mi intención es volver a esa maravillosa época en la que publicaba una
vez a la semana, ojalá lo consiga, no solo por los que me leéis, sino por mí.
Hoy tengo la necesidad imperiosa de reflexionar sobre estos
últimos meses, más bien, este último año. El 9 de marzo nuestra tercera hija
cumple un año y ha sido un año maravilloso aunque intenso como pocos.
Hoy me ha venido la idea de que en este año no he sido la
mejor de las sumisas, nunca he olvidado que Él es mi Amo, eso siempre estuvo
ahí, pero las circunstancias han hecho que sacase otras partes de mí de forma
inconsciente. Hace aproximadamente un mes lo operaron de un tumor benigno en el hígado, ahora puedo
hablar de ello porque todo ha pasado, pero fue una operación grande y larga,
con sus riesgos... Mi intuición en todo momento me decía que estuviese
tranquila, que todo saldría bien, pero podéis imaginar que incluso siendo yo de
las que confían con fuerza en esa voz, el miedo era real. Podríamos decir que
la operación era la cima de esta situación, pero el camino hasta ella fue lo
más difícil. Aún recuerdo el día en que le hicieron la ecografía, solo sabíamos
que tenía un tumor enorme en el hígado, no sabíamos qué era. Resultó ser
benigno, pero qué intensidad de emociones. Aquel día la piel me hormigueaba,
esa voz me decía: confía, no será nada. Y supe que debía ser la mejor compañera
que pudiese ser. No sé si lo fui, el caso es que ahora que hace un mes de la
operación me doy cuenta de que puedo empezar a bajar la guardia, me está
costando mucho. No puedo obviar que estando embarazada mi madre estuvo luchando
contra el cáncer, lucha que ganó y que, cuando parecía que podía bajar la
guardia, en plena ola hormonal post parto tras dar a luz, comenzó todo esto.
Necesito recordármelo para no castigarme cuando ahora me asaltan los miedos,
para no castigarme por seguir en alerta. Recuerdo estar con mi bebé de dos
semanas en la cama, Él en la habitación de al lado estudiando a muerte para
ascender y además con la preocupación de notarse un bulto enorme. Recuerdo
tener ese escalofrío que te da el miedo, ese que te hace creer que el mundo se
va a derrumbar, recuerdo respirar hondo, abrazarme a la paz de mi bebé y
decirme: “Tranquila Ángela, ahora estás aquí, Él está vivo, solo tienes miedo y
es normal, no pasa nada” Debo recordarme eso para comprenderme, para comprender
que ahora necesito un tiempo de transición, en el que es normal tener
resquicios de miedo, sentir amenaza en mis células hasta que estas comprendan
que todo está bien.
Ya hablaré sobre qué sentí cuando temía perder a mi Amo,
todo lo que me planteé sobre si yo seguiría siendo sumisa si Él ya no estaba,
sobre si eres sumisa en general o lo eres porque naciste para entregarte a una
persona en concreto. Pero hoy quiero marcar un nuevo inicio. Somos una pareja
real, nos amamos con locura y cuando la situación se puso más complicada hubo
que dar prioridad a unos sentimientos antes que a otros. Como he dicho antes
creo que ser sumisa dejó de ser mi prioridad para convertirme en la mejor
compañera, aunque mientras escribo esto me pregunto si eso no es entregarse
también. Es cierto que dejé un poco de lado mis obligaciones como sumisa, pero
a cambio hice todo lo que estuvo en mi mano para ayudarlo a sanar, a transitar
por esa situación, me entregué de otras formas, hice toda la magia que sé hacer
por Él… Sea como sea hoy siento algo distinto en el pecho, algo me dice que
todo ha de volver a su cauce, que es hora de volver a agachar la cabeza de la
forma más evidente, con ese aire más protocolario. Es hora de guardar los ojos
de compañera para volver a dar prioridad a los de sumisa.
