jueves, 28 de abril de 2016

Desear y vivir

Si algo he aprendido en estos años es que a veces lo que deseas, en la realidad no es tal y como lo imaginaste. Que desear no es lo mismo que vivir. Hablo de muchas cosas, no solo a nivel de entrega, es algo que podemos aplicar a todo. Yo antes veía las películas de época, las señoras nobles con esos vestidos tan pomposos, esos corsés ciñéndoles la cintura… me decía lo bonito que hubiera sido nacer en aquellos tiempos. Pero luego llega el día en que te pones un corsé de verdad, rígido pero no tanto como lo eran en esa época y no ves el momento de quitártelo. Pues en todo pasa igual.
En cuanto a la entrega lo he sentido así desde el primer momento. Lo primero que le dije a mi Amo que necesitaba era una bofetada, había fantaseado con ello durante años, cuando me la dio no fue tan maravillosa, me picó la mejilla, me zumbó el oído y las ganas de responder con otra se me agarraron en el estómago. Y poco a poco conforme fuimos avanzando toda fantasía fue sustituyéndose por la cruda realidad. Una frase que me define muy bien es “Nadie me dijo que los azotes dolían” y es cierto, nadie me lo dijo. Sólo los había visto en Historia de O y ni siquiera se llegan a ver, solo los asociaba a mi necesidad, a eso tan maravilloso que era para mí entregarme a alguien. Mis padres nunca me pusieron la mano encima y jamás me castigaron, por lo que yo no sabía a lo que me iba a enfrentar cuando lo pedí. Los primeros azotes fueron un jarro de agua fría, nada de lo que imaginé era tan excitante, al revés, era doloroso. Creo que ese ha sido el origen de mi eterno conflicto con el dolor, tengo asumido que los azotes no me deberían doler pero sí duelen, y mucho. Ahora que ya sé por qué necesitaba entregarme, también entiendo que no sea masoquista, pero hasta ahora ha sido una tortura, como sabréis los que me seguís desde hace más tiempo. Ahora entiendo que yo necesito que los castigos castiguen, que los dolores duelan, pues necesito que cumplan su objetivo: corregir. Por qué me excitaban entonces desde niña, sinceramente creo que es porque, si no me hubiesen atraído como una oscura campaña de marketing, directamente no los hubiese buscado, no me hubiese metido en todo esto, y no me sentiría tan libre como me siento hoy por hoy.
Cuando he preguntado a alguien por qué me lee, en algunas ocasiones me han contestado que porque soy sincera, porque no hablo de la entrega solo como algo idílico y maravilloso, y me alegra oírlo, me alegra ser la que avise de que los azotes duelen. Y es que no faltan por estos mundos idealizaciones, frases que elevan el dolor como un éxtasis mágico, yo no digo que eso no exista, pero no para todos o no como lo comprendemos. A mí el dolor me provoca cosas, me saca emociones, pero precisamente porque duele, porque es duro. Y ya no solo el dolor, no me canso de ver frases, imágenes y demás que se toman los castigos como parte de un juego. Quién no ha leído alguna vez o ha imaginado que el Amo la castiga durmiendo a los pies de la cama. Yo misma cuando lo leía quería vivirlo, hasta tal punto llega la idealización que lees un castigo y lo deseas, olvidando que si es un castigo conlleva una falta previa, no te das cuenta pero lo que estas deseando es fallar para ser castigada. En esto me enorgullece hablar en pasado, ya no lo deseo, podría vivir perfectamente sin dolor o castigo, pero claro, evidentemente no depende de mí.


Hace unas semanas cometí una de esas faltas, había sido vanidosa y soberbia, el Amo se enfadó conmigo, me preparó una manta, una almohada y un edredón a los pies de la cama. Estaba viviendo eso que tanto se idealiza, dormir a los pies de la cama como una perra, quizá es que no soy una buena perra porque no me gustó, no quería estar ahí, quería estar con Él, sintiendo Su cuerpo, a Su lado, y no en el suelo tan cerca y tan lejos de Él. Lloré y lloré muy angustiada y no puedo describir lo que sentí cuando escuché su respiración acompasada, cuando fui consciente de que se había dormido, que aquello no era un juego de un rato, cuando me di cuenta de que todo esto es real, que si te castigan es porque has fallado de verdad, es porque algo debes cambiar de verdad. Quiero que seáis muy conscientes de que siempre hablo desde mi propio conocimiento, desde mi experiencia, desde saber cómo es mi Amo. Si Él te castiga es con un motivo real, quizá las faltas leves se transforman en simples azotes, pero si te castiga de otra forma, de una de esas formas que te hacen reflexionar y angustiarte, ten por seguro que es porque algo debes cambiar, que es porque ha visto algo en ti que no le ha gustado realmente, algo que enturbia todo lo bueno que tengo. Por ello estando a los pies de la cama, sintiéndome tan angustiada entendí muchas cosas, una de ellas es que no somos conscientes de lo que deseamos, de lo que idealizamos ciertas cosas. Yo no os voy a decir que esto es fácil, yo no os voy a decir que es bonito dormir en el suelo a los pies del Amo ¿Por qué lo hago? No lo hago, me dejo hacer, simplemente me dejo guiar porque le pertenezco, porque lo que sí es maravilloso es que te despierte cuando amanece y te deje volver a Su lado, y es maravilloso no solo por volver a sentir Su calidez o Su respiración en la nuca, es maravilloso porque has aprendido una cosa más, te has quitado un nuevo peso de encima, porque vuelves a la cama más liviana, menos soberbia, más libre. Eso sí es bonito.

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