Alucino con lo intermitente que
me he vuelto con el blog, largas temporadas de abandono, escribir entradas que
nunca llego a publicar… Casi me es difícil de creer que hubo un tiempo en que
cada jueves religiosamente publicaba. Todo tiene una explicación, más allá de
las situaciones personales que pusieron mi vida patas arriba hasta hace un año.
Pero lo cierto es que estas no son el motivo real del amor-odio que le tengo al
blog.
En todos estos años muchas
personas me han escrito. La mayoría de ellas personas cabales, maduras, con un
tono normal, amable… Pero en otras ocasiones he sentido que algunas personas se
apoyaban demasiado en mí, más que en busca de apoyo, en busca de que yo les
dijese qué hacer con sus vidas, en su relación. A veces notaba que se ceñían a
mis palabras como si fuesen una verdad absoluta y literal. Que si yo con mi Amo
tengo la norma X es que una relación D/s ha de tenerla para que lo sea. Alguna
incluso me ha intentado rebatir esas normas en una especie de “Deja de tenerla
tú para que yo pueda no tenerla”. Estas cosas a mí me agobian muchísimo. Desde
el principio he dejado claro que lo que cuento aquí es mi experiencia, tomo
decisiones más o menos “arriesgadas” en base a cómo me siento yo, a lo fuerte
que sienta que soy para afrontar las consecuencias. Pero no solo en mi
sumisión, es lo que hago con todos los aspectos de mi vida. Aún así, a pesar de
mi capacidad de autoanáilisis y autoconocimiento, he tomado decisiones que
luego me han devastado, con consecuencias para las que no estaba en absoluto
preparada, pero bueno, así es la vida. Con esto quiero decir que la base para
vivir la vida no puede ser jamás hacer lo que otra persona hace porque sí, siempre
siempre, las decisiones deben nacer de un conocimiento de uno mismo, que para
mí es el auténtico empoderamiento. Habitar tu mundo, tu mente, conocer tus
luces y sobre todo tus sombras. Saber desde qué heridas inconscientes actuamos
y saber que no somos infalibles, que podemos proyectarlas en nuestra vida en
forma de decisiones, por muy seguros que estemos de que somos completamente
libres al tomarlas. De ahí mi post “la herida de abandono”. Y no pasa nada,
porque si algo he aprendido, es que lo único “malo” de eso, es cuando lo
desconocemos. Así que me agobia mucho que solo se fijen en lo superficial de lo
que cuento y que quieran “apoyarse” en mí para evitar la responsabilidad de tomar
las riendas de su vida y de lo que quieren o no quieren.
Todo esto me dio miedo, lo reconozco, me hizo cuestionarme
si estaba bien que yo contase todo esto, pudiendo afectar de forma negativa a
otras personas que no supiesen ver el trasfondo, o que extrapolaran mi relación
a las suyas sin cuestionarse si las decisiones que yo tomo respecto a mi pareja
valen para la suya. Porque hay muchas variantes que hacen que yo haga lo que
hago. Las dos más importantes son mi Amo y yo, quiénes somos cada uno. Así que
no creo que mi relación pueda tomarse como ningún dogma, no creo que deba ni siquiera
influenciar a nadie. Yo “estoy muy loca” porque puedo permitirme estarlo, cada
uno que se mire y haga lo que le nazca hacer.
En cuanto a este “estoy muy loca”, siento que cada vez más.
Que mi relación se basa en mis sensaciones que mezclan muchos aspectos, que mi
visión de la vida es cada vez más fuerte y cada vez puedo relegarla menos a un
segundo plano. Me guío por mi instinto cada vez más, aunque este me lleve por
los caminos poco habituales o a tomar las decisiones que irían en contra del razonamiento
general. Esto no creo que sea solo por mí, creo que la sociedad cambia, los
temas “candentes” cambian, la visión general de las personas cambia. Ahora
tenemos conocimientos de más cosas, por lo tanto cada tema se reobserva en base
a cada momento. El BDSM en un tiempo fue visto como de depravados, así, en general.
Luego se fue normalizando, hasta que el feminismo fue un movimiento actual que nos
hizo volver a analizarnos desde este prisma. En la actualidad se ha añadido
además el tema de la salud mental, de cómo han de ser las parejas, etc… hemos
acuñado términos que antes jamás habríamos dicho ni identificado como “pareja
tóxica”, “comportamientos que no son sanos”… No estoy criticando nada de esto,
todo lo contrario, creo que el avance a nivel de inteligencia emocional de
estos tiempos es genial, también estoy a favor y sé de la necesidad del
movimiento feminista, aunque a veces la cerrazón de algunas personas haga que
se me vuelva en contra. Simplemente estoy diciendo que uno mismo se ve
analizando su relación en base a estos nuevos términos, cosa que me parece
genial por lo que decía de que el poder te lo da el conocimiento y la ausencia
de negación. Actualmente me planteo si mi relación es sana o no, evidentemente
depende de qué definamos como “sano” cambiará la respuesta, igual que pasa con
el feminismo. Finalmente, mi termómetro siempre acaba siendo mi felicidad y mi
plenitud. Pero me da miedo que alguien me lea y acabe en una situación tóxica y
dañina por haber “seguido mi ejemplo”.
Cuando lo escribo veo lo absurdo
que es, no puedo responsabilizarme de lo que cada persona interprete de mis
palabras, mi intención y objetivo siempre ha sido expresar lo que me apetece. Cuando
empecé a escribir nunca quise tener tanta repercusión, solo quise dejar de
sentir que debía mantenerme en las sombras. Para mí mi entrega es algo bonito y
luminoso, no quería que tuviese que expresarse como algo sucio o malo. Por eso
luego me mostré más, para dar más luz a esa forma de vivir…
En estos días en twitter algunas
personas me han mencionado como alguien que les inspiró de alguna forma. Que
les dio algo de luz. Me he dado cuenta que estaba poniendo solo el foco en las
posibles “malas interpretaciones” que se pueden hacer de lo que escribo,
olvidándome de las muchísimas “buenas interpretaciones” que la mayoría ha
hecho. Así que supongo que es hora de volver a darme el permiso de expresarme
como quiera (y mi Amo me permita). Volver a pensar solo en mi necesidad y ganas
de escribir y nada más. Y que cada uno haga con ello lo que le apetezca.