miércoles, 9 de abril de 2025

La familia machista

 

Mi hija mayor se ha ido de intercambio a Italia. Ya estuvo aquí una chica italiana durante una semana y ahora le ha tocado a ella ir a su casa. Ayer nos mandó varios audios contando su experiencia, las cosas que más le llaman la atención… en uno de ellos dijo que le sorprendía mucho que veía una dinámica muy machista en la familia, que la madre lo hacía absolutamente todo en la casa y el padre nada. Que quería preguntar a sus compañeras si en sus casas era igual, porque no sabía si era algo específico de la familia o más cultural.

Hace muchos años fuimos a nuestra primera reunión social BDSM. Allí, cuando contamos nuestra forma de vivirlo, muy cotidiana, muy en el día a día, con nuestras hijas conviviendo con nosotros, hablándole de usted… algunos no pudieron reprimir sus caras de “qué barbaridad”, otros incluso nos aconsejaron dejar de hacerlo. Alegaban que nuestras hijas podrían crecer en un entorno en apariencia machista, por ser yo la que sirvo. Que ellas no entenderían que es una dinámica elegida… Reconozco que me metieron el miedo en el cuerpo, pero no sabía hacerlo de otra manera y ser feliz. Siempre he comprendido la familia como un lugar en el que todos tienen que ser felices, evidentemente con restricciones y sacrificios por parte de todos, pero más como unos ajustes en busca de un equilibrio en el que todos seamos felices sin faltar al otro. Así que confié en mí, en nosotros, asumí que esas personas hablaban desde sus prejuicios e ideas preconcebidas, e incluso, desde “su BDSM”. Asumí que la mente tiende a imaginar situaciones que no se corresponden con la realidad. Que tiende a compartimentar y creer que llevar la Ds en el día a día, significaba que no había más que BDSM en nuestro día a día. Que yo andaría todo el día medio desnuda, arrodillada delante de mi Amo y Él con el látigo en la mano por si las moscas. Pero la Ds es la base profunda de nuestra relación, a veces se manifiesta de forma evidente, otras no, pero con nosotros dos tenerlo presente es suficiente. Escribiendo esto me doy cuenta que me he machacado mucho creyendo que hay en mí un trasfondo machista, por adorar la disciplina doméstica, por ponerme cachonda cuando veo representados en mi vida esos roles antiguos, en los que Él está haciendo la declaración de la renta y yo mientras hago un pastel de zanahoria en la cocina. Y probablemente lo haya, pero es que ese tipo de situaciones suceden en un océano de situaciones diversas que hacen que se diluyan. Pero lo que he comprendido es que las personas que me dijeron esas cosas son las que tenían una imagen muy extrema, limitada y, creo que poco sana, de lo que es una Ds, al menos en 24/7. Que yo sepa una Ds va de que ambos se cuidan, solo que desde lugares distintos. Yo lo cuido porque le pertenezco, Él me cuida porque le pertenezco. Esto en el día a día se traduce en unas dinámicas de cuidado mutuo y normas que cumplo sin que desde fuera se perciban como tales. También quizá se mezclen en esas mentes el machismo y lo que creen que es servir. Supongo que les resultará inconcebible que el Amo friegue los platos estando Su sumisa. Que planche, que atienda a Sus hijas… Conforme escribo veo que hay tanta mugre en esos prejuicios sobre una 24/7 como la nuestra… Porque también asumen la “vagueza” del Amo, como alguien que quiere evitar a toda costa hacer cualquier cosa, pudiendo delegar y sobrecargar a la parte sumisa. Asumir que llevemos una Ds dentro de nuestra cotidianidad familiar y que esto pueda dañar a nuestras hijas o que vivan el machismo, es asumir que Él priorizará el egoísmo por encima, ya no solo de mí, sino de Sus propias hijas.

Somos una familia peculiar, creo que tenemos un vínculo muy especial los 5, aunque con nuestras dos hijas mayores es aún más fuerte que con la pequeña, simplemente porque con ella llevamos 6 años y con las mayores parece ya toda una vida. Quizá porque éramos muy jóvenes, o porque con ellas vivimos todo por primera vez, mi sensación es de máxima complicidad, dentro de que se respetan los lugares de cada uno, los padres son los padres, las hijas son las hijas y cuando hay que decirles algo se les dice, cuando hay que poner límites se ponen… es que no sé explicarlo, sólo sé que llevo este curso fascinada con las mujeres en las que se están convirtiendo. Tienen ya 17 y 15 años, empiezan a vivir cosas fuera de nosotros, circunstancias en las que manifiestan ya sus personalidades y mentalidad. Están en un momento en el que se puede ver cómo ha afectado nuestra educación y ejemplo a sus vidas. Me dan ganas de llorar al pensar en el resultado, no sé si es emoción de orgullo o de alivio, no es fácil confiar en tu forma de hacer. No digo que en algunas cosas no les hayamos afectado de forma “negativa” pero qué padres no lo hacen. Es inevitable, solo sé que son tremendamente empáticas, abiertas de mente… cada una a su manera, porque son distintas, pero ambas fascinantes. Son dos seres increíbles, con una mentalidad de unos tiempos que no son los míos, capaces de cosas que yo no soy. Su idea de lo que es una relación es tan sana… Capaces de discernir qué cosas son del otro y sus heridas y qué no. Capaces de elegir qué no quieren en esas relaciones. Como digo, cada una a su manera, pero tengo la suerte de que confíen en mí y me hayan contado directamente y sin tapujos cosas de sus relaciones que, aunque aún son esas tiernas y novatas, ya dejan entrever cómo son los problemas y situaciones que surgen ya de adultos.

