jueves, 11 de enero de 2024

La sumisa novata

 “Es un paripé. Ahora tenemos una relación horizontal disfrazada de verticalidad. Es un juego divertido, pero un juego. Para mí la entrega es algo muy serio, piénsate bien si quieres ser mía de nuevo. No me contestes ahora, medítalo a conciencia”.

Podrían haber sido mis palabras de hace unos años, pero no, fueron Suyas y escocieron como vinagre en una herida abierta que no sabía que tenía. No lo dijo enfadado, lo dijo con esa tranquilidad con la que dice las verdades. Me quedé en silencio tratando de sobrellevar la revolución que se había despertado en mi interior. Él se quedó dormido.

No pegué ojo esa noche. Hacía solo un par de días que había escrito la entrada anterior, Él no la había leído, pero sin saberlo me había puesto ante la práctica directa y cruda de la rendición.

Las tornas habían cambiado totalmente. Ya no estábamos en esos inicios en los que yo trataba de explicarle lo profunda y real que es para mí la entrega. Él ya sabía qué quería, Él ya sabía qué soy yo capaz de dar y notaba perfectamente que aún no lo estaba dando. Como dije, tras los tiempos convulsos en nuestra relación había tenido la sensación de distancia con Él. En esos tiempos tuve que ponerme al mando de mis emociones y decisiones, tuve que olvidarme de algunos aspectos de la entrega y cuidarme sola. No reniego de eso, creo que fue maravilloso para descubrirme y amarme como nunca había hecho, pero ahora tocaba volver. Yo había decidido volver a entregarme, pero una parte de mí quería seguir teniendo el control. Él lo había visto y no me lo reprochaba, simplemente me ponía delante ambos caminos y me pedía que eligiese. Realmente esa noche me sentí como una, y perdonadme la referencia, una Anastasia de la vida. Como alguien acostumbrada a la horizontalidad que tiene que ir enfrentando una a una las condiciones que implica entregarse a un Amo. Pero peor, porque yo sí sé lo que implica ser Suya, sé exactamente qué espera ese Amo en concreto mucho más allá de las prácticas, eso siempre ha sido lo de menos en nuestra relación.

Esa noche mientras discutíamos, ante uno de mis argumentos, Él me paró y dijo “Te conozco, sé que estás por encima de todo y de todos. Así que si no lo estás es porque no quieres”. Me sentí completamente desnuda, mis argumentos eran muy convincentes, para una persona que no me conozca hubiesen sido el golpe de gracia para “ganar” la discusión. Pero Él me conocía bien, no podía disfrazar una excusa, por muy bien que tratase de disfrazarla de razonamiento real. Así que sabía qué implicaría decir “Sí” a ser Suya. Sabía el nivel que me exigiría, no por guiarme a un lugar, es porque sabía que ese nivel ya estaba alcanzado. Es como si supiese que soy una universitaria empeñada en resolver ecuaciones de primero ¿Es más cómodo? Sí ¿Te salen fácil y rápido? Por supuesto, pero es pura flojera porque pasas de hacer un examen de varias páginas, aunque sepas de sobra resolver esos ejercicios. Es muy curioso porque eso es lo que me pasaba en los exámenes de matemáticas. No me gustaban, me daban una pereza terrible y los hacía mal por no poner mi atención y esfuerzo. Una profesora “me pilló” y me dijo que me pusiera las pilas. Me sentí igual de “desnuda” y avergonzada. No volví a suspender ningún examen y saqué un 10 en la asignatura. Al año siguiente elegí letras puras y no tuve que volver a tocar las dichosas ecuaciones jajaja, pero aún recuerdo esa mezcla de sentirme totalmente capaz pero darme pereza hacerlas, aunque también recuerdo la satisfacción al hacerlas.

En fin, que allí estaba yo donde jamás pensé que estaría, enfrentándome a las dualidades que conlleva entregarse al Amo. Me gustó, lo confieso, la entrega para mí siempre había sido un “SÍ” fácil, directo y claro. Creo que cuando algo te sale así de fácil pierde la magia de la consciencia, la magia de mirarlo con detenimiento e ir observando qué movimientos internos tienes que hacer para conseguirlo. Pero sí que es verdad que la duda era inexistente porque, como también dije, la certeza de ser Suya desde una profundidad inexplicable siempre estuvo ahí, incluso en los tiempos de la “horizontalidad”. Simplemente creo que mi ego quería alargar lo máximo posible sus privilegios. Esa noche la pasé renunciando uno a uno a ellos, sintiendo el vértigo de la pérdida del control pero hallando el acogimiento cálido y maravilloso que me da la entrega.

Se despertó y me rendí, me entregué.

La Navidad ha sido maravillosa en muchos aspectos, en este que os cuento, ha sido el momento de materializar y asentar esta decisión. La vida te acompaña y “facilita” tus procesos. Lo pongo entre comillas porque muchas veces esa facilidad está disfrazada de retos, de enfrentarte a esas micro decisiones en las que tienes que ver si realmente te has entregado o no. Son ejercicios para asentar esos movimientos internos que has hecho. En el momento son un chinche pero luego me llena de satisfacción afrontarlos desde el lugar que mi Ser, y no mi ego, me dicta.

Él siempre me lleva a sacar lo mejor de mí, Él siempre ve mi… en realidad Él siempre me VE, así a secas. Eso me hace sentir muy vulnerable, pero me encanta, porque es un seguro de que no podré seguir las trampas que muchas veces me pone mi mente e irme por derroteros que no me hacen bien.

