Es algo que me planteo constantemente: ¿Por qué el BDSM me da tanto coraje? ¿Por qué no puedo dejar de sentir que es una comunidad, por mucho que me repita que esa comunidad no existe? Pero es que sí existe, ya que todos hablamos como si fuese real, para bien o para mal. El BDSM es una serie de definiciones y conceptos, el BDSM es un conjunto de personas que asumen eso como real, como cierto y prácticamente inamovible. El otro día andaba indignada, a mis amigas les hace mucha gracia escucharme así, y a mi me desahoga mucho soltar uno de mis monólogos indignados. Así que les mandé un audio expresando mi malestar. Me dijeron muchas cosas, cosas que me calmaban superficialmente pero no llegaban a responder mi eterna pregunta. Una de ellas hizo una asociación entre el BDSM y la Iglesia y entonces todo encajó, al fin pude definir por qué me sentía así ante el BDSM.
Entré en un colegio religioso con 2 años y salí con 14. Salí por mi propia decisión, necesitaba hacerlo ya que empezaba a ahogarme. Uno de los motivos más importantes fue porque mi forma de entender la vida, de entender la espiritualidad, chocaba demasiado con la Iglesia y lo que allí me enseñaron. Yo tengo mi fe, creo en algo a lo que a veces llamo Universo, otras veces Vida, podría llamarlo la Diosa Madre, o Dios… da igual cómo lo nombre. Creo en una energía, algo invisible e intangible de lo que formamos parte, no es algo ajeno a nosotros, no es como una persona superior que nos crea, nos maneja o nos castiga. Pero bueno, eso es otro tema, a donde quiero llegar es que siempre he estado en conflicto con la Iglesia y no por ser atea, he chocado con la Iglesia por querer unificar un sentimiento, por querer llenarlo de ritos obligatorios para llegar a esa espiritualidad. Entiendo a las personas a las que esos ritos las acercan a ese sentimiento, ya sea rezando un rosario, como orando en la iglesia… pero lo que me da coraje es que haya la sensación de que sin la Iglesia ese sentimiento espiritual no existe o no puede ser vivido y alcanzado. Es como si quisieran unificar esa espiritualidad que cada uno siente de su manera, en una sola forma de vivirlo, de verlo, y encima añadir dogmas, prohibiciones, castigos… frases del tipo “Eres bueno porque vas a misa””Eres malo porque has tenido relaciones sexuales fuera del matrimonio” pero qué tonterías son esas, que yo sepa los humanos nacimos desnudos, sin ritos ni dogmas, los humanos nacimos animales e instintivos, y una cosa es evolucionar y otra muy distinta dejarnos controlar por interpretaciones absurdas de hombres y perder con ello nuestra naturalidad. Cuando era niña y le decía a las monjas mis conflictos con la Iglesia y mi fe, les hacía preguntas “tontas” que no me terminaban de cuadrar del tipo: "Si existe el infierno y las personas que no son buenas y no siguen las normas que, según la Iglesia, dictó Dios “el único y verdadero” ¿Todos los hombres y mujeres de la prehistoria están allí por no haberse casado pero sí haber tenido hijos?” Ay, qué tiempos aquellos, las volvía locas y sus caras eran un cuadro, pobres…
Pero volviendo al tema que nos ocupa, me he dado cuenta de que el BDSM me provoca la misma sensación que la Iglesia, intenta hacer tangible lo intangible. Intenta definir un sentimiento abstracto, intenta atraparlo en prácticas y dogmas, en normas y prohibiciones… intenta monopolizar sentimientos parecidos pero a la vez muy distintos. Al igual que pasa con la espiritualidad, la entrega se puede alcanzar de mil maneras distintas, aguantando el dolor de los azotes, de las agujas, callándote cuando te lo ordenan, obedeciendo sin chistar, siendo un apoyo incondicional, dejando que te sodomicen… da igual, es un sentimiento, algo que no se ve y que cada uno lleva a su manera, las prácticas ayudan a hacerlo más presente e intenso en algunas ocasiones, pero sin ellas sigue existiendo.
Me habréis oído decir muchas veces que no formo parte del BDSM y muchas personas me han insistido en lo contrario, pero ahora tengo más claro que nunca que por estar dominada y vivir una D/s, por querer entregarme, no formo parte del BDSM, no con lo lleno de normas, rituales “obligatorios”, definiciones, patrones y clichés que hay en él, de la misma manera que creer en Dios no te hace automáticamente miembro de la Iglesia.
Voy a seguir viviendo mi espiritualidad a mi manera y usaré palabras como Universo, Dios, Vida, Fe… cuando sea necesario, pero por mera comunicación, al igual que usaré D/s, Amo, sumisa, esclava… Y es que al final siempre llego a la misma conclusión: no sé hasta qué punto las palabras fueron evolución, sólo consiguen encasillarnos y delimitar lo que no debe ser limitado, intentan unificar algo tan subjetivo como son los sentimientos. Las palabras son el verdadero problema de comunicación entre personas. Pero voy a ser justa, no atribuiré a las pobres palabras la culpa de la manía humana de intentar atrapar todo con ellas, de controlarlo todo, aún sabiendo que pierde muchos matices y sensaciones increíbles con ello.
Lo que tienes que hacer es dejar de preocuparte por lo que muchos de los grupos espanyoles de BDSM dicen. En nuestro pais hay cierta mania por exclusivizar grupos que no son exclusivos, creando normas de la nada y demas fanfarrias.
ResponderEliminarNi el BDSM es una iglesia, ni es una comunidad excluyente, ni nada parecido. Al menos para mucha gente muy normal en Espanya, y sobre todo en otras partes del mundo.
Gente que nos lo tomamos como parte de nuestras vidas, sin juzgar a nadie por vivirlo de forma diferente.