El campo, la noche, las estrellas… ¿Hay alguien ahí?
El frescor es lo único que cubre mi cuerpo, ando descalza entre los árboles, segura de que nada pasará. ¿Hay alguien ahí? Pregunto de vez en cuando, no con miedo sino con esperanza, necesito una respuesta, algo que me diga qué sentido tiene todo esto… pero la naturaleza hasta ahora me ignora, no responde a mi llamada. Todo es uno, si todo está conectado el mundo tendrá la respuesta que necesito, eso vine a buscar a este monte nocturno, lleno de árboles, bichos y piedras. Camino desnuda, perdida, llena de la angustia de la ciudad. No sé cuál es el sentido, no sé cuál es mi sentido… Las voces que me dicen que esto es una locura, que es peligroso retumban en mi cerebro, los convencionalismos, obviar el instinto en pro de una seguridad que me importa una mierda, qué más da vivir o morir cuando no sabes el sentido, cuando todo es insustancial, cuando nada es profundo, cuando sabes dónde vas pero no sabes el porqué.
En el bosque también estoy perdida, pero el cuerpo me lo pide, me pide que siga caminando sin mirar atrás, me pide piedras clavadas en las plantas de los pies, me pide arañazos de ramas en mi rostro, me pide piel erizada y pezones duros. Camino, camino, camino y conforme más me adentro en la maleza las voces de mi cabeza gritan más, qué locura es esta, los sonidos empiezan a asustarme, el grillo, el crujido de las hojas, todo es terrorífico y los "No tengo escapatoria" "Tengo miedo” ”Estoy muy asustada" se repiten una y otra vez, cada vez más rápido, es un bucle que me marea, me agarro la cabeza, doy vueltas atemorizada, miro a todos lados creyendo que el peligro está siempre a mi espalda, estoy mareada, quiero que esto pare, quiero que el terror se difumine, se vaya… giro y giro, me agacho súbitamente, haciéndome una bola en el suelo, encogida con todos los músculos tensos. Suelto pequeños quejidos, pero en verdad quiero gritar, sí, eso es lo que quiero, gritar y gritar, y lo hago, grito, grito fuerte. Grito llena de rabia, la ira se escapa mientras mi garganta se duele... Paro, escucho, el grillo vuelve a ser sólo un grillo, los crujidos de las hojas sólo crujidos, las voces de mi cabeza ya se han callado, yo las he callado… el bosque vuelve a serme amable y fresco, no hay nada que temer, eran las voces, eran mis voces las que lo tiñeron de un negro amenazante, pero ahora vuelve a ser de un negro azulado, vuelve a ser solemne y elegante, los árboles me sonríen, las estrellas me iluminan.
Poco a poco me pongo de pie, cierro los ojos y pregunto ¿Hay alguien ahí? Sí, ahora sí hay alguien aquí, yo estoy aquí, desnuda, volviendo al origen, sólo hay naturaleza, sólo estoy yo.
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