He de confesar que tras esta decisión me siento una sumisa novata, cosa que nunca me sentí del todo por ser yo la que desde niña había deseado esto. Me daba una sensación de experiencia que no era del todo cierta. Puede incluso que me diese una ligera sensación de poder, de control, de “me doy pero tengo, aunque sea un poco, de control”. Eso ya no existe, esta fue la decisión de saltar al vacío sin paracaídas ni leches. Da un vértigo que te cagas, pero es apasionante y me ha abierto una puerta en mi vida que no sabía que abriría. Y es que, como siempre digo, no somos seres compartimentados, las decisiones internas que tomamos afectan a todos los ámbitos, al ser integrales. Decidir confiar en Él, entregarme, es decidir confiar en la vida, entregarme plenamente a ella. Y ahora me empiezan a venir respuestas a preguntas que llevo años haciéndome. Creo que la vida tampoco quiere “paripés”, o te entregas entera o no te da la plenitud.

viernes, 22 de diciembre de 2023

Me rindo

     No sé cuántos nuevos comienzos ha tenido mi sumisión, lo que sí sé es que cada uno de ellos me ha hecho profundizar y madurar mucho más. Al final todo lo que vivimos permea a todo lo demás. Si yo maduro mi sumisión madura conmigo. No os engañaré, han sido tiempos muy difíciles como pareja, me he cuestionado absolutamente todos los cimientos de mi forma de ser, de mi forma de amar… Pero algo muy curioso es que, incluso en los peores momentos en los que creí que quizá tendríamos que separarnos, renunciar a nuestra vida juntos, jamás me planteé renunciar a mi sumisión. Me venía ese tuit que hace muchos años escribí, en el que decía que si Él se marchaba, se llevaría mi sumisión en la maleta. Es decir, elegir separarme de Él no podría ser nunca un “dejo a un lado mi sumisión y como “mujer normal” elijo irme”. Era más bien un desgarro, un “qué duro es irme de aquí siendo tan absolutamente Suya. Qué duro será seguir con mi vida siéndolo aún”. Aunque ese sentimiento de pertenencia traía también un, en aquel momento doloroso, rayo de esperanza, un “esto tiene que ser una pesadilla y en algún momento despertaremos”. Sé que puede parecer un rollo que os cuento, pero lo cierto es que así fue. Un día Él volvió, yo volví. No es tan sencillo, hubo que pagar precios, pero Dios sabe que no me dan miedo los precios a pagar por las cosas que de verdad son importantes para mí. Eso es la entrega al fin y al cabo. No renunciar nunca a ella, no renegar de ella, tuvo sus consecuencias, sus recompensas. Y, tras unos meses de reconstrucción, aquí estamos de nuevo, con una relación más fortalecida, madura y maravillosa que la que teníamos antes de toda esta crisis. Quería hacer este breve resumen porque siempre me ha gustado ser honesta en lo que cuento. A veces creo que peco de mostrar mi vida como si fuese de color de rosa siempre, pero lo cierto es que no es así. Siempre cuento mis procesos, en mi blog están reflejadas mis crisis, nuestras dificultades. Pero es que mi manera de ver las cosas es siempre desde el aprendizaje y desde el placer que también se puede obtener del dolor… Vaya, quizá es que sea entregada y masoquista en general. Aunque no desde una búsqueda del sufrimiento, pero sí como una gestión del dolor que me hace extraer lo mejor de lo peor. De esta crisis solo diré que doy gracias por el aprendizaje de ambos, doy gracias porque, a pesar del dolor que los dos hemos vivido, ha permanecido y ganado el amor tan real y profundo que nos tenemos.

    En fin, que tras unos meses de ajustes y sanación me he reencontrado con la sumisa. No es que en este tiempo dejase de serlo, pero cuando las prioridades son otras es difícil profundizar en ello. En el último mes me he enfrentado a sentimientos que no tenía en estos años. Y no estaban ahí porque yo no estaba en el lugar interno en el que estoy. Lo peor de esos sentimientos es que previos a ellos es como si pudiese dar un paso atrás y elegir tenerlos o no. Y lo que vengo a analizar es el porqué los elegí. Soy una soberbia, es una realidad. Soy una líder, inteligente a muchos niveles, una sabionda que siempre sabe cómo deberían ser las cosas. No siempre acierto, me equivoco mucho, pero esos errores suelen venir de la inconsciencia. Es decir cometo errores sin darme cuenta. Pero en raras ocasiones he puesto consciencia en algo, lo he meditado y he sacado una certeza de que algo era de una manera o que iba a pasar tal o cuál cosa, o que se debería hacer otra… y no he acertado. Soy muy bruja, eso es así, no puedo evitarlo. Que cada uno traduzca eso como quiera, pero es una realidad. Eso trae consigo la soberbia y un conflicto con mi otra naturaleza: la entrega. Y no pongo sumisión porque esta es solo una parte de la entrega. En general en mi vida he conectado con una fuerza interior única, ese saber que soy algo más grande que “Ángela”, pero que precisamente por eso he de entregarme, rendirme a que “Ángela” no es la que tiene que llevar las riendas, que tiene que darse a esa fuerza, esa energía. Mi relación de pareja es un reflejo de esto, es un lugar tangible en el que manifestar esto. Todo esto es muy espiritual y profundo, pero tengo un ego como todo el mundo y a veces sale. De hecho he descubierto que siempre anda al acecho para encontrar la oportunidad de quedar por encima. Como detecte un posible “fallo” una ocasión de un “yo tengo razón”, salta. Y no me gusta, porque no me hace bien a mí ni a nadie. La sumisión es para mí la forma más maravillosa de mantener el ego a raya. Una parte de mí quiere ser la que manda, pero cuando esas ocasiones aparecen mi sensación interna es de una profunda insatisfacción. Y me he trabajado mucho mis carencias para saber que no es una respuesta a patrones o heridas, esas aparecen pero las identifico enseguida y no me dejo llevar por ellas. Esto es algo más consciente… es una certeza, una vocecita sabia que me dice “te estás equivocando”.

