martes, 28 de julio de 2015

Guiar o tirar

Cuando éramos novios cada viernes Él jugaba en a peña de fútbol de su padre, yo iba a verlo, todo para que su padre nos dejara el coche “para llevarme a casa”. Su padre es de los que cuidan mucho su coche, por eso aún conservaba el primero que se compró que llevaba casette en vez de reproductor cd. Todo esto es para contaros que cada viernes escuchábamos Revolver, las únicas cintas que había en el coche. Al principio no me gustaba, pero como comprenderéis, asocié esas canciones a sensaciones muy positivas, y no solo eso, sino que Revolver ha puesto música a muchos momentos de nuestra vida, incluso a los malos, ha tenido esa canción que te da la respuesta, que te dan ganas de luchar, esa canción sin la que quizá hoy no estaríamos juntos, pero esa es otra historia…


Asustando al huracán - Revolver

Ultimamente vengo observando algo en mí, momentos en los que me siento tremendamente sola, me siento como si nadie entiendese… pero es algo más, es la amargura de sentirme abandonada, es como si sintiese que nadie está haciendo nada por sacarme de ahí. Os pondré un ejemplo de los míos… Un día volvió del trabajo, comimos y nos fuimos a hacer un montón de tareas que yo tenía programadas: floristerías, modista, tiendas, visita familiar… casi todas relacionadas con las bodas en las que estoy trabajando. Él estaba de malhumor, me regañó por algunas cosas e incluso llegó a decirme que si no podía con todo quizá debería plantearme lo de la empresa. En aquel momento otro vendaval de sentimientos me atacó, yo también me puse de malhumor, quería decirle muchas cosas, pero no podía hacerlo. Me planteé si quizá llevara razón, si quizá esto no ha sido más que un juego que debo dejar, si debo renunciar a mis sueños e inquietudes… me volví a enfadar con Él, por no apoyarme en mi sueño, por decirme esas cosas cuando sabe que estoy en un momento de máximo estrés, otra vez me sentí incomprendida y abandonada en el momento más crítico… pero esa voz interior con la que converso mucho me dijo: Ángela, no estás abandonada, estás sola, tú eres fuerte por ti misma, no debes depender del apoyo de los demás para mantener tus sueños. Y entonces ví lo injusta que estaba siendo también con Él, ya que siempre me apoya todo lo que puede y más, siempre está ahí animándome, siempre me dice lo mucho que valgo, aguantándome cuando me pongo nerviosa, o me da la inseguridad, siempre hace lo que sea necesario para cumpir mis sueños. Ese día había tenido una mañana de trabajo difícil, estaba cansado y, al igual que yo los tengo mil veces, Él estaba de bajón. Y lo comprendí, comprendí lo injusto que es apoyarse tanto en otra persona, depositas en ella tu fuerza y si algún día esa persona flaquea, flaqueas tú y encima se lo echas en cara. Y comprendí lo mal que lo hacía conmigo misma también, no soy una niñita desvalida y por eso no puedo actuar como tal, es más cómodo, pero no es bueno para ninguno. Estoy ignorando que soy fuerte, que he afrontado muchas situaciones en la vida con una sonrisa y con valor, y que encontrar a un Amo que me cuida no significa que pueda echar todo el peso en Él. Creo que es difícil en cualquier relación saber llevar este tema, pero en una 24/7 es incluso más, convives con Él, sabes que te cuida, que dependes de Él, que estás entregada a Él, pero en la parte profunda de cada uno estamos solos. Él me cogerá de la mano y me guiará, pero no puedo exigir ni pretender que tire de mí. Este es un concepto muy importante, distinguir entre guiar y tirar.
