viernes, 26 de julio de 2024

Amor-odio con el blog

Alucino con lo intermitente que me he vuelto con el blog, largas temporadas de abandono, escribir entradas que nunca llego a publicar… Casi me es difícil de creer que hubo un tiempo en que cada jueves religiosamente publicaba. Todo tiene una explicación, más allá de las situaciones personales que pusieron mi vida patas arriba hasta hace un año. Pero lo cierto es que estas no son el motivo real del amor-odio que le tengo al blog.

En todos estos años muchas personas me han escrito. La mayoría de ellas personas cabales, maduras, con un tono normal, amable… Pero en otras ocasiones he sentido que algunas personas se apoyaban demasiado en mí, más que en busca de apoyo, en busca de que yo les dijese qué hacer con sus vidas, en su relación. A veces notaba que se ceñían a mis palabras como si fuesen una verdad absoluta y literal. Que si yo con mi Amo tengo la norma X es que una relación D/s ha de tenerla para que lo sea. Alguna incluso me ha intentado rebatir esas normas en una especie de “Deja de tenerla tú para que yo pueda no tenerla”. Estas cosas a mí me agobian muchísimo. Desde el principio he dejado claro que lo que cuento aquí es mi experiencia, tomo decisiones más o menos “arriesgadas” en base a cómo me siento yo, a lo fuerte que sienta que soy para afrontar las consecuencias. Pero no solo en mi sumisión, es lo que hago con todos los aspectos de mi vida. Aún así, a pesar de mi capacidad de autoanáilisis y autoconocimiento, he tomado decisiones que luego me han devastado, con consecuencias para las que no estaba en absoluto preparada, pero bueno, así es la vida. Con esto quiero decir que la base para vivir la vida no puede ser jamás hacer lo que otra persona hace porque sí, siempre siempre, las decisiones deben nacer de un conocimiento de uno mismo, que para mí es el auténtico empoderamiento. Habitar tu mundo, tu mente, conocer tus luces y sobre todo tus sombras. Saber desde qué heridas inconscientes actuamos y saber que no somos infalibles, que podemos proyectarlas en nuestra vida en forma de decisiones, por muy seguros que estemos de que somos completamente libres al tomarlas. De ahí mi post “la herida de abandono”. Y no pasa nada, porque si algo he aprendido, es que lo único “malo” de eso, es cuando lo desconocemos. Así que me agobia mucho que solo se fijen en lo superficial de lo que cuento y que quieran “apoyarse” en mí para evitar la responsabilidad de tomar las riendas de su vida y de lo que quieren o no quieren.

Todo esto me dio miedo, lo reconozco, me hizo cuestionarme si estaba bien que yo contase todo esto, pudiendo afectar de forma negativa a otras personas que no supiesen ver el trasfondo, o que extrapolaran mi relación a las suyas sin cuestionarse si las decisiones que yo tomo respecto a mi pareja valen para la suya. Porque hay muchas variantes que hacen que yo haga lo que hago. Las dos más importantes son mi Amo y yo, quiénes somos cada uno. Así que no creo que mi relación pueda tomarse como ningún dogma, no creo que deba ni siquiera influenciar a nadie. Yo “estoy muy loca” porque puedo permitirme estarlo, cada uno que se mire y haga lo que le nazca hacer.

    En cuanto a este “estoy muy loca”, siento que cada vez más. Que mi relación se basa en mis sensaciones que mezclan muchos aspectos, que mi visión de la vida es cada vez más fuerte y cada vez puedo relegarla menos a un segundo plano. Me guío por mi instinto cada vez más, aunque este me lleve por los caminos poco habituales o a tomar las decisiones que irían en contra del razonamiento general. Esto no creo que sea solo por mí, creo que la sociedad cambia, los temas “candentes” cambian, la visión general de las personas cambia. Ahora tenemos conocimientos de más cosas, por lo tanto cada tema se reobserva en base a cada momento. El BDSM en un tiempo fue visto como de depravados, así, en general. Luego se fue normalizando, hasta que el feminismo fue un movimiento actual que nos hizo volver a analizarnos desde este prisma. En la actualidad se ha añadido además el tema de la salud mental, de cómo han de ser las parejas, etc… hemos acuñado términos que antes jamás habríamos dicho ni identificado como “pareja tóxica”, “comportamientos que no son sanos”… No estoy criticando nada de esto, todo lo contrario, creo que el avance a nivel de inteligencia emocional de estos tiempos es genial, también estoy a favor y sé de la necesidad del movimiento feminista, aunque a veces la cerrazón de algunas personas haga que se me vuelva en contra. Simplemente estoy diciendo que uno mismo se ve analizando su relación en base a estos nuevos términos, cosa que me parece genial por lo que decía de que el poder te lo da el conocimiento y la ausencia de negación. Actualmente me planteo si mi relación es sana o no, evidentemente depende de qué definamos como “sano” cambiará la respuesta, igual que pasa con el feminismo. Finalmente, mi termómetro siempre acaba siendo mi felicidad y mi plenitud. Pero me da miedo que alguien me lea y acabe en una situación tóxica y dañina por haber “seguido mi ejemplo”.