    Todo esto es para decir que me he dado cuenta que, inconscientemente, he ido poniéndome de igual a igual. Al estar resolviendo y reconstruyendo partes de nuestra relación “normal” me he subido. Y ahora que la tormenta ha pasado quiero rendirme. Esa palabra lleva días rondándome, apareció en una conversación que nada tenía que ver conmigo, pero generó una especie de obsesión, como si fuese un misterio que resolver. Me cuesta rendirme, mucho. El marido de mi tía dijo de mí que era fácil ser sumisa siendo yo, alguien que se sabe poderosa y que en cualquier momento puede ponerse por encima. Me escoció, pero tiene mucha verdad. (Debo aclarar que también puedo mostrarme muy muy insegura, suele pasarme cuando me desconecto de ese poder por miedo a ser soberbia). Mi Amo es un gran Dominante, no porque sea el más experimentado en cuanto a prácticas, pero sí es un experto dominando para que la entrega sea real. Algunas personas al conocernos juntos lo han infravalorado, los que han insinuado que la que mandaba era yo… No saben lo equivocados que estaban porque, precisamente en esa “apariencia”, está la clave. Se me percibe dominante porque lo soy, no desde el mandato, sino desde la seguridad profunda de saberme poderosa, sé que podría conseguir lo que quisiera de cualquiera, y no me costaría mucho la verdad. Y si no lo consiguiera me iría sin problema. Pero Él es mi criptonita. Con Él no funciona, siempre consigue que me doblegue, que me rinda, disfruta de esa energía que tengo pero no deja que lo domine. Sé que puedo parecer muy fantasiosa, pero es que la única forma que tengo de expresarlo para que se entienda es como mi “historia” del humano que dominó a la diosa.

    Admitir que soy Suya de la forma en que lo soy me hace sentir terriblemente vulnerable, más después de los malos tiempos que hemos pasado. Ojalá fuese mentira, ojalá pudiese decir “si la cosa se pone fea que le den por saco, me voy a entregarme a otra parte”. Pero no puedo, puedo amar a otros, pero no puedo entregarme a otro, al menos no de verdad. Puedo jugar a ser sumisa y disfrutar de ello, pero la entrega para mí es otra cosa. En mi relación es algo tan grande e intenso que solo puedo apostarla una vez y, si pierdo, se la lleva la banca en su maleta.

    Así que toca rendirse, toca dejar de tirarme faroles y mostrar que con Él me lanzo al vacío, que soy Suya en cuerpo y alma. Me entrego a Él, con Sus luces y sombras, con Sus aciertos y errores. Toca volver a la paz que me da ese hogar que Él me ofrece.

viernes, 14 de abril de 2023

Mi sumisión y la herida de abandono

    He estado muy enfadada con el BDSM, bueno no, he estado muy enfadada con la niña que fui, la que eligió el BDSM. Sé que lo hice por sobrevivir, siempre quise que mi vida fuese una fantasía, siempre quise vivir mi vida como si fuese un cuento. Así que no es de extrañar que buscase la manera de no sufrir, de volver bonito lo que no lo era.

    Si me leéis desde hace tiempo sabréis que llevo implícita la necesidad de conocerme, auto indagar y trabajarme. Sí, otra cruz... Con lo felices que veo a otros en su ignorancia y yo aquí hurgando sin descanso en mi persona y mi ser. A eso súmale la etapa más difícil de mi vida, en la que todo se puso patas arriba, donde esa pátina de magia que siempre le di a todo se cayó dejándome en bragas ante la realidad. Sé que era necesario, pero ahora ando buscando desesperadamente recuperar esas gafas con las que ver la vida, porque sin ellas la vida pierde mucho. Me gusta pensar que esa magia no es algo que le añado a la vida, más bien es algo que soy capaz de percibir. Pero que en estos meses grises la anulé. Todo tiene un sentido, eso también forma parte de esa magia y, por muy desorientada y flotando en la incertidumbre que me encuentre ahora, también es cierto que nunca me había amado tanto, nunca me había visto con tanta claridad ni me había sentido tan fuerte. Ya sabéis, todo tiene sus pros y sus contras.

    El caso es que en estos meses me he dedicado a mirar mi sombra. A mí me gusta verla como si fuesen habitaciones oscuras dentro de nosotros que no nos hemos atrevido a alumbrar. Por miedo a que nos rechacen, por miedo a tener que cambiar o a descubrir asuntos dolorosos que nos cueste gestionar. Así que no me quedó más remedio que encender la luz en esas habitaciones y comerme el desorden y la angustia de los recuerdos y creencias que allí había acumulados. Y sí, duele. 

