viernes, 14 de abril de 2023

Mi sumisión y la herida de abandono

    He estado muy enfadada con el BDSM, bueno no, he estado muy enfadada con la niña que fui, la que eligió el BDSM. Sé que lo hice por sobrevivir, siempre quise que mi vida fuese una fantasía, siempre quise vivir mi vida como si fuese un cuento. Así que no es de extrañar que buscase la manera de no sufrir, de volver bonito lo que no lo era.

    Si me leéis desde hace tiempo sabréis que llevo implícita la necesidad de conocerme, auto indagar y trabajarme. Sí, otra cruz... Con lo felices que veo a otros en su ignorancia y yo aquí hurgando sin descanso en mi persona y mi ser. A eso súmale la etapa más difícil de mi vida, en la que todo se puso patas arriba, donde esa pátina de magia que siempre le di a todo se cayó dejándome en bragas ante la realidad. Sé que era necesario, pero ahora ando buscando desesperadamente recuperar esas gafas con las que ver la vida, porque sin ellas la vida pierde mucho. Me gusta pensar que esa magia no es algo que le añado a la vida, más bien es algo que soy capaz de percibir. Pero que en estos meses grises la anulé. Todo tiene un sentido, eso también forma parte de esa magia y, por muy desorientada y flotando en la incertidumbre que me encuentre ahora, también es cierto que nunca me había amado tanto, nunca me había visto con tanta claridad ni me había sentido tan fuerte. Ya sabéis, todo tiene sus pros y sus contras.

    El caso es que en estos meses me he dedicado a mirar mi sombra. A mí me gusta verla como si fuesen habitaciones oscuras dentro de nosotros que no nos hemos atrevido a alumbrar. Por miedo a que nos rechacen, por miedo a tener que cambiar o a descubrir asuntos dolorosos que nos cueste gestionar. Así que no me quedó más remedio que encender la luz en esas habitaciones y comerme el desorden y la angustia de los recuerdos y creencias que allí había acumulados. Y sí, duele. 

    Respecto al tema que nos interesa, el día que descubrí lo que era la herida de abandono se me cayó el mundo a los pies, literalmente, mi mundo se cayó. De repente fui consciente de que yo tenía esa herida desde que tengo uso de razón que, por lo tanto, había condicionado absolutamente toda mi vida. Por resumir un poco, la herida de abandono surge cuando te has sentido abandonada en algún momento de tu infancia. Esta herida tiene como características el no valorarte y creer que tienes que ser lo que otras personas esperan de ti para que te amen. Por lo tanto te entregas en cuerpo y alma a los demás (sobre todo a tu pareja) para que no te abandonen. Porque crees que tú, en tu esencia, tal y como eres, no eres merecedora de amor. Así que si el otro te "descubre" te va a abandonar. Evidentemente esto es un resumen chapucero y todo esto está cargado de matices y creencias inconscientes que no es fácil de identificar. De hecho, al final te mimetizas tanto con este comportamiento que no sabes distinguir cuándo has hecho algo por ti o por tu herida. Por eso el día que identifiqué que tenía una herida de abandono de libro todo saltó por lo aires. Recuerdo que aquel día no sabía ni cómo me llamaba prácticamente. No quería hablar de nada ni tomar ninguna decisión porque, literalmente, no sabía quién era. Y claro, el BDSM y mi forma de amar y entregarme, fue lo primero que me golpeó. Siempre vi mi entrega como algo profundo y trascendental y de repente lo veía como un mecanismo de defensa, de pura supervivencia. 

    No ha sido fácil, no lo es, enfrentarme a todo esto. Para mí esa profundidad es real, es una certeza que siento de que así debía amar. Sé que esto refuerza esa idea de que los que estamos en el BDSM tenemos traumas pero yo me pregunto, tras todos estos meses de leer, investigar y buscar... ¿Acaso hay alguien que no los tenga? ¿Existe la persona cien por cien liberada de condicionamientos marcados por su historia de vida? Yo lo que creo es que por algún motivo cada persona elige cómo afrontarlos y cómo ser feliz junto a sus "traumas". Tras todo esto el BDSM no me parece la opción más oscura, maligna o enferma. Al revés, finalmente el BDSM y sus protocolos han hecho que esa herida se mantenga a raya. Veo muchas personas "vainilla" viviendo en esa entrega absoluta por una herida, diluidas en sus relaciones sin plantearse nada, ni contrato, ni límites, ni palabra de seguridad, ni leches. El BDSM al menos me ha dado algo de mesura. 

