martes, 28 de abril de 2015

Los atributos de una sumisa

¿Qué se espera de una sumisa? ¿Cómo creemos que son? ¿Qué características creemos que las definen? En esto, como todo en la vida, se tiende a generalizar y prejuzgar. En este tiempo en twitter he visto muchos comentarios definiendo sumisas, por desgracia las he visto diciéndose unas a otras “Tú no eres una sumisa por…”. Por ello me ha surgido este tema, quiero definir qué es para mí una sumisa y qué atributos debe tener: Una sumisa es alguien que desea entregarse a un Amo. PUNTO. (Recuerdo que hablo en femenino porque me es más fácil, pero también lo aplico a sumisos y Amas)
Yo soy una sumisa que quiso ser esclava, ESO NO ME HACE MEJOR SUMISA. Habrá sumisas que solo deseen sesionar, que no quieran un control tan profundo, para ellas habrá Amos que busquen eso. Hay sumisas masoquistas, yo no soy una de ellas, eso no me hace menos sumisa. Las sumisas no tienen por qué ser muy abiertas sexualmente, no tienen por qué desear que las cedan, no tienen por qué ser exhibicionistas, pueden desear jugar con más personas o no… Todo eso no son características de una sumisa, son características de una persona. Puede que muchas veces coincidan los deseos pero eso no los convierte en patrones a seguir. A mí me gusta exhibirme, me causa placer que me ceda, me gusta estar con mujeres, no me gusta el dolor… ni las más conservadoras pueden decirme que por ello soy menos sumisa, ni las que se identifiquen conmigo decir que es como debe ser. Esas son mis características personales y, de todo eso, lo único que me hace sumisa es mi entrega. Puede darse también la situación de que aunque no está entre tus deseos llegues a hacerlo por tu Amo, por ejemplo: Aunque no me gusta el dolor, aguanto Sus azotes por entrega. Esta situación debe darse siempre haciendo un ejercicio de consciencia. Debes tomar la decisión de ceder ante algo consciente de por qué lo haces. No es lo mismo hacerlo por entrega que por presión o miedo a decepcionar.
Ser sumisa es una condición, como lo es ser lesbiana, por ejemplo. Dos mujeres lesbianas lo único que tienen en común es que les atraen otras mujeres, pero una puede ser liberal, otra conservadora. Una puede buscar el amor y la otra sólo sexo. Ninguna de sus características personales las hace “mejores lesbianas”, ni ante ellas mismas ni ante los demás. Me gusta mucho compararme con la comunidad gay, ellos tienen más aceptado que tienen algo en común pero que son personas individuales. Nunca he visto a un gay decir de otro ¡Qué mal gay es!
Esto me lleva al ser o no buena sumisa respecto a un Amo. Si ya comprendemos que lo único que nos hace sumisas es la entrega y todo lo demás es complemento, un Amo no puede decirte que eres mala sumisa por no querer hacer ciertas cosas. No es que no seas sumisa, es que no eres la sumisa apropiada para él. Todas las sumisas no le valen a un Amo, ni todos los Amos le valen a una sumisa. Así que olvidémonos ya del miedo a decepcionar o a no ser dignas. Pongamos nuestra fuerza en conocernos bien, definir qué buscamos y pongámonos a buscarlo.



P.D.: Me encanta sentirme cerca de los que me leéis. A veces me pregunto si los temas que trato os interesan o no, y por ello he pensado pediros que me dejéis comentarios tanto en abierto como al correo azoteycafe@gmail.com, dándome ideas para futuros post, qué temas os interesarían, preguntas que queráis que conteste, si queréis mi opinión, saber algo concreto de mí… cualquier cosa que se os ocurra. Yo seguiré hablando de lo que tengo previsto, pero lo alternaré con lo que me propongáis y estime oportuno. Con esto quiero conseguir que mi blog sea más dinámico, tratar temas que quizá no me haya planteado nunca, más cercano a vosotros y más divertido para mí, ya que creo que muchos de esos temas pueden ser un reto ¡Espero que os animéis!

viernes, 24 de abril de 2015

A veces crees que eres una mierda

¡Hola! Escribí la entrada de "A veces todo es una mierda" con la intención de ayudar a alguien, y resulta, que a quién ayudó fue a mí. Me liberó de una serie de sensaciones, como si contándolo pusiera el punto y final a una época. Y me gustó tanto que decidí intentar hacer lo mismo con otra de mis oscuridades del pasado, porque aunque a veces la tenga presente, ya no es lo mismo. Así que, si me lo permitís, os usaré de terapia...