    Respecto al tema que nos interesa, el día que descubrí lo que era la herida de abandono se me cayó el mundo a los pies, literalmente, mi mundo se cayó. De repente fui consciente de que yo tenía esa herida desde que tengo uso de razón que, por lo tanto, había condicionado absolutamente toda mi vida. Por resumir un poco, la herida de abandono surge cuando te has sentido abandonada en algún momento de tu infancia. Esta herida tiene como características el no valorarte y creer que tienes que ser lo que otras personas esperan de ti para que te amen. Por lo tanto te entregas en cuerpo y alma a los demás (sobre todo a tu pareja) para que no te abandonen. Porque crees que tú, en tu esencia, tal y como eres, no eres merecedora de amor. Así que si el otro te "descubre" te va a abandonar. Evidentemente esto es un resumen chapucero y todo esto está cargado de matices y creencias inconscientes que no es fácil de identificar. De hecho, al final te mimetizas tanto con este comportamiento que no sabes distinguir cuándo has hecho algo por ti o por tu herida. Por eso el día que identifiqué que tenía una herida de abandono de libro todo saltó por lo aires. Recuerdo que aquel día no sabía ni cómo me llamaba prácticamente. No quería hablar de nada ni tomar ninguna decisión porque, literalmente, no sabía quién era. Y claro, el BDSM y mi forma de amar y entregarme, fue lo primero que me golpeó. Siempre vi mi entrega como algo profundo y trascendental y de repente lo veía como un mecanismo de defensa, de pura supervivencia. 

    No ha sido fácil, no lo es, enfrentarme a todo esto. Para mí esa profundidad es real, es una certeza que siento de que así debía amar. Sé que esto refuerza esa idea de que los que estamos en el BDSM tenemos traumas pero yo me pregunto, tras todos estos meses de leer, investigar y buscar... ¿Acaso hay alguien que no los tenga? ¿Existe la persona cien por cien liberada de condicionamientos marcados por su historia de vida? Yo lo que creo es que por algún motivo cada persona elige cómo afrontarlos y cómo ser feliz junto a sus "traumas". Tras todo esto el BDSM no me parece la opción más oscura, maligna o enferma. Al revés, finalmente el BDSM y sus protocolos han hecho que esa herida se mantenga a raya. Veo muchas personas "vainilla" viviendo en esa entrega absoluta por una herida, diluidas en sus relaciones sin plantearse nada, ni contrato, ni límites, ni palabra de seguridad, ni leches. El BDSM al menos me ha dado algo de mesura. 

    Pero aquí llega la gran pregunta, o preguntas más bien: ¿Y ahora qué? ¿Debo dejar totalmente de lado mi forma de amar? ¿Debo rechazar esa paz que siento al entregarme? ¿Debo ignorar esa llamada y esa naturaleza que me lleva a ser Suya? ¿Debo hacer oídos sordos a esa certeza de que lo soy, realmente lo soy? Esto me ha atormentado mucho hasta que conecté con mi forma de entender lo que es vivir. Para mí venimos a esta vida a vivir en consciencia. Y la consciencia no es más que ser lo suficientemente valientes para mirarnos a nosotros y a nuestra historia, para que nada se quede tomando decisiones en el inconsciente por nosotros. Esa es la verdadera libertad en mi opinión, saber por qué queremos las cosas que queremos y así no nos condicionen incluso cuando las elijamos. Para mí la gran diferencia ha sido la distinción entre entrega y sacrificio. Mi miedo a que me abandonasen me llevaba a la entrega, pero no a una sana al cien por cien, ya que en realidad podía tornar en sacrificio, en saber que vas a hacer lo que la otra persona desee para que no te abandone y porque si decides decir "no" crees que eres merecedora de que te dejen. Eso ha cambiado, no quiero más sacrificio, quiero entrega consciente un "me doy entera" siempre y cuando no me haga sufrir. Evidentemente me refiero a sufrir de verdad, no me refiero a aguantar dolor, obedecer cuando no me apetece, o cosas así... me refiero a cosas que van en contra de lo que tú sientes y quieres en profundidad.

    Este es un post que creo será polémico, no me importa. Siempre he sido sincera con mis reflexiones basadas completamente en mis vivencias y experiencias. Creo que si he logrado conectar con personas a través de este medio ha sido por mi honestidad. Esto es lo que hay, no tengo nada que ocultar...

    Pero prefiero aclarar que no estoy diciendo que a todos los que les gusta la sumisión tengan una herida emocional o trauma. Pero creo que es importante contar esto que he descubierto en mí, ya que a mí me ha ayudado a ir hacia una relación aún más sana y sobre todo, a sentirme más ligera y liviana. Poner en el BDSM más amor y menos miedo. Porque, como siempre digo, desde dónde haces las cosas es muy importante. Y yo me pillé a ratos entregándome desde el amor pero también otros tantos haciéndolo desde el miedo. Las personas que estamos en el BDSM no somos seres perfectos que ya han sanado todo. No es realista creer que para empezar una relación, del tipo que sea, ya tienes que ser "perfecto", con todo sabido o conocido de ti. Básicamente porque crecer, madurar y sanar es experiencial, no teórico. Necesitamos vernos en las situaciones, relacionarnos con los demás, tener relaciones... solo tocando nuestros puntos de dolor podemos saber que los tenemos.

    Por eso he estado tan ausente. No sabía cómo hablar de BDSM en esos momentos de tanta incertidumbre. He tenido que recordar que no empecé este blog para ser ejemplo ni abanderada de nada. Lo empecé porque no me entendía, porque me costaba gestionar algunas sensaciones y necesidades. Así que aquí estoy de nuevo, tal y como empecé, preguntándome a qué viene esta necesidad de entregarme tan potente y profunda, tan honda que cuesta llenarla. No siempre es así, pero hay días que el estómago se me vuelve un pozo sin fondo en el que necesitaría vivir en mis fantasías y que la realidad fuese el sueño del que despiertas. 

