Recuerdo perfectamente el día que empecé a escribir este blog, hará ya más de diez años. Recuerdo hasta cómo era la habitación donde teníamos el ordenador que hoy es el dormitorio de mi hija mayor. Recuerdo que barría el pasillo y algo me impulsó al teclado. No sabía ni cómo se hacía, ni siquiera era algo que tuviese pensado, simplemente surgió: necesitaba comunicarme. Recuerdo la soledad que sentía, no una soledad de pareja, ahí sí estaba en pleno apogeo de descubrimiento, no hacía mucho que habíamos empezado a transformar nuestra relación vainilla al D/s. Pero siempre hay dentro de mí dos partes, una la sumisa Suya, la que siempre permanece, la que está relacionada con Él directamente. Pero hay otra que siempre busca conexión fuera, ser escuchada, comprendida fuera de mi círculo íntimo. Recuerdo esa soledad porque hoy vuelvo a sentirla, con el atenuante de que aquella soledad estaba ante un mundo desconocido e inexplorado, no conocía a nadie pero tenía la ilusión y emoción a lo que podría ser. La esperanza de que esa sensación pudiese desaparecer. Hoy, el atenuante es el de llevar muchos años comunicándome, conociendo a otras personas, sintiéndome comprendida y también juzgada. Hoy tengo la pesadumbre de todas las fantasías leídas, todos los debates hablados, toda la comprensión posible encontrada… Supongo que la vida son ciclos y no somos estáticos. Aquella Ángela se sintió comprendida, acompañada, respetada y aceptada. Si no cambiásemos, si no avanzásemos, si nosotros y el mundo se quedase quieto no habría mayor problema. Pero no es así, mi relación, mi forma de amar, yo… ha ido mutando y vuelvo a estar donde estaba al principio, sintiéndome sola e incomprendida. Creyendo que, más que una sumisa, soy una loca. Porque yo quiero cada vez mas dominación, más entrega, más de todo… ¿Y el mundo? El mundo defiende unos ideales que me parecen maravillosos y que quiero con todo mi corazón para mis hijas, pero no para mí.
Necesito hablar, expresarme, contar cómo me gusta cada vez
que pido permiso y me dice un “No”, sin motivo ni razón, simplemente porque Él
quiere que así sea. Cómo me pone de cachonda lo injusta que es a veces nuestra
relación, porque lo es, soy sumisa, no idiota. Quizá hubo un tiempo en el que
estuve más ciega, más inconsciente, pero eso también cambió, no he visto con
más claridad en mi vida. No he sido más consciente de las cosas, de las
injusticias, del ego y la humanidad… Pero en mi consciencia elijo entregarme y
acatar.
Y hablo con conocimiento de causa, ya pasé por un tiempo más
libre, uno de menos órdenes, de más igualdad, en el que el “Usted” era más una costumbre
que otra cosa. Y lo odié, no fui capaz de sentirme en paz, no fui capaz de
disfrutar de la vida plenamente. No sé qué sentido tiene hacer “lo correcto”,
lo que se supone te debería hacer feliz y estar triste, intranquila, incompleta…
Y no me importa si es la alienación haciendo de las suyas… Me viene una maldita
metáfora con la que una persona nos fustigó una y otra vez “el pez que vive en
una pecera se siente incómodo en el océano”. A lo que yo me rebelaba y me rebelo:
nosotros no vivimos en una pecera, hemos creado un océano inmenso y rico en el
que nos sentimos plenos. Hemos intentado explorar otros, pero no nos han
terminado de convencer, no nos han hecho bien. Me fío de mis entrañas, estas
siempre te dicen de dónde tienes que irte y, mientras estamos en nuestro universo,
en nuestro océano, jamás me han rugido, jamás me han hecho sentir incómoda,
jamás me han dicho “vámonos de aquí”. Sin embargo en los tiempos en que hemos
intentado nadar en océanos más “normales” lo que me costaba era quedarme un
segundo más en ellos.
No sé si sería capaz de escribir tanto como antes, de expresar
tan abiertamente como antes mis sentimientos, mi sumisión, mis decisiones, mi
forma de avanzar y crecer en mi relación, de cómo cuanto más me entrego más
poderosa me siento. Estoy demasiado sensible aún por los golpes de los juicios
en general, no me refiero a cuando he hablado por aquí. Pero sí tengo la
percepción de que ya no entramos ni dentro del BDSM. Probablemente sea solo una
distorsión, que se me vuelve a olvidar que aquí cada uno lo vive como le da la
gana y tiene derecho a expresarlo. Supongo que me he ido volviendo perra vieja que
prefiere no exponerse. Aunque eso me desconecte de mi parte que necesita
expresar, escribir y sentir así una parte de mí más viva.
El otro día le dije que no iba a decidir nada diferente a
entregarme cada vez más a Él, hemos llegado de forma natural al punto de
Dominación que soñaba desde niña, aunque ahora me aterra a la vez que me emociona.
Los miedos no existen, solo existe el presente y yo quiero lanzarme a la
piscina. Él me dijo “Quizá pasen los años y cuando las niñas se vayan acabes
encerrada en el armario”. Ahí pude mirar a mi locura a los ojos, vi que el día
de mi muerte me arrepentiría de no haber confiado y no haberme lanzado a esa
piscina, mucho más que de no haber vivido las cosas que podría haber hecho en
vez de estar encerrada en ese armario.
Supongo que la vida es la experiencia hiperpersonal por
antonomasia, pero nos empeñamos en dar unas directrices, una lista de “Ticks”
que hay que hacer para morirnos plenos, en vez de ser honestos, mirar nuestra
excentricidad a los ojos y ser coherentes con ella, aunque signifique ser
incoherentes con lo convencional y aceptado.
En fin, que yo elijo dejarme llevar a ese armario.
Un placer volverte a leer. La mayor parte del Universo está vacío o compuesto de materiales inertes. Sólo en una pequeñísima parte de nuestro basto mundo está nuestro amor y es esta la parte que realmente interesa. Da igual que exista un Océano o una Galaxia si lo que hay es sólo agua o gases y piedras. Prefiero dos metros cuadrados de amor a millones de kilómetros de vacío.
ResponderEliminar"hemos creado un océano inmenso y rico en el que nos sentimos plenos".
ResponderEliminar---
Esa frase, y muy especialmente esa primera persona del plural, es lo que realmente cuenta. Y no hay tanta gente que pueda decirlo.