Si miro hacia atrás y analizo cómo he evolucionado como sumisa (no me gusta llamarme así pero me resulta más sencillo para explicarme) me doy cuenta de que ha ido muy ligado al proceso de Él como Amo.
Cuando le dije que quería que me dominara no utilicé las palabras Amo y sumisa, yo aún no sabía de esos títulos, yo solo quería dominación y entrega. En aquel momento era tan ilusa que creía que con reproducir los gestos con los que había fantaseado toda mi infancia sería suficiente. Había idealizado lo que es pertenecer, cada noche durante 21 años había imaginado una situación distinta en la que me sometían y que quería reproducir. Pero no fue tan fácil. Él al principio no sabía nada de lo que yo deseaba, me dijo que fuese mostrándole a qué me refería. Nuestra historia D/s comenzó de forma muy intermitente, nos tirábamos un tiempo reproduciendo esas escenas para volver a nuestra situación anterior. En esa época descubrí dos cosas: la primera es el miedo al “teatrillo” y la segunda el miedo a que Él no quisiera dominarme realmente, el miedo a que forzara una actitud por mí. Ahora veo las cosas con perspectiva y me doy cuenta de mi egocentrismo. Mi error en aquella época fue pensar que la única que necesitaba un proceso, la única que necesitaba una actitud por parte de la otra persona era yo. Yo exigía dominación natural pero no daba sumisión. En mi primera época fui una “sumiprincesa”, intenté dominar desde abajo, intenté que Él se convirtiera en mi Amo soñado, no contemplé en ningún momento que Él estuviera sacando su parte dominante y que empezara a tener claro qué quería. Cuando pasaron unos meses Él se sentía cómodo dominando, aunque sólo se materializaba en forma de pellizcos cuando decía algo que no le gustaba y azotes esporádicos. A pesar de que ahora vea mis errores, nuestra primera etapa fue bonita, digamos que fue la etapa en la que maté mis deseos infantiles, materialicé muchas de las situaciones con las que había fantaseado siempre.
Un día estaba de rodillas en la cama, no sé por qué le estaba diciendo que no tenía en cuenta qué deseaba yo, que así no había imaginado que era la sumisión… Él me dijo que Él era el Amo y que era yo la que tenía que adaptarme a Sus gustos, no al revés. La época de la sumisa que intenta transformar al hombre en su Amo soñado había terminado. Él ya aprendía solito y, debo decir, que ahí empezó lo más duro. Empezó mi segunda etapa. Esta segunda época como sumisa fue muy dura porque dos circunstancias chocaron: por un lado Él ya sabía qué quería como Amo, qué esperaba de mí, y por otro yo descubrí twitter, descubrí una comunidad con unas características. Estas dos cosas enfrentadas me causaron muchos conflictos internos. Era la lucha entre pertenecerle a Él o pertenecer a esa comunidad. A veces sentía que tenía que escoger, que empezaba a construir mi identidad como sumisa y que quizá había prácticas o situaciones que con Él no probaría nunca y yo, cómo no, tenía curiosidad… fui una niñata superficial olvidando que la base de todo era que quería pertenecer de una manera profunda y que, en ese tipo de entrega, las prácticas eran lo de menos. Han sido muchas las veces que he leído eso de que no puedes renunciar a lo que quieres como sumisa, pero mi duda siempre llegaba en el momento que pensaba: si a nivel profundo he encontrado al tipo de hombre que deseo ¿Tengo que renunciar a Él porque no me haga X o Y? Era un círculo vicioso, fue una época dura porque Él veía que no me entregaba de la manera que me pedía, que deseaba y anhelaba cosas que Él no iba a darme... A mí, eso de que supiera lo que yo deseaba y no me lo diera, me sacaba de mis casillas. Olvidé que lo primero que pedí es un Amo, un Amo de verdad. No se me olvidará que, por aquella época, tuiteé aquello de: “Ten cuidado con lo que deseas, corres el riesgo de que se cumpla”.
Continuará...
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