    Sigo siendo Suya, por si cabía alguna duda, creo que ambos estamos viendo y tanteando cómo es nuestra D/s después de tanto vivido, aprendido y descubierto. Pero el vínculo permanece, eso es irrompible. Nuestros cuerpos pueden vivir todas las peripecias que deseen, nuestras almas siempre se pertenecen. 

    Y sí, cerré mi web y vuelvo a este humilde blog, con la única intención de exteriorizar lo que siento y vivo. Quiero volver a mis orígenes, esos que surgieron de la esencia.

lunes, 29 de marzo de 2021

Nueva etapa para "Azote y café"

 

Llevo toda mi vida buscando mi propósito, era una obsesión, no me voy a permitir ni poner el “casi” antes de obsesión, pues la viví con tanta angustia que sospecho que fue uno de los desencadenantes de mi cáncer. No lo decía por “presumir” o darme importancia, simplemente es algo que sentía desde niña, igual que mi sumisión, algo que estaba ahí sin más, un objetivo a cumplir. Y es que algo me decía que yo tenía que exponerme, hablar, que ayudaría a otras personas… En todos estos años con el blog, con el vídeo que grabé con The Tripletz que podéis ver aquí, muchísimas han sido las personas que me han dicho que les he ayudado de una o de otra forma. Pero yo no le echaba cuentas a eso. Seguía buscando ese propósito creyendo que ayudar siempre tiene la misma forma, o como si Dios solo estuviese en ciertos ámbitos y el BDSM no era uno de ellos. Qué estúpida, prejuiciosa y ciega estuve… ¿Qué importa la forma o el lenguaje? ¿Qué importa lo superficial? Si en la base todo es lo mismo. Y ayudar, aportar, no es más que arrojar luz. Y sin ser consciente, como si mi camino estuviese sucediendo, aunque yo no lo estuviese percibiendo, como si esos impulsos que ni yo misma comprendía a qué respondían fuesen parte de ese guion. Como si lo que tienes que vivir lo vives y ese algo superior te mira como diciendo: a ver si se da cuenta de una vez.

Pero no lo vi. El cáncer llegó y me revolucionó entera, me hizo replantearme hasta el último de mis pilares, me hizo descubrir qué era el ego, cómo me tenía engañada. Pero bueno, no quiero irme mucho por mis derroteros empíricos. El caso es que ahora empiezo a ver con una claridad pasmosa los pasos que debo dar, me ha salido una fuerza de acción que nunca había visto en mí. Y “Azote y Café” está beneficiándose mucho de ello. Cómo estuve tan ciega y sorda al no ver que a través del BDSM ya he llegado a muchas personas… Sin darme cuenta yo misma prejuzgaba algo que me da tanta vida y me gusta tanto, como eso de lo que te enorgulleces, pero tampoco muy en voz alta (entendedme, todo es relativo). En fin, que he decidido seguir a esa emocioncilla que me da en el estómago cuando pienso en ciertos proyectos y darle a este blog el lugar que se merece en mi propósito de vida. No sé dónde me llevará, nada es definitivo ni seguro, la vida es puro cambio y qué maravilloso es que lo sea…

Y llegó la web, esa que ya intenté en su día pero que no llegó a ser lo que yo imaginaba porque aún no estaba enfocada, porque aún no estaba preparada. Esta web va un pasito más allá y deja de ser únicamente mi blog para convertirse en un rinconcito al que todo el que quiera pueda recurrir para hablar, leer, conocer gente… dentro del BDSM. En el directo del martes en Twitch hablaba sobre lo importante que es ser transparentes, contar al mundo la realidad de las cosas, para dar información veraz y sencilla de algo, para que nadie pueda aprovechar las sombras para ocultar malas intenciones. Para que, si alguien nos juzga, sea cosa suya y no propiciado por no saber exactamente de qué va ese tema.

Así que voy a tratar de que esta web se convierta en una comunidad segura, de confianza y cercana, no pretendo conseguir algo muy serio o protocolario que a los que estén iniciándose les dé reparo acceder. Quizá sea una utopía, pero sueño con una comunidad que sea como ir a tomar café y charlar de eso que no charlas con nadie con un montón de personas dispuestas a escuchar y disfrutar juntas de una forma relajada y distendida.

Sigue fascinándome cómo aquella pequeña decisión que tomé un día gris en el que me sentía terriblemente sola, de escribir un blog para dar salida a mis emociones, me llevase hoy a estar rodeada de personas, a recibir mensajes de agradecimiento y reconocimiento. Estoy en una época dorada con el BDSM y las personas que lo componen, una época que hace que me trague aquellas palabras que renegaban de ella.

Esta tarde a las 17:30 en Twitch si os apetece os cuento todo sobre la web, mi intención con cada sección o lo que os apetezca, como siempre.

También os adelanto que hay una humilde tiendecita, aún con pocos artículos. Con el código “inaugura” tendréis un 10% de descuento hasta el martes que viene.