Cuando lo escribo veo lo absurdo que es, no puedo responsabilizarme de lo que cada persona interprete de mis palabras, mi intención y objetivo siempre ha sido expresar lo que me apetece. Cuando empecé a escribir nunca quise tener tanta repercusión, solo quise dejar de sentir que debía mantenerme en las sombras. Para mí mi entrega es algo bonito y luminoso, no quería que tuviese que expresarse como algo sucio o malo. Por eso luego me mostré más, para dar más luz a esa forma de vivir…

En estos días en twitter algunas personas me han mencionado como alguien que les inspiró de alguna forma. Que les dio algo de luz. Me he dado cuenta que estaba poniendo solo el foco en las posibles “malas interpretaciones” que se pueden hacer de lo que escribo, olvidándome de las muchísimas “buenas interpretaciones” que la mayoría ha hecho. Así que supongo que es hora de volver a darme el permiso de expresarme como quiera (y mi Amo me permita). Volver a pensar solo en mi necesidad y ganas de escribir y nada más. Y que cada uno haga con ello lo que le apetezca.

jueves, 11 de enero de 2024

La sumisa novata

 “Es un paripé. Ahora tenemos una relación horizontal disfrazada de verticalidad. Es un juego divertido, pero un juego. Para mí la entrega es algo muy serio, piénsate bien si quieres ser mía de nuevo. No me contestes ahora, medítalo a conciencia”.

Podrían haber sido mis palabras de hace unos años, pero no, fueron Suyas y escocieron como vinagre en una herida abierta que no sabía que tenía. No lo dijo enfadado, lo dijo con esa tranquilidad con la que dice las verdades. Me quedé en silencio tratando de sobrellevar la revolución que se había despertado en mi interior. Él se quedó dormido.

No pegué ojo esa noche. Hacía solo un par de días que había escrito la entrada anterior, Él no la había leído, pero sin saberlo me había puesto ante la práctica directa y cruda de la rendición.

Las tornas habían cambiado totalmente. Ya no estábamos en esos inicios en los que yo trataba de explicarle lo profunda y real que es para mí la entrega. Él ya sabía qué quería, Él ya sabía qué soy yo capaz de dar y notaba perfectamente que aún no lo estaba dando. Como dije, tras los tiempos convulsos en nuestra relación había tenido la sensación de distancia con Él. En esos tiempos tuve que ponerme al mando de mis emociones y decisiones, tuve que olvidarme de algunos aspectos de la entrega y cuidarme sola. No reniego de eso, creo que fue maravilloso para descubrirme y amarme como nunca había hecho, pero ahora tocaba volver. Yo había decidido volver a entregarme, pero una parte de mí quería seguir teniendo el control. Él lo había visto y no me lo reprochaba, simplemente me ponía delante ambos caminos y me pedía que eligiese. Realmente esa noche me sentí como una, y perdonadme la referencia, una Anastasia de la vida. Como alguien acostumbrada a la horizontalidad que tiene que ir enfrentando una a una las condiciones que implica entregarse a un Amo. Pero peor, porque yo sí sé lo que implica ser Suya, sé exactamente qué espera ese Amo en concreto mucho más allá de las prácticas, eso siempre ha sido lo de menos en nuestra relación.