Creo que ser abierta y transparente con ellas ha dado sus frutos. Nunca les he dicho nuestro tipo de relación, tampoco me la han preguntado, pero sí he sido transparente al hablar siempre. He hablado de mí, de mis relaciones, de quién soy de tú a tú en las conversaciones que han ido surgiendo desde que eran niñas. He hablado con naturalidad de sexualidad, siempre respetando lo que ellas me requerían, no más… Siempre hemos hablado en casa de los diferentes tipos de relaciones, y siempre he hecho hincapié, de una u otra manera en que la libertad es elección, y que eso es la base de todo. Que ellas podrían elegir en su vida lo que quisieran, siempre preguntándose si es desde la libertad o la obligación, del tipo que sea. Siempre con consciencia…

Ayer me hizo mucha gracia y me dio mucha ternura que mi hija identificase la dinámica de esa familia como algo tan machista, desde una comparación con su propia familia. Cuando la chica italiana estuvo aquí me contó que su madre era ama de casa y su padre trabajaba fuera. Yo le dije que entonces era igual que la nuestra. Pero ella también dijo que no era lo mismo. Lo que me hace reflexionar también sobre que quizá no solo sean los actos los que transmitan una idea, quizá también es esa energía de cada uno, de la propia relación, lo que haga que marque la diferencia. Porque Él es mi Amo, yo soy Suya, pero eso jamás ha marcado más distancia que la de la propia verticalidad, pero en cuanto a complicidad y amor se nota que somos un equipo, cada uno en “su puesto” pero un equipo.

Creo que la vida me está hablando, me está reconociendo el esfuerzo y la confianza que he tenido en nosotros y nuestro proyecto de vida. Me dice que sí, que funcionó, que hice bien en no sacrificarme por miedo. Creo que nuestras hijas han crecido con unos padres imperfectos (como todos) pero cercanos, creo que hemos conseguido que nos vean como a personas aisladas, con sus características personales, y no como los trasmisores del “cómo tienen que ser las cosas”, o quizá sí lo hayamos sido pero en el sentido de ser un espacio en el que poder ser ellas mismas, transmisor del “las cosas tienen que ser en libertad, no voy a imponerte ningún patrón”. Al final nuestra idea de familia siempre ha sido desde el vínculo irrompible. pero la individualidad. Y no me importa alabar nuestra labor en esto, porque hemos puesto mucho empeño, hemos tomado decisiones difíciles y hemos roto muchos condicionamientos que teníamos adquiridos para poder ser la familia que queríamos ser. Estoy muy orgullosa y agradecida de ella, me encantan las personas que la forman.

Y bueno, dejo un poco las profundidades y aclaro que mi Amo me puede ordenar que limpie algo, que haga tareas, de hecho tengo una libretita en la que me escribe si desea que haga alguna al día siguiente, pero como me puede ordenar que baile para Él. Que si yo asumo más tareas de la casa es porque así nos hemos organizado por interés de ambos, sobre todo el mío que me gusta vivir sin horarios ni estrés… me gusta quedarme en casa, escribir, meditar, ordenar… a mi ritmo. Pero que, incluso siendo yo ama de casa, no significa que todas las tareas del hogar son mi obligación. Porque la sumisión no significa, al menos en nuestro caso, ser esclava de las tareas domésticas. Como digo, si Él lo ordenase yo acato sin chistar, pero mis hijas han visto que unos días friego yo los platos y otros su padre. Que juntos arreglamos las cosas que hace falta, que Él tira la basura y plancha mientras ve Su NBA, que yo lo cuido a mi manera y Él me cuida a la Suya. Ellas no lo identifican como alguien machista, o si a veces Él dice algo que lo es, porque no olvidemos que por muy consciente que seas, naces donde naces y bajo los condicionamientos que naces, le chichan y le dicen que no sea un heterobásico. que tiene la masculinidad frágil o que es un mimado. Todo en tono de broma por parte de todos. Él se me acurruca como dolido, yo lo abrazo y les digo “Pobre, no os metáis con Él. A mí me gusta mimarlo” y ya está. A veces el humor es la mejor herramienta para afrontar las cosas y fortalecer los vínculos. Él sería un machista si hubiese tratado de forma negativa, desde la presión y la obligación en la sumisión, no solo a mí, sino a Sus tres hijas. Si hubiese actuado como si ellas estuvieran obligadas también a servir. Pero no ha sido así en absoluto.

Así que a toro pasado puedo comprobar que el problema no estaba en nosotros, sino en la mirada de aquellas personas y de muchas que nos han juzgado. Ellos solo imaginaban situaciones esperpénticas de unas niñas viendo cosas que no debían. Ellos se imaginaban a un Amo déspota y egoísta, incapaz de hacer lo mejor para Sus hijas por encima de Sus deseos. Claro que le han dado ganas de abofetearme estando ellas delante, pero tiene la suficiente fuerza de voluntad para esperarse a estar solo y hacerme rendir cuentas. Algún día nuestras hijas se irán, nos quedaremos solos y quizá podamos vivir todas esas cosas más llamativas que nos gustaría. Que pueda recibirlo cuando vuelva del trabajo, desnuda, de rodillas y con la cabeza gacha. Mientras tanto, corro a la puerta a besarlo como Él ha ordenado. Mis hijas de eso sólo perciben a una mujer enamorada de su marido, que se ilusiona cada día por Su llegada… y eso es totalmente cierto, pero como tarde más de la cuenta me habré ganado un “tirón de orejas”.