Gracias, gracias y mil veces gracias

Bienvenidas, bienvenidos a azoteycafe.com

 

lunes, 22 de marzo de 2021

Una pregunta cualquiera en mitad de un polvo cualquiera

     Era uno de esos días que necesitaba algo sin llegar a saber qué era, era de esos días que necesito estar con Él, no, no estar, necesito fundirme con Él, pero por más que lo abrace no me parece suficiente. Era de esos días que no me entiendo, que la vida real no me afecta, de ninguna manera, ni para bien ni para mal. Esos días en los que intento encontrar la puerta hacia la realidad, hacia el mundo, esa palabra, ese gesto que haga que todo vuelva a encajar de nuevo…

    Nos quedamos un rato a solas, yo le propuse subir al dormitorio, no es que tuviera ganas de sexo especialmente, pero pensé que quizá eso me calmaría. Él aceptó, teníamos un capítulo de mi novela a medias, me dijo que me follaría por detrás mientras se lo leía, así que dijo que era el momento perfecto para hacerlo. Empecé a leer, noté cómo se iba excitando, dolía. Normalmente la situación me hubiese excitado, pero no, me tocaba y no sentía, estaba acolchada, no podía meterme en el momento, no podía vivirlo… Se puso encima de mí para seguir follándome el culo, nada, seguía doliendo, yo me quejaba, lloriqueaba, trataba de buscar en mi cabeza algo que me activase, que consiguiese excitarme, pero mi cabeza estaba dispuesta a hacer lo que fuese necesario para mostrarme que debía meterme de lleno, que debía coger las riendas de mis sensaciones, ser coherente…

-       -   Deja de lloriquear

-       -   No puedo, Amo. Me duele.

-        -  Pues no quiero oírte, me he cansado de oírte. Quiero ver tu cara de zorra ¿No te sale? ¿Ya se te ha olvidado cómo poner tu cara de puta? ¿Sólo sabes ser una niña llorosa y quejica?

          Yo me estaba agobiando y enfadando, nunca me gustó que me infantilizara, no me gusta que me reten, eso sumado al dolor, a mi mosqueo conmigo misma, a mi sensación de no sentir, de estar en una situación y no ser capaz de vivirla…

-          ¿Qué eres? ¿Una niña llorosa o una buena perra?

Allí estaba, la llave, la clave… Una pregunta cualquiera en mitad de un polvo cualquiera. ¿Qué era? ¿Qué DE VERDAD era? Volvía a mezclar fantasía y realidad, volvía a juzgar mi naturaleza castigándola al rincón, volvía a decirme cómo debía ser… Pero no era cierto, no era una niña llorosa, no me estaba forzando a nada, me gusta complacerlo, me gusta sentir dolor por Él, me encantaba que estuviese torturándome con aquello…

La cara de zorra volvió, lo agarré de la nuca y lo besé, muy cerca de Su boca le dije lo mucho que me gustaba que me reventase el culo:

-          Sí, Amo, más adentro, nota cómo me gusta, cómo me moja el dolor que me provoca Mmmm… yo también lo noto, noto cómo le excita desgarrarme, cómo le excita a pesar de saber que me duele tanto, no, es que se pone así precisamente por eso. Soy una buena perra, sí lo soy, no soy una niña llorosa. Fólleme, Amo. Así, joder cómo duele, joder cómo me gusta…

Nos corrimos intensamente, ya no había nada de distancia entre la vida y yo, entre Él y yo. No había acolchamiento, estaba sintiendo de forma desgarrada, estaba responsabilizándome de lo que quería, siendo coherente… Nos sentí uno, pude ver la diferencia en Él también, cómo se dejaba llevar por mi repentino cambio, cómo disfrutaba. Se corrió con esos gemidos que parece que le duele tanto placer, esos que me dicen que le ha gustado más de lo normal, esos sonidos por los que viviría, aunque a veces se me olvide.

Y así una pregunta cualquiera, en un polvo cualquiera se convirtió en la mejor de las respuestas.

lunes, 15 de marzo de 2021

Normas y protocolo propio

     Este es un tema que me habéis pedido tratar por varios sitios. Para empezar distinguiré los dos tipos de protocolo que veo: el social y el propio. Lo que yo llamo “Protocolo social” sería el que se usa cuando interactúas con otras personas, en una fiesta por ejemplo. Este protocolo daría para otro post. Por nuestra parte somos respetuosos con ese protocolo, a nuestra manera. Pero bueno, hoy os quiero hablar del “protocolo propio” ese que es tan hermoso, variado y diferente cuando comparas unas relaciones D/s con otras. Nuestro protocolo es bastante sencillo pero efectivo, nos gusta mucho. Llevamos con él muchos años, poco ha variado, por lo que a raíz de la propuesta de este post Él decidió que podía servirnos para introducir normas nuevas.

    Os contaré nuestro protocolo, aunque os confieso que me guardaré alguna norma para mí, y es que creo que el protocolo de cada pareja conforma su intimidad, más que el sexo o un castigo. Esto no es algo que pensase de antes, de hecho me he dado cuenta a raíz de preguntar por redes sobre los vuestros. Cuando leía las normas y protocolos de otras parejas D/S sentía que estaban compartiendo conmigo algo muy especial, algo muy de ellos. También os diré que me fascinaba leerlo, siempre lo ha hecho conocer las pequeñas rutinas de otras personas, esos detalles que nos diferencian, me gusta imaginar sus vidas y en qué se diferencian de la mía.

    Tenemos normas y protocolos de diferentes tipos. En el ámbito sexual desde hace varios años los jueves toca sexo oral. Esto surgió por mi angustia a tragarme su semen. Me maravilla leer tuits, relatos… en las que se habla de lo mucho que se disfruta y se desea tragarlo, también me da envidia. Yo llevo años acostumbrándome y aún busco la manera de que no me toque la lengua. También en este ámbito lo limpio tras practicar sexo, no es algo que se haya dicho explícitamente pero ambos lo hemos dado por hecho. Tampoco puedo masturbarme sin consultarlo.

    En cuanto a la ropa también tengo un protocolo: si voy a salir sin él ropa interior normal, nunca lencería y siempre pantalón. Si salgo con Él al revés, siempre lencería (o nada) y falda o vestido. También le preparaba su ropa para ir a trabajar. Hablo en pasado porque en los últimos tiempos entre el cáncer y nuestra hija pequeña se ha ido perdiendo esa costumbre, no me siento nada orgullosa de ello y ahora que estamos en plena “reconstrucción” quiero esforzarme por recuperarlo.

