martes, 12 de enero de 2016

Los personajes

Pasas la vida creyendo que eres lo más complejo del mundo, crees que no hay nadie más difícil que tú. La vida duele y a veces quieres morir…


Siempre creí que era alguien insoportable, que tenía miles de procesos internos que me hacían indescifrable, una chica pequeña y enigmática. Luego me convertí en sumisa, o en algo parecido, creí que eso era yo. Volví a creerme misteriosa y atractiva por serlo, me sentía especial, distinta… Pero los días fueron pasando, las semanas, los meses hasta los años pasaron y a cada hostia me iba quitando tonterías de la cabeza, pero no eran los golpes no os equivoquéis, no son las hostias literales las que dolían, no eran los azotes los que me despertaban de esa pesadilla que yo vestía de sueño… era enfrentarme a lo que era de verdad, enfrentarme a que no era compleja, no era misteriosa y enigmática, me dolió enfrentarme a que soy un libro abierto, que mis procesos son simples, que solo quiero una vida sencilla llena de detalles bonitos y castigos, una vida sencilla con normas y sin pretensiones.
Hubo un tiempo en que me hacía sentir mal que se me considerase una buena sumisa, porque creía que tenía que estar a la altura del título, hubo una época en la que creí que tenía que demostrar que era inteligente, ambiciosa… creí que tenía que demostrar que era especial. Pero eso no eran más que personajes, personajes que había que alimentar, que me llenaban de angustia, de estar constantemente manteniendo el tipo y con miedo a fallar. De qué sirve luchar por ser algo si eso te hace tremendamente infeliz. Cuánto me dolía que me dijeran que era soberbia, que me recordaran que tenía defectos me alejaba de esos personajes que quería llegar a ser, y los personajes me alejaban cada vez más de la persona que soy.
Los días pasaron, las semanas, los meses y hasta los años… poco a poco fui simplificando, poco a poco fui quitándome el peso de los personajes que iba alimentando, dejé de derrochar energía en ellos y la invertí en la esencia de lo que soy. Y ahora sé que no soy ese personaje fuerte que creé, pero sí soy fuerte, soy valiente de verdad, una valentía con base y cimientos, que puedo demostrarme ante mí misma con hechos y fundamentos. Y no, no soy compleja, no soy especial, no al menos como idealicé que era una persona especial… puedo decir tranquilamente mis defectos y virtudes, porque los he mirado y los miro a la cara.
Cuando mi Amo y yo éramos novios, al poco de conocernos, echamos una partida de ajedrez, yo sólo había jugado con mi abuelo, que me había enseñado lo que él había medio aprendido… Mi Amo sí sabía jugar al ajedrez, con las normas reales, con estrategias y demás. Cuando me corrigió e intentó enseñarme me enfadé muchísimo, temblaron mis personajes, esos que creía me hacían ser especial. Recuerdo la angustia que me invadió, me sentí ridícula y estúpida, no me dejaba enseñar, ni guiar, mi soberbia no me dejaba admitir que no era tan lista ni lo sabía todo tanto como yo creía. Me sentí inferior a mi novio y en aquel momento eso me confundía demasiado. Algo en mí me decía que eso era cierto, pero otra no quería admitirlo porque entraba en conflicto con mi personaje de doña perfecta. Aquella pelea no sé me olvidará jamás porque en el fondo sabía que no llevaba razón pero no podía admitirlo. Hoy pienso en ello y me digo: es de esas veces que necesitas una buena hostia para que se te quiten las tonterías. Por qué hablo de esto, porque he sufrido mucho y nos he hecho sufrir mucho por reproducir patrones que no me representaban, he querido ir muchas veces de mujer inteligente, triunfadora e independiente y, no es que no sea nada de eso, pero no era LA MUJER INTELIGENTE era Ángela con la inteligencia que tenga, que sabe algunas cosas y otras no. No soy LA SUMISA soy Ángela que se somete a su Amo, que llora y odia los castigos, que unas veces los soporta mejor que otras… que a veces dice cosas sabias y otras mete la pata hasta el fondo. En definitiva soy Ángela, la que no para de descubrir cosas de sí misma, la que no para de romper personajes que ella solita fue creando.
Mi Amo siempre se mete conmigo diciéndome que no paro de decir “Por fin he descubierto…” pero es que es cierto, cuando desmontas a los personajes te queda un camino de descubrimiento, mucho más sencillo y ameno, me siento como si llevase 29 años con una venda en los ojos, como si solo me hubiera palpado y, ahora que me he quitado esa venda, puedo ver todos mis rasgos, puedo ver en qué se equivocó mi percepción y en qué acertó. Como si me mirase al espejo pensando “Uy, tengo los ojos más grandes de lo que creí y la nariz más pequeña”.
Los personajes son trabas que nos ponemos, nos encasillan y son ponen barreras para vivir de verdad. Los personajes son miedo a ser auténticos, son miedo a lo que habrá si los eliminamos, miedo a no ser como queremos ser… pero os voy a contar un secreto, lo que somos suele ser mucho mejor.

2 comentarios:

  1. Hola Ángela! descubrí este espacio hace como 3 días y creo que he leído todas tus entradas. Aunque no pertenezco al BDSM encuentro fascinante una relación 24/7 como la que llevas con tu Amo, ese nivel de confianza y entrega me pinta como un cuento de hadas, me emociona mucho (:
    Respecto a esta entrada, dejar atrás los personajes que queremos ser. Muchas veces me he sentido tan frustrada por no poder llegar a cumplirlos. Hay tanto de verdad en tus palabras, yo también he de trabajar en dejarlos atrás. ¡Muchas gracias! por abrirte de una forma tan amena y sincera, tienes una nueva seguidora ;)

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  2. Muchas gracias, significa mucho para mí tener seguidores que no pertenezcan al BDSM, es un signo de avance en mi empeño de normalizar este tipo de relaciones y me llena de esperanza ver que hay personas tolerantes y que se emocionan con tipos de vida que no son la suya. Bienvenida y gracias de nuevo, justo ahora que estoy en un momento de avance personal y del blog tú comentario ha sido una clave.
    Un saludo :)

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