No soy una gran estudiosa, me gusta dejar que la vida me enseñe: un libro, una película, un tema interesante, un documental… y la naturaleza, siempre la naturaleza. A veces se nos olvida que hace siglos no había libros, letras, internet, nada… que estábamos desnudos en la naturaleza y solo teníamos la observación para aprender y evolucionar. Y oye, aquí estamos. Esta mañana iba de camino al gimnasio y he saltado un caminito de hormigas, como intento siempre hacer. No me pidáis el recorrido de mi mente hasta llegar a la reflexión final porque sería interminable e incomprensible, pero esto es lo que concluyo:
Vivimos en un mundo en el que el poder solo se asocia a fama, dinero, al éxito tangible, ese que se traduce como un gran trabajo, o una posición social alta. Asociamos el poder a la dominación, a ser alguien que domina las situaciones, que tiene personas a su cargo en el trabajo, que domina sus relaciones personales. Si lo aplicamos a mi vida el poder solo se asocia a Él, estoy segura de que la mayoría diría que Él es el poderoso, porque yo soy Suya, porque me someto a Él, aunque sea voluntario, el hecho de entregar esa parte de mi libertad me despoja automáticamente del poder en muchas cabezas. Pero os contaré un secreto, yo soy tremendamente poderosa también, y no, no quiero dominarlo, no lo quiero para mí, no quiero que me obedezca, no quiero sentirme por encima, no quiero que reconozca mi posición, no quiero nada de lo que conlleva el concepto de poder que la sociedad ha asimilado como el único.
Miremos la naturaleza, miremos cómo funciona, hemos de reconocer que es la mejor maestra pues funciona a la perfección, todo está pensado matemáticamente, todo tiene su sitio y su lugar. Toda su flora y fauna están concebidas en un equilibrio perfecto. Digamos que en nuestra mente el poder lo simbolizarían los grandes depredadores. No me digáis que no asociáis el poder a los leones, animales grandes, hermosos, que caminan con seguridad y majestuosidad, saben que tienen garras y dientes, saben que otros animales se rendirán a ellos. Y es cierto, son poderosos, pero no son los que tienen el único poder. Si seguimos fijándonos toda especie es poderosa, es necesaria y consigue algo increíble, que el mundo siga, que el equilibrio se mantenga. Pero para hacer más evidente lo que quiero explicar vamos a fijarnos en las hormigas. Pequeñas y silenciosas, si las comparamos con un león es un auténtico disparate, sus patitas finas van rápido siempre, sin emitir sonido, casi sin pisar el suelo, nada comparado a la huella que deja la pesada y gran pata de un león. No nos miran a los ojos, no nos desafían… pero son muy poderosas, tanto que son de los seres más fuertes del planeta, llegando algunas a coger cincuenta veces su peso. Están ahí, haciendo lo que tienen que hacer, calladas y humildes, manteniendo el equilibrio de la vida, del mundo. Si las hormigas se extinguieran tendría un efecto catastrófico, un caos. Y no piden nada, no quieren ser leones, solo quieren ser lo que son, dedicarse a lo que sienten que deben dedicarse. Esto es solo un ejemplo, pero creo que es evidente que el poder no es lo que creemos que es, o al menos, no el único tipo de poder. Yo me siento una hormiga, pequeñita pero muy fuerte, muy poderosa. Una hormiga que se agobia cuando le dicen que debería ser leona, porque se siente menospreciada, siente que obvian toda su magia, todo su poder, su fortaleza. Imaginad una hormiga queriendo ser leona… no sería feliz jamás porque no llegaría nunca a ser lo que intenta ser y tampoco sería lo que realmente es.
Si me veís caminando por la calle con la cabeza gacha, con la mirada al suelo, lejos de esa cabeza bien alta que se supone que deben llevar todos los que tienen poder, no creáis que no me valoro, que mi gesto es de inferioridad… sabed que miro al suelo para no pisar los caminos de hormigas, pues tienen todo mi respeto, y lo único que puedo hacer ante los seres que llevan su poder como ellas, lo menos que podemos hacer es no molestarlas, no pisarlas, dejar que sigan tranquilamente con su misión, respetar y valorar su silencioso poder.
Esto no es un menosprecio a los leones y leonas que también hay por la vida, todo lo contrario, también tienen todo mi respeto, no es cuestión de quitarles el poder a unos para dárselo a otros, es cuestión de abrir la mente de una vez por todas y para dejar de pensar que la vida es sota, caballo y rey. Hay muchas cosas, energías, poderes o llamadlo como queráis, que no entendemos, pero eso no significa que no existan.
Me gusta mucho esta entrada, Ángela.
ResponderEliminarEs una reflexión de aprendizaje natural. El que, en mi opinión, nos da la felicidad. Cada animal vive según su propia identidad, características y naturaleza. Su fuerza y bienestar se basa en ser quien es y como es.
Creo que somos sólo las personas las que vivimos intentando imitar a otras y a juzgar su comportamiento. Y eso nos causa infelicidad por la no aceptación y la perdida absurda de energía.
Queremos copiar el examen de otros, sin darnos cuenta que cada uno tiene unas preguntas diferentes. Y cuando llegamos a esta conclusión, si es que llegamos, tristemente suele ser muy tarde y el curso de la vida ya ha terminado.
Hola Ángela, te conocí mediante el vídeo de The Tripletz hará un par de segundos y no he dudado en llegar hasta aquí.
ResponderEliminarMe encantan las personas como tú que aportan frescura cuando estamos constantemente bombardeados por los mismos mensajes y replicándolos al pie de la letra, no sea cosa que nos sintamos apartados. Eso sí, sin reflexionar un ápice de todo lo que nos llega y está a nuestro alrededor.
Ahí viene mi comentario a tu entrada. Al principio me pareció que ibas con el repetido mensaje de "Vivimos en un mundo en el que el poder solo se asocia a fama, dinero, al éxito tangible..." y he pensado... de acuerdo, ahora va a decir que la felicidad se basa en cosas pequeñas o un largo etcétera de mensajes que hemos escuchado siempre, ciertos, pero que a veces pierden fuelle de tanto repetirlos. Y luego le has dado la vuelta a la tortilla, con tu explicación sobre las hormigas y cómo no hay que forzar a ser todos iguales, cada uno tiene su espacio y es fuerte y aporta grandes cosas en él. Me ha encantado como tu mensaje inesperado ha hecho "click" en mi coco. Es un placer ver como hay personitas que te dejan que te puedas probar unas gafas distintas a las que siempre estás acostumbrada y veas aquello que antes no veías.
Ojalá más gente pueda ver la vida con los ojos (vuelvo a la metáfora) con los que tu la ves o al menos lo exprese más a menudo. Porque de puntos de vista así creo que todos nos volvemos más sanos, más fuertes de espíritu y abiertos de corazón. Gracias por expresar cómo te sientes y eres, en una sociedad marcada por patrones sin reflexión alguna.
Eso es todo, perdona la verborrea, pero quería decírtelo. Cuídate y procuraré seguir leyéndote.
Mil gracias por todo lo que me has dicho, igual que vosotros me agradecéis mis palabras yo también necesito de las vuestras, no porque no pueda vivir sin ellas, sino porque no es un camino fácil el de expresarte siempre tal y como eres, y que te digan cosas como las que tú me has dicho proporciona mucho ánimo y alivio. Un abrazo enorme y bienvenida
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