    Otro protocolo que me gusta mucho es el de darle la toalla cuando termina de ducharse. Nuestra casa tiene varias plantas, suele pasar que esté en la más lejana y en cuanto me doy cuenta de que probablemente ya haya terminado de ducharse salgo pitando subiendo las escaleras a toda prisa. Otras veces no calculo bien, o se me olvida, y al “contador” que va. Para los nuevos, si no lo saben, el contador, es un contador numérico normal y corriente que una amiga le regaló para que nunca perdiese la cuenta de los azotes que me tenía que dar.

    Cuando salgo de una habitación en la que está Él tengo que pedir permiso. Como tenemos hijas el código que usamos es que yo le doy la mano y Él me la aprieta si me lo concede.

    En la forma de dirigirme a Él siempre de “Usted”. “Amo” al final de las preguntas y las respuestas si estamos solos o con personas del “mundillo”.

    La norma o protocolo primordial es el de la sinceridad. De vez en cuando me pregunta “¿En qué piensas?” y tengo que responder con sinceridad, no importa lo que sea. Evidentemente este es también el más exigente a nivel personal, Él nunca se enteraría si le miento, pero yo sí. También ayuda saber que Él es igual de sincero y que nada de lo que diga lo usará en mi contra de manera “seria”. No, tampoco si le digo que pienso en tener sexo con otro hombre, podrá hacer algo con eso, castigarme por “ser tan zorra”, follarme porque le ponga cachondo lo que le cuento… pero eso lo hace incluso divertido, nunca me juzga, eso es fundamental.

    Luego tenemos otras normas como depilarme cada viernes, llevar el pelo y las uñas como Él quiera… Y una que aún no lo es, pero que me da que va a caer pronto es sentarme bien cuando como, tengo la manía de sentarme al filillo de la silla y lo pone un poco de los nervios.

Escribiendo sobre esto me surge una duda ¿Norma es igual a protocolo? Ahí la dejo, a ver qué opináis.

De las personas que me habéis contado los vuestros diré algunos que me han encantado:

-          Revolverle el café al Amo, servirle la bebida y estar pendiente de que su vaso no se quede vacío

-          Ir a comprar churros los domingos (esta me ha encantado jajaja)

-          Estar siempre desnuda en casa del Amo

-          Esperarle con el pecho al descubierto

-          Besar la mano del Amo cuando llegaba a casa

-          No estar sentada si el Amo está de pie

-          Conocimos a una pareja D/s que tenían por protocolo que ella caminase siempre un pasito por detrás, incluso al ir de la mano. Me encanta.

Y hay dos que nos han inspirado mucho y que Él ha considerado incorporar ya que nos pueden venir muy bien en este momento:

-          Ponerme el despertador antes que Él y despertarlo con mimo

-          Cada noche antes de dormir tener un rato de reflexión de cómo ha ido el día en general o en la relación D/s

Otro asunto muy interesante que me propusieron referente a esto es cómo afectan esos protocolos a la vida “normal”, porque es cierto que afectan, pero lo que tampoco se suele entender es que esas “anormalidades” son lo “normal” para nosotros. Pero bueno este tema lo trataré en otra entrada. Para poder extenderme más.

Para terminar quiero recalcar que los protocolos sirven para muchas cosas dentro del BDSM, pero, para mí, si vas desgranando y vas a su finalidad auténtica es la “diversión”, y lo pongo entre comillas porque aclaro que no me refiero a tomárselos a chiste, sino que para mí (que soy sumisa) hacen la rutina más interesante, son como chispillas repartidas en el día a día que me recuerdan que le pertenezco y, al hacerlo, me recuerdan lo mucho que me gusta pertenecerle. Son gestos que por sí solos no son nada, pero el significado que se les da en la D/s hace que me exciten.

Cuando hice la entrevista fue algo que a las personas ajenas al BDSM les llamó mucho la atención, incluso alguien dijo que mi día a día sería una tortura con tantas cosas que hacer por obligación… Me di cuenta de que no se entendía que nadie me obliga a nada, al menos no en el sentido que se suele entender, para mí la tortura era cuando en mis días no tenía esas “obligaciones” porque me gusta, me hacen disfrutar, porque (en definitiva) me va la marcha… Otra reflexión que me suele nacer, más al comprobar que los protocolos de otras parejas van muy por ahí, es que muchos de esos rituales se basan en cuidar al otro, tener ciertos gestos con la otra parte. Da que pensar que se vean como algo “negativo” o que te “obligan” a hacer. Ahí lo dejo, no entraré en ese jardín, no mucho al menos jaja

Si queréis hablar de esto, meternos en jardines juntos o lo que os apetezca os espero esta tarde a las 17:30 en mi canal de Twitch “angelaycafe”. ¡Nos vemos!

