Siempre me sentí segura, concreta y delimitada… jamás me sentí flotando en las nubes, mis pies tenían raíces firmes que me ataban al suelo, a lo que yo creí que era la realidad. Pero mis raíces profundizaron y llegaron a un lugar también lleno de magia, a una tierra que no era la dura a la que tanto tiempo estuve anclada. Descubrí una cueva en la que reunirme conmigo misma, en la que hacerme preguntas. Crucé su puerta, bajé esas escaleras y me encontré con una versión luminosa de mí que me preguntó ¿Quieres seguirme? ¿Quieres que te enseñe mi mundo? Dije que sí, lo dije rápido y sin medir consecuencias. No me arrepiento pero ahora me siento tonta al pensar que siguiéndola mantendría mi seguridad, que me seguiría sintiendo concreta y delimitada, creí que seguiría con mis etiquetas bien puestas, sintiéndome lo que creía que me tenía que sentir… pero ahora estoy en el mismo mundo pero sintiéndome de otro mundo. Ahora me siento flotando, sé que es como me tengo que sentir, sé que estoy donde tengo que estar, pero a veces me asusto y me agarro a lo que me hace recordar mi antigua seguridad, esa que ya no me sirve para avanzar. Escribo cada semana no porque me apetezca, no porque sepa por qué he de hacerlo, sino porque me hace sentir segura, es lo que me hace sentir un poco concreta. Me repito a mí misma que escribir cada semana es lo que TENGO que hacer, porque sé que escribir es parte de lo que tengo que hacer, pero ya ha llegado un momento en el que ni yo misma me lo creo, sé que me estoy encabezonando en hacer algo por miedo a lo que pasará si no lo hago. ¿Qué tendré que hacer si no es escribir cada semana en mi blog? ¿Y si nunca lo descubro? ¿Y si no es nada? ¿Y si no existe? Me asusta dejar de agarrarme a mis blogs, a las redes sociales, a los que me leéis… me asusta pero no puedo seguir haciendo algo por miedo, a ese no le quiero dar ni un segundo de tregua. Ayer lo hablaba y ella me preguntaba “¿Por qué tienes que dejar lo seguro?” Y yo le explicaba que es como si tu misión es construir una casa de madera, te cuesta llegar a entender que tu herramienta es una sierra, pero cuando lo haces te pones a cortar tablones con ella, llegas a hacerlo muy bien, tanto que no paras de hacerlo porque te hace sentir genial pero, por muchos tablones que estés cortando, por mucho que estés usando tu herramienta, no estás construyendo la casa, solo te aferras a cortar tablones porque te asusta no saber construirla. Tras muchas búsquedas supe que escribir es mi herramienta, pero ahora me siento que soy esa que no para de cortar tablones por miedo a parar de hacerlo y perderse, no entender los planos de lo que debe construir. Porque cortando tablones me siento que al menos algo hago… Pero eso no es lo que mi alma desea, no es lo que siento que debo hacer, le dije a ese Yo que descubrí en la cueva que la seguiría, lo hice como una tonta ilusa que creyó que sería fácil, pero lo hice y no voy a echarme atrás.
Por otro lado la vida me habla alto y claro. Ultimamente solo me presenta situaciones en las que ayudar, cuidar y sanar... no son casos aislados, es una circunstancia detrás de otra, así que quiero dedicarle tiempo a descubrir qué tengo que aprender de ello, quizá encuentre nuevas herramientas, nuevas piezas del puzle. Sea así o no, esas personas y animales necesitan algo de mí, qué menos que dedicarles mi tiempo y energía.
Ahora mismo necesito parar de cortar tablones, parar de escribir, mirar a mi alrededor y ver qué debo seguir haciendo, qué otras herramientas tengo, dónde y qué he de construir… En otras ocasiones me he tomado estos descansos en el blog, pero lo diferente que tiene este es que no sé si volveré para quedarme o volveré para despedirme definitivamente. Digo esto y me da vértigo, tengo que quitarme la manía de creer que si no sucede a la vista de todos es que no sucede. Pase lo que pase yo seguiré escribiendo, no sé dónde, no sé para qué, ni para quién. Que no me veáis construir la casa no significa que no la esté construyendo. Sé que lo entenderéis como lo habéis hecho otras veces, sé que más o menos me vais conociendo, lo noto en el cariño que recibo por vuestra parte. A veces necesito silencio, espacio para coger perspectiva.
Escribo esto y me pregunto ¿Dónde está mi seguridad, mi saber dónde piso? Mi suelo se ha vuelto hermoso pero difuso, fui tan tonta que no pensé que cuando vuelas tu suelo deja de ser tierra firme. Que cuando vuelas lo que pisas son nubes, y yo aún no estoy acostumbrada a su tacto…
Hola Ángela, solo te pido que tengas en cuenta que con los tablones que tú has cortado, otros muchos hemos construido nuestra casa.
ResponderEliminarSi ahora tu herramienta será otra y para hacer una actividad diferente, la respetamos y te agradeceremos que nos tengas informados de esa evolución para que la usemos como referencia e inspiración, igual que hemos hecho hasta ahora.
Lo más importante es que no dejes de ser tu y hacer lo que sientes que debes hacer.
Tienes todo mi amor y respeto.