Young and beautiful - Lana del Rey

Tenía 7 años, era una niña menudilla, de paletas grandes y un poco salidas. Nunca fui gordita, bueno, ahora que veo las fotos sé que no lo era. Tenía 7 años, mis padres habían organizado una barbacoa con varias parejas de amigos, tenía 7 años y una mujer al despedirse de mi mejor amiga le dijo que siguiese así de guapa, tenía 7 años y esa mujer al despedirse de mí dijo palabras textuales: “Contrólate un poco que te estás poniendo muy gordita”. Tenía 7 años y mi profesora de baile me dijo: “Contrólate que estás echando buche de pájaro”. Tenía 7 años y esas mujeres me sentenciaron a una vida llena de inseguridades, me sentenciaron a una vida viendo mi cuerpo distorsionado. Yo no entendía que no me pasaba nada, no tenía herramientas para superar ese tipo de comentarios, no tenía una imagen concreta y segura de mí misma, tenía 7 años, joder, no tenía una imagen de nada. Así que comencé a meter la barriga, no sé lo que es ir por la calle con los músculos del estómago relajados. En los campamentos de verano me esperaba para ducharme la última para que me vieran lo menos posible sin ropa.
Empecé a masturbarme, empecé a entender mi sexualidad, a desear estar con un hombre. Era una niña de 11 años que odiaba su pelo por ser demasiado encrespado, odiaba sus dientes por ser demasiado grandes, odiaba su cuerpo amorfo. Y lo pensé, creeréis que no, pero lo pensé de una manera seria, que de mayor ningún hombre querría estar conmigo, pero yo lo necesitaría, así que mi conclusión fue que tendría que hacerme prostituta. Es más, no sé cómo supe que había unos sitios en los que te dominaban si pagabas. Me imaginé soltera, volviendo del trabajo un viernes, ganando un dinero que gastaría el sábado en un lugar para que me ataran, me golpearan y me follaran.


Crecí un poco más y noté que sí le gustaba a los chicos, pero tenía el autoestima tan hundida que basé mi seguridad en que cualquiera me dijese dos palabras medio bonitas. Hice cosas de las que me arrepentiré siempre. Tenía 15 años, hice cosas de las que me arrepentiré toda la vida. Es curioso porque a esta edad se me desarrolló un sentimiento extraño, los hombres se sentían muy atraídos por mí, mi tío me dijo una vez que era una Lolita. Yo lo sabía y ese sentimiento de que acabaría sola porque daba asco se transformó en una lucha interna: sólo les gusto por mi cuerpo, no tengo nada más que aportar, pero sé que no soy perfecta, que tengo grasa y un poco de celulitis, pero les gusta mi cuerpo y lo sé, sé que me desean pero no creo que lo merezca, soy imperfecta y no estoy tan delgada como querría.
Me gustaría decir que cuando empecé con Él esto desapareció, pero no fue así. Es algo que me ha acompañado toda la vida, sólo hasta hace un año y medio más o menos he sido capaz de ver que soy mucho más que un cuerpo.
Estaba enferma, y no, no he sido bulímica ni anoréxica, aunque reconozco que en cierta época envidié a las que lo eran. Yo me abrazaba al wáter, me metía los dedos, pero a la primera arcada me asustaba. Me controlaba la comida, pero nunca hasta no comer nada.



Los embarazos no ayudaron mucho, si ya tenía distorsionada la imagen de mi misma, los cambios en mi anatomía fueron el colmo. Cuando tuve a mis hijas había perdido la proporcionalidad de mi cuerpo, no sabía si era ancha de caderas, si era gorda o flaca, y para que entendáis mejor la locura que era, os diré que justo después de parir pesaba 53 kilos, lo máximo que he pesado en mi vida. Nunca dejé de usar mi ropa normal, incluso había personas que no se daban cuenta de que estaba embarazada. Pero yo me veía inmensa. Y llegaron los peores años de esta mierda, conseguí llegar a los 48 kilos, pero no estaba contenta, quería 47, eso decía, consciente de que cuando los consiguiera querría los 46 y así… Mi Amo no sabía qué hacer conmigo, me castigaba por ello, mis amigos estaban hartos de decirme que no me entendían, que estaba perfecta… pero no, no lo estaba, no en mi cabeza. Y digo en mi cabeza, porque no era algo que hiciera porque considere que la delgadez es sinónimo de belleza, en esto me ha pasado como con muchas cosas, que en los demás algo me parece bonito pero en mí no lo soporto. Una amiga me dijo que la ofendía siendo así, las personas con este problema tendemos a crear rechazo y críticas. A mí ella y su cuerpo me encantan, la veo guapa y una mujer muy atractiva. Pero no lo hacía por estética, lo hacía porque creía que era lo único que podía hacer para valer, era más fácil controlar la comida que enfrentarme a mis demonios.
Mi padre siempre ha sido un hombre con carisma, un hombre atractivo, mujeriego y muy sexual. Un hombre que le decía a mi madre una y otra vez que quería que estuviese más delgada, que tuviese el pelo más largo y más rubio, sí, que se pareciese más a Pamela Anderson. Creo que esto también me ha afectado mucho. Cuando voy a ver a mi padre me gusta ponerme muy guapa, me gusta que me mire y me diga lo espectacular que soy, lo orgulloso que está de mí por no haberme abandonado después de mis hijas. Le da igual a qué precio haya sido eso…