 

miércoles, 10 de marzo de 2021

Colaboración: Sumisión y feminismo

 Hoy voy a estrenar un tipo de post que me hace especial ilusión: las colaboraciones. De vez en cuando os traeré a otras personas para que den otro enfoque o aporten otras cosas. Lo estrena "Azul" (@linternasazules en Twitter) es mi hermana de otros padres jaja la persona con la que puedo ser más yo después de mi Amo. Tiene un blog que me encanta: "Bajo la falda azul" que os animo a visitar. Este tema ya lo traté en el post anterior pero creo que no viene mal recalcar desde otra voz, más esta semana. Espero que os guste esta nueva forma de nutrir el blog. Os dejo con ella: 


Hace unos días vi en fetlife una discusión incómoda. Alguien cuestionaba si unas fotos habían sido consentidas o si la chica había sido engañada; y me generó cierta frustración de pensar en cómo se habría sentido esa chica y que alguien viniese a cuestionar sus decisiones, su libertad, su consentimiento y a su Amo. No es la primera vez que pasa… y de ahí nació este texto:


Ser sumisa es muy complicado... Creo que, si pudiese elegirlo no lo sería, pero, como dice mi amiga Ángela (@azoteycafé) ser sumisa es parecido a ser hetero, homosexual, bisexual etc... Es parte de tu identidad y no algo que eliges, sino algo que forma parte de quién eres. Y, seamos francos,  ser sumisa en el siglo XXI es un muy complicado, a lo mejor en el siglo XIII era una ventaja: Tu padre te casaba con un señor que no conocías de nada y si despertaba en ti la sumisión pues probablemente sería más fácil... Porque le pertenecías. Pero ahora somos libres, libres para demostrar nuestra fuerza, para tomar nuestras propias decisiones, para elegir… Porque queda muchísimo camino por recorrer, queda muchísimo por lograr, pero somos más libres que en el siglo XIII. 


Yo soy feminista, soy una feminista criada en un hogar feminista que ha leído mucho sobre feminismo, que educa en el feminismo, que lucharía por cada una de las mujeres a las que no se les permita ser libre, por la igualdad de oportunidades, por la equidad, por la libertad.


Soy feminista y soy sumisa. No recuerdo cuando empecé a ser feminista pero, la primera vez que me excitó una "amenaza de azote" tenía ocho años y veía la Abeja maya. Así que creo no creo que sea algo que he elegido, ambos conceptos son parte de mi identidad. 


Cuando le puse nombre, cuando me autodenominé sumisa, el primer conflicto fue precisamente ese. ¿Se puede ser sumisa y feminista? 


Dudo mucho que no haya una mujer hoy en día que no se lo haya planteado... Al menos no ninguna que sepa lo que es el feminismo. 


Es complicado encajar ambas partes, hace más de seis años que llegue a mi punto de equilibrio y sin embargo, aún se pelean a ratos... Ya no solo es que me guste someterme en las sesiones, ni que me guste que me azoten o hagan conmigo lo que quieran... Es que me gusta servir, me siento muy bien sirviendo, facilitando, complaciendo.


Si, las sumisas son siempre mujeres fuertes, decididas, capaces de tomar sus decisiones... Pero, se someten… porque quieren y son felices… desde la libertad… pero sometidas… Sinceramente, a la azul de 19 años le pareció un marrón enfrentarse a esto pero: ¿Cómo renuncias a algo que forma parte de ti? Y bueno… ¿Por qué renunciar a algo que soy yo, que me hace feliz, que es una elección absolutamente individual? Al final, la cuestión es que como feminista jamás diría a la sociedad que las mujeres tienen que someterse, pero tampoco le diría a otra mujer que no puede hacerlo ella, a nivel individual. Entonces ¿Por qué no tratarme como trataría a cualquier otra chica? Si mi amiga viniera a decirme: “Tia, yo creo firmemente en la igualdad y lucharé con uñas y dientes por que sea así en todo el mundo pero, en mi vida privada, soy sumisa.” Conociéndome, creo que le diría… “Pues mira, chocho, mientras tu seas feliz y lo tengas tan claro, trombocid pa las marcas y si necesitas algo, aquí estoy…” Así que la azul de 19 años un día se permitió la licencia de tratarse como trataría a sus amigas y desde entonces sigo siendo igual de feminista bueno, algo más formada… y e igual de sumisa, pero mucho, mucho más formada. 


Dentro de ese equilibrio también busqué integrar el feminismo en la sumisión, no de la misma manera, pero si en forma de sororidad. Hacer amigas sumisas, intentar no compararme, aprender de ellas (Que son maravillosas), conectar, compartir, disfrutar… y es una de las cosas que más recomiendo porque nadie me entiende mejor como sumisa, que mis amigas sumisas. Pero también dejándolas decidir, aun cuidándonos mutuamente, sin caer en un maternalismo que cuestione sus decisiones, sin victimizar (que no hay peor rol en esta vida).


Dejemos a las sumisas ser, dejemos a las mujeres ser, permitámonos disfrutar de la libertad por la que tantas mujeres han luchado antes que nosotras, incluso cuando queramos usarla para someternos. Porque me siento tan atacada por quienes me dicen que mi sumisión es alineación machista, como por quienes desde dentro, ven en cualquier Dominante un depredador y en mí una víctima. 

Estemos alerta, el machismo en el BDSM existe, el abuso en el BDSM existe… pero hagamos más trabajo de prevención, compartamos las experiencias que nos han jodido vivas… contemos las vías que tenemos para sentirnos seguras y mostrémonos disponibles para quien quiera preguntar o pedir ayuda… de manera que, cuando ocurra, las que lo sufran tengan herramientas para denunciarlo, hombros en los que apoyarse, recursos para identificarlo… sin necesidad de que venga nadie de fuera a preguntar si lo que está haciendo es realmente libre o no… porque, si se cuestiona mi capacidad de decisión, se cuestiona mi libertad, se cuestiona capacidad,  y suficiente paternalismo hemos tenido ya en los últimos cuatro mil años de historia para que vengan a cuestionarme ahora quienes deberían de ver que en mi sumisión hay alas.