Esa noche mientras discutíamos, ante uno de mis argumentos, Él me paró y dijo “Te conozco, sé que estás por encima de todo y de todos. Así que si no lo estás es porque no quieres”. Me sentí completamente desnuda, mis argumentos eran muy convincentes, para una persona que no me conozca hubiesen sido el golpe de gracia para “ganar” la discusión. Pero Él me conocía bien, no podía disfrazar una excusa, por muy bien que tratase de disfrazarla de razonamiento real. Así que sabía qué implicaría decir “Sí” a ser Suya. Sabía el nivel que me exigiría, no por guiarme a un lugar, es porque sabía que ese nivel ya estaba alcanzado. Es como si supiese que soy una universitaria empeñada en resolver ecuaciones de primero ¿Es más cómodo? Sí ¿Te salen fácil y rápido? Por supuesto, pero es pura flojera porque pasas de hacer un examen de varias páginas, aunque sepas de sobra resolver esos ejercicios. Es muy curioso porque eso es lo que me pasaba en los exámenes de matemáticas. No me gustaban, me daban una pereza terrible y los hacía mal por no poner mi atención y esfuerzo. Una profesora “me pilló” y me dijo que me pusiera las pilas. Me sentí igual de “desnuda” y avergonzada. No volví a suspender ningún examen y saqué un 10 en la asignatura. Al año siguiente elegí letras puras y no tuve que volver a tocar las dichosas ecuaciones jajaja, pero aún recuerdo esa mezcla de sentirme totalmente capaz pero darme pereza hacerlas, aunque también recuerdo la satisfacción al hacerlas.

En fin, que allí estaba yo donde jamás pensé que estaría, enfrentándome a las dualidades que conlleva entregarse al Amo. Me gustó, lo confieso, la entrega para mí siempre había sido un “SÍ” fácil, directo y claro. Creo que cuando algo te sale así de fácil pierde la magia de la consciencia, la magia de mirarlo con detenimiento e ir observando qué movimientos internos tienes que hacer para conseguirlo. Pero sí que es verdad que la duda era inexistente porque, como también dije, la certeza de ser Suya desde una profundidad inexplicable siempre estuvo ahí, incluso en los tiempos de la “horizontalidad”. Simplemente creo que mi ego quería alargar lo máximo posible sus privilegios. Esa noche la pasé renunciando uno a uno a ellos, sintiendo el vértigo de la pérdida del control pero hallando el acogimiento cálido y maravilloso que me da la entrega.

Se despertó y me rendí, me entregué.

La Navidad ha sido maravillosa en muchos aspectos, en este que os cuento, ha sido el momento de materializar y asentar esta decisión. La vida te acompaña y “facilita” tus procesos. Lo pongo entre comillas porque muchas veces esa facilidad está disfrazada de retos, de enfrentarte a esas micro decisiones en las que tienes que ver si realmente te has entregado o no. Son ejercicios para asentar esos movimientos internos que has hecho. En el momento son un chinche pero luego me llena de satisfacción afrontarlos desde el lugar que mi Ser, y no mi ego, me dicta.

Él siempre me lleva a sacar lo mejor de mí, Él siempre ve mi… en realidad Él siempre me VE, así a secas. Eso me hace sentir muy vulnerable, pero me encanta, porque es un seguro de que no podré seguir las trampas que muchas veces me pone mi mente e irme por derroteros que no me hacen bien.

He de confesar que tras esta decisión me siento una sumisa novata, cosa que nunca me sentí del todo por ser yo la que desde niña había deseado esto. Me daba una sensación de experiencia que no era del todo cierta. Puede incluso que me diese una ligera sensación de poder, de control, de “me doy pero tengo, aunque sea un poco, de control”. Eso ya no existe, esta fue la decisión de saltar al vacío sin paracaídas ni leches. Da un vértigo que te cagas, pero es apasionante y me ha abierto una puerta en mi vida que no sabía que abriría. Y es que, como siempre digo, no somos seres compartimentados, las decisiones internas que tomamos afectan a todos los ámbitos, al ser integrales. Decidir confiar en Él, entregarme, es decidir confiar en la vida, entregarme plenamente a ella. Y ahora me empiezan a venir respuestas a preguntas que llevo años haciéndome. Creo que la vida tampoco quiere “paripés”, o te entregas entera o no te da la plenitud.