Un día, hace un año y medio, decidí que así no podía vivir, no sólo por estar siempre triste y con una angustia horrible, ni siquiera por mi Amo que demasiado me aguantaba, sino porque tenía dos hijas y no quería verlas pasar por lo mismo, dos niñas que me imitarían, que aceptarían mis estereotipos como válidos. Con eso no podría, no quería que pasaran por lo mismo que yo. Así que tomé una de las mejores decisiones de mi vida, pedí ayuda a un profesional. Y así fue como la vida puso a otra persona maravillosa en mi camino, que me enseñó que yo valía mucho más que la grasa que hay en mi cuerpo, que mi marido está a mi lado no sólo por mi cuerpo, sino por mil cosas que yo no veía. Me enseñó que mis defectos no eran tan horribles como yo imaginaba, al fin me hizo comprender qué era eso tan especial que los demás veían en mí y que, por supuesto, no era mi cuerpo. Me enseñó todo lo que soy capaz de hacer.
Llevo un año y medio sin pesarme, aún no confío en que esos malditos números no me afecten. Me gustaría decir que ya no me preocupa nada, pero no. Aún hay días que sin motivo me quedo enganchada en que he visto una molla en cualquier sitio insospechado, o que me he visto más mofletes, o he comido demasiado chocolate… pero no es lo normal, por lo general me siento bien, puedo disfrutar de la comida, saber cuáles son las proporciones de mi cuerpo, he aceptado cómo soy y me gusto. Por ahora voy ganando todas las batallas, aunque la lucha sea dura.
Sé que le gusta como soy por dentro, que me ama por la persona que soy, pero también sé que mi cuerpo lo vuelve loco, que adora verme desnuda, que se excita sólo con verme en ropa interior... y esto es un arma de doble filo. Y entonces lo sé, sé que aún no estoy curada del todo porque me asusta dejar de gustarle, dejar de controlarme y que mi cuerpo deje de gustarle, por más que me diga que le gustan las mujeres con curvas, que odia los huesos marcándose. Me da mucho miedo pensar en el futuro, en si me querrá cuando ya no sea joven y hermosa…
La imagen es la peste de ésta época, y lo digo yo teniéndola encima. Hace que las mujeres nos pasemos la vida buscando y anhelando una belleza que no existe, queriendo llegar a unos límites generalizados que no se adaptan a las características de cada una. Y si eres capaz de encontrar tu belleza, nos condena a pasarmos la vida preguntándonos si nos querrán cuando ya no seamos jóvenes y hermosas…

miércoles, 22 de abril de 2015

Sumisa a la moda

Algunos ya me conocéis de mi blog anterior, sabéis que me encanta la moda y sentirme sexy y Suya en cualquier situación, aunque sea con detalles que sólo comprendemos nosotros. Y como este tipo de entrada tuvo mucho éxito, con la llegada de la primavera me ha apetecido hacer un post de moda. Y es que en invierno también me gusta estar guapa, pero con tantas capas y abrigos no puedes lucirte tranquilamente, pero llega el buen tiempo y ya parece que es otra cosa, podemos quitarnos esos ropajes y lucir nuestro precioso cuerpo blanco como la leche... ¡A buscar rayitos de sol!


Como siempre os digo son ideas, elementos que me han parecido relacionados con el BDSM, o que son muy sexys... pero vosotros id también con los ojos bien abiertos, a ver qué cosas encontráis y si es algo muy interesante ¡Contádmelo por favor!


Este brazalete me ha encantado, me ha recordado a cuando era adolescente, durante vrios veranos me dio por llevar un brazalete, por eso de atreverme con algo. Tenía mucho éxito, daba un toquecito muy sexy. Éste me ha encantado, lo veo muy exótico, me imagino a una esclava con ropas de seda, bailando para su Amo con este brazalete puesto. Aquí podéis encontrarlo.


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Aquí tenéis más cositas, pulsad sobre la imagen para ir al sitio

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Eso es todo por hoy, espero que os hay gustado este post, a ellas para daros un caprichito y a ellos para dárselo a alguien. Y tranquilos, que pronto prepararé uno para vosotros, que no quiero que me acuséis de inclinar la balanza hacia las chicas.