Y aquí es donde os cuento cómo a raíz de todo esto he conseguido comprender algo que me daba vueltas. Durante muchos años he tenido a veces un dolor intenso en el corazón, el dolor de la ausencia. Mi abuelo era el patriarca de mi familia, él solucionaba todos los problemas, nos aconsejaba, nos guiaba, pero cometió el error de creer que debía tirar de todos nosotros, y nosotros nos dejábamos tirar, era cómodo. Mi abuelo me daba esos consejos, esa estabilidad que mi padre nunca me dio y que en aquella época necesitaba. Era un hombre muy sabio que se fue de una manera muy especial que algún día os contaré. Desde que mi abuelo murió no lloro igual, dejó un vacío, un echarlo de menos en muchas ocasiones, pero no de manera sana, echo de menos que tire de mí como lo hacía. Murió de cáncer en el cerebro, para mí no hay enfermedad más psicosomática que el cáncer. Entiendo que se fue porque no podía más, porque no podía tirar más del carro, ya pesábamos mucho. Esa relación aparentemente tan buena era la relación tóxica de la que hablo hoy, pero llevada al extremo. La carga que le echamos todos fue demasiada, el dolor y la sensación de miedo que sentimos todos cuando se fue, desproporcionada. Cada vez que algo se me ponía cuesta arriba pensaba en él, en lo que mucho que necesitaba su consejo, sentarme en el sofá a su lado a escuchar lo que tenía que hacer, segura de que era la decisión adecuada. Pero esta vez fue distinto. Como algunos sabréis a principio de este mes mi hija y yo nos pusimos enfermas, nos decían que era gripe, pero yo sabía que no lo era, con las pocas fuerzas que tenía hice lo que pude para solucionarlo, finalmente nos diagnosticaron neumonía. Fue de las semanas más duras, en las que más miedo he pasado, y la enfermedad en la que más delirios y paranoias he tenido. La noche que nos lo diagnosticaron no podía respirar bien, me dio miedo pensar que ya estábamos en una fase peligrosa. Ahora lo veo hasta tonto, pero tenía 39 de fiebre. Mi hija estaba dormida tranquilamente, yo en el sofá ardiendo y llorando, con mi Amo luchando conmigo por ponerme paños mojados… lloraba por que quizá mi hija no pudiera respirar tampoco, porque le pasara algo y yo no me diera cuenta, tuve mucho miedo, sentía que nadie podía hacer nada por mí, que ocurriría una catástrofe. En el peor momento me vino a la cabeza mi abuelo, lo imaginé mirándome, cuidándome desde algún sitio, lo imaginaba con sus ojos diciéndome que no dejaría que le pasara nada a mi hija. Llevaba mucho tiempo sin llorar porque sabía que no volvería aunque lo hiciera, pero en aquel momento sí volvió, aunque fuese una visualización o delirio, porque yo lo necesitaba de verdad. Y algo me cambió por dentro, no sabía muy bien el qué, pero hoy lo he comprendido, lo que sentí es que los demás, hasta la persona que más quieres, están ahí para ayudarte cuando lo necesitas de verdad, cuando por ti misma no puedes, entonces es cuando te agarran los brazos para ponerte los paños húmedos, cuando aparecen para decirte que todo va a salir bien, que no siempre depende todo de ti, que puedes bajar la guardia una noche, tranquila de que ellos cuidarán de que nada pase. Pero el resto del tiempo eres tú la que tiene que tirar de ti misma, eres tú la que debes motivarte para cumplir tus sueños, eres tú la que debes espantar a tus fantasmas, eres tú la que debe tomar decisiones, la que debe darle vueltas a sus propios asuntos. A tu alrededor hay personas que hacen esa labor más fácil pero no la pueden realizar ellos, ellos son compañeros con sus propias vidas que sacar adelante.
Me imagino de viejecitos, sé que Él será esa persona referente, ese abuelo sabio, ya tiene mucho de eso, pero yo voy a trabajar duro para ser ese alguien que recuerdas en los momentos difíciles.


Quiero dejar de ser la asustada para ser la que asusta al huracán.

2 comentarios:

  1. Leerte es siempre terapéutico. Es increíble cómo me ayudas a replantearme todo lo que considero real, cómo me haces enfrentarme a mis certezas. Me siento tan identificada con ese fallo y tan estúpida por no haberme dado cuenta, por no haberlo arreglado antes...

    Gracias por escribir, y por dejar que te lea.

    Un beso, preciosa.

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  2. Escribí en twitter por desahogarme, porque me sentía sola y abandonada. Y me leíste. Tú has sabido poner palabras a la solución que no encontraba y a la que sigo dando forma. Pero gracias porque ahora sé lo que me pasa y cómo empezar a arreglarlo para no volver a actuar así.

    Muchas gracias de verdad, de todo corazón.

    Un beso grande :)

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