Me olvidé de apreciar el tacto de Su mano en mi piel, me olvidé de saborear los momentos a Su lado. Di por hecho tantas cosas, dejé pasar tantos momentos que ahora nunca recordaré…
Estaba triste, esa noche estaba extrañamente triste. Me hacía el amor y yo estaba lejos, mi mente no estaba en mí, me faltaba alguna conexión… Noté Su enfado y no me importó, eso es lo que necesitaba, quizá unas cuantas bofetadas me rompieran al fin, me sacaran del letargo de aquella noche, de aquel hechizo lejano que me tenía atrapada. Pero no me abofeteó, sólo me pidió que lo lamiese, que llegase desde Sus pies a Su polla, lento, suave… obedecí por respeto, pero yo quería que esa noche acabase ya, no me gustaba sentirme lejana, no a Él, lejana a este mundo, a esta vida, no me gustaba separar tanto los pies, sentir que caía por una espiral de tiempo, que me llevaba lejos…
Mi lengua lamió, por inercia, mi cuerpo actuaba por Su orden, no por la de mi cerebro pues ese no estaba, ese estaba apagado. Lamí hasta llegar a Su polla, la lamí también por inercia, por conocerla tan bien que mi lengua sabe dónde está cada recoveco, por saber qué movimientos debe hacer y dónde. En ese estado de semiinconsciencia en el que me hallaba algo cambió, algo hizo que un escalofrío recorriese todo mi cuerpo, devolviéndome la vida, trayéndome al presente desde la lejanía del pasado y el futuro. De repente noté la sangre fluir de nuevo, volví a sentir Su piel, Su dureza, volví a ser dueña de mi lengua, volví a percibir con todos mis sentidos. ¿Qué es lo que me ha hecho volver? Me pregunté, no me ha abofeteado, no me ha pellizcado, no me ha mordido… qué ha sido eso que ha irrumpido de forma tan brusca en mi letargo. Y lo noté, noté Su mano en mi cabeza, moviéndose… me estaba acariciando, unas caricias suaves y tiernas, cambiaba Su mano, la posaba en la mía y me acariciaba también. Se me agarró un nudo fuerte en la garganta, quería llorar, ahora sí. Sus caricias, era consciente de Sus caricias, llevamos doce años juntos y nunca las percibí cómo lo hice esa noche, nunca fui consciente de necesitarlas tanto, nunca supe que esos suaves movimientos podrían salvarme de mí misma.
Al día siguiente limpiando me topé con nuestro diario, ese que escribimos a medias nuestro primer año de noviazgo. Leí las cosas que me escribía y me di cuenta de que en su momento las leí pero no las entendía, que no era consciente de todas las cosas bonitas que me decía, que nunca les presté la atención que merecían. Que Él sabía que yo era Su “Ella” y me lo decía a Su manera pero yo no lo interpreté porque no lo leí bien… Y eso está escrito, eso puedo recuperarlo. Pero durante doce años cuántas palabras he perdido, cuántos gesto di por supuestos, cuántas miradas he dejado de ver, cuántos “te quiero” olvidé… y me siento mal con aquel muchacho que fue, pues ya me llamaba diosa y yo no lo correspondí como merecía, pues ni siquiera lo estaba oyendo. Siempre estuvo ahí, esperando a que yo me diese cuenta de qué era lo que lo ataba a mí, esperando a que yo me viese como me veía Él… Y ya ese muchacho no existe, se ha transformado, lo único que me apena de eso es recordarlo con ternura, guardarlo en el corazón con la tristeza de haberlo decepcionado, de no haberlo tomado realmente en serio. Ese muchacho era la persona que más creyó en mí, Él es la persona que más ha creído en mí, pues le quedaban muchas cosas que aguantar, mucho dolor que soportar a mi lado, muchas locuras, mucha inestabilidad, muchos demonios míos con los que pelear…
Y ahora sé cuál es el verdadero motivo por el que lo admiro, no es por todas esas cualidades que todos ven en Él, yo lo admiro como no puede admirarlo nadie, pues yo fui Su enemiga, yo fui el mayor ejército contra el que ha tenido que luchar, yo soy su mayor victoria, yo soy el enemigo ya conquistado que se arrodilla ante un ser invencible, un ser que nunca se rindió por muy duros que fuesen mis ataques, un ser que manejó la guerra para que nos beneficiase a los dos, que luchó en esta guerra porque la victoria era la paz, no quedar por encima, la victoria era NUESTRA felicidad.