Un beso a todos y gracias por leerme

lunes, 20 de abril de 2015

La importancia del Usted

Las personas que hemos conocido en BDSM, con las que podemos ser naturales, se sorprenden mucho cuando me oyen hablarle de Usted. Quizá pueda parecer demasiado rimbombante, protocolario, creo que suena demasiado grande en mi pequeña boca. Pero el Usted fue en su momento la clave de todo, la pieza que faltaba en el puzle.
Yo lo llamo de usted siempre, siempre que puedo claro… ¿Por qué? ¿Ha sido así siempre?¿En qué momento surgió? Voy a tratar de explicarlo todo y sobretodo el por qué es tan importante.
Os vuelvo a poner en situación una vez más, cuando nos conocimos yo tenía 17 años y Él 20. Cuando empezamos a intentar ser una pareja D/s ya llevábamos 4 años de complicidad, de tratarnos de tú a tú, de reírnos juntos por cualquier cosa, de poder chincharle siempre que quisiera, de llevarlo al borde de su paciencia cuando me daba la gana. Quiero que entendáis que Él nunca fue un hombre normal, no es que fuese bueno conmigo o que me respetase, es que siempre me trató mejor de la cuenta, me soportó más de la cuenta. Pero no en plan calzonazos, sino en plan voy a aguantarme porque la quiero, porque a las mujeres se las respeta, porque Él siempre ha tenido un sentido de protección muy fuerte, no quería soplarme por no hacerme daño. Os podéis imaginar la visión que yo tenía de Él, lo amaba con locura pero siempre de igual a igual, e incluso confesaré, que a veces me sentía un poco por encima… Y llegó ese día, el día de la confesión, el día que lo cambió todo.
Empezamos este proceso lento y complejo pero que al fin nos hace felices… Al principio todo se redujo al sexo, luego pasamos a los pellizcos cuando tenía faltas de respeto, luego a los castigos con la correa, las bofetadas, las normas… Fuimos evolucionando pero siempre sentía que me faltaba algo, no terminaba de borrarme esa imagen de novio de los primeros años, seguía viéndolo de tú a tú. No sé explicarlo, eran situaciones que me excitaban y me llenaban momentáneamente, pero no era un sentimiento continuo que es lo que siempre busqué. Él se enfadaba conmigo cuando se lo decía, el pobre ya no sabía qué más hacer, no iba a estar todo el día castigándome o humillándome para que lo sintiera por encima de mí.
Recuerdo el día que me recomendaron que leyera 50 sombras de Grey, fue una pareja de amigos, ella me lo contaba en plan: verás como te espabilas. Me molestó un poco, dio por hecho que yo era sosa en la cama. No le guardé rencor, de primeras, más por aquella época, puede parecer que soy sosilla, vergonzosa y un poco pava. El caso es que por curiosidad comencé a leerlo. No tenía expectativas en él, no me habían dicho ni de qué iba, así que cuando ví que se encaminaba un poco al BDSM me alegré y me piqué. Por qué os cuentos esto, pues porque si comencé a llamarlo de usted fue gracias a ese libro, a todo se le puede sacar algo positivo. Ni siquiera recuerdo si es que en el libro decían algo de eso, el caso es que fue a raíz de una conversación sobre 50 sombras. Estábamos cenando una noche en la mesa de la cocina, lo recuerdo perfectamente, uno sentado al lado del otro y me dijo: “Pues a partir de ahora vas a llamarme de usted”. Recuerdo la risa floja que me dio, me hacía ilusión pero me daba muchísima vergüenza. Con la complicidad que tenemos, con lo cercanos que hemos sido siempre ¡¿ Cómo voy a llamarte de usted?! , “Bueno, no lo hagas si no quieres, pero atente a las consecuencias”. Sí, me he ganado muchos castigos por ello. El caso es que un cambio en apariencia tan simple, que para otros no sirve, para nosotros fue lo mejor. Me dí cuenta que el ustearle me alejaba un poco de Él tal y como lo conocía. Borraba todo ese pasado que enturbiaba al Amo y sumisa que somos ahora. Tened en cuenta que un Amo y una sumisa que se conocen ya en esa posición tienen más fácil saber cuál es el sitio de cada uno. Pero cambiar un tipo de relación por otra dentro de una pareja es muy difícil, tienes a la misma persona delante, tienes que cambiar el comportamiento que te sale natural.
El usted es algo que me encanta, al principio me sentía ridícula hablándole así, pero ahora no lo concibo de otra manera. De hecho cuando estamos delante de otras personas intento estructurar las frases para no tener que tutearle. En vez de ¿Quieres pan? Pregunto ¿Pan? Y si me apuráis acabo la pregunta con un Amo silencioso. Y no sólo por mí, sino porque sé que odia oírme tutearle, sabe que tengo que hacerlo pero se le agarra un nudo en el estómago. Ha sido difícil, para variar, ha habido situaciones que me han hecho dudar. Recuerdo una Navidad que su abuela estaba en el hospital y Él pasó unos días duros, yo le hablaba por el móvil y no le hablaba de usted, como si en esos momentos nuestro “teatro” tuviera que cesar por cosas más importantes, yo realmente creía que le hacía bien. Recuerdo lo triste que estaba y recuerdo que dijo que yo lo ponía aún más triste porque veía que esos días no estaba igual, que necesitaba sentir que yo era Suya siempre, no a ratos. Tiene mucha gracia, de verdad, cuando escribo me doy siempre cuenta de que lo que yo siempre he exigido, los comportamientos y pensamientos que siempre me ha dado miedo que Él tuviera, los he tenido yo…
A veces cuando leo cosas, sé que aparentemente infringimos normas o condiciones del BDSM y el Usted es una de ellas, no por el Usted en sí, sino porque fue una manera de indicarme mi sitio, de hacerme sentir inferior a Él. Sí, habéis leído bien, inferior. Sé que muchos defendéis que la sumisa no es inferior al Amo, y probablemente en los demás yo estoy de acuerdo, pero en mi caso no. Yo necesito sentirme inferior a Él, creo que porque necesito sentir la diferencia de nuestra etapa anterior, creo que los dos lo necesitamos. Es curioso que para poder tener una relación D/s sólida hayamos tenido que infringir esas “normas”. Es curioso que para sentirme bien como esclava necesito ignorar el SSC, por supuesto que siempre está presente, pero prefiero creer que no.
Sólo hay una cosa del Usted que no me gusta y es que hace como unos dos años que no le digo “Te quiero”. Por supuesto que digo “lo quiero”, ”lo amo” pero no sé por qué no me suena igual, el “Te quiero” tiene un poder especial. Aunque pensándolo bien prefiero no volver a decirlo, antes lo decía pero no lo demostraba, ahora no lo digo pero estoy entregada al 100%, creo que eso es mucho más importante que dos estúpidas palabras.



Y bueno, entre despistes delante de la gente, entre caras extrañas que me miran cuando le hablo en la calle… me pregunto por qué no puedo llamarle siempre de usted ¿Acaso no se hacía así antes, acaso no es una muestra de respeto y admiración? Un ejemplo más de que la libertad es muy relativa… Puede que ya se lo haya dicho a mis amigos, puede que se lo haya dicho a mi madre, pero sé que no me sentiré completamente libre hasta que no pueda hablarle como quiera donde quiera.