    Pero aquí llega la gran pregunta, o preguntas más bien: ¿Y ahora qué? ¿Debo dejar totalmente de lado mi forma de amar? ¿Debo rechazar esa paz que siento al entregarme? ¿Debo ignorar esa llamada y esa naturaleza que me lleva a ser Suya? ¿Debo hacer oídos sordos a esa certeza de que lo soy, realmente lo soy? Esto me ha atormentado mucho hasta que conecté con mi forma de entender lo que es vivir. Para mí venimos a esta vida a vivir en consciencia. Y la consciencia no es más que ser lo suficientemente valientes para mirarnos a nosotros y a nuestra historia, para que nada se quede tomando decisiones en el inconsciente por nosotros. Esa es la verdadera libertad en mi opinión, saber por qué queremos las cosas que queremos y así no nos condicionen incluso cuando las elijamos. Para mí la gran diferencia ha sido la distinción entre entrega y sacrificio. Mi miedo a que me abandonasen me llevaba a la entrega, pero no a una sana al cien por cien, ya que en realidad podía tornar en sacrificio, en saber que vas a hacer lo que la otra persona desee para que no te abandone y porque si decides decir "no" crees que eres merecedora de que te dejen. Eso ha cambiado, no quiero más sacrificio, quiero entrega consciente un "me doy entera" siempre y cuando no me haga sufrir. Evidentemente me refiero a sufrir de verdad, no me refiero a aguantar dolor, obedecer cuando no me apetece, o cosas así... me refiero a cosas que van en contra de lo que tú sientes y quieres en profundidad.

    Este es un post que creo será polémico, no me importa. Siempre he sido sincera con mis reflexiones basadas completamente en mis vivencias y experiencias. Creo que si he logrado conectar con personas a través de este medio ha sido por mi honestidad. Esto es lo que hay, no tengo nada que ocultar...

    Pero prefiero aclarar que no estoy diciendo que a todos los que les gusta la sumisión tengan una herida emocional o trauma. Pero creo que es importante contar esto que he descubierto en mí, ya que a mí me ha ayudado a ir hacia una relación aún más sana y sobre todo, a sentirme más ligera y liviana. Poner en el BDSM más amor y menos miedo. Porque, como siempre digo, desde dónde haces las cosas es muy importante. Y yo me pillé a ratos entregándome desde el amor pero también otros tantos haciéndolo desde el miedo. Las personas que estamos en el BDSM no somos seres perfectos que ya han sanado todo. No es realista creer que para empezar una relación, del tipo que sea, ya tienes que ser "perfecto", con todo sabido o conocido de ti. Básicamente porque crecer, madurar y sanar es experiencial, no teórico. Necesitamos vernos en las situaciones, relacionarnos con los demás, tener relaciones... solo tocando nuestros puntos de dolor podemos saber que los tenemos.

    Por eso he estado tan ausente. No sabía cómo hablar de BDSM en esos momentos de tanta incertidumbre. He tenido que recordar que no empecé este blog para ser ejemplo ni abanderada de nada. Lo empecé porque no me entendía, porque me costaba gestionar algunas sensaciones y necesidades. Así que aquí estoy de nuevo, tal y como empecé, preguntándome a qué viene esta necesidad de entregarme tan potente y profunda, tan honda que cuesta llenarla. No siempre es así, pero hay días que el estómago se me vuelve un pozo sin fondo en el que necesitaría vivir en mis fantasías y que la realidad fuese el sueño del que despiertas. 

    Sigo siendo Suya, por si cabía alguna duda, creo que ambos estamos viendo y tanteando cómo es nuestra D/s después de tanto vivido, aprendido y descubierto. Pero el vínculo permanece, eso es irrompible. Nuestros cuerpos pueden vivir todas las peripecias que deseen, nuestras almas siempre se pertenecen. 

    Y sí, cerré mi web y vuelvo a este humilde blog, con la única intención de exteriorizar lo que siento y vivo. Quiero volver a mis orígenes, esos que surgieron de la esencia.

3 comentarios:

  1. A veces hay que desandar el camino y volver al principio... para empezar de nuevo... Eso sí, con más experiencia y evitando los errores conocidos...

    ResponderEliminar
  2. Es lo que tiene mirarse las sombras...

    ResponderEliminar
  3. Por cierto! Conmovedor ,honesto, y magníficamente escrito... Saludos!

    ResponderEliminar