lunes, 11 de abril de 2016

La gente folla y muere

Si pudiera elegir, elegiría morir follando, morir tras un orgasmo, salvaje e intenso. Morir en el placer, morir tocando el cielo, moriría cerca y el viaje sería corto. Galopar sobre unas caderas, con el dolor de los huesos y la vejez, con el sudor rodando por una piel arrugada y llena de historia, la historia de alguien que hizo lo que le dio la puñetera gana. Si pudiera elegir elegiría morir juntos en un orgasmo, un orgasmo lleno de pasión y unión, haciendo lo que más nos gusta. Que nos encontraran inertes el uno sobre el otro, y que el periódico gritara al día siguiente que dos ancianos murieron haciendo el amor, que el periódico le gritara al mundo una historia de sexo y muerte. Justo aquello que no quieren oír. Y es que la gente folla y muere, es algo inevitable, la gente se corre y da últimos suspiros. Y, aunque no quieran aceptarlo, son los momentos más lúcidos del ser humano, los momentos en los que la carne conecta con su lado divino, por eso asusta, porque la verdad da miedo. Por lo que he vivido, por las personas a las que vi morir, por los orgasmos que he tenido y por las personas que me cuentan cómo son los suyos, puedo afirmar que justo en el momento del orgasmo y justo en el momento de morir estás en paz. Nada atenaza  la mente, nada da miedo, no importa ser feliz o no, solo hay expansión, estás tú y solo tú. Porque las personas follamos juntos pero nos corremos solos.


Si pudiera elegir, elegiría morir desnuda tal y como llegué al mundo el día que mi madre me parió, tal y como corrían los primeros hombres por la primera tierra. Desnuda y bella, bella en mi vejez, con la cara iluminada y sonriente. Bella y bien follada, conectada a Él, conectada a la verdad humana: follamos y morimos.

Podemos negarlo, podemos intentar que los niños no se enteren, hacerles creer que el sexo no existe, que la muerte no existe, que los bebés vienen de París y el perro se ha ido a una granja. Pero les estaremos negando su naturaleza, les estaremos negando un aprendizaje progresivo, una información inevitable y vital. Y es que ese niño ya adulto follará y morirá, porque la vida es así. Porque el instinto pide sexo y el tiempo corrompe la carne. Venimos y nos vamos, y no pasa nada, esto es solo un teatro, es solo la escena de una de las mil películas que viviremos. En el éxtasis y el lecho de muerte lo sabemos, y eso da miedo.

Si pudiera elegir, elegiría morir en Su cama, en Sus sábanas entre Sus brazos… mi última palabra sería un “Gracias” gemido y profundo, un gracias por dejarme ser natural y salvaje, por dejarme morir conectada y pletórica, por dejarme ir colmada de placer y divinidad, por algo me siento una diosa sobre Sus caderas. Sí, mi última palabra sería un “Gracias”, por dejarme morir llena de poder, el poder de una diosa del sexo y la muerte.


 Ay, si pudiera elegir... elegíría que mi última visión antes de morir fuera la de Su sonrisa de paletas torcidas...


Al día siguiente los periódicos le gritarían al mundo una verdad dura y preciosa: la gente folla y muere.

2 comentarios:

  1. Sublime!
    Poesía pura!
    Felicidades por tus verdades que aún en verso, son sólo eso, vida!
    Un beso, guapa!

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  2. Me encantaria morir asi.....
    Sin palabras
    Genial
    Muchos besitos

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