Al principio me sentía ridícula hablándole de Usted porque era sólo una forma de hablar, ahora es otra forma mostrarle mi respeto.

martes, 14 de abril de 2015

Mi concepto de BDSM o de mi cuento de hadas

Puff... este es un post difícil. Creo que he mostrado abiertamente mi mentalidad, mi forma de vivir el BDSM, pero nunca he dado abiertamente mi concepto de BDSM, no os he definido qué es para mí. Pero me lo han preguntado y creo que ha llegado el momento de mojarme.
Si os soy sincera hasta ahora no me había planteado este tema, lo he ido viviendo sin teoría, sin definirme. Quiero que quede claro antes de empezar que mi mente en este tipo de cosas es muy peculiar, la libertad es mi máxima de vida, lo que significa que si defino un concepto no espero que nadie se ciña a él, simplemente son mis directrices para vivirlo, incluso puedo decir que mis conceptos sólo me son válidos a mí, como los del vecino solo le son válidos a él. Espero que me haya explicado bien pues mi intención no es para nada sentar unas bases o dogmas. Para empezar creo que la comunidad BDSM es un grupo de personas que tienen cosas en común, pero no una religión con biblia y profetas.
Bueno, ha llegado el momento de mostraros lo loca que en realidad estoy…


Para mí el BDSM es algo básico, algo sencillo pero a lo que es muy complejo llegar. Para mí el BDSM es entrega, ya que es fundamental para poder llevar el resto de siglas. Para mí la entrega es al 100%, una forma de vida, lo que conlleva sentirla en todo momento. Sinceramente creo que mi concepto de BDSM es un poco cuento de hadas. El objetivo es encontrar un Amo, un Amo que comparta tu visión. Y hasta no estar 100% segura de que es Él, no entregarte del todo ¿Por qué? Porque para mí el culmen de la entrega es hacerlo para siempre. Puede parecer idealista, lo admito, pero ya os he dicho muchas veces que soy una fantasiosa y adoro soñar. Lo cierto es que no me ha ido nada mal, quizá he utilizado la teoría de proyectar de manera inconsciente y me ha funcionado.                           Yo no concibo mi BDSM con roles. Rol es una palabra que me rechina, me suena a jugar y yo odio jugar a lo que realmente quiero ser. De pequeña me dolía jugar a ser una princesa porque sabía que nunca lo sería. Esto qué quiere decir, que mi entrega es absoluta y en todos los aspectos de mi vida: familia, amigos, salud, trabajo… sin interruptor ¡Qué barbaridad! Bueno, pues aquí llega otra: no concibo la dominación y la entrega sin amor. Yo no podría entregarme tal y como os he explicado a un hombre que no me quiera, no estaría segura de que sus decisiones fuesen a hacerme bien. El amor es lo que nos vuelve un poco menos egoístas, es lo que nos hace querer que la otra persona sea feliz. Sé que mi Amo lo pasa mal cuando no controla mis situaciones en el trabajo, sé que le pone nervioso que vaya de un lado para otro, que esté atareada y estresada a veces… sé que le gusta controlarlo todo. Él me podría decir “Deja de trabajar” y yo lo haría sin chistar. Pero no lo hace porque, aunque tiene ese poder, decide verme feliz en ese aspecto antes que ejercerlo. Supongo que muchos os sorprenderéis cuando digo que lo haría sin chistar y entiendo perfectamente que vosotros no. Hay una cosa que considero que toda persona tendría que hacer: una lista de prioridades. Con algo tan simple se evitarían muchos problemas y confusiones con los demás y con uno mismo. Hay que reflexionar y hacer un ranking de las cosas y sensaciones que nos hacen felices, luego ver en qué puesto de nuestra lista de prioridades está. Mi trabajo me hace feliz, pero la sumisión me hace aún más feliz, por eso está por encima en mi lista de prioridades. Puedo pasar sin trabajo, pero no sin sumisión. Es algo que ya sabía desde pequeña y, en los años en que no la tenía en mi lista de prioridades, todo me pareció tan duro que no volveré a ignorarla. Noto perfectamente que hay sumisas que también quieren amor en el BDSM pero no lo admiten o aceptan que eso no es posible por encontrar a alguien lo más parecido al Amo que habían soñado. Si ellas saben que el amor les hace más felices deberían de luchar por encontrarlo, aunque costase más. Pero si por otro lado tener sensaciones de entrega, aunque sea sin amor, les vale más pues genial. Simplemente hay que ser conscientes de lo que uno quiere y nunca autoengañarse.
Me estoy enrollando un montón y quizá ni siquiera he contestado a la pregunta que me hacían… pero es que acabo de comprender una cosa, odio teorizar, hace que esto pierda la gracia. Y después de todo el rollo que os he contado, en el que puede hasta parecer que he reflexionado de manera seria, os voy a pedir que lo olvidéis todo, ya que os voy a hacer una confesión: no soy nadie para dar mi concepto sobre BDSM porque nunca he buscado pertenecer a ese mundo, he llegado a él por casualidad. No os asustéis que ahora mismo os explico. Nunca supe lo que era el BDSM hasta muchos años después de empezar a sentir todo esto, es decir, nunca lo busqué. Lo que he hecho desde niña es forjar mi vida en torno a un sueño, sí en torno a ese cuento de hadas. De pequeña imaginaba que un hombre me compraba en un lugar dedicado a ello, un hombre que buscaba una sumisa para casarse con ella porque no quería una novia convencional o una simple sirvienta sexual, quería la combinación de las dos. Que me llevaba a su casa, que un principio me resistía y lo odiaba, pero que finalmente me conquistaba y acababa enamorándome de él, y él de mí. Ese cuento lo he ido perfeccionando desde mi niñez, sí me daría para una novela. El caso es que en mi vida he querido que ese cuento se hiciera realidad y aunque, por supuesto, la primera parte no es cierta, lo que estoy viviendo ahora es igual que en mi fantasía, o incluso mejor. Así que mi concepto de BDSM es extraño, es simplemente un sueño que tuve, que se me cumplió y que casualmente encaja dentro de una comunidad. Y he comprendido perfectamente que hay que tener cuidado con lo que se sueña, soñé con cosas que, a la hora de la verdad, no sabía si iba a poder soportar. Pero gracias a Él sí puedo, gracias a Él vivo en mi cuento, en ese cuento en el que yo no tuve elección, en el que Él me eligió a mí, sin que yo tuviera voz ni voto. Y ahora llega alguien y dice que como sumisa sí tengo voz y voto, que yo he elegido todo esto y… ¡Ya lo sé! Pero no me lo recordéis que me cortáis todo el rollo. Con las teorías me siento como si alguien me dijese que los Reyes Magos no existen, todos sabemos cómo funciona el tema, pero por qué matar la ilusión y la fantasía.


