Ando despacio, subo poco a poco la cuesta, por el sendero, me retiro a mi castillo, ese palacio desde el que podré observar el mundo, a veces llena de amor, y a veces llena de ira, porque ya lo entiendo pero aún me desborda, porque aún no controlo mi poder, porque soy una novata dando palos de ciego. Me retiro a mi castillo, en el que se silencian las voces y el ruido, desde el que enfrentarme a todo aquello que debo enfrentarme, me retiro y no como una princesa, me retiro como una bruja, más como la reina de Blancanieves que como la dulce princesita. Hace un tiempo alguien me dejó un comentario duro, me decía que dejase de actuar como si fuese una princesita, que no lo era… en aquel momento me lo tomé como un ataque y hoy lo comprendo, hoy entiendo la verdad que encerraban esas palabras. Es cierto, no soy la princesa del cuento, soy la bruja, hermosa a veces, dura y cruel otras… con un gran poder, un poder que aún debo aprender a manejar. Por ello me despido de mi ciudad, de mi reino, en ese en el que he intentado ayudar y no he hecho más que dar poder a borbotones, ayudar sin control, no he hecho más que dar solo porque me lo pedían y porque sabía que lo tenía, qué irresponsabilidad más grande por mi parte, si aún no sé dar en su justa medida, si aún no sé dar, qué soberbia, si aún debo aprender a hacerlo…
De niña una amiga me dijo cuando me enfadé: “No pongas tu cara de mala”. Aquellas palabras aún retumban en las paredes de este castillo, yo no sabía que tenía esa cara, no lo entendía, pero es como aquel comentario, era un grito de la vida diciéndome que aceptara quién soy, qué soy, qué hay dentro de mí. Y es que la frialdad, la distancia, la dureza me son tan cómodas… diría que incluso más que la ternura, pero es que forman parte de mi naturaleza, no soy la cándida y tierna princesita, no lo soy, soy fuerte y poderosa, y necesito encerrarme en mi castillo, gritar, lanzar rayos y centellas con mis manos, necesito poner mi cara de mala, mirarla al espejo, ver que soy yo, aprender a sacarla cuando debo sacarla, debo caminar con la cabeza gacha, llena de humildad, escuchar qué dejaron para mí las que estuvieron antes, quién fui antes… dejar de dar porque sí, necesito aceptar que sí, que a veces me toca ser la mala, o que otros me consideren como tal ¿Blancanieves habría tenido cuento sin la bruja? Yo sé que el Bien y el Mal no existen.
Adentrarme en el bosque encantado, ese en el que nací, ese en el que está mi castillo, del que formo parte sin haberme dado cuenta… y buscar, debo buscarme y no dar hasta no encontrarme, no quiero irradiar mi poder, no quiero ir derrochándolo, ir llamando sin saber qué llamo, a quién llamo, no quiero dar, dejadme que quiero ser ahora la bruja apática que pone carteles a su alrededor de “Peligro, no cruzar la puerta” dejadme que me encuentre, dejadme que llene mi cuerpo de luz y fuerza, de cuentos por contar. Y entonces, y solo entonces, podré abrir los brazos y abrazar la vida, abrazar al mundo, solo entonces os daré, daré lo que necesitéis, os lo juro, os entregaré mi amor, mi energía, porque solo entonces estaré fuerte para afrontar las consecuencias. Dejadme sola frente a mi espejo, quiero enfrentarme al reflejo, dejar salir de una vez ese Yo que clama por desgarrar mi carne y salir, ese Yo que me da consciencia, ese Yo que es sabio, ese Yo que me susurra que debo follar las noches de Luna llena, ese Yo que me cuenta historias pasadas, ese Yo que me recuerda que soy la Luna hecha carne, que soy la diosa hecha mujer y que mi misión es dar un grito, un alarido tan grande y espeluznante que a otras les ponga la carne de gallina para darse cuenta de que ellas también lo son. Y entonces vendrán a este castillo, que es mío y de todas, vendrán desnudas y con sus miradas de malas, que ya no será de malas, será la mirada bruja, esa que te conquista con intensidad, que te hace temblar y correrte… Esperad que mi retiro termine, y entonces reunámonos, bailemos desnudas, mordámonos, besémonos, volemos, separemos juntas los pies del suelo, que los demás crean que no se puede no significa que nosotras no podamos… Follaremos juntas, los demonios están invitados, follaremos salvajes, poseídas, por y sobre ellos. Mientras lo hacemos sentiremos que nuestro físico desaparece y que somos luces, luces que se unen en una sola, seremos las más hermosas malvadas que nadie haya visto nunca, nuestra onda expansiva se notará en las estrellas, seremos solo amor para el mundo aunque el mundo no sea consciente de que eso que tanto miedo les da es amor.
Me retiro a mi castillo, no intentéis retenerme, es inútil, dejadme apartada los que creáis que estoy loca, permitidme el silencio aquellos que me creáis, me voy a no hacer nada, porque lo único que quiero ahora es ser…
Ando despacio, subo poco a poco la cuesta, por el sendero, me retiro a mi castillo…
Ser comedida. No actuar. Dejar pasar. Aceptar que hay cosas que no podemos controlar, cosas en las que no debemos intervenir, cosas que no podemos sanar, aunque tengamos el poder de hacerlo. Caminar con la cabeza gacha y el ánimo humilde te hace grande.
ResponderEliminarA veces hay que hacer nada. Sentir es toda una aventura.
Déjame soltarte el pelo… no te olvides de respirar.
Lo.