Últimamente me pregunto cómo encajamos nosotros en ese mundo
más protocolario, en ese BDSM de comunidad (Ya sabréis que no es un debate
interno nuevo para mí) y a pesar de todos los años que llevo dándole vueltas
aún lo desconozco. Lo único que sé es que somos personas reales, tenemos una
relación real, con hijas y circunstancias que se van presentando. No he sido la
mejor de las sumisas, pero es que en esos momentos no me parecía tan importante,
no sé si eso es bueno o malo, solo es lo que ocurrió, la forma natural que me
salió para llevar las circunstancias. Aunque también es cierto que justo en
esos momentos he visto con claridad lo Suya que soy.
Todo esto me ha surgido porque hoy me sentía tremendamente
sumisa, volvía a verlo desde esa “lejanía” que me da sentirme por debajo,
volvía a sentir esas cosquillas en el estómago al verlo dominante, esas
cosquillas que me dan la vida. Lo curioso es que mi actitud de hoy no es
precisamente buena, no es fácil volver a agacharte, me resisto a la paz, a
estar tranquila, aún me da miedo bajar la guardia, volver a sentir lo genial
que es tenerlo como Amo por si esa maravillosa realidad desaparece. Pero por
otro lado la necesidad de someterme al cien por cien de nuevo es cada vez más
fuerte.
Por mi cumpleaños a principios de Enero fuimos de escapada
los dos solos. Me puso el collar cuando hacía tanto que no me lo ponía que ni
recuerdo. Me ató, me azotó… fue genial. Pero una parte de mí no quería
someterse, no quería aceptar que todo aquello era tan importante para mí porque
el pellizco en el estómago aparecía: “Cuanto más disfrutes de este instante más
doloroso será si se convierte en recuerdo, si se convierte en la última vez que te puso el collar”. Suena muy dramático, no es que lo viviese así al cien por cien, como he comentado mi actitud de base era confiar y saber que todo iría bien, pero el miedo se colaba a veces por las rendijas.
No está siendo un post bonito, ni siquiera sabía por dónde
iría todo esto. En estos meses he sido compañera mientras intentaba protegerme,
mientras lidiaba con el miedo como buenamente podía, aunque fuese de manera
inconsciente. Pero ya ha pasado, perdonadme que no pare de repetirlo, necesito
escucharlo.
La otra noche tuve un
sueño precioso, Él era un dómine romano y yo una esclava. Me agaché para
besarle los pies llena de amor y entrega, Él sonreía lleno de orgullo y me
llevaba a otro lugar para hacerme el amor. No es el sueño en sí, es cómo me
sentía en él… Sabía que era importante al despertar aunque no terminaba de
comprenderlo. Ahora lo veo, ya toca.
Sin embargo creo que ser compañera y sumisa pueden ir de la mano, agachar la cabeza para dormir a su lado en el hospital, apartar pensamientos y llenarlos del de preocupación es que le entregas hasta tu mente todos los días, yo creo que estar ahí en todo ese proceso hace que ser compañera y sumisa sea un poco lo mismo, preocuparse mutuamente es de tu parte hacerle ver qué sin él nada sería lo mismo y no puede darte igual, y que él se preocupe por tu preocupación es su manera de ser un amo súper atento. Quizás ahora vuelvas a ser 100% sumisa pero nunca vas a dejar de ser su compañera y preocuparte, después de todo también es tu pareja de vida.
ResponderEliminarSí, llevas toda la razón, al final todo se mezcla y qué bien que sea así :). Gracias
EliminarNo os da vergüenza permitir esta publicidad engañosa que es una estafa? Creí que era un blog serio
EliminarEres una luchadora! ♥️
ResponderEliminarGracias, se hace lo que se puede jaja
EliminarGracias por volver, y que la recuperacion de tu compañero y amo siga avanzando favorablemente
ResponderEliminarGracias! Sí, va todo genial
EliminarCoincido en que puede compaginarse una cosa con otra, es otra forma de sumisión. Mis mejores deseos
ResponderEliminarTambién entiendo que la sumisa va de la mano con la compañera que cuida y acompaña en momentos como éste...
ResponderEliminarMe alegro que tu amo ya esté bien y que poco a poco volváis a vuestros encuentros más íntimos...