Así que vuelvo a mi lucha habitual en contra de las teorías. Mi concepto de BDSM es que son unas siglas que describen una serie de prácticas en las que encajan muchos tipos de personas con muchos tipos de sentimientos, ni más ni menos, no hay que darle tanto bombo.

viernes, 10 de abril de 2015

A veces todo es una mierda

Hoy os muestro otra de mis "canciones joya", lleva unos quince años aproximadamente conmigo. Le tengo mucho cariño, ha sido mi compañera de lágrimas en muchos momentos, y es que cantarla a lágrima viva me alivia aunque sea un poquito, ese alivio que te da que alguien te diga: "Sí, llevas razón, a veces en la vida todo parece ir mal, a veces todo es una mierda". Dadle al play y a disfrutarla, o a llorarla un rato...


Everything is wrong - Gigolo Aunts


Vuelvo a casa, a una casa en la que ducharme con agua fría porque la puta caldera se rompió y no hay dinero para arreglarla, a una casa en la que fuera del brasero te sale vaho por la boca. Los pasillos y habitaciones están llenos de radiadores que no calientan. Esta es mi vida, volver de un colegio de niñas pijas que solo se preocupan de sacar sobresalientes en vez de notables, en tener sus bonitas y calientes habitaciones ordenadas. Y yo me congelo los dedos haciendo los deberes, escribiendo en mi diario desahogos de una niña de padres recién separados que odia el momento en el que está. En invierno no me masturbo porque duermo con mi madre, una manera natural de dormir calentitas.
Me despierto cada mañana y me pongo el uniforme bajo las sábanas, salir de ellas se me antoja imposible. El fin de semana decidimos ir a pasear. Granada es preciosa un domingo por la mañana, con sus tiendas y tentaciones cerradas. Vamos por la Alcaycería mirando los escaparates llenos de mueblecitos y detalles para las casitas de juguete. Los miramos y remiramos, mi madre los observa atenta inventando cómo hacerlos de manera manual para llenar esa casita que a duras penas me trajeron los reyes.
Odio la ambición de mi padre, vivimos en una casa muy grande que no podemos calentar, que nunca está tan bonita como yo imagino. Y envidio a mis amigas, las envidio con sus pisos calientes y decorados, con su ropa nueva cada mes, con sus viajes familiares y sus vidas sin preocupaciones.


Una niña acomplejada y triste llora en su dormitorio rosa. Su padre la ha decepcionado, sus amigas no la entienden, no le gusta su pelo, ni su cara, ni su cuerpo, se siente la persona más desolada del universo. Quién calentará sus manos heladas, quién se acurrucará con ella cuando se tumbe exhausta en la cama con los ojos hinchados de tanto llorar. Ahora creo que quizá no era todo tan malo, que mucha gente habrá pasado por cosas peores, pero no son las cosas que pasan, sino cómo te afectan. Y a mí vivir cada día se me hacía un suplicio.


Oía a mi madre llorar en el sótano, se pasaba horas allí y yo sola en mi cuarto, escribiendo historias que siempre acababan mal, era lo único que me daba consuelo, la melancolía era el único sentimiento que me llenaba. Mi madre subía con los ojos rojos y yo no sabía qué hacer, no quería verla sufrir, siempre me ha gustado protegerla. Sabía que ella no podría afrontar que yo también estuviese destrozada, sabía que ella no podría con mis problemas mentales de ese momento, así que decidí parecer fuerte. La dejé llorar en mi hombro, la dejé desahogarse conmigo, ser su amiga y confidente, la deje pensar que yo era dura como una piedra, madura como pocas. Quizá eso me ayudó pero creé un sentimiento de mentira, sentía que la engañaba, que dentro de mí había dos personalidades, una madura, fuerte, espiritual y profunda, y por otro lado una niña triste, acomplejada, materialista, cobarde y muy débil. Dos caballos desbocados que tiraron de mí y que me ha costado mucho domar.