Anoche veíamos una peli abrazados en el sillón, quise buscar Sus caricias con la intención de volver a saborearlas con la misma emoción de ayer, pero presté atención a Su mano derecha, estaba apoyada en mi muslo, quieta, y me pregunté si estaba valorando ese tacto, si no volvía a buscar algo obviando la magia de lo que ya tengo. Y sentí Su mano, pero la sentí bien, valoré la escena, valoré que yo soy la que estoy entre Sus brazos, que es mi amor el que me abraza cada noche, mientras otros aún andan añorando y echando el suyo de menos. Noté Su mano en mi muslo y comprendí que me acostumbré a Su tacto, que di por hecho que debía ser así, que jamás reparé en mi suerte realmente, que podría estar sola en ese sillón preguntándome dónde está o siquiera si existe. Sentí Su calor en mi muslo y comprendí el valor de apreciar realmente lo que tienes, el valor de saborear cada detalle de lo que vives… y dar las gracias por ello.
No me rendí, comprendí lo mucho que podía aprender de Él, comprendí que llegaría mucho más lejos bajo Su mando. Prueba de ello es que ahora disfruto hasta del simple hecho de que Su mano esté en mi muslo, esa es una sensación que me estaba perdiendo y que sólo con la madurez a la que Él me ha llevado puedo apreciar.
Gracias por ser invencible
Que bonito Angela, me ha encantado.
ResponderEliminarUn saludo
Angela,
ResponderEliminarQué bonito. Me has hecho pensar en mi hermana, la quería infinito y ya no está conmigo. He pensado en sus caricias, en sus manos, en su voz diciéndome "dame un beso Mari". Ya nadie me llama Mari. A veces me miro las manos durante mucho tiempo porque me recuerdan las suyas. Hasta me he quitado los anillos para que se parezcan más, porque ella nunca los llevaba.
Es la primera vez desde que te leo que lloro, pero son lágrimas que consuelan.
Hoy estoy sola, lejos de casa, cansada. Hoy necesito más que nunca un abrazo. Voy a salir a pasear por la ciudad para sentir cosas. Pero que haría yo sin ti¡¡¡¡
Un fuerte abrazo.
Lo.
No sé por qué al leerte me he puesto a llorar sin darme ni cuenta, y no es por la típica pena de ver el sentimiento de otra persona, no sé por qué me ha pasado, pero hoy necesitaba llorar así y no me había dado cuenta. Vamos a cerrar los ojos y a imaginar un lugar, nos vemos allí para abrazarnos en silencio, lloremos juntas un rato sin preguntarnos por qué lo hacemos.
ResponderEliminarGracias, apareces siempre en los momentos clave
Ángela,
ResponderEliminar¡Qué bien me sentó nuestro abrazo ayer!
En relación a tus tuits de hoy.
Qué manía de clasificar cosas. Toda clasificación crea anomalías. Yo cuando organizo la casa, el despacho, mi vida... siempre hay algo que no me encaja en ningún sitio. No encajar a la perfección en ningún conjunto es lo normal, ya te dije que la naturaleza no crea réplicas perfectas. Además ¿ qué pasa? que hay grupos de más caché que otros?
Tenemos que buscar otra forma de comunicarnos, esto es, pelin primitivo, quizá twitter, pero a mi no me da la vida: la casa el trabajo, la perra,....
Espero que estés ya serena después de nuestro abrazo ayer.
Cierra los ojos que te mando un beso.
Lo.
Sí, ya estoy más serena, aunque vivo momentos maravillosamente tormentosos :)
ResponderEliminarEscríbeme al azoteycafe@gmail.com y hablamos para encontrar la forma de comunicarnos, aunque sea por señales de humo que ya mismo es tiempo de chimenea jajajaja
Un besazo