Un invierno, sin más, una cañería se rompió y un chorro de agua inmenso comenzó a salir. Oía desde la ventana caer el agua potente, parecía escuchar las monedas tintineando en el suelo, era mediados de mes y ya estábamos en números rojos. No pude más, me planteé si estábamos intentando salvar un barco que se hundía sin remedio, si nos aferrábamos a una casa por miedo a no saber qué hacer fuera de ella. Y recuerdo perfectamente estar sentada en el salón, recuerdo el olor, la luz que había y lo que pensé. Quizá sea el momento de vender esta casa, es demasiado para mi madre y su sueldo, es demasiado trabajo para una mujer y su hija. Las habitaciones cerradas e inútiles, las tuberías rompiéndose y los plomos saltando. Se lo dije y como siempre ella y su manera de ver las cosas me salvó. Me llenó de energía y entonces lo comprendí: esto es lo único que me queda, es lo único que me ha hecho sentir especial, mi casa y su jardín enorme, su piscina llena de alegría y calor de verano. Aquí nací y aquí tengo ganas de volver cuando estoy triste, es mi refugio, quizá un refugio frío, pero mi refugio. Siempre sentí una unión muy especial a esta casa. No, da igual que todo vaya mal, somos unas valientes, no podemos renunciar a nuestra forma de ver el mundo. Mi madre me enseñó a confiar en la vida. La arreglaremos como podamos, con cinta aislante en las tuberías, con velas cuando se vaya la luz, con ollas de agua caliente para poder ducharnos en Enero. Somos fuertes, esto nos hace fuertes. Es fácil confiar en el Universo cuando todo va bien, pero la prueba llega cuando todo es una auténtica mierda, cuando no puedes pagar la hipoteca, cuando tienes que estudiar llorando, cuando sientes que tu corta vida no tiene sentido, cuando te sientes la más inferior de todas tus compañeras. Es entonces cuando hay que agarrarse a los detalles, esos detalles que te salvan. Un sábado alquilando una película en el videoclub en vez de ir al cine, saboreando un puñadito de aceitunas con pepinillos como el lujo del mes, puede que sea poco en el momento, pero la sensación durará toda la vida.
Pues luchamos, contra viento y marea, sacrificamos cosas, aceptamos cargar con una serie de sensaciones que aún hoy me acompañan, pero lo conseguimos. Nuestra lucha obtuvo resultados y hoy os escribo desde esa casa, pero ya llena de vida, con todas las habitaciones en uso, con mis hijas jugando en el jardín, con mi Amo queriéndome en el dormitorio y con los albañiles arreglando el tejado. Esta es mi casa, así me lo hizo saber mi madre cuando se marchó, me dio las llaves porque su lucha aquí había terminado, la mantuvo porque sabía lo especial que era para mí.


Hoy, recordando todo esto, se me ha agarrado un nudo en la garganta. Ahora veo las cosas claras, creo que desde los 11 años hasta los 26 he cargado con una depresión que ha estado más o menos presente en estos años pero no la quería ver y de la que me costó mucho salir. Pero he podido por todo lo que confié, por pedirle al Universo, o a Dios o como queráis llamarle, que me mostrara el camino, por ser consciente de que así no se podía vivir. Y el Universo no me dio una poción mágica, solo dijo que tenía que esforzarme y enfrentarme a los demonios más oscuros, pero no me dejó sola. Y hoy recojo los frutos de ese esfuerzo, estoy llena de optimismo y confianza, tengo todo lo que necesito y estoy dando los pasos para conseguir lo que ambiciono. Llevo unos días durmiendo en mi dormitorio recién reformado, he hecho el amor en él con un hombre maravilloso, por la mañana dos preciosas niñas se han metido en mi cama para remolonear juntas diez minutitos más. He mirado mi móvil y he visto las estrellitas de personas que leen lo que escribo y que me aceptan y que no dejan de decirme que les gusto. Tengo una lista de tareas por hacer de un trabajo que me encanta. Y al volver de llevar a mis hijas al cole he respirado profundo al lado de los tulipanes, huele a primavera y a recompensa.


Hace fresco en la calle, me ha dado gustito entrar en casa, está calentita.

martes, 7 de abril de 2015

Masturbarse I

La masturbación me parece un tema importante y para ir desgranándolo, hoy hablaré de la masturbación femenina y en otra entrada hablaré de la masculina. Por supuesto, la masturbación es un tema bastante estudiado, creo que todos sabéis más o menos cómo se hace, no os hagáis ahora los inocentes… Así que os hablaré de las diferentes sensaciones que he podido conocer en estos años, tanto por mi experiencia como por lo que he sabido de otras mujeres.
Dicho esto os confesaré que yo en mis 28 años nunca he conseguido correrme tocándome. Como ya sabéis siempre he sido muy sexual, sin embargo nunca he estado interesada en mi propia anatomía, no era de esas niñas que se miran y se tocan para ver qué tienen. Cuando comencé a masturbarme fue rozándome como os conté en el post de Historia de O. Tocarme me desagradaba mucho, y aún hoy no me gusta, sólo lo hago cuando me lo ordena. No es un problema físico, cuando Él lo hace siento mucho placer, pero sentir entre las manos mi clítoris no me provoca nada, al revés, me corta un poco el rollo. Por supuesto en mis masturbaciones nunca podía faltar una buena fantasía que comenzaba y se detenía en alguna escena que me excitaba más y repetía una y otra vez hasta correrme. Masturbarme siempre me ha dejado exhausta, requería mucho esfuerzo, concentración y tensión. Durante muchos años pensé que esos orgasmos a solas serían los únicos que viviría, así que los disfrutaba, era mi momento, la sexualidad realmente completa ya que mezclaba el placer físico y el mental, cosa que con los chicos no sentía. Pero después llegó Él y me regaló el primer orgasmo acompañada. Aunque me satisfacía, aún no calmaba mis necesidades del todo, así que seguía masturbándome. Pero se convirtió en mi Amo y poco a poco lo fue controlando todo, masturbarme empezó a perder sentido. Mi relación actual conmigo misma es complicada, correrme a solas me deja cansada, insatisfecha y muy triste, incluso llego a llorar. Ante esto me siento rara, pasé de pensar que sería mi única fuente de placer, a ser la única situación sexual que detesto. Creo sinceramente que en algún momento tendré que reconciliarme conmigo misma, sé que es algo bueno, pero aún no estoy preparada.
Esa sensación de reconciliarme conmigo misma me lleva a una conversación que mantuve con mi madre hace poco. Me contaba cómo, cuando se separó tras 20 años casada, tuvo que encontrar su placer. Nunca se había masturbado, ni en su adolescencia, era algo que incluso rechazaba. Pero sintió que era el momento, tenía que averiguar qué le causaba realmente placer, conocerse, quererse y disfrutar a solas. Dice que le costó mucho pero cuando lo hizo se sintió plena y feliz. En los años que ha pasado sin pareja ha estado satisfecha y segura de que en su próxima relación tendría una sexualidad sana y plena. Y así ha sido. Esto me llevó a la conclusión de que toda mujer antes de tener relaciones con un hombre debería de encontrar su placer, así podrá saber lo que realmente le excita. Y es que cuando yo me masturbaba no podía controlar mis pensamientos, e incluso en los años que rechacé mi parte sumisa, me masturbaba con pensamientos sumisos. Creo que en esa situación estás sola, sin condicionamientos, no tienes a nadie delante y no puedes engañarte, no surtiría efecto, no puedes correrte con un pensamiento que no te excita.


Por otro lado he hablado con amigas para las que la masturbación es muy importante, y que son capaces de hacerla de todas las formas posibles, mientras las miran, con un vibrador, sin él, sólo rozándose o penetrándose con los dedos, y el sentimiento que me nace es extraño. Por un lado me da envidia, ojalá yo pudiera, y por otro me da una curiosidad loca por saber cuáles serán sus sensaciones, ya que deja en evidencia que aunque la fisiología sea la misma, cada una tiene unas reacciones y por tanto nuestras sensaciones en el sexo son diferentes.
Reconozco que soy una morbosa, y que me gustaría estar metida en la mente de las mujeres cuando se masturban para conocer realmente sus deseos. Yo he llegado a tener pensamientos realmente extraños que me han hecho correr, de esos que después te quedas en plan ¿¡Pero qué coño ha sido eso!?


Por último voy a hacer una observación típica y tópica. Como siempre las mujeres tenemos un peso añadido en este tema, todo el mundo da por hecho que un hombre se hace pajas, es algo masculino y natural, sin embargo una mujer que se masturba es algo más complejo. Parece que querer sentir placer en una mujer está penado y perseguido. Recuerdo que decirle, al por entonces mi novio, que me masturbaba y la manera que tenía de hacerlo, me costó muchísimo y me avergonzó aún más. Por otro lado me gusta pensar que las cosas están cambiando, por lo que veo, por cómo reaccionan los hombres y por cómo hablan las mujeres, es un tema más aceptado y que empieza a darse por hecho en las nuevas generaciones. Y un matiz más, creo que es algo que las madres con hijas tenemos la obligación de fomentar, evidentemente no voy a enseñar a mis hijas a hacerlo, pero no voy a sancionar gestos naturales que tiene toda niña de investigarse, de darse placer inconscientemente, de preguntar… si queremos que nuestros hijos sean felices y para ello los ayudamos, por ejemplo, con los estudios, ayudémosles también en todo lo demás. Voy a puntualizar, que siempre hay quién malinterpreta, que siempre respetaré la intimidad de mis hijas, no estoy hablando de ponernos con ellos a enseñarles nada, hay muchas maneras sutiles e indirectas de decirle a un niño que la sexualidad es algo malo o bueno.


Bueno, y vosotros cómo veis este tema, a vosotras os pregunto cómo lo habéis vivido o vivís este tema, y a los hombres cómo lo veis desde fuera. Opiniones, opiniones… Dejadme vuestros comentarios y después a masturbarse todo el mundo ¡Que se oiga un gemido tan grande que tiemblen los cimientos de todas las cosas tristes del mundo!


P.D.: Aquí os dejo un post genial del blog Mujerícolas sobre la masturbación femenina en la antigüedad